(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de julio de 2016.)
Niños Del Cerro pertenece a esas nuevas sangres del pop chileno que comenzaran a circular durante la segunda mitad de la década pasada. De ahí en más, su ascendiente se ha agigantado, convirtiéndose en una de las asociaciones que con mayor propiedad representan el estado actual de las escenas ajenas al mainstream allende Tacna. Cuatro capítulos remarcables entre el ‘16 y el ‘22, dos de ellos lanzados por el prestigioso sello QuemaSuCabeza, dan cuenta de tal condición.
Da de lleno el extended en el blanco. Con menos de veinte minutos, multiplica su efecto como lo hiciese el encantador post pop de fines de los 90s, aupándose durante la acometida al hyperpop de nuestros días. Ello, pese a que Campusano prioriza a la guitarra de palo o en todo caso a la electroacústica en sus aventuras solistas. Así empieza “Polvo”, subrayando el carácter artesanal e independiente del pop que cultiva el cantante de Niños Del Cerro -su coloración plácidamente cansina acaso refulgiría si no fuera porque la voz de Simón queda en debe tratándose de registros más “rudimentarios”. De todas formas, la sazón slacker de sus vocales suma tanto aquí como en “Nunca Estuvo En Ti El Litoral”.
Campusano le baja el telón a Sobre Habitar... EP de la mano de “Viento Del Litoral”. De manufactura irresistiblemente doméstica, “Viento...” rubrica la proximidad con que la música del autor suele enamorar a quien le preste oídos sin expectativas fundadas en preconceptos. Basta una sensibilidad altamente introspectiva, honesta, transparente, cómplice, sencilla -las mejores cualidades que el indie pop hecho “a mano” tiene para chuntarla cuando menos te lo esperas. Llevo ya alrededor de diez vueltas y contando.
A modo de síntesis lineal, el plástico despliega su repertorio de forma que propone una suerte de viaje iniciático, al tiempo que historia en contados episodios y minutos el devenir del ambient cuando éste se adentró sin regreso en el camino de las vanguardias. Al menos yo no encuentro gratuito que los primeros canales, “Colosales Reflejos De Fuego Y Luz Abrirán Tu Camino” y “Una Vida Solo Y Otra Acompañado”, discurran por derroteros en que la melodía y una cierta cadencia brotan sin esfuerzo -esto, pese a los no pocos escollos que en la ornamentación suponen principios geométricos extractados del IDM circa el Autechre más pulento.
Esa tersura en la música de Arboretum vuelve a aflorar más adelante, sólo que mixturada con otras esencias -porque, como se ha dicho muchas veces a lo largo de la historia de la Humanidad, lo único inmutable es el Cambio. De ello da cuenta “Si Te Ordeno Ser Bueno, ¿Sabrás Qué Hacer?”, breve interludio de frecuencias semi-nocivas completamente distinto de los anteriores, consecuencia de una atomización/erosión del intelligent techno en clave hipnótico noise. Ídem “Siento Cómo El Mal Se Imbuye En El Mundo” y “Yo Seré Un Pez, Tú Serás Dios”: el primero se mueve sobre telones de fondo imbricados por sonidos graves y regordetes más que insinuados, a la vez que su superficie padece un moderado cuadro de autechritis. El segundo, en tanto, postula un ambient noise cuidadosamente fracturado y reconfigurado; que pace sobre aleatorias crepitaciones digitales.
Glitch, drone, ambient, noise binario... Un disco que ilustra las armas más evidentes de lo que desde hace un tiempo ya largo se tilda/autopercibe de/como vanguardia, a la par que resalta sus principales hándicaps -la estética del collage/bricolage electrónico no va a durar indefinidamente. Cuántas batallas más le quedan, eso se verá en trabajos como éste. O siguientes.
Hákim de Merv
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