(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 8 de febrero del 2017.)
Cuando echas un
vistazo en reversa, partiendo más o menos desde mediados de la década pasada,
es inevitable no estremecerse frente a la innumerable cantidad de cuitas y
desventuras que afligen a la historia de la escena pop independiente peruana
prácticamente desde su nacimiento. Ya una vez dije que detallarla devendría en
un recuento casi ininterrumpido “de las oportunidades perdidas, de la falta de
perseverancia, de los callejones sin salida, de la estrechez de perspectivas,
de la orfandad logística -equipos en las últimas, estudios de grabación que no
han sabido cómo grabar, una prensa que les ha dedicado algunas páginas en
medios escritos, pero que les ha ignorado sistemáticamente por radio y
televisión...”. Cinco años después de redactadas, esas líneas permanecen fieles
a los anales que de manera esquemática resumen. Por suerte feliz, no son
aplicables al vigoroso circuito independiente que ha florecido desde el 2013,
cuya génesis podría rastrearse justamente hasta el 2004 o el 2005.
La crónica que
relataré hoy, niños míos, tal vez sea -cronológicamente hablando- la última en
ajustarse al perfil con que la movida nacional se ha identificado durante sus
primeros 50 años. Habrá otras que quizá surjan luego, con cada nueva victoria
que obtengan nuestros arqueólogos pop sobre el Olvido, pero siempre serán de
ascendencia más antigua que la de la esta ocasión.
Hacia octubre de 1997, y tras un debut epónimo que cosechó los mayores elogios -no podía ser de otra manera si aún hoy sigue luciendo lozano, chisporroteante, ganando hinchada dentro y fuera del país-, la primera alineación de El Aire empezó a ensayar los temas con que edificaría su segundo opus. Las circunstancias -¡¡¡otra vez, las circunstancias!!!- hicieron que el barco encallase inesperadamente. El baterista Constantino Álvarez viajó a Estados Unidos antes de siquiera poder dejar grabado algún testimonio en demo o maqueta. Su reemplazo, Armando Andrade, no obtuvo el visto bueno unánime de los demás. El bajista César Zamalloa y el guitarrista Manolo Barrios tenían, además, proyectos paralelos que atender. Tras el final de una dilatada relación sentimental, Jose Javier Castro, guitarrista y vocalista; comenzó a laborar en provincia. Cada vez que se retomaban los ensayos, la situación volvía a foja cero. Ante este entrampamiento, JJ decide archivar el proyecto en febrero de 1998.
La resurrección de
El Aire se voceó entre fines del 2001 y principios del 2002. Antes de que el
año mediase, Noiculoveer Y La Fantástica
Circunstancia, Nunca Más Fuerte Que El Espíritu -el título es más que
revelador- ya se había convertido en una realidad. El tríptico, concebido y
trabajado íntegramente por Castro, fue sindicado por el propio cantante como “el
tercer disco de El Aire”. Comenzaron a circular entonces rumores sobre la
abortada segunda placa de EA, rápidamente confirmados por el que ahora era su
único integrante. Se supo así que, como resultado de los pocos ensayos
realizados entre 1997 y 1998, había sobrevivido una cinta -o mejor, la copia de
la copia de la copia de una cinta- que rescataba 10 cortes inéditos en estado
crudo. Antes de que acabase el 2002, Caleta Discos, el brazo productor de la ya
para esas fechas finiquitada revista del mismo nombre; puso a la venta en un CD
el contenido de ese tape, con el agregado de la banda sonora que el ex Beat
Sudaka compusiera en 1991 para una puesta de Lorenzaccio (obra teatral de Alfred De Musset). En las notas
internas, Jota se refiere a las maquetas de lo que se llamó “El Aire II” como “un documento
informativo y parcial de este proyecto”. De cualquier modo, el larguirucho
músico se había quedado con la espina clavada: a él le interesaba que el disco
viese la luz como producto sonoro acabado. Para ello, hubo de esperar cerca de
18 años.
(Por cierto, la
“versión 2002” de El Aire II sigue
siendo la única manera de acceder tanto a las maquetas como a la banda sonora
de Lorenzaccio. Desgraciadamente, dicha edición se fabricó en el CD-R de peor
calidad que existe sobre la faz de la Tierra: Princo. Así que, de tenerlo, te
recomiendo que lo ripees si es que aún funciona, chochera; como hice yo al
momento de teclear este texto. De lo contrario, un día se te ocurrirá ponerlo
en el equipo, y adiós pampa mía... nobody played synthesizers again -frase tan
sincera como inverosímil, para más inri-.)
A diferencia de
muchas otras historias, ésta tiene un final feliz. El Aire II, regrabado desde cero con la actual formación del grupo
entre agosto y diciembre del 2014, fue finalmente publicado vía A Tutiplén
Records el año pasado. Al abrazar sus principales instructivas, la edición “en
limpio” de EAII no deja tan en
offside al documento del 2002. Superada la resaca del debut, El Aire se había
planteado sonar mucho más garagero para su siguiente incursión discográfica
-garagero en cuanto a inmediatez y a crudeza de la performance registral. En
las entrevistas de la época, Castro hablaba de canciones de un formato distinto
a las abroqueladas en su mítico primer disco, temas que se prestaban más para
grabarse en vivo, de un tirón; convirtiendo en decorativo/opcional el escenario
donde se ejecutaran las tomas. Otra pista: la referencia de JJ era el White Light/White Heat (1968) de The
Velvet Underground, piedra de toque para los combos que evolucionasen a partir
del garage rock. El vocalista pensaba en El
Aire II como el WL/WH de la
banda, no en cuanto a modelo a imitar/calcar, sino en cuanto a precedente para
el método de trabajo -una analogía entre sutil y metafísica, tal cual aquella
que define al Funeral de Arcade Fire
como el Nevermind The Bollocks del
indie rock post 2000. Sin maquillaje de ningún tipo, los demos del 2002
parecían sonar en conjunto bastante más homogéneos que los 14 tracks de El Aire (1996). Parecían.
¿Cuán intensa ha
sido la transformación de El Aire II
desde su “primera versión” hasta la que hoy podemos apreciar? Dramáticamente
intensa. Hasta podría decirse que, por espacio de casi cuatro lustros, el álbum
ha sido una obra abierta a las reformulaciones constantes, desde los aspectos
meramente formales hasta los más profundos. “A Los Demonios De Mi Vida”, por
ejemplo, pasó a ser después “A Los Restos De Mi Vida”, para finalmente quedar
en “Restos De La Vida”. Una metamorfosis más radical: “Cada Paso Que Das” se
convirtió en “A La Vía Crucis”, y posteriormente en “Ah! La Vía Crucis”.
Modificaciones más drásticas aún se encuentran relacionadas al orden del track
list y a su extensión: obviamente descontando los 20 números de Lorenzaccio, EAII modelo 2002 recuperaba los 10 temas del cassette de ensayo. EAII modelo 2016 vertebra 12 temas -más
el bonus track de una versión de “Luz De Ti” grabada en el 2007 por Adrián
Arguedas (batería), Luis García (percusión), Aldo Toledo (teclados), Camilo
Riveros (bajo), Andrés Pino (guitarra acústica) y José Javier Castro-. Los dos
temas extra con respecto al listado del 2002 pertenecen al mismo periodo de las
composiciones originales: “Lobo Marino” y “Decirle Hola, Capitán Bryce...”
(aparecido por vez primera en el triple Noiculoveer...).
En lo concerniente
al disco mismo, la crisálida ha atravesado varias etapas antes de quebrarse.
Está primero la de las maquetas digitalizadas sin otro artilugio que un breve
procesamiento para facilitar su audición. Está también la del 2009, año en que
el frontman de EA revivió durante unos meses el proyecto junto a Arguedas,
Riveros, Pino, Toledo y Camilo Uriarte -cuyos resultados no consiguieron
adherirse al sonido específico que el cantautor buscaba darle a esta
producción.
Y está, evidentemente,
la última fase, la del line up actual de la célebre agrupación: Juan Francisco
Ortega (bajo), Jorge Ramírez (batería), Fernando Mora (guitarra), Uriarte
(guitarra) y Castro (guitarra y voz). Jota ha subrayado la importancia del
papel jugado por los miembros militantes hoy en la concreción definitiva de El Aire II -al punto de considerarles
“el verdadero motor del proyecto”, por el consenso sobre la necesidad de darle
un acabado oficial al tantas veces postergado disco, y por la disposición a
adaptarse al espíritu garagero requerido para el mismo.
El Aire II es un dínamo. Generoso en enérgicos
feedbacks, en intensidad jubilosa, en pasión desbordada; en cierto sentido
contradice no sólo los años que llevó esperando ser publicado, sino también
aquellos que le ha tomado al quinteto lograr un sonido ensamblado, robusto, consistente.
Ese sonido puede presentarse solemnemente pesaroso (“Árbol Réquiem”),
demoledoramente punk noise (“¡Muero! Gritó Un Dios Enfermo”), deliciosamente
pop (“Antes Que...”, “Entrópica (Con Las Alas Quebradas)”) y hasta inútilmente
romántico (“Luz De Ti”, canción de especial significancia para Jota); pero es
imposible encontrarle la menor grieta.
La homogeneidad que
pregonaban las maquetas de EAII es
cosa del ayer. Sea por las condiciones precarias del registro o por la madurez
que han ganado con los años las canciones, esa apariencia de uniformidad
estilística se ha desvanecido. Por fin, El
Aire II se manifiesta contraparte y complemento del ya veinteañero debut.
Contraparte, porque explora vetas estilísticas que su antecesor no (el pop/rock
tonero de “(Los Políticos) Sólo Quieren Bailar”, el joropo travestido de “Lobo
Marino”). Complemento, porque, como ya se insinuó en el párrafo anterior; su
sonido es el lado B del obtenido en El
Aire (1996), luciendo tan versátil como aquel. Lo mejor de todo es que se
ha logrado respetando, por un lado, el concepto sónico subyacente en el trazado
de las maquetas; y otorgando libertad a los nuevos músicos, por el otro, para
proponer/añadir envoltorios, tempos, arreglos, dinámicas, en las sesiones
definitivas de cada corte.
Impresionista sin
ser estridente, sofisticado sin ser cerebral, contundentemente rockero sin
proscribir placidez ni delicadeza; El
Aire II marca 2016 completa un arco que parecía sentenciado a quedar
inconcluso. Bien por el grupo, los fans, la prensa -que ha dispensado no pocos
panegíricos al lanzamiento-, y la historia de nuestra escena. Link para
descargar EAII cosecha 2002, a
renglón seguido.
(PRESCINDIBLE) NOTA
PERSONAL
Hace pocas semanas,
puse de nuevo en la bandeja el legendario primer largo de El Aire. Para mi desilusión, el láser ya no lo reproducía
correctamente. El CD-R, del segundo tiraje digital que se hizo del disco, se
había deteriorado. Me puse en contacto con JJ para preguntarle si tenía
ejemplares de un tiraje posterior, en CD de fábrica, que me pudiera vender -y
de paso pregunté por EAII 2016. El
buen Jota, a quien no veo hace ya más de una década, no sólo me obsequió ambos
esféricos, sino que además me los hizo llegar a casa, acompañados por posters,
pines, polos y un ejemplar sellado de ¡Pacífico!
(2015), el Pin Ups del grupo. Lo
menos que he podido hacer frente a un gesto de esas dimensiones es reseñar a
conciencia El Aire II -y no, no es
parte de esa deuda de caballeros hacerlo forzosamente de manera laudatoria. Los
méritos de la placa son suyos propios. Tú, que me conoces de tiempo atrás, lo
sabes de sobra.
No hay caso. Use
corona o no, un rey sigue siendo un rey hasta el último de sus días.
Hákim de Merv
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