(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de mayo del 2016.)
Interesantísimo
ejercicio de desolación artificial el de Toto Álvarez y Lukax Santana, ambos
oriundos de Viña Del Mar. Álvarez aún reside en Chile, mientras que la historia
de Santana es bastante más complicada: exiliado por la dictadura militar
pinochetista, vive desde entonces en Londres. Dato a tener muy en cuenta:
aunque Lukax regresó a su país natal para presentar en vivo el disco Transatlántico (2008), no le dio con
Toto al lado sino los últimos retoques. Transatlántico
se hizo en dos movimientos: el primero en Inglaterra, y el segundo en Viña Del
Mar, previo envío del banco sonoro por correo -Lukax aparece acreditado en el
arte del CD como “remitente” y Toto como “destinatario”.
(Hay información
contradictoria en Internet al respecto. La bitácora de Álvarez anuncia el
estreno de la placa para el 26 de julio del 2007, pero en su BandCamp se
consigna el primero de mayo del 2008 como la fecha de lanzamiento. Transatlántico, sin embargo, parece
haber sido concebido entre fines del 2006 y principios del 2007.)
El primer esfuerzo
de esta asociación -hubo un segundo y hasta ahora último capítulo, Telúrico, editado en julio del 2009-
suena verdaderamente tribal, o mejor dicho post-tribal. Las herramientas son de
lo más sencillas: una guitarra, tal vez una efectera para filtrar el output, y
objetos, cualesquiera con que se pueda crear percusión y cacofonías que pulsen
las fibras más primitivas que aún guarda la memoria racial de nuestra especie.
No es sólo otra forma de describir a lo que sonarían las tribus
post-apocalípticas del Futuro. Esto va más allá, casi rozando la línea entre el
Hombre y el Mono.
En la
contracarátula del CD, se cuelan algunas frases semicaóticas que los mismos
músicos han usado para tratar de condensar -en vano y en pocas palabras- lo que
ha significado para ellos esta primera experiencia en comandita. Cito un par:
“Mensajes sónicos
de lenguajes - secretos sin tiempo”.
“Reverberaciones
sónicas de ondas lanzadas de costa a costa cruzando el océano”.
Se habla asimismo
de barcos fantasmas, de neblina, de puertos y horizontes; que no sólo remiten a
Valparaíso, sino al hecho de una colaboración “en desfase postal” (como también
se indica allí). Sintomáticamente, estas descripciones -y aquí incluyo la mía-
pueden usarse indistintamente para referirse al pasado y al futuro. Tal vez en
esa ambivalencia radique el atractivo de este trabajo -arisco, crepuscular,
punzante en su tosquedad, hosco. ¿Incómodo recordatorio o incómodo presagio?
Hákim de Merv
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