(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de junio del 2016.)
Para una persona
que ha ejercitado muchísimo la memoria, y que además posee una gran capacidad
mnemónica por naturaleza, es difícil decidir qué recuerdos almacenar y qué
recuerdos no. Los hay que pueden parecer superfluos y por completo
prescindibles durante meses, e incluso años, pero en el momento menos pensado
los necesitas y bruscamente se tornan valiosos. No pocas veces me ha pasado, y
en el futuro de seguro pasará otro tanto. Felizmente, rara vez olvido algo en
su totalidad.
Una tarde del
verano de 1999, llegué a un pequeño espacio ferial en la calle Camaná, en el
Centro de Lima. Fui directo al puesto que tenía un hoy ex-ex-ex-ex amigo, como
era mi costumbre en aquel entonces. Por ello, me llamó la atención encontrar
esa tarde al menos una veintena de cintas pertenecientes a grupos o proyectos
peruanos que jamás había oído ni mentar: por curiosidad, me puse a revisar los
que estaban más a la mano, y si bien nunca pedí que me probaran tan siquiera
uno, estéticas y nombres me hablaban de actos de noise. Hubieran sido de rock,
de metal o de electrónica; la característica que los unía era ésa: el Ruido.
Confieso que no me
preocupé en adquirir estos demos. Eran tiempos difíciles para mí, y además
confiaba en poder hacerlo algunas semanas más tarde -lo que desgraciadamente no
pasó: un día, el dueño de las maquetas se levantó todas las que no se habían
vendido. Sólo recuerdo el nombre de una de ellas: Eternal Noise. Pero no podía
ser sino de desconcierto total la impresión que me dejaron estos “inéditos”
proyectos, con material de limitadísimo tiraje. Me he acordado de esa tarde
durante muchos años, pensando en la ocasión perdida de haber accedido a una
veta entera de grupos underground nacionales que cultivaban la impronta de
Einstürzende Neubauten, los Sonic Youth de los primeros 80s, acaso también de
los fundacionales Napalm Death y del japonés K.K. Null (este último aparece en
la célebre compilación Ambient 4:
Isolationism -1994-, todo un género en sí misma).
Quinta entrega para
su serie 'Sounds Essentials Collection', Buh Records ha lanzado el año pasado
la recopilación Visiones De La Catástrofe: Documentos Del Noise Industrial En El Perú (1990-1995). De marcado
contraste con el resto de volúmenes publicados en la misma línea, Visiones... recupera testimonios
históricos de una subescena invisible hasta para la movida subterránea
capitalina -subescena nacida allí donde confluían la velocidad inhumana del
grindcore, la rabia desatada por las huestes más agresivamente punk y hardcore,
y el submundo de violencia cotidiana en que tuvieron que arribar a la adultez
las generaciones peruanas de los últimos 80s y los primeros 90s: apagones a
diestra y siniestra, caos y destrucción regados (¿o irrigados?) a través de
ataques terroristas, hiperinflación crónica, colas de madrugada para poder
alcanzar a comprar mendrugos de pan... Imposible negar que el disco vale su peso
en oro.
Y es que, al
rescatar Visiones... parte del escaso
legado que dejaran tras de sí estas bandas, un legado durante muchísimo tiempo
considerado perdido sin remedio; que haya podido salvarse nos alienta a
considerar las posibilidades de poder ubicar más registros similares. Se
recupera, de esta manera, una página de la historia de la escena peruana que ni
siquiera teníamos la certeza de que existiese -y ello siempre, SIEMPRE, será
motivo de celebración.
Nueve nombres. Once
temas, a tema por alias excepto en los casos de Esperpento y Phlegm. De todos
ellos, sólo a tres conocía de antemano: Distorsión Desequilibrada (el
fulminante proyecto de Álvaro Portales), Sangama (“spin-off” de algunos
integrantes de Dios Hastío) y Glaucoma -de Edgar Umeres, guitarrista de Hadez
(pude escuchar su cassette Ocaso De La
Civilización Occidental gracias a Erik Bullon, figura prominente de la
escena noise industrial limeña de fines de los 90s). Con el resto, es mi
primera vez: Demencia Senil, Atresia, Pestaudio, Esperpento, Phlegm,
Experimental Manufakturing... El magma sonoro es una virulenta yuxtaposición de
decenas y hasta cientos de ruidos de la más diversa índole: feedback pergeñado
a la mala, señales fragmentadas y reprocesadas de radio y televisión, fierrazos
en el sentido más literal del término, contados pero rotundos aullidos
guturales, incluso sonidos del entorno infantil sobresaturados. Un huayco de
Ruido tratado desde el radicalismo y la visceralidad propios del expresivo
esteticismo grind -que empataba perfectamente con las convulsas épocas que les
vieron crecer.
Tremendo golazo de
Buh Records y de su factotum, Luis Alvarado. Dejo aquí la pieza que más
características inherentes al Noise de esos calendarios plasma en un solo canal
-el de Demencia Senil.
Hákim de Merv
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