(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 18 de mayo del 2016.)
Buscar albums de
música rock, de la región o del Primer Mundo, entre fines de los 80s y
principios de los 90s; era en el Perú una empresa con posibilidades de éxito
computables en cero. Existían alternativas, claro, pero carísimas -en el
contexto de una hiperinflación apocalíptica, el inevitable shock para rescatar
una economía en desoladora bancarrota, y la consecuente recesión. Así y todo,
tras la primera disolución de Los Prisioneros (1991-1992), llegaron hasta suelo
limeño algunos ejemplares del epónimo debut (1993) de Jardín Secreto; proyecto abiertamente techno-pop de los ex Prisioneros Miguel Tapia y Cecilia Aguayo -la
simpática tecladista reclutada para el Corazones
(1990), hoy casada con Uwe Schmidt, el cerebro tras Sr. Coconut Y Su Conjunto, que
ganase notoriedad con El Baile Alemán
(2000)-.
Del grupo de
Claudio Narea, en cambio, sólo nos llegaron noticias muy vagas. Editado en 1992
por la recordada escudería Alerce, al primer disco de Profetas Y Frenéticos no
se le vio por aquí ni la sombra (lo mismo sucedería con su segunda y última
referencia, Nuevo Orden, mismo año).
Recién tras la llegada del nuevo milenio, y teniendo a Internet como aliado,
pudimos familiarizarnos los peruanos con algunas de las canciones de PYF.
Después de que 31 Minutos -el lúdico
y maravilloso programa que los latinos debemos agradecerles a nuestros hermanos
chilenos- utilizase la canción “Profeta Y Frenético” un par de veces, el legado
de la banda se haría más fácil de rastrear. Online, al menos.
El día que estuve
en la feria del Persa Bio Bio comprando CDs de artistas locales, me topé casi
sin darme cuenta con el debut de Profetas Y Frenéticos. Evidentemente, no me lo
pensé ni media vez. No sé qué tan difícil sea encontrar allá ejemplares de este
trabajo, máxime si pertenecen a la reedición del 2004 (incluye “Cuando Toco Mi
Trompeta” y “Wipe Out”, del Nuevo Orden),
pero aquí se los considera incunables. Así que la ocasión estaba pintada.
Profetas Y
Frenéticos se forma a instancias de Claudio Narea apenas dejó éste a Los
Prisioneros. Además de él, estaban en el grupo su hermano Jorge (teclados),
Luis y Dagoberto González (voz y bajo respectivamente), y Juan Pablo Rojas
(batería). Desde los primeros acordes de “Profeta Y Frenético”, resulta
evidente que PYF apuesta a morir por las formas más primordiales de la música rock. Sus canciones transitan por el rock'n'roll, el rockabilly y el
instro-garage-surf rock -vericuetos de los que no se desvía ni para ir al baño.
No escasean los guiños personales en las letras, y el quinteto se muestra
sólido, empoderado, durante cada arremetida.
En el balance
general, me queda sin embargo la impresión de un disco regular -bien porque se
trata de sonoridades que huelen a naftalina, bien porque la elección de éstas
funciona muy bien al principio y discretamente al final. Pero no me arrepiento
un segundo de haberlo adquirido. Huelgan mayores reparos, tratándose de una de
las bandas pertenecientes a la saga -quiérase o no- de Los Prisioneros, nombre
indiscutiblemente ligado al rock hecho en nuestro idioma.
PD: En el 2013,
Narea anunció el regreso del grupo con el line up original excepto por los
teclados (Juan Pablo Narea, su vástago, ocupa el lugar de su tío Jorge). La
reunión, empero, no ha dado frutos discográficos... todavía.
Hákim de Merv
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