(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 10 de marzo del 2021.)
Es posible que Cutrismo sea el Waterloo que intuyo puede llegarme (diferido) el día menos pensado -la constatación tangible/irrefutable de la validez de un imperativo biológico que impida seguir asimilando músicas nuevas normalmente al promediar los treinta. No me resistiré, de ser el caso, a la única salida digna que me quedaría por delante -la del “retiro”. Sin embargo, ¿qué tan probable es? Ensayo un alegato, con la esperanza de que tal vez no sea yo, después de todo.
Salvo que exista un “affaire” previo, siempre reservo la mejor disposición para encarar las nuevas publicaciones que van llegando a mis manos/a mis ojos/a mis oídos. No siendo distinta la figura en relación a Sihuas Infuzzión, el estreno me ha provocado enorme desasosiego. Asentado queda, tanto en la sumilla de BandCamp como en la nota promocional, que el volumen refleja la confluencia de muchos y muy diversos géneros: hay, en efecto, rastros de jazz, drum’n’bass, vaporwave, dub, harsh folk, electrónica, prog rock, gotas de trip hop y de lounge... Estos lenguajes rara vez prevalecen en tal o cual canal: Balta les mantiene en constante cubileteo, de modo que un mismo número puede empezar en clave jazzera y electrónica, y terminar absorbido por el progre barnizado de downtempo (“Otra Noche Bajo La Lluvia”).
Por este diletante zigzaguear, Cutrismo debería hacerme recordar a un artefacto como Entroducing... (1996). Por desgracia, SI no es DJ Shadow. Una cosa es ser versátil y otra harto distinta ser superficial. Aunque algunos tracks tienen lo necesario para funcionar -“Recuerdos De Una Rave” y su trance a punto de desbocarse que implosiona anticlimático en un amasijo de ambient y new age, los deformados ecos andinos de “Tétrica Fiesta Patronal”, el jungle de acústica guitarra de “Adheridos Estamos”-, la inmensa mayoría de ellos no pasa de ser un rosario de frankensteins con los trozos cosidos tan a la mala, que las suturas quedan expuestas. Entonces se resquebraja el espejo en que aparecía el Entroducing... y ocupa su lugar Será (2001), el desafortunado segundo y último disco de Asido Tubalius.
Cutrismo pudo quedar en “regular” o en “discreto” no sólo debido a las excepciones enumeradas. El manejo de los sampleos merece algo de crédito, lo mismo que ese reprocesamiento a través de filtros y cribas que imposibilita determinar a ciencia cierta si estás paladeando un sampleo, la voz de NBB o la del invitado Gustavo Ezequiel Almaraz. Lo que pudo ser un álbum en extremo bizarro simplemente se queda en “malo” por esa licenciosa cuota de (puaj) trap y sobre todo de (puajjjjjj) reggaetón con que el huaracino demerita su primer esfuerzo. “Pacay (𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘮𝘰𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳)”, “Sencilla MIDI - Fuga + D𝘦𝘮𝘣𝘰𝘸”, “Ocho Eucaliptos Y Un Felino”, “Anhelos De Una Flauta Con Gallos”: cuatro ejemplos de cómo cagarla grandiosamente, insertando mierda de subproductos prefabricados.
¿Errores típicos de la noviciada? No necesariamente. Mal que bien, la escena ha dado su buena cantidad de pasos hacia adelante desde los 90s. Muchos debutantes demuestran que hoy no tienes por qué patinar en tu primer intento, sino todo lo contrario -cf. Dafne Castañeda.
Descontando la cadenciosa “Fotografía” incluida en 4 EP, placa temática que reúne aventuras tanto de Ángela Ruesta como de Giancarlo Samamé (al alimón y por separado), Gelatina Magma no se manifestaba con título propio desde noviembre del 2018 (Una Nueva Era). Hace poco más de un mes, el grupo inauguró cuenta en BandCamp anunciando la inminente aparición de nuevo extended. La expectativa quedó un tanto desinflada ante la comprobación de que en realidad era menos un EP que un single.
Formalismos a un costado, la relevancia de Zapatos Ardientes EP radica en lo que podría considerarse un pequeño pero importante cambio de dirección en el peregrinaje de la sociedad Samamé-Ruesta. Y es que los ‘brasilerismos’, ésos en los que a veces se ensimismaba el dúo y que adherían aún a “Fotografía” a la carta de navegación configurada por trabajos precedentes, ahora han desaparecido casi del todo. Su lugar lo ha tomado un pop de granítica lozanía, que literalmente refulge a cada nota que avanza. Donde más queda en evidencia la sustitución es en “Lava”, la pieza que funge de lado B -ejercicio de fino pop estilizado a golpe de hiperactivo medio tempo, cuyo contagiante vigor hizo que me acordara de la mejor versión de The Sundays.
Con todo, es el lado A del “extended” el que cosecha los mayores elogios. “Los Zapatos De César Vallejo” puede tomarse de distintas maneras: homenaje al aedo de Santiago De Chuco (la voz masculina sampleada declama con perfecta dicción un fragmento de “Los Pasos Lejanos”, poema del canónico Los Heraldos Negros, 1919), despedida ¿definitiva? a los sonidos de fragancia carioca (revolotean brevemente hacia el cierre del tema, reemplazando los arreglos pentafónicos del inicio), declaración de amor hacia un pop sedimentado a partir del trip hop (no sería la primera vez)... Cualquier posibilidad tiene las mismas chances de ser y no ser.
La única constante válida para ambas caras es la cálida y dúctil voz de Ángela Ruesta, en seráfico estado de gracia. Su registro en “Los Zapatos...”, entonando el poema de Haydee De Benavides inmortalizado en el libro Presencia De La Mujer Peruana En La Poesía (1971), es el contrapunto soñado para la performance vocal del vate sampleado. Corren las apuestas con miras al próximo disco largo -que, presumo, será igualmente producido por el capo Neto Pérez.
Hákim de Merv
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