jueves, 23 de diciembre de 2021

El Otro Infinito: El Axioma De La Incertidumbre // Carlos Mancha: Flat Fill //Dios Hastío: Girel/Disfilia EP // Habø: //Textura//Difusa//

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de diciembre del 2021.)

Muy poco después de que El Axioma De La Incertidumbre se colgara (7/11/21), me crucé con Alfonso Noriega en un evento donde se presentaban varios proyectos de Chip Musik. No era la primera vez que nos veíamos desde que se iniciase la emergencia sanitaria, pero sí de las pocas que pude hablar en persona con él transcurridos estos inacabables meses. Y es que, de los músicos/no-músicos identificados con la discográfica oroíno-limeña, Noriega es el que ha observado más rigurosamente las normas de aislamiento debido a complicadas circunstancias familiares.

Tampoco es El Axioma... el primer material del que el capitalino participa durante estos cerca de dos años de asoladora pandemia. Como parte de Puna, su nombre figura inscrito en Rare Tracks II: Oikeiosis (2021) y en Transmisores II (2021), y usando su alias solista colaboró con dos temas en Transmisores (2020). Pero sí es, exceptuando el pobremente bautizado Recopilatorio, su primer esfuerzo post-pandémico registrado a título individual -ocho canales que nacen al avanzar las primeras semanas de confinamiento obligatorio, y que recién adquieren forma definitiva en este 2021. EADLI, entonces, hace las veces de atestado artístico-sonoro que ilustra los duros tiempos a los que la Humanidad todavía hará frente por algunos calendarios más.

Arguye el autor que este artefacto exhibe, por momentos, un rango de sonoridades distintas a las que El Otro Infinito ha interrogado en sus 7/8 años de vida. Tiene razón en parte. Estas sonoridades aludidas se han extraído de instrumentos como la guitarra, el teclado y el casiotón. Su fuente de origen no es digital, pero sí el proceso al que se les ha sometido después, filtrándoles utilizando software a discreción.

Así y todo, el resultado no tendría por qué sonar minimal y/o desasosegado. Ése es, sin embargo, el caso. Muy pocos son los pasajes en El Axioma... que puedo tildar de recargados. Tal vez “ELUV”, que luego de dos minutos comienza a burbujear, bombardeado por poderosos crescendos. Ojo, he escrito “recargados”, no “abigarrados”. Si bien EOI rarísima vez ha sido esto último, en muchas ocasiones sí ha sido lo anterior, en el buen sentido de la palabra. No aquí. El Axioma... es Alfonso Noriega abandonado/entregado a impulsos primarios que le conminan a la sencillez y a la urgencia. O a la sencillez en la urgencia. Una máxima que subrayan las programaciones elementales e insistentes de “Al Margen De Los Hechos”, el trepidante ímpetu de éstas y el epilogal repique synth de “DLC/LEX”, la progresiva/ineluctable declinación de toda secuencia en el ambient grisáceo de “Las Sombras De La Tarde”...

No sólo es la naturaleza de las sonoridades, entonces, sino asimismo su causalidad. En la cansina rítmica de “XXI”, en el intermezzo asfixiado de ruido de “Cíclopes, Cisnes”, en los latidos con que “Sesión5” apresura el cierre de la placa; se subleva un espíritu abrumado por la intranquilidad que le rodea, golpeado por la angustia que le ciega, sobresaltado por la duda que le tortura. Ese espíritu reacciona entregando una versión de El Otro Infinito que tal vez no existe en ningún otro mundo posible. Notable testimonio, digno par de otros que han visto la luz en la región -cf. Antiviral de Lluvia Ácida, verbigracia.

Grata sorpresa/revelación la del músico ayacuchano Carlos Mancha, que llega vía SuperSpace Records. Guitarrista de Cholopower (fusión peruano-mexicana) y de Bluestuta (blues), grupos ambos creados en el 2013 y también oriundos de Ayacucho, el man se aventura como solista muchas millas más allá de los feudos visitados por cualquiera de las formaciones en que se desenvuelve. En un año en que la producción sónica allende Lima sufrió un bajón cuando menos brutal, Flat Fill asoma como claro vencedor en la categoría “mejor disco del interior del país”. Argumentos, puede acreditar de sobra.

Lo primero que salta a la vista, o a la oreja, es la absoluta falta de prejuicios del altoandino para tomar por los cuernos géneros disímiles entre sí. El que tiene más a la mano, correspondiente a la sublimación del folklor andino, está lo bastante estilizado como para sortear con comodidad la etiqueta del mestizaje -funciona, eso sí, mejor en “Percutivo” que en “Intriga”. Los más ajenos podrían ser el difuminado ambient synth de “Formación” (que a partir del minuto cuatro se enciende multicolor), el melodioso round Hi-NRG de “La Pikota”, la erosiva estética de avant garde digital que se adueña de “Fraccionado”, o el tempo ‘trip pop’ que sostiene a “Manifiesto” y a “Chan Chan” (insólita relectura del clásico de Buena Vista Social Club).

El segundo rasgo que de este Flat Fill puede resaltarse es la homogeneidad que le cohesiona. La disparidad de códigos sonoros que sus nueve episodios abordan se reduce a una mínima expresión. No hay saltos súbitos, continuidades amañadas o vacíos imprevistos. Ayuda, ciertamente, que el plástico sea abundante en arreglos de ejecución impecable, generoso en delicados acordes, paciente con la densidad agridulce que esconden algunos de sus tramos más oscuros...

Pero el principal catalizador que utiliza Mancha para absolver esta infrecuente alquimia, y he ahí la tercera particularidad del disco, es el pop de tintes jazzy y lounge. Escudado en segundos y discretos planos tras la evidencia de las influencias más notorias, ese pop es el trasfondo que hermana de cabo a rabo FF, y que sólo se hace visible al promediar su mitad -en la cadencia diapasónica de “Ascenso Funky” y en el perfecto pop electrónico de la radiante “Luz”. Extraña artesanía la de esta exquisita travesía post pop -que con lo justo trasciende el límite de la media hora, ratificando una vez más aquello de “lo bueno, si poco, dos veces bueno”.

Hacía casi dos decenios que no escuchaba a Dios Hastío. Lo último que había degustado de la célebre alineación crustcore liderada por el vocalista José Morón y el guitarrista Óscar Reátegui, que instantáneamente se convirtió en referente latinoamericano del género gracias al furibundo escupitajo de su estreno Raza De Gusanos EP (1996), era la compilación de splits varios Cérvix Inferno (2003). Un acto consciente, por cierto: a propósito de ese título, me preguntaba si el trío que completa el batero Óscar Antúnez De Mayolo -no fue reemplazado el bajista original Eduardo Nova, asumiendo Reátegui sus funciones- podía sostenerse indefinidamente sin evolucionar más allá de los coercitivos límites estilísticos abrazados por esa variante feroz y virulenta del sonido hardcore. O si, por el contrario, abandonaría aquella tormenta de Júpiter en busca de firmamentos más clementes.

Un buen día, no hace mucho, el guitarrista me hizo llegar el más reciente extended del combo en formato 45. En su infinita sabiduría, quiso el Destino que añadiera a ese obsequio un ejemplar de Historias Ficticias Para Carybdis Vol. I (2019), recopilación de cortes extraídos de sesiones grabadas entre el 2006 y el 2015, todos ellos inéditos. Historias Ficticias... no es una muestra representativa de lo que DH ha venido publicando tras Cérvix Inferno, pero sí un indicador de los estados que la música del cuarteto/terceto ha atravesado en el curso de una década, y la constatación -como postulase en aquella reseña a propósito de Cérvix...- del techo al que llegase demasiado pronto (apenas algo más de un lustro).

¿Vale la pena, pues, insistir en un camino que se ha hecho innumerables veces tanto de ida como de vuelta? Aunque la respuesta de facto es no, la pena lo vale cuando se trata de estos experimentados limeños. El tóxico audio de herencia subte que anega Girel/Disfilia EP proporciona el marco idóneo para los vertiginosos tempos inhumanos a que Dios Hastío se somete de continuo, para las guitarras aniquiladas/acribilladas/rostizadas por esa demencial distorsión que copa cada traste con amorfas masas de ruido, para la apocalípticamente gutural voz rasposa y sangrante que identifica a la banda -vocales a las que los almanaques ya comienzan a pasarles factura, empero-, para la incesante energía que impele la apisonadora de Morón/Antúnez/Reátegui, para la inapelable pertinencia de unas letras nunca más vigentes que hoy -oscilando entre el horror material y la despiadada arcada de denuncia social: “La Confusión Reina/Y Es El Orden Natural” (“Girel”), “Necesito Una Nueva Decepción” (“Disfilia”), “Es Tu Perdición/Lo Que Empieza Como Un Inocente Juego” (“Out”)...

Hace muchísimo tiempo, un amigo usaba el vocablo “monorritmia” para hablar de los peligros a los que se exponían Dios Hastío y nombres similares, peligros que podían terminar siéndoles mortales. Girel/Disfilia EP plantea para mí exactamente el mismo dilema... dieciocho años después, y en el contexto de una carrera ininterrumpida que ya rebasa el cuarto de siglo.

(AVISO DE SERVICIO PÚBLICO: Amén de “Disfilia”, el lado B de este 45 incluye “¿Qué Es Lo Que En Verdad Importa?” y “El Ataque De Los Cuásares”, recuperados respectivamente de Historias Ficticias... y de A Medio Camino De Ur EP, 2001. Una mala costumbre -adicionar tracks sin acreditarlos- de la que DH no se ha desembarazado.)

Vuelve Alberto Carbajal (a) Habø, ahora por partida doble. Primero, presentando flamante plataforma propia, in.mundo (sic). Y segundo, con nuevo trabajo acreditado a su inspirado a.k.a. artístico.

//Textura//Difusa// es un decidido paso hacia adelante para Habø. El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados y Grauzone son las improntas que han quedado varadas en la ruta, mientras que las huellas que Suicide y la Berlin school imprimiesen en el epónimo mini-álbum debut del unipersonal persisten. Reformuladas las primeras, potenciadas las segundas. En cuanto a Suicide, ya no es el de “Ghost Rider” o “Rocket USA”, sino el de “Cheere”. Cierto, sus arreglos de teclado son ahora más accesibles, pero no más complacientes. No si el registro sigue irradiado con el mismo lo fi que revoloteaba en Habø (2020).

En cuanto a la escuela berlinesa, al acercarte al nuevo esférico debes tomar en consideración más a sus herederos y supervivientes que a sus fundadores. El norconeño se la juega arriesgando el despegue de //Textura... con “GRIETA_”, once minutos y medio que revisitan la pertinaz simplicidad del proto-synth nacido al  amparo  de  los  Suicide  menos  intratables. Parte el proyecto desde esa basal remembranza -una suerte de alucinada reconversión sci fi de “Cheere”- para dotar a la síncopa de mayor vitalidad y a los teclados de un paulatino avivamiento ante la inminencia de la ascensión. Puede discutirse la duración, pero no el intento de Habø por desligarse de su pasado más inmediato, intento que califico de exitoso.

No hay que pensar, ergo, en Ash Ra Temple o Tangerine Dream; sino en la andadura a solas de Manuel Göttsching, en el legado que Klaus Schulze dejó bajo el chaplín de Richard Wahnfried, en la obra de Harald Grosskopf. Las cuatro piezas restantes del CD canalizan las consecuencias de la metamorfosis en modos consonantes. Mientras que “Viral​[Tape]” y “Voo_Doo” cuajan un synth más pulido y vistoso que a toda hora evita dejar de sonar minimal, “GRIETA_X” y “OleajesDeSer” son ejemplos glaciales e inconmovibles de melodías sintéticas que consiguen un débil balance entre la austeridad y la evocación. En otras palabras, con //Textura//Difusa// Alberto resigna la comodidad de su nave espacial, desmagnetiza sus botas de astronauta y se adentra en la cósmica negrura que le rodea. Apenas si está empezando.

Hákim de Merv

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