(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de mayo del 2015.)
Grosera omisión la
de Spatial Moods en todos los recuentos anuales que he podido leer referentes
al pasado 2013 -incluyendo el mío propio. Tuve oportunidad de escuchar un
fragmento de su disco debut en la última Feria De Discos Y Sellos
Independientes, y por ello me animé a comprarlo.
Más que encorsetar
su sonido usando la etiqueta de “psicodelia”, lo de SM es la satisfactoria
confirmación de una subescena local de rock “duro” pero elaborado y de ejecución sólida. Una escena que, por lo
demás, dio sus primeros pasos con La Ira de Dios y Serpentina Satélite en la
década anterior; que bebe de la psicodelia, sí, pero también de géneros
emparentados como el space, el stoner, y en menor medida el kraut y el progre
-una suerte de tromba sonora de psicodelia post-moderna.
Spatial Moods I no parece ser una jornada conceptual, sino
de jammings acometidos por una banda con habilidades telepáticas, que ha
ensayado durante mucho tiempo. Los pasajes instrumentales se suceden
fluidamente, sin que se perciban estructuras trabajadas al milímetro, apenas
bocetos generales, dotados de sustancia y volumen gracias al vigor de la
performance grupal. Refuerza esa impresión las no pocas veces que se respira una
atmósfera jazzera -que sin embargo no hace más que soplar sobre la
improvisación, sin marcarla.
En los créditos figuran
Arturo Quispe, miembro de Cholo Visceral (combo que podríamos sintetizar como
hermano de Spatial Moods, lo mismo que Búho Ermitaño) y Rapa Nui (proyecto en
coordenadas completamente diferentes). A su saxofón alto se suman Jorge Apaza
en guitarra y voces (aunque el disco prescinde de las vocales al 99%), Daniel
Rojas a las baquetas y Gean Karlo Vargas en el mástil de cuatro cuerdas.
Le pongo dos únicos
reparos a Spatial Moods I: uno de
tipo estético y otro de tipo formal. En cuanto al primero, probar suerte con
percusión peruana -desde la batería, aclaro- tras siete minutos y medio de la
vorágine psicotrópica bautizada como “Angelical Moods” se me hace un poco
indigesto. Quizá no era el momento (lo que implica una falla de timing), quizá
es una aleación que necesita más tiempo en los hornos. Andaba divagando entre
las Nubes Magallánicas cuando ese detalle me regresó a la realidad en una.
En cuanto al
segundo reparo, pues tiene que ver con la publicación del disco. Que ahora
existan más facilidades para publicar en CDs de fábrica no quita que haya
quienes sigan haciéndolo en CD-R -cosa que me parece muy romántica y nada
censurable. Pero como que, siendo ésta la forma más directa de autoeditarse,
habría que invertir un toque más en insumos de calidad. Esos Princo son un daño
terrible. Mínimo Imation para la próxima, amigos de Necio Records.
Hákim de Merv
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