(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de noviembre del 2015.)
En más de una
ocasión me he preguntado si es que, como escena, alguna vez podríamos dejar
atrás al punk y al dark. Después del cambio de milenio, grupos y artistas del
circuito independiente seguían recurriendo a estos géneros como si no existiese
nada más allá de ellos -pocos nombres eran, ciertamente, los que probaban otros
sabores-. Ojo, este reclamo no se fundamente en el capricho de los gustos
personales: verdad es que no soy muy afín al punk y sí al dark, pero era más
una cuestión de crecer como escena no sólo cuantitativa, sino también
cualitativamente. El problema no radicaba en tener bandas punk y dark, sino en
que una enorme mayoría de ellas lo fuera.
Llegados a la mitad
de esta década, puedo dar fe de que el punk prácticamente ha desaparecido de
las canteras. El dark, por otra parte, se halla en vías de extinción. Lo
interesante es que, si bien se les practica mucho menos como discursos
codificados, características de uno y otro se han integrado a lo que desde hace
veinte años se conoce como indie rock. Esto no es ninguna novedad: el indie se
definía más por actitud slacker que por un sonido propio determinado -si bien
en un principio se le quiso asociar al desmañe, a la baja fidelidad y al
amateurismo (¿una suerte de nuevo punk?).
Entonces, ¿se puede
hablar de indie punk local? Ahí están Millones De Colores y Plug Plug como
ejemplos señeros. ¿Y de indie dark nacional? Pues pensaba en ello mientras
escuchaba una vez más el debut epónimo de Aura. El quinteto formado por Mart
Segovia (loops, guitarra, coros), Johnny Castillo Muñoz (voz, guitarra), Wilmer
Ruiz (batería), Manolo Cano (bajo) y Daniel Santillán (teclados); ha publicado
recientemente una carta de presentación que pinta menos para indie que para
dark, lo que es en cierto modo una paradoja formal -ya que la banda parece
definirse más como indie. Apenas pones play, la música que sale a través de los
parlantes remite al dark en clave pop, o si se prefiere al darkwave. No es, en
consecuencia, un regreso hacia los primerísimos 80s. Esto queda claro desde “Inmensidad”
hasta “Diosa”.
En “Instantes De
Cielo”, comienzan a sentirse cambios. Ya no se puede hablar exactamente de dark
(en cualquiera de sus presentaciones), sino de un predominio indie: los tonos
se hace más claros, los colores ganan en calidez, la guitarra abandona la
reluctante opacidad de “Inmensidad” o “María Fe”... Esta percepción se hace más
fuerte en la dinámica “Oculto En Ti”, pero inmediatamente comienza a decrecer
con “Aquí Conmigo”. Cuando retumban los primeros acordes del teclado de “Ángeles
Ciegos”, es nuevamente el dark el que lleva la voz cantante: la eléctrica se
cubre de flanger y/o efectos similares, las nubes vuelven a ennegrecer el
horizonte, el espíritu de las canciones se torna senescente. Así, hasta el
cierre, “En La Oscuridad De Tu Cielo Claro”.
Lo que me queda en
limpio después de muchas escuchas es que el maridaje entre dark e indie que
practica Aura -acto perteneciente al colectivo UnderPop- necesita algo más de
tiempo en fermentación, cual sea el camino que el grupo quiera tomar en el
futuro. Feo no me ha parecido, pero más interés despierta la sabiduría en el
equilibrio que la preeminencia de uno u otro matiz. En cuanto a las letras, allí
sí hay un laaaaaargo camino todavía por andar: pocos aciertos y muchos lugares
comunes.
Hákim de Merv
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