¿Te acuerdas de
Aura, quinteto del colectivo UnderPop que plantease con su epónimo debut la
cuestión sobre si es posible hablar de indie dark, del mismo modo que se habla
de indie punk o indiegaze o...? Sucede que a otro grupo peruano le parece más
que pertinente hacerlo. Se trata de Fantaxma, cuarteto arequipeño cuya génesis
se remonta al 2018 e incluso un tanto más atrás -si se tiene en cuenta que
algunas de sus letras comenzaron a desarrollarse en el 2017.
David Blas (bajo),
José Willington (batería, coros), Lenin Herrera (voz, segunda guitarra) y el ex
Perros De Presa Miguel Málaga (primera guitarra y acústica) son quienes actualmente
animan a Fantaxma (el hermano de Miguel, José María, integró la alineación en
algún momento de su prehistoria). Es con esta formación que el combo graba y
publica para descarga gratuita su extended de estreno al promediar mayo último.
Nada más empezar la reproducción, queda en evidencia la filia dark (por encima
de la fijación post punk que otras plumas han entrevisto). Es “Tantas Veces”,
efectivamente, una melodía esmerilada de versos opiáceos; cuya eléctrica toma
notas taquigráficas de las lecciones impartidas por Manuela Rickers y John
McGeoch en los primeros 80s.
Sin embargo,
escuchar reiteradamente estos casi veinte minutos pone la mirada un poco más en
perspectiva -ya que el rock oscurón de aquella década no impregna todo el ADN
de los mistianos. En números como “Ella” y “Extraviado”, por debajo del manto darkie
sobresalen guitarras pulsadas con generosos brochazos de desparpajo. De otro
lado, los coqueteos con el slacker pop tampoco escasean, si bien se hacen más patentes
en la cálida y extraña balada “Silvana” o en la testimonialmente luctuosa “Ya
No Puedes”. Es, pues, el indie de cambio de siglo el que aporta la otra mitad
del genoma del cual emerge Fantaxma EP; extendiéndose su perentoria influencia hacia la prosa -vivencial, emotiva, nostálgica-
de cinco de las seis estaciones del repertorio. A éste lo completa una
relectura punk de “Tu Rostro Metálico”, original de los también rojinegros
K.Wi.D, incluido en su primerísimo Utajaru
Irpita (2000).
Como le pasaba a
Aura, la propuesta de Fantaxma todavía requiere de tiempo y rodaje para
fermentar en una mixtura de mayores vuelos. Entiendo que todos los músicos
involucrados son veteranos experimentados del circuito independiente en AQP,
por lo que talento y background no faltan. Así, urge imponerse un nivel más
fuerte de autoexigencia: siendo la idea descartar un sonido estático en favor
de un movimiento constante, un riguroso ajuste general de clavijas se hace imperativo
para el siguiente paso.
Manejo una muy vaga
idea de lo que ha debido ser el camino de Félix Pineda Méndez hasta aquí. Sus
primeras incursiones artísticas están ligadas a la performance y al uso de la
palabra, primero escrita, luego oral. Inmediatamente después, fue ganado por el
Ruido: Hongoz En El Zerebro (2010-2013) grabó inacabadas sesiones de las que no
pudo sacarse nada en limpio para publicar, sesiones repescadas póstumamente por Pineda Méndez. Esta recuperación proyecta un ponzoñoso perfil post punk, más cerca de
Chrome y de Mars que de P.I.L. o del Massacre de Bill Laswell, virulento habitante
de simas de horrífica abyección y primo en tercer grado de Liquidarlo Celuloide.
Una vez instalado
en la Ciudad Blanca, hacia el 2016 el limeño concibe NRA Ruido como individual desarrollo
posterior de HEEZ, debutando en vivo al año siguiente en el marco del festival
Espora. Desde entonces, su presencia se ha hecho gradualmente constante en los
directos. Lo primero que le conozco es un par de tracks cedido a la compilación
Nueva Música Experimental Arequipeña
(2019), junto a Yume Station, THylacinus y Sintonía Muerta; pero su BandCamp abunda
en copioso material colgado desde agosto del 2018. Huelga decir que lo de Pineda Méndez -un torvo rompeolas megalítico de noise inexpugnable e inmisericorde- es lo más
insano del conjunto. Tamaño antecedente ya alertaba sobre lo que sería su puesta
de largo.
Editado por la
flamante escudería de Miguel Málaga (Uku Records), Crugita es lanzado en abril para free download. El “método en su
locura” es el de la improvisación fundamentada en el Error y encaminada por una
suerte de “escritura automática” -para la cual sirve cualquier cosa, orgánica o
artificial, susceptible de generar sonido; y cuyo palio es cualquier medio
ambiente. Aquello que fuera incapacidad para adaptar lo creado bajo patrones de
tema y/o canción durante Hongoz En El Zerebro, se convierte en motor de una
experimentación que -prescindiendo de toda estructura/gramática- acaece en
tiempo real, combinando aleatoriamente significantes de diversa procedencia y
generando de esta manera nuevas nomenclaturas con que el receptor pueda
interactuar.
El procedimiento
sistemático/asistemático descrito es consonante con la tradición que ha forjado
la comunidad avant garde en el Perú. Es el caso, empero, que NRA Ruido enfatiza
la segunda parte de su nombre como nunca nadie lo ha hecho aquí antes -el opus
que hubiera firmado Distorsión Desequilibrada en anfetas. He paladeado discos
de la fase final de Evamuss, antes de su ‘resurrección’ en las postrimerías de la
década pasada. He audicionado rodajas de Paruro que, por contraste, convierten
en poético el sonido del trueno. Me he expuesto a raids parapetados tras el
Volumen, como La Confitería Es La Mejor
De Las Religiones (2002) o Cono Norte. Ninguno de estos lances me preparó
para vérmelas con la criminal sobresaturación armónica de frecuencias sonoras
que demencial ejecuta Félix. Con mucho esfuerzo, en medio del diafónico vendaval que
atraviesa la onda sónica puedes discernir un casi invisible soporte rítmico. El
resto es caos hecho estruendo, bulla, estrépito -lo que más se le acerca es el
desaparecido unipersonal K.I.L.L. en vivo.
No faltará quien
despotrique del Crugita aduciendo que
es la radiografía del calamitoso estado al que ha arribado el arte
contemporáneo bla-bla-bla (sí, todavía quedan). Aunque mi opinión es
diametralmente opuesta, al respecto habría que recordar lo que dijo Brian Eno
acerca de los no wavers neoyorkinos, cuando llegó a los Estados Unidos para
producir el mítico No New York:
“suena realmente desastroso, pero es un desastre que nunca antes había visto”. De
todas formas, si vas a escucharle sin audífonos, conseguirse unas orejeras Optime™
105 con que modular el NRR (nivel de reducción de ruido) para nada sale sobrando
-te evitas chistes desagradables como la mastoiditis o la presbiacusia. Si vas
a hacerlo con audífonos, reduce el volumen a la mitad de lo que normalmente lo
pones -el disco, que replica el efecto del sonido de un taladro dental rebotando
sin pausa dentro de la caja craneana, es materialmente INAGUANTABLE.
Cuando apareció el
homónimo extended de Stonearth, allá por el 2016, no lo comenté por dos razones.
La primera, me hallaba ad portas de viajar a Chile, y no contaba con el tiempo
necesario. La segunda, en realidad el registro no era sino un demo bastante
discreto. En principio, ello no tiene nada de malo: al revisar la info de
BandCamp, el propio grupo lo presentaba como tal. No obstante, Stonearth EP venía a ser lo primero que
editaba un trío que para entonces llevaba ya... ¡¡¡un septenio!!! ...tocando
covers de Kyuss, Hendrix y Black Sabbath.
Han pasado cuatro
años y Stonearth vuelve a la carga con nuevo breviario. Micelio EP rescata surcos compuestos y/o grabados entre el 2016 y
el 2019. En éstos, encuentro avances significativos respecto del episodio
anterior. El stoner rock del terceto se percibe más maduro/concentrado, no se
diluye en autoindulgentes explosiones de testosterónico pseudo-virtuosismo -como
pasaba antes. El ingrediente lisérgico de su música es liberado en movimientos
rápidos y en cantidades exactas, dejando que sea el heavy blues el basamento
sobre el que se construye el armazón de los canales recopilados. Quizá por eso
el nombre de este artefacto -conjunto de filamentos microscópicos que vertebran
una especie de esqueleto en los hongos, que además asimila las sustancias nutrientes
y que le permite al hongo establecer simbiosis con otras plantas.
Apertrechada de
efectos varios, la eléctrica de Ricardo Rodríguez ahora maniobra afilada,
entendiéndose a la perfección con las baquetas de Jorge Infantas y Sebastián
Gómez (quien sólo participa en “Orate”, codificado en una toma). Por otro lado,
el kilometraje que ha ido cosechando el mástil de Hugo Velásquez le permite
abrirse paso en el fragor de la batalla, marcando segura y pesadamente el ritmo.
Este contrapunto da lugar a piezas que, en su ominoso discurrir, acreditan
mayor solvencia que las de antaño. En ese sentido, su tema mejor vertido es
justamente “Micelio” -y una mención aparte se gana el hermoso “Cúpula Solar”,
delicado instrumental acústico que merece a futuro una producción más esmerada.
A despecho de este
progreso, le resta a Stonearth mucho terreno por cubrir. La terna sigue
mostrándose cachazuda como un oso siberiano: no le preocupa moverse
cansinamente, menos pisar el acelerador en contadas ocasiones -parece que lo
fuera a hacer de un momento a otro en “Torcido Pero Erguido”, recién lo hace en
“Orate”. Eso le impide cortar los ganchos que todavía le circunscriben a un stoner
genérico. Stonearth necesita soltar amarras y echarse sin miedo a navegar el
tempestuoso mar que se le extiende delante. Tiene con qué.
Hákim de Merv
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