(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook 21 de diciembre del 2016.)
Nuevo largo de Ionaxs para fiestas de fin de año, tras un lustro de silencio discográfico -interrumpido brevemente por los EPs Ocasos Bajo El Mar (2013) y Anábasis (2014). En ambos extended podía discernirse un anhelo de cambio, sobre forma y fondo, en el sonido que el proyecto unipersonal del peruano Jorge Rivas O'Connor esgrimiese a través de sus primeras jornadas: el rotundo 0.05 MG (2003), Hiperboreal (2006) y Susurros De Ruido (2011, ya en Chip Musik). Sin distanciarse de su cotidianeidad IDM/post-IDM, el individualista probaba con (tímidos) acercamientos hacia ambientaciones abrasivas y borrosas que no luciesen inextricables al oyente promedio. Más bliss pop y menos bliss out, si cabe: salvando las distancias, sorprendían las tentativas con que Ionaxs trataba de trasladar a código binario lo hecho por -digamos- Windy & Carl. Exceptuando el tema homónimo de Anábasis EP, ninguna de estas composiciones ha sido repescada en el reciente larga duración.
Todavía no capto
completamente de qué modo asir a este Descomposiciones.
Las trece pistas que le dan forma suenan a muchas cosas relativamente afines
entre sí, y casi nunca al Ionaxs que conozco de antemano. “Psicoplasma” y “Astra”
son, creo, las únicas que podrían calificar como excepciones en el contexto de un
disco carente de contornos sonoros más o menos perfilados -o mejor dicho,
cerrados. Debido a ello, hasta resulta revelador interpretar el nombre de la
placa como una señal en dirección a (re)escuchar composiciones que realmente no
son tales (quizá bautizarlas “Decomposiciones” habría quedado mejor).
Y es que Descomposiciones es un híbrido extraño
de IDM, post rock, shoegazing, bliss pop, minimal noise... Mientras que “Sepias”,
por ejemplo, es un ejercicio de ¿post house?; “Outro S” es un corte de IDM tan
naif, que en la práctica más parece synth pop. De otro lado, canales del tipo
de “Et Quod Vis Fac” (cita de Agustín de Hipona) y “Umbral” me recuerdan los
maretazos de éter de bandas como Flying Saucer Attack o los citados W&C.
Variopinta en cuanto a registro, la rodaja se exhibe a veces disoluta. La
técnica de O'Connor se mueve cómoda en dominio y rango surcados por Descomposiciones, aunque también algo
indulgente. Desde un punto de vista “gramatical”, es difícil etiquetarle: el
disco funciona como fotografía del proceso de metamorfosis a que se ha sometido
el músico, no como producto depurado de este proceso.
Turno de la
evaluación “semántica”. Estas “descomposiciones” nacieron entre el 2014 y el
2016, sin tener en claro que integrarían un único trabajo. Al decidir Ionaxs
agruparlas bajo un solo nombre, por fuerza ha tenido que someterlas a un
proceso de reacomodo que no necesariamente invalidase texturas escuezantes ni
vetase atonalidades. Como saldo, éste es un opus que incluso un/a melómano/a
curtido/a tiene que sentarse a escuchar con todos los sentidos puestos en ello.
Colores chisporroteantes que se suceden sin solución de continuidad, lo mismo
que accidentes geográficos representados ya sea por síncopas (“Sauces”), aridez
visual uniforme/minimal (“Pachitea”), o ventiscas de distorsión (“Serpientes”).
Lo más interesante
de Descomposiciones viene de la mano
de números como “Intro I”, “Óxido” o “Pachitea” -incursiones en busca de un
formato propio, a la medida, que materialice ese maridaje de influencias al que
hoy parece apuntar Ionaxs. También son los que con más tenacidad evocan
imaginarios subacuáticos -filia que, mira tú, puede convertirse en el
denominador común de Descomposiciones.
Música de sesgo paisajista para investigar las inmensidades abisales que
guardan en su seno los océanos.
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