(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 27 de octubre del 2014.)
FLASHBACK 1: MÁS DE
TRES LUSTROS (17 AÑOS, PARA SER EXACTOS)
Si no me equivoco,
fue durante mi segundo año en DeCajón.com que, gracias a Toño Zelada
(Resplandor); conocí al argentino Jorge Gobbi. Primero a través del correo
electrónico, y luego en persona (allá por marzo del 2002). La relación se hizo
tan fluida, que le pasé el contacto a Percy Pezúa, editor de la legendaria Caleta, con quien el che también se
entendió a la perfección. Al tiempo, Toño me prestó un ejemplar de la revista
en que Gobbi escribía, Users MP3, con
un CD de varias carpetas llenas de ese tipo de archivos -entre las cuales
figuraba una dedicada al rock peruano de esas fechas. En la revista, se había
pauteado un texto de Jorge a propósito de esa inclusión, que arrancaba citando
a Pezúa y su rollo sobre el “síndrome del ochentero”: Percy apuntaba a aquellos
que, habiendo nacido demasiado tarde para vivir esos calendarios, y que por lo
tanto andaban más pegados a la teta que a la radio; formaban grupos calcando el
sonido de esa década. Razón no le faltaba: ¿cómo se puede sentir nostalgia por
una época que no se ha vivido?
FLASHBACK 2: 28
ALMANAQUES/O CÓMO SE NECESITAN MÁS EXPLICACIONES MIENTRAS MÁS SE RETROCEDE (GUARDA
AHÍ, EL EFECTO “TÍO” ATACA DE NUEVO)
Como muchos de mi generación, no alcancé a ver a Indochine cuando se produjo el milagro de su presentación (1988) en el Coliseo Amauta -hoy, un potrero luce mejor conservado, dicho sea de paso-. Pero sí tenía entonces edad suficiente como para explorar la FM local. Recuerdo que 1989 fue la última ocasión en que La Más Más de Panamericana Radio se realizó en el Amauta: en adelante, el recuento anual que hacía la estación abandonaría definitivamente el formato de evento, para hacerse sólo a través de las ondas hertzianas. Con el correr de los años, lo que alguna vez fue una emisora decente, que propagaba rock & pop; abrazaría la pacharaca música tropical-andina que hoy la identifica -con la connivencia de algunos DJs que sobreviven desde los 80s (que la maldición de Eloy Quispe caiga sobre todos ellos).
Uno de los últimos
recuerdos gratos que me dejó Panamericana, antes de olvidarme de la pusilánime
FM peruana para dirigir mi atención hacia los cassettes y -en mucha menor
medida- los LPs, fue el espacio Panamericana
Retro. Lo agarré hacia el final, antes de que lo cogiera Michael Espíritu y
lo transformase en “Los Dinosaurios”. En ambos espacios, el programador era
toda una institución: el señor Elmer La Madrid. De esas fechas, creo, me viene
el “síndrome del ochentero” -no la variedad descrita por Percy, sino una que
afecta de modo distinto a los que sí logramos vivir algo de aquella década
maravillosa. Ambos programas iban los domingos por la tarde/noche, cuando el
sol y la semana mueren -y, como sus nombres lo indican, ponían cosas que ya
entonces se consideraban “clásicos” radiales, acorde con el día y la hora. Tres
ejemplos al azar: “I Wanna Know What Love Is” de Foreigner, “All Of My Love” de
Led Zeppelin, “Lady In Red” de Chris De Burgh. Supongo que de hecho jugó su
papel el momento de la semana en que se emitían. El caso es que canciones de
este tipo, sobre todo un domingo por la tarde/noche, me ponen de veras al
borde...
DE VUELTA AL
PRESENTE
Hace tres años, pasé
por una etapa en que me sentí solo. Muy solo. No la soledad que comporta no
estar con alguien (así que ahórrense la insípida criollada de “que se consiga
una hembrita, hue’on”), sino aquella referida a defender ideales y convicciones
insulares. Con varios amigos no nos veíamos desde hacía meses, y eso de todas
maneras afecta. Quiero mucho a mi familia, obviamente, pero son más receptores
que interlocutores. Y aunque siempre trato de discutir temas verdaderamente
importantes con la persona con la que vivo, llenos de aristas y matices; la
gran brecha generacional impide que sea lo mismo. No hay modo. Así que, durante
unos días, la pasé en un hoyo negrísimo.
SÍNTESIS SANADORA
Pensaba en todo
esto una noche de domingo -sí, justo domingo- mientras proseguía mi lectura de New Wave & Post Punk: De Depeche Mode A
Franz Ferdinand (2008), libro al que he tenido acceso gracias a mi querido
amigo Jaime Alfaro, y sonaba en mi
equipo el EP debut de Blind Dancers por enésima vez. De
entrada no estoy de acuerdo con la teoría inicial del
libro, que afirma que el post punk arria la bandera en 1984 y que, durante el
resto de la década, los grupos sucedáneos devalúan
su legado como si fuese un castillo de arena frente a la marea creciente. Se
trata más del proceso (ejem) “dialéctico” inherente a la música rock, según el
cual toda innovación underground o vanguardia es asimilada/canibalizada por la
corriente pop...
...pero vaya que sí
me ha golpeado duro el extended de Blind Dancers. “Landscapes” no se decide a
revelar la faz que al menos en esta breve jornada exhibe el proyecto de Lu
Falen (miembro de Theremyn_4).
Quizá atendiendo a su cariz es que por ahí
he leído que le han definido como “indietrónica”. Es posible,
pero los temas sucesivos no dejan lugar a dudas. El tema epónimo de esta
entrega, “Parallel Time”, rasga el tejido del continuum espacio-tiempo y te
deja en 1985 o 1986. La asociación con los O.M.D. del inmortal single “If You Leave” es espontánea, tanto como la conexión con la película que marca el punto
más alto en la carrera del gran John Hughes, el Filósofo de la
Adolescencia -Pretty In Pink (1986, a pesar de
que Hughes sólo produce, no dirige). Lo extraño
es que Blind Dancers es un proyecto de reciente data: a Lu Falen lo alucino
entre sus 20s y sus 30s, en vez de un vejancón que ya frisa los 40s. No debe
haber vivido esa fantástica época y, por ende, seguro padece el “síndrome del
ochentero” del que rajaba Percy Pezúa. Sea o no el caso, Blind Dancers se las
arregla para hundir el dedo en la llaga de quienes sí “estuvimos allí”. El
feeling del esférico es tan intenso, o al menos así me lo parece debido a la
adictiva filia que me causan los 80s, que me abstengo de todo intento “objetivo”
por reseñar el EP. Es que es mazazo tras mazazo. Ni bien dejo de soñar
despierto con Molly Ringwald
o Ally Sheedy, suenan “Today Is
Tomorrow” y sus guiños varios a los Tears For Fears más
inspirados (los de “Change” o “Shout”, claro) -amén de ese monumental guiñazo a Groundhog Day (1993). La luminosa “Fingers” señala el
fin de este viaje en el Tiempo, al que hay que agradecerle su cortedad: no
puedo decir que hubiera aguantado un disco completo de BD sin salir corriendo
tras Marty McFly. Tampoco sé si son éstas las coordenadas definitivas que
adoptará Blind Dancers. Mi cerebro me dice que no, pero mi corazón espera que sí
-y, como suele pasar, ya se declararon la guerra otra vez.
COLOFÓN
Mi amiga Cecilia Medo me dijo una vez
que los 80s son para nosotros, los que alcanzamos a vivirlos en mayor o menor
grado, lo que los 60s para las generaciones que disfrutaron de esa era auroral.
Triste consuelo ya rebasados los 40s: si, como presumo, el Destino me condena a
una larga vida, cuando nos hayamos ido, yo y mis coetáneos, y todos los que
alcanzaron a nacer hasta 1978; habrán desaparecido los últimos testigos de una
década como hasta ahora no ha existido otra -testigos en cuyos rostros se
refleja esa luz que (mientras vivamos) nunca se apagará.
“Numenoreanos”, leí
en alguna parte, con cacha y caché. Adopto la inteligente chapa con
atrevimiento: por supuesto, hay gente que vivió los 80s y que reniega de ellos.
Felizmente, Tolkien habla de numenoreanos “renegados”. Touché.
CODA: Cómprate el
EP de Blind Dancers antes que bajártelo, ya que tiene canciones entrelazadas.
No vale la pena afrontar una experiencia tal aguantando los baches que por
defecto inserta el formato MP3 entre tema y tema.
Hákim de Merv
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