(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 17 de marzo del 2021.)
Más allá del plausible gesto de destinarse la recaudación de sus ventas a Niños Del Río, ONG que vela por los infantes sin hogar de Lima, encuentro harto fascinante lo plasmado en Letanías Remixes; artefacto que -digamos- reconfigura muchos de los pa(i)sajes sonoros gracias a los que el debut de Miguel Ángel Burga usando nombre civil (2020) adquiere volumen y espacialidad.
Concebido totalmente en do menor, para dicho estreno el frontman de La Ira De Dios conjuraba ambient no electrónico, post rock de este lado del Atlántico, shoegazing de baja resolución y psicodelia toscamente minimalista. Cómo preservar la fragorosa esencia de ese maelström a cámara lenta y transmutar simultáneamente a éste en un homogéneo dark ambient electrónico cerrado sobre sí mismo, comporta tremendo pase de vueltas apenas superado por el hecho de no ser obra de una única inteligencia, sino de siete distintas.
Antechamber, Danny eM, Desert Drone, Acavernus, IO, Eyes Gone y Halv Drom. Sean o no connacionales -de todos ellos, sólo ubico al peruano Danny eM-, estos actos remodelan algunos de los segmentos dispuestos en el Letanías original. ¿“Segmentos” en lugar de “temas”? Por supuesto: tratándose de dos viñetas hiperbólicas, que sobrepasan cada una la veintena de minutos, el modo más creativo de diseccionarlas para la remezcla de rigor es elegir tramos específicos -pero así y todo el uso del término “remezcla” asoma discutible.
Hablaba de un pase de vueltas líneas atrás. Pues eso: qué hacer con el fragmento seleccionado depende de cada testa, por lo que no deja de sorprender que las siete hayan puesto manos a la obra como si estuvieran sincronizadas. Si bien unas y otras acreditan ascendencia electro, ello no garantiza la coincidencia de planteamientos que se ha producido aquí. Por principio de cuentas, se ha respetado el único ingrediente subyacente a en-la-práctica todo proyecto en que Burga es protagonista excluyente: el drone -que Letanías Remixes mantiene a niveles subcutáneos. A partir de ese reservorio, cada alias ha reconducido el magma sónico de Miguel Ángel utilizando a conveniencia el arsenal de técnicas/tácticas estéticas ofrecido por la audiogalaxia electrónica.
“Acavernus Remix” y “Saeztti Remix”, por ejemplo, utilizan fantasmagóricas bases proto-industriales. La primera, sin embargo, prescinde del más leve andamiaje rítmico; mientras que, en la segunda, Danny eM enrostra una programación tímidamente trance. Por otro lado, “Halv Drom Remix” vira hacia el post techno de Raw Russian y Virtual Ground, en tanto “Eyes Gone Remix” late atragantándose de la incesante pulsión consustancial al ambient binario.
Lo enigmático es sentir casi físicamente en el balance que el output preponderante de la jornada es tributario del obsesivo ambient sibilino/esotérico despachado desde escuderías de punta como Cryo Chamber o Drawing Room. Las tempestuosas atmósferas micrónicas que se suceden en ondas de choque despedazándose contra pétreos acantilados, latigazos incluidos (“Expansión Remix”, de Desert Drone), han reconvenido a escala digital el macizo pedigrí drónico del autor en este Letanías Remixes -el disco que firmarían unos Tomorrowland en shock barbitúrico, nada más.
Hákim de Merv
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