(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de mayo del 2017.)
En ocasiones, mantener
el radar aceitado y funcionando diariamente al 1000% ha devenido en todo un
reto. Aún si revisas sin descanso tus notificaciones de Facebook y tomas nota
mental de aquello que más ha jalado tu atención, inevitablemente habrá cosas de
las que te olvides si no las subrayas/preservas como es debido.
En medio de las
decenas de avisos que chequeo a diario, no recuerdo hace cuánto tiempo me
llegaron nuevas de la banda Cola De Zorro. Entrar y descargar se ha convertido
en una mecánica que suple la necesidad de anotarlo todo en esos Post-It que hoy
ya nadie usa. Pero la fila para entrar a mis tímpanos es enorme, y sólo recién
hace un mes me senté no sólo a escuchar el disco recomendado (Khaikha), sino además a verificar
información y descargar alguna otra referencia discográfica del grupo. Así que,
hasta hace mes y medio, apenas tenía el vago recuerdo de que eran chilenos.
Cola De Zorro
pertenece a la escena de Gran Valparaíso, y es oriundo del mismísimo Valpo. Goza
ya, según su biografía, de cierta antigüedad (2005). Quizá por ello, su nombre
no figuró entre las recomendaciones que me hicieron a la hora de comprar discos,
cuando estuve por allá. Quizá fue también el hecho de que ya no hubiera
ediciones físicas en existencia, como ocurrió con otros grupos por los que
pregunté. El line up más estable remite al clásico esquema del “power trio”: Pablo
Rivera (batería), César Bernal (sintetizador y bajo) y Felipe Medina (sintetizador
y guitarra eléctrica). A los tres se les acredita en el uso de instrumentación
accesoria.
La terna ha debido
sortear convulsos avatares durante las primeras etapas de su historia, pues
demoró lo suyo en debutar. El primer paso, Can-Can
(2012), fue publicado nada menos que siete años después de su formación. Al
menos en Internet, no se dispone de registros anteriores a esa fecha. Entre
éste y el segundo paso, Khaikha
(2015), la banda despachó un EP -también bautizado como Can-Can- y un live grabado en el Bar Acopio (Quilpué, en Marga
Marga), directo que ya adelanta algunos temas del Khaikha. Tras éste, el grupo no ha mostrado mayor actividad.
Cola De Zorro posee
características muy peculiares. Instrumental al 100%, el aspecto formal de su
sonido prescinde de todo concepto unitario, de toda temática hilativa. El
maremágnum sonoro parece signado por el proceso mismo de creación -pura,
inmediata, intuitiva.
Otrosí, el
contenido de ese mismo sonido viene determinado desde el background de cada
músico. El flujo de influencias e ideas es bastante desorientador: el
fundamento en la música de CDZ se ubica más allá del free-folk, pero tratado
desde un enfoque indie que no le hace ascos a nada. Muchos pasajes de los
discos se abandonan a improvisaciones que, aludiendo al jazz, no llegan a
desembocar en ese mar. Tanto Can-Can
como Khaikha, obras estridentemente
opresivas, toleran los adjetivos de “volátil”, “parco”, “lánguido” y “elusivo”.
Si tuviera que elegir un solo calificativo para lo que hace el combo, escogería
el de “árido”, y con ello la etiqueta que más les acomodaría sería la del post
rock: a ello me inclinan sus sonoridades estilizadas, su incordiante oscuridad,
su vocación experimentación llena de incertidumbres -todo lo cual remite al
marbete que se sacó de la manga Simon Reynolds en los 90s para encajonar en el mismo
espacio a propuestas tan dispares como las de Disco Inferno y Labradford, de Moonshake
y Pram, de Earwig/Insides y Bark Psychosis.
Sí. Pero Cola De
Zorro, más que de la primera, se siente cerca de la segunda hornada post rock
(Godspeed You! Black Emperor, Stars Of The Lid, Pluramon, Yellow6, siguen
nombres). Dejo aquí como ejemplo el tema homónimo de su segundo disco. Desde el
BandCamp de los triates, te puedes bajar gratis toda su producción.
Hákim de Merv
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