jueves, 22 de mayo de 2025

El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco: San (三) // Ciudadano Kane: Laberintos Invisibles

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de mayo de 2025.)

El Cómodo Silencio De Los Que Hablan Poco. Magnífica chapa para una banda que, eyectado su segundo esfuerzo hace ya un septenio (Amanda), recién da luz verde al tercero en el ‘24. Aunque si se sopesa el hecho de haber estado éste en producción desde el ‘22, como que se entiende la meticulosa parsimonia que rige la política grupal -máxime cuando el debut Run-Run (Piloto) data de fines del ‘16, casi doce meses después de la fundación del quinteto.

Desde el inicio de esta historia, el combo santiaguino se ha desenvuelto rampando entre las variables del indie y del post rock del nuevo siglo, así como del post hardcore, del pop y del math rock peligrosamente próximo al “emo” (género del que siempre he desconfiado). Al tempranero himno “Tiempos Bajo El Sol” siguieron los títulos ya enumerados, en que la alineación fue desbastando su sonido reasignando más o menos peso a los elementos que moldean su música -vg, pese a que el post de los 00s fue paulatinamente relegado, nunca ha sido abandonado del todo; si bien es notoria la hegemonía que ostentan en la dialéctica del grupo el indie rock y el math fecundo en imaginarios emo.

San, cuyo nombre ECSDLQHP acompaña del sinograma “”, deja sentada tanto la ascendencia china de su bautizo como su posición numérica ordinal al interior de la discografía del acto (“tres”). Abre la placa la impetuosa “Cómo Voy A Ver” y el despliegue de energía no se detiene hasta culminar la primera mitad de la jornada (“Gatos En La Oscuridad”). Pop independiente de líricas sencillas y punzantes (“Miremos Al Espacio/Sayi”), de alborozado dinamismo (la aludida “Gatos...”), que no tiene reparos en usar a discreción alguno que otro sampleo (“Vamos Muchacho”). Del post a lo Esben And The Witch o Friends Of Dean Martinez, no existen señas ni cuando se aminora un tanto la marcha (“Al Otro Lado Del Canal”).

La segunda mitad de San es, por lejos, bien distinta de su contraparte. Aquí abundan desarrollos instrumentales no sólo de menor octanaje, sino de mayor complejidad compositiva. Basta con prestar oídos al fugaz intro de guitarra acústica que adorna a “Eras” para comprender que las canciones a seguir serán de distinto calado. La propia “Eras” se mueve cerca de formatos baladescos, cosa que también puede decirse de la instrumental “Ikigai”. En tanto, el post rock reaparece a ramalazos en temas de laxo cariz y/o medios tiempos, fundiéndose a un indie entre grácil y apasionado. “Árbol En El Cuello”, el dilatado “Al Otro Lado Del Fuego”, “Tormenta” y “Hace Tanto” son testimonio de ello.

El epílogo es reservado para “Mala Memoria”, melodía que no reedita los niveles de vitalidad mostrados durante las primeras zancadas de San (三), pero que vuelve a orientar la proa del barco hacia la estética emo ornamental de ECSDLQHP. Se cierra de esta guisa una rodaja que, abrevando en aguas no siempre recomendables para mi consumo, resulta sorprendentemente aceptable. Buena muñeca la de Franco Perucca, Javiera Méndez, Matías Grasset, Matías Manríquez y Vladimir Mella. Edita la hace poco resurrecta Joy Boy Records.

A punto de finiquitar noviembre último, los tercios de Ciudadano Kane estrenaron su segundo esfuerzo, sucesor del interesante y reivindicativo Límites Deshabitados (‘22). Nuevamente a través de la señera independiente Crisis Records, los australes dan curso a un exultante manifiesto de synth pop, mucho más depurado y solemne que el enmarcado bajo los bytes de su predecesor. Sugestivo golpe de timón que no deja de ser revelador, ni de provocar cierta extrañeza.

Se acrisolaban en Límites Deshabitados el característico darkwave ochentero y el synth en sus versiones usamericana y anglosajona, cocinándose un opus de electrónica ars poetica arropado por el (neo)romanticismo que germinara hace cuatro décadas en la Rubia Albión. Para Laberintos Invisibles, los chilenos han encarpetado quién-sabe-si-permanentemente el pantone darkwave, desenvolviéndose circunscritos al radio de acción de las performances synth. Y ya en este feudo, acercándose de lleno a la gélida penumbra que exuda la herencia de sus pa(d)res británicos. Incluso en sus momentos comparativamente más cálidos (“Hogar”, “Ícaro”), las nubes nunca llegan a disiparse del todo.

Los futuristas patrones repetitivos de las secuencias, la indeclinable vibra glacial, la melodía pop de tesitura tecnológica... Casi nada escapa del manto de sobria languidez y pesadumbre con que las solemnes vocales acunan el nuevo repertorio de CK. Es una incierta desazón la que nimba los ritmos mecanizados y los sintes de reluctantes ostinatos en episodios como “Ese Río”, “Polvo De Estrellas”, “De Cuando En Cuando” o “Mundos Paralelos”. El aroma a synth pop clásico es, pues, innegable -influencias de Depeche Mode a lo “Shake The Disease” o “Leave In Silence”, del nervio de Ultravox circa “We Came To Dance” o “Visions In Blue”, del O.M.D. del imprescindible Architecture & Morality (‘81).

A despecho de la lobreguez anímica de Laberintos Invisibles, sin embargo, todo lo antes alegado no impide afirmar que el álbum entero está sumergido de lleno en un océano de emotividad. Que éste dé preferencia a viñetas algo desconsoladas, no implica que se apresure a caer en el paradigma de lo crasa y deliberadamente oscuro, y acaso ello explique la ausencia de cualquier huella darkwave. Tampoco implica, por lo demás, que no se hagan esfuerzos por sortear lugares comunes. “Qué Gano Con Volar”, por ejemplo, es un track trotonamente melancólico. “Revolución” transmite una vivacidad que no se condice con su letra levemente distópica. Y “Solstice” es, por default, el canal más luminoso de todo el plástico.

La crepuscular “La Orilla Del Cosmos” le baja el telón a un volumen que muestra cierta evolución en el camino de Ciudadano Kane. No olvidar que Límites Deshabitados aparece muchísimos años después de su concepción. Por esta razón, Laberintos Invisibles es un esférico más representativo del momento presente del trío integrado por Cristián Riquelme, Tonko Yutronic e Iván Guajardo. Disco de impecable factura y aliento desasosegado -que, paradójicamente, funciona como canto de sirena.

Hákim de Merv

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