(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 7 de febrero del 2013.)
Una tarde hace
cuatro años, mientras paseaba por el parque al lado de mi haus con Marcelo, a
golpe de 5 pm; pensaba en cómo el Tiempo y el habla pueden más que el sistema y
la norma -para genuino horror de Coseriu. “Mo Tzi”, “Ali Mansur” y “Bel Usur”
se vertieron al castellano como “Mencio”, “Almanzor” y "Beroso”. Quizá
nuestro vocablo “diva” haya caminado la misma senda desde el original hindú “deva”.
Los devas, conviene recordarlo, eran divinidades menores en el período clásico
de la civilización de la India. En la misma categoría, también se movían los
gandharvas: algunos dicen que eran músicos celestiales (y de hecho Gandharva, el disco proto new age de
1971 que editaron Paul Beaver y Bernie Krause, reivindica esa acepción), pero
mi maestro Borges decía que eran los caballos que regían el carro del Sol.
Nótese el parecido
de la palabra “gandharva” con nuestro “centauro”. Borges no establece un símil
más allá del fonético/morfológico -a excepción del caballo, presente tanto en
las deidades de la India como en los seres mitológicos griegos. En el caso de
los últimos, también glosa Borges que representaban la brutalidad y la furia. “Pero
‘el más justo de los centauros, Quirón’ (Ilíada, XI, 832), fue maestro de
Aquiles y de Esculapio, a quienes instruyó en las artes de la música, de la
cinegética, de la guerra y hasta de la medicina y la cirugía. Quirón
memorablemente figura en el canto duodécimo del Infierno, que por consenso
general se llama ‘canto de los centauros’ ”.
No sorprende que
Dante haya incluido en su Comedia
-que sólo con el paso de los siglos adoptó el adjetivo de “Divina”- a Quirón en el Infierno. Lo que sí sorprende es cuán poco
cambió la imagen que del Infierno tenía la Humanidad desde la obra de Alighieri
(1321) hasta la Fantasia (1940) de
Walt Disney. Durante su estancia en el Averno, acompañado únicamente por
Virgilio, Dante describe los muchos tormentos eternos que vislumbra horrorizado
-entre ellos, el impuesto a los réprobos lujuriosos, que deben bailar sobre
carbones al rojo vivo hasta el fin de los tiempos. Justamente, una escena
similar, cuando no idéntica, se observa en el segmento final de Fantasia, mientras escuchamos azorados
la maravillosa partitura de Musorgsky (Night
At The Bald Mountain).
“Así son mis días”,
como decían los Control Machete. Probablemente, sean muy pocos los compatriotas
que se sumergen en cadenas asociativas similares. No, ellos no pasan de
Combate, de Al Fondo Hay Sitio, de Esto Es Guerra, de idolatrar a pendejos
comemierda como Peluchín y Magaly Medina. Casi casi tenía razón mi hermano
Sebastián cuando años atrás me espetaba “¡es que eres casi un asceta!”.
Felizmente que es sólo “casi”, ya que “los ascetas y los pobres de espíritu
están excluidos de los goces del Paraíso, porque no los entenderían” (Borges
dixit). Al final, siempre me salvará del solipcismo “The Big Hand”, de The
Cure. A buen entendedor...
;)
Hákim de Merv
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