(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 14 de mayo de 2025.)
Desde el inicio de esta historia, el combo santiaguino se ha desenvuelto rampando entre las variables del indie y del post rock del nuevo siglo, así como del post hardcore, del pop y del math rock peligrosamente próximo al “emo” (género del que siempre he desconfiado). Al tempranero himno “Tiempos Bajo El Sol” siguieron los títulos ya enumerados, en que la alineación fue desbastando su sonido reasignando más o menos peso a los elementos que moldean su música -vg, pese a que el post de los 00s fue paulatinamente relegado, nunca ha sido abandonado del todo; si bien es notoria la hegemonía que ostentan en la dialéctica del grupo el indie rock y el math fecundo en imaginarios emo.
San, cuyo nombre ECSDLQHP acompaña del sinograma “三”, deja sentada tanto la ascendencia china de su bautizo como su posición numérica ordinal al interior de la discografía del acto (“tres”). Abre la placa la impetuosa “Cómo Voy A Ver” y el despliegue de energía no se detiene hasta culminar la primera mitad de la jornada (“Gatos En La Oscuridad”). Pop independiente de líricas sencillas y punzantes (“Miremos Al Espacio/Sayi”), de alborozado dinamismo (la aludida “Gatos...”), que no tiene reparos en usar a discreción alguno que otro sampleo (“Vamos Muchacho”). Del post a lo Esben And The Witch o Friends Of Dean Martinez, no existen señas ni cuando se aminora un tanto la marcha (“Al Otro Lado Del Canal”).
El epílogo es reservado para “Mala Memoria”, melodía que no reedita los niveles de vitalidad mostrados durante las primeras zancadas de San (三), pero que vuelve a orientar la proa del barco hacia la estética emo ornamental de ECSDLQHP. Se cierra de esta guisa una rodaja que, abrevando en aguas no siempre recomendables para mi consumo, resulta sorprendentemente aceptable. Buena muñeca la de Franco Perucca, Javiera Méndez, Matías Grasset, Matías Manríquez y Vladimir Mella. Edita la hace poco resurrecta Joy Boy Records.
Se acrisolaban en Límites Deshabitados el característico darkwave ochentero y el synth en sus versiones usamericana y anglosajona, cocinándose un opus de electrónica ars poetica arropado por el (neo)romanticismo que germinara hace cuatro décadas en la Rubia Albión. Para Laberintos Invisibles, los chilenos han encarpetado quién-sabe-si-permanentemente el pantone darkwave, desenvolviéndose circunscritos al radio de acción de las performances synth. Y ya en este feudo, acercándose de lleno a la gélida penumbra que exuda la herencia de sus pa(d)res británicos. Incluso en sus momentos comparativamente más cálidos (“Hogar”, “Ícaro”), las nubes nunca llegan a disiparse del todo.
Los futuristas patrones repetitivos de las secuencias, la indeclinable vibra glacial, la melodía pop de tesitura tecnológica... Casi nada escapa del manto de sobria languidez y pesadumbre con que las solemnes vocales acunan el nuevo repertorio de CK. Es una incierta desazón la que nimba los ritmos mecanizados y los sintes de reluctantes ostinatos en episodios como “Ese Río”, “Polvo De Estrellas”, “De Cuando En Cuando” o “Mundos Paralelos”. El aroma a synth pop clásico es, pues, innegable -influencias de Depeche Mode a lo “Shake The Disease” o “Leave In Silence”, del nervio de Ultravox circa “We Came To Dance” o “Visions In Blue”, del O.M.D. del imprescindible Architecture & Morality (‘81).
La crepuscular “La Orilla Del Cosmos” le baja el telón a un volumen que muestra cierta evolución en el camino de Ciudadano Kane. No olvidar que Límites Deshabitados aparece muchísimos años después de su concepción. Por esta razón, Laberintos Invisibles es un esférico más representativo del momento presente del trío integrado por Cristián Riquelme, Tonko Yutronic e Iván Guajardo. Disco de impecable factura y aliento desasosegado -que, paradójicamente, funciona como canto de sirena.
Hákim de Merv
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