(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de agosto del 2023.)
Sin el apañe de sus ¿reales? ¿imaginarios? Monsters De Comida, Zetangas ha publicado pasada la quincena de junio su séptimo álbum de estudio, que constituye una sorpresa por cuanto no guarda relación alguna con aquello mostrado en Vacuum Phases (‘21) o en el mayúsculo 22/09/1953 (‘19). Tamaña circunstancia se anuncia desde la carátula de estas Sesiones Intangibles, elaborada a la antigua montando diversas imágenes -dibujos, motivos geométricos modificados, una añeja foto- a la usanza del formato collage, que invoca estados de ánimo simultáneamente placenteros/recreativos/juguetones (cf. los créditos de apertura de Juno).
¿Cuánto de esto se ve reflejado en el contenido del nuevo artefacto? Bastante. Con quince pistas y apenas 31 minutos, Sesiones Intangibles empieza su andar de la mano de un track marcado por la estética del dub y por el backbeat consustancial al género que hizo famoso (a) papá Marley. Es “Natura Concreto”, entonces, un inicio impensado. Tanto como la dirección del subsiguiente “Pepino De Mar”, de osario pop y de guitarra cuya digitación límpida y fluida remite instantáneamente al maestro/genio Vini Reilly (The Durutti Column). Lo curioso es que, por lo menos hasta casi el final del segundo tercio del CD, el guitarrista hoy radicado en Suecia trenza ambos filones con precisión y regularidad infalibles.
“Lo Sigo Buscando. Ya Lo Encontré!” funciona como cuña que rompe la incesante oscilación de Sesiones Intangibles. La claridad del registro se ve empañada por la voz filtrada de García, extendiendo ese manto lo fi hacia el resto de la composición, de remolona melodía indie. Esto vuelve a ocurrir en el divertido “Y Es Que Los Dioses!”, número de despedida del disco, quedando los canales entre éste y “Lo Sigo...” exiliados a un limbo donde por fin desaparecen las tranqueras estilísticas de cada ingrediente empleado (excepto el rasta, que ya no vuelve a figurar). Pop sesudo, que se vale del wah-wah (“Rayo Geométrico”) lo mismo que del didgeridoo (“Shuri”), y que nos regala otra vuelta de tuerca con el mestizaje acogedor/demoledor de “Viringo”. Dejo sentada mi protesta: difícil adivinar, de esta guisa, qué hará Zetangas para su próximo larga duración.
Hákim de Merv
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