(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de agosto del 2021.)
Terminando de audicionar I'm Your Fan • The Songs Of Leonard Cohen By... (1991), hasta donde sé el primer disco-tributo de la historia, me quedó clarísimo que esto de los álbums en modalidad homenaje iba a ser materia de interminables polémicas. Los 90s, década especialmente prolija en jugadas de este jaez, confirmarían lo peliagudo que resulta conducirse hasta el punto exacto de equilibrio entre pleitesía e iconoclasia -sean los involucrados personajes de polendas (The Cure transfigurándose en Depeche Mode, Terre Thaemlitz en Kraftwerk, Mercury Rev en David Bowie), unos completos desconocidos (Children Within transmutando a The Cure, Trance To The Sun a Joy Division, Gee a Talking Heads), o caseritos especializados en admirativas metamorfosis (The Shroud covereando a The Sisters Of Mercy y a Bauhaus, The Electric Hellfire Club a Pink Floyd y a Slayer, The Last Dance a Siouxsie And The Banshees y a Dead Can Dance).
Al cabo de un tiempo, el adagio que garantiza la inexistencia del disco-tributo perfecto fue ungido como verdad universal. The Problem Of Leisure: A Celebration Of Andy Gill & Gang Of Four (2021) lo refrenda, pero no se queda allí, pues el díptico ratifica además el tabú casi reverencial de los orquestadores de tributos cuando de acercarse a la obra de cualquier combo post punk cosecha 1977-1984 se trata. En efecto, salvo los casos de Joy Division (a partir de cuyo legado un importante porcentaje del sonido post punk se decanta convirtiéndose en dark rock), de Wire (Whore - Various Artists Play Wire, 1996), de Pere Ubu (Ubu Dance Party: A Tribute To Pere Ubu, 1997) y de Killing Joke (Absolute Respect - A Tribute To Killing Joke, 2010); los protagonistas de aquellos flamígeros años permanecen aún intocables. De hecho, resulta harto sorprendente que se hayan atrevido tempranamente con Wire, uno de los arquetipos del post punk original, como asimismo lo son P(ublic)I(mage)L(td) o Gang Of Four. Y es que meterse a releer los logros concluyentes de una de las últimas insurrecciones inequívocamente deconstructivas en los anales de la música pop no es moco de pavo.
Mediando las inevitables separaciones producidas en el curso de cuatro décadas, Gang Of Four lleva apenas diez largos editados. Su última producción, el Anti Hero / This Heaven Gives Me Migraine EP (2020) sale a la venta meses después de fallecer el guitarrista Andy Gill. Por una mera formalidad, el extended debería ser el punto final en la carrera del cuarteto -ya que, ateniéndonos a sus mayores réditos artísticos, la banda no debió haber vuelto tras su primera disolución (1984). En demoledor contraste, los primeros trabajos de la Pandilla de los Cuatro aseguran su inclusión en cualquier antología temática sobre la gloriosa asonada post punk: una explosiva abrasión minimalista, vertebrada por enajenantes eléctricas punzo-cortantes y síncopas funk de tarolas al parecer forradas en provocador spandex negro, es la que da forma y sustancia a la música demencialmente angular que firmasen Jon King (vocales), Hugo Burnham (batería), Dave Allen (bajo, segunda guitarra) y Gill en Entertainment! (1979), Solid Gold (1981) y el inflamado EP Another Day, Another Dollar (1982).
Bautizado a partir de la primera línea con que abre la letra de “Natural’s Not In It”, The Problem Of Leisure... ha sido ampliamente publicitado desde la página Facebook oficial del otrora célebre conjunto británico (el único abiertamente comunista del fragmentado colectivo posterior al punk). No se acredita en su gestación y/o confección, empero, a ninguno de los GOF sobrevivientes. Lo primero que asoma evidente es su inmoderada extensión: sumadas ambas rodajas lumínicas, no se alcanzan los 80 minutos. ¿Por qué entonces una presentación doble, si no hay el menor sesgo conceptual que la justifique (caras A versus caras B, pesos-pesado versus pesos-pluma, etc)? Dos o tres interpretaciones, además, pudieron quedar fuera del producto final, para tampoco extenuar al oyente.
Otro defecto es la exasperante incidencia sobre determinadas canciones del repertorio de los cuatro de Leeds. Cierto que se rearman números de discos que rankean lejos de sus momentos más memorables -el Anti Hero... EP, What Happens Next (2015)-, e incluso una rareza en apariencia inédita como “Last Mile”, pero el grueso del repaso va del Entertainment! al Songs Of The Three (1982). Aunque he reconocido líneas atrás que ésa es su época más valiosa, los 20 comparecientes del homenaje tenían material de sobra para escoger cada uno una pista distinta. Tal cosa no sucede: hay dos versiones de “Damaged Goods” (una curiosamente meliflua gracias al dúo británico La Roux, otra en manos de los ahora populares Idles), dos de “Natural’s Not In It” (la primera por cuenta de Tom Morello -Rage Against The Machine- y Serj Tankian -System Of A Down-, la segunda acreditada a Everything Everything), dos de “I Love A Man In Uniform” (inofensivo indie la de The Sounds, synth funk+alt pop de coros estrangulados la de Herbert Grönemeyer con Alex Silva) y... ¡¡¡tres!!! de “Not Great Men” (la songwriter LoneLady, Flea & John Frusciante con el Silverlake Conservatory Youth Chorale, el ensamble gamelán Sekar Melati). Sólo con las versiones hasta ahora listadas, se completa casi un disco de dos. ¿Y “Cheeseburger”? ¿Y “FM USA”, del fallido Mall (1991)? ¿Y “Call Me Up”? ¿Y “Tattoo”, del olvidado Shrinkwrapped (1995)? ¿Y clásicos indiscutibles de la talla de “At Home He’s A Tourist” o “I Found That Essence Rare”? Ni la sombra.
Tercer strike: ¿qué propósito tiene que el track list de ambos volúmenes comience exactamente de la misma manera, encajando primero “Damaged Goods” y luego “Natural’s Not In It”? Si se esperaba gatillar algo en la materia gris con ese bis, debo ser analfabeto en ello, porque no experimenté nada.
Por suerte, The Problem Of Leisure... no sólo tiene vicios. En la relación de sus virtudes se hace imperioso contabilizar a “Paralysed” de los cumplidores Warpaint, a “In The Ditch” de Helmet y su metálico post hardcore, y a “Forever Starts Now (Killing Joke Dub)” de Jaz Coleman y compañía al alimón con GOF -cuyo último LP, Happy Now, data del 2019-. También a “Where The Nightingale Sings (Redux)”, relectura casi trip hop donde los Gang se suman a 3D Del Naja (Massive Attack), a la maravillosa toma post synth de “Love Like Anthrax”, a cuatro manos entre el DJ de Birmingham Ade Fenton y el incombustible Gary Numan, y a “Last Mile” de Hardcore Raver In Tears. Pudieron haber obtenido lugar en este catálogo el cover de “To Hell With Poverty!” del japonés Tomoyasu Hotei y el de “We Live As We Dream, Alone” de Gail Ann Dorsey (sesionista en las grabaciones del Mall), pero al primero -que se cuelga del brutal rework incrustado en la recopilación Return The Gift, 2005)- se le escurre el balón fuera de la cancha hacia el final, y la segunda plantea una versión casi de karaoke que no entiendo cómo funciona siquiera a medias.
Para el olvido: “Return The Gift” del ex Legião Urbana Dado Villa-Lobos y “What We All Want” de los intragables Dandy Warhols.
Parafraseando al gran Fidel Gutiérrez, tal vez la mayor virtud de este doble sea causarte unas desesperadas ganas pavlovianas de volver a escuchar los primeros asaltos de esos cuatro muchachos oriundos del norte del Reino Unido -cuya revolución, inconclusa hace más de cuarenta años, permanece vigente y absolutamente atemporal planchada en vinilos que la historia del pop contemporáneo tiene siempre presentes; a la espera de su ¿improbable? culminación. Si Mission Of Burma volvió del Otro Lado y pudo, ¿por qué no Gang Of Four?
Hákim de Merv
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