(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 4 de mayo del 2016.)
Cuando tienes (la
inmensa suerte de poder desperdiciar) tiempo para pensar en la inmortalidad del
mosquito, a veces llegas a considerar cuestiones que a nadie más (piensas que)
se le han ocurrido. ¿Puede orquestarse un disco de pop siguiendo patrones pendulares
de comportamiento bipolar, por ejemplo? ¿Se puede ser a la vez shoegazing y
lo-fi? ¿Puede existir una banda que fusione el dark y el ska? (muchísimos años
atrás, mi compadre Guido Peláez, gestor del blog Tesoros Mundanos; sugirió una respuesta a esta última
interrogante: “Litio Por Dentro, causa”).
Simultáneamente,
pelé oreja con dos discos regularones pero raros de bandas chilenas radicadas
en comunas al norte de Santiago. Una es Hammuravi, localizada en Valparaíso. La
otra es Clementes, que fija domicilio en la misma zona pero cuyo centro de
operaciones parece estar distribuido entre Concón, Limache y Olmué. O parecía.
Shoegazing la primera, pop/rock la segunda.
Empiezo con Hammuravi. Su extended Espesura
(2015) es un ejercicio de estilo asentado en feudos dream pop, con clara debilidad vocal por Cranes (se suceden en el micrófono Naty Lane -Fatiga De Material, Adelaida, estuvo un tiempo en Platillo Volador- y el misterioso Jurel
Sónico). Ejecución correcta, aplicada, pero no mucho más que decir -excepto que
no puedo discernir si la producción final del EP le ha impreso adrede o sin
querer ese tufillo de baja fidelidad que confunde durante las primeras
escuchas. También contribuye a esa (deliciosa) perplejidad los no pocos guiños
al indie rock y el uso extensivo de una caja de ritmos para la sección rítmica.
Hammuravi tienen además un single posterior, Efervescencia (también 2015), descargable de forma gratuita desde
su cuenta en BandCamp.
Lo de Clementes es
más derivativo, y también más difícil de dilucidar en cuanto a la info
disponible. En la web chilena especializada Super 45, el grupo es entrevistado
a propósito de su debut, Amor Delirante,
Corazón Negro (2009)... Que es el disco que pude agenciarme el año pasado
en Valpo, lo cual significa que se trata de una reliquia. Pop/rock más o menos
sofisticado, de raíces 80s/90s, pero también acartonado en progresión
aritmética. Sintomáticamente, los temas impares son bastante vitales, de medio
tiempo para arriba (“Hiperbóreos”, “Canción Sureña”, “En Un Pedazo De Papel”, “Dicen
Que El Ego”, “Ravioles Con Sangre Italiana”). En tanto, los temas pares lucen
más melancólicos y hasta deprimentes (“Calle Capachitos”, “Ornella”, “Cantinela Al Oído”, “Mi Gentil Señora”, “Happy End”). Ignoro si seguirán juntos, pero
recuerdo -otro cortocircuito mental- que compré el disco pensando en que, a
falta de Christianes, buenos son Clementes.
Queja para
Hammuravi: mi ejemplar vino sin sticker. :/
Hákim de Merv
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