(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 4 de mayo del 2016.)
Y un buen día,
Danny Caballero regresó a las andadas.
No recuerdo cuándo
fue que escuché por última vez a Paruro. Quizá hace unos 5 o 6 años. Lo que sí
recuerdo es que, aquella vez, pensé en que se trataba de uno de los contados
proyectos locales de noise digital que solvencia y tino tuvieron de sobra para
saber dónde y cuándo parar. Habiendo debutado este unipersonal con Intervención A La Unidad De Sonido en el
año 2003, apenas dos episodios más nos tomaba completar su discografía: Summergidos (2004) y La Ópera Del Ruido (2005). Hasta ahora.
Ya en La Ópera... podían percibirse intentos
por dejar atrás ese ruido reiterativo, machacón -muchas veces onanista-, que
incluso nuestros artistas electrónicos más emblemáticos habían abrazado durante
la década pasada. En “La Belleza Del Caos”, los esbozos melódicos eran casi
detectables a simple escucha. Ni qué decir de la melancolía que dinamitaba la
distorsión binaria de “El Colapso De La Rosa”. Lo que entonces pareció una
licencia creativa, al buen Danny le ha tomado poquito más de diez años
convertirlo en una opiácea jornada retrofuturista de evidente floritura avant
garde.
Al igual que ha
pasado con Christian Galarreta y su celebrada reconversión como Sajjra;
Caballero entendió que el ruido aleatorio experimental tiene límites que
separan la investigación casi suicida del artista-francotirador y la bulla
gratuita/inane/random. Sólo que Paruro no ha renunciado a la etiqueta, y sigue
siendo tal. Alcanzadas las fronteras de un ¿género? subversivo que ha dado todo
de sí (ni Oval ni Farmers Manual pueden ya llevar las cosas más alto), Paruro
retrocedió dos pasos y encontró el resquicio para este segundo aire: en un
frente, el noise modélico de las primeras jornadas; en el otro, la vocación
entre exploratoria, cósmica y metafísica que recuerda tanto al venerable kraut
rock setentero como a Audiogalaxia -otro alias de Caballero, con el que sólo
firmo un trabajo muy recomendable, Umbrales
EP (2002). Ambas realidades sonoras interactúan, pero es felizmente la segunda
la encargada de darle forma definitiva a los diez temas del reentré Remanentes (2016).
Wilder Gonzales Agreda, (no)músico ruidista y ocasional crítico, ha definido este trabajo como
el resultado de un cruce entre Harmonia (la seminal formación post kraut donde
coincidiesen Michael Rother, el dúo Cluster e incluso Brian Eno), Third Eye
Foundation y Tangerine Dream. No sé si el símil atine rotundo, pero, proceda o
no; Remanentes es, por decir lo
menos, apoteósico... Un disco que flota sublimando pulsaciones, y cuyos largos
pasajes emulan el bliss pop sin photoshopearlo. Un artefacto que no renuncia a
la Melodía, pero tampoco al Ruido -sino que permite su convivencia en los
márgenes áridos de aquello hoy fácilmente clasificable como “vanguardia”. Un
álbum vampírico, porque sus tonalidades se disfrutan mejor entre el crepúsculo
y el amanecer -con esas notas que desafían la gravedad y que invitan a
acompañarlas, en un nuevo escenario de posibilidades expresivas donde
materializar el sonido del metal líquido.
Tras The҉ Śun ͟Rem̷ai̸ns ̛T̀he S͘am̀e̵ (2015), de Sajjra,
no creí reutilizar tan pronto la consabida frase cliché -pero al césar lo que
es del césar. Caballero, nomás, Danny: bienvenido de vuelta.
PD: El disco
completo puedes escucharlo en la cuenta SoundCloud del performer. A renglón
seguido, el track list oficial:
1 Nubes
2 Sobre Su Propia
Brisa
3 Remanentes
4 Secuencias
Infinitas
5 Pantallas De
Ruido
6 Tahua Loop
7 Oroya
8 Oscura
9 Cinema
10 Sobre Tus Vuelos
Hákim de Merv
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