(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 22 de diciembre del 2021.)
Responde por fin
Christian Galarreta una
pregunta que este escriba formulase durante la primera mitad del 2018. Acababa entonces
de salir
Ajq’ij, artefacto que resucitaba a Evamuss tras tres lustros de
permanecer archivado, y la interrogante se refería a si el otrora músico rimense
continuaría publicando bajo esa denominación -o si sólo la había reflotado para
esa puntual edición a colar en el catálogo de la lusa Favela Discos. Por supuesto,
de lo que no cabía duda era de que eso que sonaba en
Ajq’ij -y en
Antitekno,
marzo del 2019- no era
DiosMeHaViolado ni
Sajjra, sino Evamuss.
Ahora a través de
Schematic Records, la
recordada label del dueto Phoenecia (Joshua Kay y nuestro connacional Rómulo
Del Castillo), el peruano despacha
Despierta, Remedio, Cuenta adjudicando
el título nuevamente a Evamuss. Media docena de tracks compuestos/ejecutados
entre el 2018 y el 2020, elaborados dos de ellos a partir de grabaciones de
campo que el mismo Galarreta realizase en Yurimaguas (Loreto), allá por el 2002.
Queda explícita, en consecuencia, la intención de seguir utilizando cada tanto
el reflotado seudónimo a la par de su obra como Sajjra.
Antitekno y
Ajq’ij dirigían
la mirada hacia las épocas en que la electrónica instintiva y huraña de
Galarreta se cebaba en las paradojas que implosionaban su estética -contemplación
versus febrilidad, proteicidad contra iteración, fluidez frente a corrosión-.
Despierta...
retrocede dos pasos respecto de ese período y se encuentra con el Evamuss que
virase bruscamente para adentrarse de lleno en la electrónica, dejando atrás el
post rock y el bliss pop de sus primeros lances. Episodios como “Shitanero” y “Qapaq
Inti Raymi”, por ejemplo, sugieren una dramática racionalización y una
tonificación de los hallazgos del doble
Noika Koita (1999): medularmente
rítmicos, poco o nada tienen del Galarreta que en el Año del Milenio
polucionaba ruido en tres funciones diarias. Por otro lado, números como “Orgía
De Bordados” y el gigantesco “Baila Laikja Jaguar” proponen una emulación
similar, sólo que tomando al
Arritmia (1999) como modelo. Aunque no
prescinden de secuenciaciones sincopadas, las aguas aquí discurren dentro de sus
cauces, de rato en rato agitadas por entrecortadas corrientes metronómicas e incómodas
variaciones espectrales de ruido.
La oveja negra del repertorio es “En Aguas De
Yurimaguas”. Como si la bandeja eyectase violentamente el CD para reemplazarlo
por otro, Evamuss desaparece de escena y su lugar lo ocupa Sajjra. Las
grabaciones de campo que documentan los sonidos vernaculares de la mentada localidad
selvática colisionan con mucha violencia contra los filtros y la distorsión que
Christian les aplica durante los procesos creativo y de mezcla. Concluidos sus
cuatro minutos y medio, Despierta, Remedio, Cuenta te devuelve a la
orilla de los océanos estelares que prometía desde las primeras de sus notas.
Estrenó la airada
Rip Off Records en marzo el
tercer volumen de su serie de compilaciones
Escenario Post Apocalíptico,
con seguridad el más logrado a la fecha. Esa sólida certeza es respaldada por
empeñarse ...
Vol. 3 en ampliar sustancialmente la oferta de sus antecesores.
Lo logra de sobra, si bien por poco tiempo -el cassette se queda a segundos de
la media hora de extensión.
A diferencia de los que le precedieron, ...Vol.
3 determina colores muy marcados para cada cara de la cinta. Se han
designado para la primera aquellos géneros que más asociados están al perfil
del sello trujillano. Aquí la hegemonía es, por ende, mayoritariamente hardcore
punk y noise/grindcore/grind noise. Tales son los arrebatados brochazos que
descargan los quiteños Disbrigade (“Prisión”), los medellinenses Ley Sucia (“Sin
Reacción”), los binacionales Terrore (“Sociedad Secreta”) y los santiaguinos
Chakay (aún cuando “La Paradoja De La Jaula” es algo dilatada para encajar en
estos formatos). El quinto ‘malo’ es otro alias santiaguino, Peorhumano &
Detestables, que descerraja en “De Cirrosis Y Sobredosis” un iracundo drum’n’bass
asesino, injertado de grindcore. Con bastante naturalidad, se puede afirmar que
este lado A del panorámico lo es también de la nómina de la escudería.
Es el lado B, sin embargo, el más
interesante. Encuentran allí cobijo el santiaguino Thanatoloop, el valpeño Bilisnegra,
el arequipeño
Fiorella16 y el trujillano Desorden Auditivo. En esta segunda
cara la apuesta es por sonidos muchísimo menos convencionales que los de la otra.
“(Sobreviviendo Al) Nihilismo Liberal” de Thanatoloop debe ser de lo más quemado
que ha aparecido en el
BandCamp de Rip Off: un cavernoso output mutante de anarcodark,
post punk psicodélico, punk industrial, dubcore y dronecore que ruge dantesco.
Igualmente ominosas son las colaboraciones de Desorden Auditivo (“Obedece Y
Muere”) y Bilisnegra (la orwelliana “Guerra Es Paz, Libertad Es Esclavitud,
Ignorancia Es Fuerza”), si bien la primera suena a emisión inalámbrica de dubcore
mántrico y la segunda a estallido de sampladelia creepy. En semejante compañía,
los trallazos de ambient noise digital que expele Fiorella16 con “Calle Panteón” asoman bastante más accesibles -sólo en comparación, nótese.
Debido a su cortedad, los placeres viscerales
que prodiga Escenario Post Apocalíptico Vol. 3 no fueron suficientes
para satisfacer la angurria que genera su escucha. A ver si para la próxima
Javier Panter, responsable de la plataforma, persiste en esa senda e incrementa
la dosis.
Al momento de colgar online la reseña de
Patrocinado Por El Gobierno (abril), desconocía que el beneficio de la línea de subvención
económica estatal para el sector cultural obtenido por Wilder Gonzales Agreda
comprometía tanto a ese plástico como a su sucesor. Tiempo después (agosto),
aparece
Rojo, que desde nombre y portada tiene la pinta de ser una
provocadora declaración de principios políticos en un país en el que todavía la
derecha se resiste a abandonar posiciones de privilegio.
Pese a que el surco de apertura guiña a
priori a Labradford, honestamente “Mi Media Naranja” poco o nada tiene que ver
con el post rock del trío virginiano. De hecho, no encuentro en Rojo el
menor indicio que me haga sospechar que Gonzales trate de acercarse a esa
música. Más bien, Rojo concentra su atención exclusivamente en la
electrónica de vanguardia. “Mi Media...” se asemeja al ejercicio lúdico de una
inteligencia artificial crackeada que compone y ejecuta, ambas cosas en tiempo real.
Por desgracia, el efecto va diluyéndose de a pocos. “Ritornelo” sigue el mismo
sino, con menos colorido y acierto.
El batintín virtual con que arranca “Serapio
7 Balas” -ya sé que no es tal, sólo me estoy tomando esa ‘licencia poética’- parece
ungirle de segundo y verdadero despegue de la jornada. La “percusión” va
desapareciendo paulatinamente, internándose en las espesuras de un mar de los
sargazos binario al pasar de los minutos. Sita en territorio ambient ruidista,
esa masa acuosa va desvaneciéndose al acercarse a su final, una llanura árida y
desértica donde ni siquiera florece el cactus. También en clave ambient, pero con
mayores (r)evoluciones y una naturaleza esencialmente hídrica, ha sido concebida
“Butes”, de registro devocional.
“Gracias Spacetime Continuum” es un homenaje no
muy logrado al
legendario proyecto noventero de Jonah Sharp, un crisol de IDM y
sonoridades ambientales que no consigue integrar con prestancia los patrones
vocales de Wilder. Esto puede deberse a que el músico/no-músico no ha estado lo
suficientemente fino para hilvanarles a la odisea que gesta la música del tema,
o a que su voz carece de las cualidades para convertirse en una herramienta
expresiva más a sumar a las permitidas por este discurso de vanguardia. Me
inclino por esto último, algo que ya le había comentado al norconeño cuando
comenzó a soltar referencias bajo nombre civil (
Cantos Electrónicos Para
Mamá EP, 2006).
Finaliza Rojo la pieza epónima, que parece recuperada de otras eras.
Brillante prodigio asistólico, las pulsaciones de “Rojo” delinean una suerte de
IDM hemipléjico lleno de vibraciones transgalácticas que le permiten atravesar
las barreras entre dimensiones. Junto con “Gracias Spacetime Continuum”, lo
mejor de uno de los esfuerzos más modestos en la discográfica de Gonzales Agreda
como tal, al lado de Terrorista! (2019).
Ahora que ya es una realidad y que incluso ha
sido destacado por el sitio
Tesoros Mundanos como uno de los más
prominentes lanzamientos del 2021, la paciente espera con que se aguardó el
primer larga duración de
Fukuyama va convirtiéndose en anecdótico recuerdo.
Pero cómo jodió el parto de más de un año, que ya se anunciaba a inicios del
2020, y que finalmente aconteció en la veintena de octubre último.
Había quedado Fukuyama reducido a dúo desde
los tiempos de Los Días Son Aterradoramente Calmos EP. El 33 refrenda
esa condición: son, pues, Gonzalo Pichihua (teclados, batería) y Juan Pablo
Villanueva (guitarra, voz, metales ocasionales) los responsables de los siete
cortes que incluye la nueva incursión de Fukuyama -apoyados por Martín Coaguila
(bajo) y el gran José Javier Castro (piano). También corrobora el esférico,
epónimo como su primer extended, que la influencia capital del binomio es el
noise rock -y que, si hay que decidirse por alguna cepa, ésta es usamericana;
pero de ninguna manera cual corsé. Siempre se las ha arreglado el tándem para
sortear etiquetas que los vinculen a referencias específicas. Lo suyo es el
ruido y punto.
O casi, porque en este disco prueban otros
sabores. Desconcertantes algunos de ellos, chocantes otros. En el primer rubro
se ubica “Preludio”, un sorprendente y fugaz instrumental que coquetea con la
electrónica. En el segundo rubro, “Flor De Mayo”, que también tiene su apertura
marcada por elementos identitarios digitales; pero que se metamorfosea sin
descanso durante diez minutos y medio, uno de cuyos estadios es el hip hop (gusto
declarado del grupo, que no necesariamente se traduce siempre en influencia), y
otro una melodía pop de abotagados plomos (donde más se lucen las cuerdas de
JJ). Curioso que ambas piezas se constituyan respectivamente en prólogo y
epílogo de Fukuyama.
En el trayecto entre los extremos, predominan
los medios tiempos, eventualmente atacados por el punk y por el hardcore de
viejísima escuela. Ahí están para ilustrarles el incendiario grito remiso de “4
De Noviembre” y el significativamente bautizado “Panki”. La semilla ’77 también
puede rastrearse en la actitud y en la vocalización gritona del cantante, como
en “La Tragedia De Yattah” (de fragoroso intro). Pero son cortes del tipo de “Tierra
Baldía”, de “Aura” (para la que Coaguila empuña la primera guitarra) y del
propio “La Tragedia...” donde la potencia del macizo basamento noise queda en
evidencia: los estruendosos riffs del primero, la corrosiva distorsión del
segundo (que, sin embargo, no ahoga su melódica columna vertebral) y la rabiosa
acometida decibélica del tercero dan cuenta de ello.
Consejo de pata: una composición tan larga, pero
sobre todo tan cambiante como “Flor De Mayo”, da para dos e incluso tres
tracks. Consideren esa opción antes de mandarse otras jugadas similares. Una
vez, vaya y pase. Dos o más...
Hákim de Merv
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