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jueves, 17 de agosto de 2023

Canciones De Verano Y Costa: Un Tributo Del Pop Español A Paraíso Y La Mode

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de agosto del 2023.)

Mi primera vez con La Mode sabiendo que lo que estaba sonando era La Mode, no fue realmente mi primera vez. Como supongo le sucedió a mis demás coetáneos/as, a punto de cumplir nueve recién comenzaba a descubrir la radio, y ésta rara vez emitía el single más exitoso de esos españoles. Curioso, ya que entonces -primera mitad de los 80s- se vivía en Latinoamérica el “boom del rock en castellano”. Me estoy refiriendo, claro está, al 45 rpm “Enfermera De Noche”.

Pasó mucho tiempo antes de que la legendaria formación de Fernando “El Zurdo” Márquez se me revelase en todo su esplendor. Era 1992, y en casa de un amigo que por esos años vivía ilusionado con la “trova latinoamericana” di con un mixtape confeccionado en La Colmena. A la cinta la escoltaba la llana denominación de Post Punk Españoles, e incluía abriendo el lado B “El Único Juego En La Ciudad”. Fue un amor a primera escucha, que se fundió con mi piel en Cuzco durante el verano del ‘94, y el inicio de un culto entre algunos/as de quienes hasta ahora son compas muy cercanos/as. No faltarían, después, más instancias decisivas: el redescubrimiento de “Enfermera De Noche”, la adquisición de la obra íntegra de La Mode registrada junto a Márquez a través de la recopilación triple Todas Sus Grabaciones 1982-1984 (se editaría un LP más sin él, antes de la ineluctable disolución), la certeza de no ser la mía la única colectividad de weirdos que se había enamorado del terceto (Cocó Revilla de Silvania y Ciëlo les reivindica en entrevista concedida a Freak Out!, publicada en el cuarto número), etc.

De manera que, cuando me llegaron nuevas fresquitas relacionadas a la confección de un homenaje doble dedicado a La Mode y a Paraíso -primera experiencia de Fernando posterior a Kaka De Luxe, este último-, me lancé a averiguar de inmediato si las noticias tenían fundamento. Y pues sí. Canciones De Verano Y Costa: Un Tributo Del Pop Español A Paraíso Y La Mode ha sido orquestado desde Valencia por Vicente Ribas, y contiene versiones variopintas de veintidós clásicos pertenecientes a ambas alineaciones. Previsiblemente, la mayoría de participantes es valenciana, aunque también los hay de otras regiones -y hasta uno que otro ilustre contemporáneo del entrañable combo, responsable de las canciones acaso más sofisticadas de su época, producto de su afición por la new wave y la estética new romantic, y de su pasión por el synth pop y el talento de Brian Ferry.

Precisamente es la recordada Casilda Fernández, vocalista de Estación Victoria, quien rompe los fuegos de la primera rodaja con una enérgica relectura de “Aquella Canción De Roxy”. Basándose en la versión LP del tema, cuya contraparte 7’’ era bastante distinta, la madrileña hoy radicada en Jávea -Alicante- cierra flancos reagrupándose con sus excompañeros. Rebautizados para la ocasión como Casilda Y Victoria, su excelente toma prescinde del grueso de la ornamentación filo-electrónica del original, entregándose a una performance mucho más rockera -que flirtea con la letra de uno de los éxitos más memorables de EV (“Cita En La Embajada Francesa En Saigón/Oh, Mon Dieu! C'est La Mousson”).

Muchas de las interpretaciones que encuentran cabida en Canciones De Verano Y Costa... se hallan fundamentadas en un pop/rock atemporal y en las variantes mínimas que de esta asociación se desprenden. Ese rasgo tiende a nimbar al díptico de una impresión de uniformidad, impresión si bien varias veces corroborada, nunca al 100%. En efecto, no son Los Viernes (“Y Al Final Carolina”), Arcanodia (“La Teoría De La Relatividad”), Scrig (“El Eterno Femenino”), Sauna Bytes (“Mi Dulce Geisha”), Última Emoción (“Cita En Hawaii”) o Los Inhumanos (una jubilosa “Las Chicas De La Inter”); lo mismo que Jon Dove (“Amor En Taxi”), Falsa Pasión (“Wild Puppets (We Love You So)”), El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados (“La Estrella De La Radio”), Los Radiadores (“Makoki”), Amiga Mala Suerte (“No Te Equivoques”) o Uve Eme (“Aquella Chica”). Si bien ninguno de ellos consigue poner de vuelta y media las brillantes creaciones de La Mode, los primeros por empeño y ganas no quedan, mientras que los últimos no ensayan mayores variaciones respecto de los modelos (o dan peligrosos pasos en falso). Sorprende, para mal, que sea justo en este segundo grupo donde se sitúan dos históricos de la movida española de hace cuatro décadas: El Aviador Dro... y Falsa Pasión.

Salvo excepciones como la de Casilda Y Victoria, son las versiones que se salen del molde las que mejores resultados obtienen, pese a que ello no comporta una regla. Sí es el caso de Mist3rfly, cuya relectura de “Enfermera De Noche” se vuelca completamente al electro. También es el de Los Detectives, el otro ensamble que nace tras la desintegración de Paraíso, quienes perpetran una ejecución punk de “Sé Una Chica De Hoy” con guiños al fundacional EP de Kaka De Luxe (y menos sutilmente a los Ramones). Y es el de Víctor Eme y SERCH. (sendas fantásticas reinvenciones electrónicas de “La Evolución De Las Costumbres - Radio Edit” y “En Cualquier Fiesta”), así como el de Matamala (lúdica revisión punk de “Para Ti”).

El premio gordo, sin embargo, se lo lleva Juegos Nocturnos. Este proyecto, que une a dos referentes imprescindibles de la movida ibérica (Per Mertanen de Décima Víctima y Jesús Amodia de P.V.P.), deconstruye la magnífica “El Único Juego En La Ciudad”; rearmándola a punta de generosas dosis de espacioso dub y de un tridimensional reggae en clave roots. Quién hubiera pensado que tal cosa sería posible. Ni el mismísimo “Zurdo”, creo, cuyas maravillosas composiciones al lado de Mario Gil y Antonio Zancajo permanecen como uno de los picos a los que llegara la escena independiente ochentera, hija desafiante de la España liberada de la tiranía franquista.

Hákim de Merv

miércoles, 18 de agosto de 2021

The Problem Of Leisure: A Celebration Of Andy Gill & Gang Of Four

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de agosto del 2021.)

Terminando de audicionar I'm Your Fan • The Songs Of Leonard Cohen By... (1991), hasta donde sé el primer disco-tributo de la historia, me quedó clarísimo que esto de los álbums en modalidad homenaje iba a ser materia de interminables polémicas. Los 90s, década especialmente prolija en jugadas de este jaez, confirmarían lo peliagudo que resulta conducirse hasta el punto exacto de equilibrio entre pleitesía e iconoclasia -sean los involucrados personajes de polendas (The Cure transfigurándose en Depeche Mode, Terre Thaemlitz en Kraftwerk, Mercury Rev en David Bowie), unos completos desconocidos (Children Within transmutando a The Cure, Trance To The Sun a Joy Division, Gee a Talking Heads), o caseritos especializados en admirativas metamorfosis (The Shroud covereando a The Sisters Of Mercy y a Bauhaus, The Electric Hellfire Club a Pink Floyd y a Slayer, The Last Dance a Siouxsie And The Banshees y a Dead Can Dance).

Al cabo de un tiempo, el adagio que garantiza la inexistencia del disco-tributo perfecto fue ungido como verdad universal. The Problem Of Leisure: A Celebration Of Andy Gill & Gang Of Four (2021) lo refrenda, pero no se queda allí, pues el díptico ratifica además el tabú casi reverencial de los orquestadores de tributos cuando de acercarse a la obra de cualquier combo post punk cosecha 1977-1984 se trata. En efecto, salvo los casos de Joy Division (a partir de cuyo legado un importante porcentaje del sonido post punk se decanta convirtiéndose en dark rock), de Wire (Whore - Various Artists Play Wire, 1996), de Pere Ubu (Ubu Dance Party: A Tribute To Pere Ubu, 1997) y de Killing Joke (Absolute Respect - A Tribute To Killing Joke, 2010); los protagonistas de aquellos flamígeros años permanecen aún intocables. De hecho, resulta harto sorprendente que se hayan atrevido tempranamente con Wire, uno de los arquetipos del post punk original, como asimismo lo son P(ublic)I(mage)L(td) o Gang Of Four. Y es que meterse a releer los logros concluyentes de una de las últimas insurrecciones inequívocamente deconstructivas en los anales de la música pop no es moco de pavo.

Mediando las inevitables separaciones producidas en el curso de cuatro décadas, Gang Of Four lleva apenas diez largos editados. Su última producción, el Anti Hero / This Heaven Gives Me Migraine EP (2020) sale a la venta meses después de fallecer el guitarrista Andy Gill. Por una mera formalidad, el extended debería ser el punto final en la carrera del cuarteto -ya que, ateniéndonos a sus mayores réditos artísticos, la banda no debió haber vuelto tras su primera disolución (1984). En demoledor contraste, los primeros trabajos de la Pandilla de los Cuatro aseguran su inclusión en cualquier antología temática sobre la gloriosa asonada post punk: una explosiva abrasión minimalista, vertebrada por enajenantes eléctricas punzo-cortantes y síncopas funk de tarolas al parecer forradas en provocador spandex negro, es la que da forma y sustancia a la música demencialmente angular que firmasen Jon King (vocales), Hugo Burnham (batería), Dave Allen (bajo, segunda guitarra) y Gill en Entertainment! (1979), Solid Gold (1981) y el inflamado EP Another Day, Another Dollar (1982).

Bautizado a partir de la primera línea con que abre la letra de “Natural’s Not In It”, The Problem Of Leisure... ha sido ampliamente publicitado desde la página Facebook oficial del otrora célebre conjunto británico (el único abiertamente comunista del fragmentado colectivo posterior al punk). No se acredita en su gestación y/o confección, empero, a ninguno de los GOF sobrevivientes. Lo primero que asoma evidente es su inmoderada extensión: sumadas ambas rodajas lumínicas, no se alcanzan los 80 minutos. ¿Por qué entonces una presentación doble, si no hay el menor sesgo conceptual que la justifique (caras A versus caras B, pesos-pesado versus pesos-pluma, etc)? Dos o tres interpretaciones, además, pudieron quedar fuera del producto final, para tampoco extenuar al oyente.

Otro defecto es la exasperante incidencia sobre determinadas canciones del repertorio de los cuatro de Leeds. Cierto que se rearman números de discos que rankean lejos de sus momentos más memorables -el Anti Hero... EP, What Happens Next (2015)-, e incluso una rareza en apariencia inédita como “Last Mile”, pero el grueso del repaso va del Entertainment! al Songs Of The Three (1982). Aunque he reconocido líneas atrás que ésa es su época más valiosa, los 20 comparecientes del homenaje tenían material de sobra para escoger cada uno una pista distinta. Tal cosa no sucede: hay dos versiones de “Damaged Goods” (una curiosamente meliflua gracias al dúo británico La Roux, otra en manos de los ahora populares Idles), dos de “Natural’s Not In It” (la primera por cuenta de Tom Morello -Rage Against The Machine- y Serj Tankian -System Of A Down-, la segunda acreditada a Everything Everything), dos de “I Love A Man In Uniform” (inofensivo indie la de The Sounds, synth funk+alt pop de coros estrangulados la de Herbert Grönemeyer con Alex Silva) y... ¡¡¡tres!!! de “Not Great Men” (la songwriter LoneLady, Flea & John Frusciante con el Silverlake Conservatory Youth Chorale, el ensamble gamelán Sekar Melati). Sólo con las versiones hasta ahora listadas, se completa casi un disco de dos. ¿Y “Cheeseburger”? ¿Y “FM USA”, del fallido Mall (1991)? ¿Y “Call Me Up”? ¿Y “Tattoo”, del olvidado Shrinkwrapped (1995)? ¿Y clásicos indiscutibles de la talla de “At Home He’s A Tourist” o “I Found That Essence Rare”? Ni la sombra.

Tercer strike: ¿qué propósito tiene que el track list de ambos volúmenes comience exactamente de la misma manera, encajando primero “Damaged Goods” y luego “Natural’s Not In It”? Si se esperaba gatillar algo en la materia gris con ese bis, debo ser analfabeto en ello, porque no experimenté nada.

Por suerte, The Problem Of Leisure... no sólo tiene vicios. En la relación de sus virtudes se hace imperioso contabilizar a “Paralysed” de los cumplidores Warpaint, a “In The Ditch” de Helmet y su metálico post hardcore, y a “Forever Starts Now (Killing Joke Dub)” de Jaz Coleman y compañía al alimón con GOF -cuyo último LP, Happy Now, data del 2019-. También a “Where The Nightingale Sings (Redux)”, relectura casi trip hop donde los Gang se suman a 3D Del Naja (Massive Attack), a la maravillosa toma post synth de “Love Like Anthrax”, a cuatro manos entre el DJ de Birmingham Ade Fenton y el incombustible Gary Numan, y a “Last Mile” de Hardcore Raver In Tears. Pudieron haber obtenido lugar en este catálogo el cover de “To Hell With Poverty!” del japonés Tomoyasu Hotei y el de “We Live As We Dream, Alone” de Gail Ann Dorsey (sesionista en las grabaciones del Mall), pero al primero -que se cuelga del brutal rework incrustado en la recopilación Return The Gift, 2005)- se le escurre el balón fuera de la cancha hacia el final, y la segunda plantea una versión casi de karaoke que no entiendo cómo funciona siquiera a medias.

Para el olvido: “Return The Gift” del ex Legião Urbana Dado Villa-Lobos y “What We All Want” de los intragables Dandy Warhols.

Parafraseando al gran Fidel Gutiérrez, tal vez la mayor virtud de este doble sea causarte unas desesperadas ganas pavlovianas de volver a escuchar los primeros asaltos de esos cuatro muchachos oriundos del norte del Reino Unido -cuya revolución, inconclusa hace más de cuarenta años, permanece vigente y absolutamente atemporal planchada en vinilos que la historia del pop contemporáneo tiene siempre presentes; a la espera de su ¿improbable? culminación. Si Mission Of Burma volvió del Otro Lado y pudo, ¿por qué no Gang Of Four?

Hákim de Merv

jueves, 2 de agosto de 2018

Luismiwave: Tributo A Luis Miguel // Seatemples: Down Memory Lane

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 25 de julio del 2018.)

Side effect negativo del mundo globalizado en que nos movemos hoy, “gracias” al home run obtenido por la serie de Netflix ahora resulta que tooooooodo el mundo ha sido/es fan de Luis Miguel. En el mejor escenario, para mí no es otra cosa que un sujeto premiado por Madre Natura con determinados talentos -malgastados, como otros inútiles del mismo rubro (Juan Gabriel a primer lugar), en una carrera comercial/marketera orientada a extraer los últimos dividendos que podían exprimírsele a un ¿género? tan anodino e insípido como la “canción hispanoamericana”; equivalente al risible schlager alemán de post-guerra.

Te preguntarás a santo de qué hablar del así llamado “Sol de México”, cuya reaparición hace unos dos o tres años lo hacía parecer más una metagalaxia, de lo rollizamente adiposo que estaba. Obvio: por definición, el vaporwave se nutre de esa nostalgia con que arrebujamos el pasado entre fines de los 70s y principios de los 90s. Marcado por aquello que arbitrariamente imponían radio y televisión, y a diferencia del Primer Mundo, el nuestro estuvo literalmente plagado de las melodías de Luis Miguel y los de su especie. A ellos se debe el vaporwave de origen latino, (les) guste o no.

Con la consigna de agrupar a los músicos vaporwave de esta parte del globo alrededor de una plataforma sólida e independiente, la discográfica Eternal Vibes viene operando desde hace unos meses. Su primer lanzamiento data de noviembre del 2017 (la compilación Eternal Vibes Vol. I), y en menos de un año ya bordea la veintena de títulos. Aunque el hecho de que la label haya sido fruto de la iniciativa de un mexicano (Rubén Ibarra), un dominicano (Edgard López) y un chileno (Salvador Mella), da pie como para hablar de una sede social sita en Internet; lo cierto es que la producción física de los álbums tiene lugar en Chile.

Capitalizando el runrún generado por la serie de marras, la reciente aparición de Luismiwave: Tributo A Luis Miguel (2018) ha sido cálidamente recibida en los circuitos underground latinos. Se apuntan actos de cuatro países de la región: Chile (MALO420 y PEPSIMAN™), Paraguay (bøbi), Argentina (PLASMA, Invisible Lover y プテ/Svn Prxtxctxr/ック) y México (サントダック Saint Duck, Blue Fancy, RFKR BAS$, Skule Toyama, T H A 竜児かれ超神 R U, Jesse Cassettes y EMBA Soundsystem). El rango de participación es similar al del Eternal Vibes Vol. I.

La intención de Luismiwave... queda en luminosa evidencia desde el subtítulo. Es éste un homenaje “al icono musical de la década de los 80, Luis Miguel”. Dadas las características ya enumeradas de un ¿género? como el vaporwave, no podía ser de otra forma. Por eso, me deja bastante pensativo el arranque del disco. En “No Culpes A La Noche”, “Cómo Es Posible Que A Mi Lado”, “La Chica Del Bikini Azul”, “Cuando Calienta El Sol” y “Écrivain D'Amour”; los bpms andan bastante pasados de revoluciones: más que admirativos, parecen paródicos, e incluso hasta autoparódicos. Obviando este hecho, suenan muy divertidos, porque precisamente la idea de un tributo electrónico, subrayada todavía más por el vaporwave; es quebrar el contexto original de los samples y reacomodar éstos en otro más subversivo. Digamos que la cadencia superacelerada y tonera de estos cinco tracks permite catalogarles, por analogía imperfecta, de bersek future funk. Lo mismo vale para “Soy Como Quiero Ser”, de bøbi.

A partir de “Estrenando Amor”, de Jesse Cassettes, número future funk que cumple religiosamente el canon; las revoluciones bajan ostensiblemente (con la salvedad ya acotada de bøbi). Relecturas como “手をつないで (私の恋人と)” de Trans World Airlines, “Por Favor Señora” de MALO420 y “Golden Law” de Invisible Lover fluctúan entre el vaporwave original y el mallsoft/muzakcore; sin llegar a constituirse en híbridos. Sí lo hace “Sunny Protection” de プテ/Svn Prxtxctxr/ック, en tanto que “Inolvidable” de EMBA Soundsystem ignora la voz del casi cincuentón cantante para alcanzar la (¿sub?)categoría de dreamwave.

Admito que se trata de una encantadora revisión de lo publicado por el mexicano-que-en-realidad-es-puertorriqueño. Reconozco que muchos fragmentos de sus canciones nunca dejarán de rodar por los intrincados pliegues de mi materia gris, porque a fuerza de encontrarme con ellos hasta en la sopa, se me han quedado grabados sin la menor intención. Pero también es verdad que este Luismiwave... es una lúdica manera de enfrentarlos, deconstruirlos para acelerarles o sosegarles, y así socavarlos -(les) guste o no.


La comuna portuaria de Coquimbo, en la región del mismo nombre al norte de Valparaíso, es el hogar de Seatemples. Formados en los estertores del 2014, en septiembre del 2015 y en agosto del 2016 germinan respectivamente sus primeros singles virtuales, “Lanterns” y “Further” -el primero de ellos permanece para descarga gratuita en SoundCloud.

Ambos son repescados en el debut largo Down Memory Lane (septiembre del año pasado). Antes y después, la banda colabora en dos homenajes orquestados por la prestigiosa bitácora brasilera The Blog That Celebrates Itself: Just For A Life: A Homage To Slowdive (febrero del 2017, con “Spanish Air”, del primigenio Just For A Day) y Popkiss - TBTCI Meets Sarah Recs (febrero de este año, con “Quicksilver”, de The Field Mice, editado en el So Said Kay EP). Las versiones a tamaños referentes no son gratuitas, pues ambos -tanto Slowdive como la seminal escudería Sarah Records- pueden ser mapeados en el genoma del grupo que conforman Moisés Segovia (sintetizador), Diego Herrera (batería), Priscila Ugalde (bajo y voz) y Patricio Zenteno (voz, guitarra y programación). Cabe aquí resaltar que, durante la etapa tempranera de Seatemples, signada por un feedback muy interesante entre el combo y su entorno, documentado a través de fotografías, logo y videos; Zenteno también se hizo cargo de secuenciadores y samples.

Parte de esa retroalimentación se refleja en DML sólo de modo accesorio. Ello, debido a las dos improntas que rubrican sobremanera el output de los coquimbanos. Por un lado, el post punk a centímetros de convertirse en dark. Por el otro, el shoegazing en fase dream pop. De las principales características de estos discursos no opuestos, pero sí distintos, está repleto el disco: guitarras incisivas que producen luminiscentes telarañas de sonido, en medio de la “silenciosa” e inagotable marcha del bajo; sugerentes ambientaciones instrumentales de espacios cerrados, dentro de los que la pluma de Zenteno describe emociones como la saudade, el amor, la vulnerabilidad; percusión contenida delimitando envolventes melodías de una rara tonalidad acústica...

Down Memory Lane, que circunstancialmente añade a sus cuarenta y tantos minutos pinceladas neopsicodélicas (como en “Seaweed”), me ha traído a la memoria el fantástico To Deaf And Day (2017) de los californianos Glaare. En las calles un mes después del debut chileno, la maravillosa web mexicana Sound And Vision describió a los norteamericanos como el equivalente a escuchar un 33 de The Cure y tenerlo presente en las neuronas durante un directo de Slowdive. La pequeña-pero-importante diferencia entre ambos estriba en que el sonido de los sureños es mucho más acerado y potente: piezas como “The Burning World”, “The Crack Of Light”, “When The Sea Reveals” (me encantó el guiño a Mercury Rev) o “Coronal Loop” transpiran una energía, un vigor que no tiene ninguna pista del To Deaf... (que así y todo sale bastante airoso).

Actualmente, Seatemples vive días felices. Su ingreso al catálogo de la disquera norteamericana Custom Made Music (Ringo Deathstarr, Citrus Clouds, Peter Hook & The Light), que se ha encargado de la realización física del Down..., ocurre en medio del proceso de composición del segundo capítulo del cuarteto. Maquetas del mismo ya dan cuenta de por lo menos dos singles listos, tentativamente titulados “Secuestro” y “Holograms”. No hay fecha de lanzamiento a la vista, de lo que se colige que tampoco hay apuro. Por donde se sopese, esta apasionante alternativa a lo hecho por The Holydrug Couple constituye una (otra) agradable sorpresa.



Hákim de Merv

martes, 6 de junio de 2017

Hasta El Fin: Tributo A Voz Propia

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de diciembre del 2016.)

Pocas, muy pocas son las bandas peruanas del circuito independiente que han obtenido consensos mayoritarios del público ad hoc. Por una u otra razón, éste se cansa después de algunos años o discos -o es la banda la que se desintegra tras una andadura corta, también por una u otra razón. Voz Propia no es de estas últimas, sino de las primeras -pero más de una vez el Destino le puso ad portas de invertir esa figura.


Y es que no llegas a cumplir 30 años de existencia ileso/a, sin arrugas ni cicatrices. A la par de discos, en tres décadas juntas además historias y disyuntivas mil; la última de las cuales fue la dolorosa partida -cinco días después del deceso de David Bowie- de Carlos Magán (a) “Boui”, bajista de VP y uno de los contados miembros originales que seguía arma en ristre desde la formación del combo (fines de 1985). Por su carisma colectivo, por su extraordinario legado dark (plasmado en cuatro maquetas de antología), por su estupenda reinvención pop durante la segunda mitad de los 90s; Voz Propia es un referente histórico en el contexto del rock nacional.

Festejando los treinta calendarios alcanzados, la banda de Miguel Ángel Vidal lanzó en diciembre pasado nuevo trabajo discográfico, Una Vida Feliz. Previamente, y gracias a la cooperación entre Muki Records y  Trilce Discos -sello responsable de un fantástico vinilo recopilatorio de VP-, grupos y artistas varios de la escena confluyeron en la edición de un álbum doble que ha sido ampliamente comentado en medios. Me refiero a Hasta El Fin: Tributo A Voz Propia (2016).

Al ser Voz Propia una de las alineaciones más queridas y respetadas del país, es evidente que todos los conjurados en este tributo han acudido al llamamiento encantados. También es lógico pensar que cada acto ha elegido la canción del repertorio vozpropiano de su preferencia, o en todo caso la segunda en predilección. No puede discutirse, entonces, el cariño y la emoción que cada uno de los convocados ha puesto en su participación para este díptico. Lo que sí puede discutirse, en cambio, son los resultados.

Como pasa por regla general en homenajes de este tipo, hay proyectos que han tomado las versiones originales y no han practicado demasiados cambios, lo cual no es necesariamente un demérito. Asimismo, hay nombres que han adaptado los temas de VP a sus propios códigos, lo cual tampoco es necesariamente un plus, pues tales transmutaciones pueden devenir para mejor o para peor. Y claro, no faltan algunos números que se mueven entre ambas llamémosles “categorías”.

Podemos ubicar en la primera gaveta a Cementerio Club, Irinum, Mar De Copas, La Garganta Del Caimán, Ciudad Gragea, Extraño Deseo, Bajo Sospecha, Dolores Delirio... Sus versiones no trastocan drásticamente el espíritu de las composiciones originales, lo que se hace más palpable en nombres de ascendencia dark -como el de Ilusión Marchita, que no aporta nada al repaso de un clásico de la talla de “Te Voy A Exterminar”. Hay excepciones, no obstante: a pesar de no desviarse del modelo, Verde Luna (“En Mi Mente”) y Moldes (“Noscivo El Aire”) sudan lo suficiente como para hacer amenos sus sobrios covers.

En el primer folio de la segunda gaveta, el de las “adaptaciones para peor”, habitan pocos grupos, pero los hay. No sé hasta qué punto es un problema real de adaptación y hasta qué punto se ha sido incapaz de ejecutar la respectiva vuelta de tuerca a despecho del eventualmente radical contraste sonoro. Y aunque quisiera inclinarme por lo primero, existen en este mismo tributo tracks que me convencen de lo segundo. Para no hacerla más larga, Los Mortero, Barrio Calavera, Inyectores y Demencia fallan en su intento por apropiarse convincentemente de las canciones de Voz Propia.

En el segundo folio está lo más sabroso de Hasta El Fin...: Grupo Miel, Ysabel Omega (nomás too much con el autobombo), Dios Hastío (de Oscar Reátegui y José Morón), Muñeca Rota, Duende Del Hueco (de Manuel Umbert), La Base, Paisaje 3 (de Mauricio Miranda y Raúl Begazo), El Aire (de Jose Javier Castro), Cocaína, Varsovia (de Dante Gonzáles y Fernando Pinzás), Reino Ermitaño... Reemplazando nombres por los respectivos géneros abrazados, encuentro una amplia gama de posibilidades expresivas acometiendo con razonable éxito la tarea de reinterpretar los temas de Voz Propia: electrónica, reggae, crustcore, indie, rock pesado, trip-gaze, doom metal, synth punk; planeando sobre los armazones melódicos de “El Piloto”, “Espejo Quebrado”, “Ellos”, “Las Piedras”, “Ya No Existes”, “Claro De Luna”, “Invisible”, “El Momento” o “El Club De La Pelea”. Matices diversos para celebrar merecidamente a una de las agrupaciones más grandes que han visto estas comarcas. Aquí, por supuesto, esperamos que sean muchos años más juntos.

Felicidades, Voz Propia.

Y llegamos a la encrucijada de rigor. ¿Con qué tema ilustrar las virtudes de este doble, dedicado a los difuntos “Boui” y Leo Bacteria (“quien tuvo este mismo proyecto y no lo pudo concretar”)? Pues con algo que demuestre que puedes asumir la relectura de un clásico como Voz Propia sin entrar en conflicto con tu perfil gritante y rabioso.


Hákim de Merv