(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de abril del 2022.)
Acrónimo ideado por el chachapoyano Juan Carlos Salazar Yalta, autodidacta en las técnicas de inspiración audiovisual y con una licenciatura en informática, Jucsay dio inicio a sus múltiples actividades culturales en el ‘04 atravesando trochas muy distintas de las que hoy recorre. Plasmadas a partir del ’13, las primeras experiencias discográficas que publicase se encontraban plenamente instaladas en los ámbitos del arte sonoro puro: composiciones electrónicas cuya retórica del Ruido epata un despiadado minimalismo -el propio músico describe su estilo como harsh techno. Presiden la mecánica de esa primera etapa la modelación de frecuencias, el incisivo procesamiento de sonidos analógicos y digitales. Las grabaciones resultantes retratan hoscas ambientaciones de distorsión reconvertida, que sutilmente aluden a crispantes sacralidades precristianas -ahí están como ejemplos “Río Negro” y “Final De Tu Dolor” (mini-álbum Pétalo De Lata, 2014), o la post-humana “NHMDLG” y el inesperado vacío de “Oración” (mini-álbum Muda, 2013). Esta faceta del artista amazónico continúa vigente en otras actividades multimedia en las que despliega su talento...
Descontando esa distinción, en conjunto lo nuevo de Jucsay se adjudica suficientes trazas que le categorizan como vigoroso update de los descubrimientos que los precursores de Detroit y de Chicago hicieran en el período ’90-’92. Justo antes de la asonada ambient noventera: es interesante paladear cómo el unipersonal emplea los potentes patrones de ascendencia electro-funk que sacudieran la Ciudad de los Vientos y los mesmerizantes graves ofrendados por la Ciudad Motor, para operar en territorios muy cercanos al intelligent techno con un concepto infinitamente más elástico que el de sus primeros días.
Golpea trepidante el house en canales como “Huayra”, la dulzona “Aliento...” o “Allko”, de fuerte flirteo esta última con el canon chill out. Aflora aplastante el techno otro tanto en “Tingorbamba”, la exquisita “Puyu” o la enigmática “Duende Azul” (dancefloor neuronal si cabe), confirmando esa plausible habilidad con que Salazar enhebra contundentes programaciones y melodías seductoras/adictivas. Alusiones a la tímbrica de la selva peruana y a los imaginarios de sus etnias mil terminan por darle homogeneidad a este excelente esfuerzo con que se reinventa el solista. Edita su propia plataforma, Seqes Records.
Hákim de Merv
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