(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de enero de 2024.)
LOS DISCOS PERUANOS DE 2023 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (I)
En cortísimo lapso de tiempo (básicamente el último trimestre), Chip Musik estrenó el año pasado nueva línea de lanzamientos que aditar a la de ‘Transmisores’ y a la ya clásica de ‘Legos’. ‘Paradigmas Frecuenciales’ es la denominación que recibe la bisoña ristra, armada un poco sobre la marcha, o al menos así luce dadas las inusuales características formales que a día de hoy la definen.
Etiquetada como single, la primera entrega irrumpe el 12 de octubre. Leyendo la nota interna de BandCamp, la independiente le presenta como split, lo que es confirmado por las participaciones de Ionaxs, Trampaluz y Miyagi Pitcher. Pongo en entredicho hablar de un split single o un three-way single, empero, ya que Paradigmas Frecuenciales (I) sobrepuja la cota de los 20 minutos.
Sin el peso/anclaje que suponen las texturas envolventes asociadas al campo de la experimentación sonora, “Meissa” de Miyagi Pitcher prescinde igualmente de cualquier patrón rítmico evidente. Su utópica arquitectura ambient se despliega indesmayable, lo mismo que la campaneante reverberación de su sinuosamente circular leit-motiv, evocando (¿mejores?) mundos post humanos de ciencia-ficción y erigiéndose como el exacto reverso de “Cortando El Lazo En Paz”. Tan es así, que por momentos me hizo recordar las fábulas futuristas soñadas por The Future Sound Of London en los pasajes más atmosféricos de su monumental doble Lifeforms (1994).
Finaliza “Cianotipia” esta primera muestra de ‘Paradigmas Frecuenciales’, a modo de práctica síntesis. Para ello, Ionaxs se encumbra hacia las armonías volátiles del shoegazing y del bliss pop, como ha hecho en sus trabajos personales liberados durante el ’23 (Antotipia EP y Portrait In The Postcard), atravesando densos bancos de neblinoso éter gracias a la delicada orfebrería electrónica que enhebra intermitentes esquirlas de nutrido miniaturismo noise y silencios que no pasan por tales. Curioso diseño para una composición que alude a la vieja técnica artística de obtener negativos fotográficos en gama azul prusiano.
La segunda entrega de ‘Paradigmas Frecuenciales’, publicada el 14 de diciembre, en otra oportunidad.
Si bien no me hallo tan familiarizado con la discografía de Pay como con la del unipersonal de Guillén Serrano, sí le he dado varias vueltas a Apariencias EP, y debo decir que no me ha resultado atractivo en lo más mínimo -a diferencia de la ejemplar andadura de Panoptia. Sin el apremio de aludir a evolución alguna, cosa que como acabo de dejar sentado no me consta, la música de Pay es de lo más básica y superficial. El pop rock que elige cultivar sólo tiene de ello la piel. Cero riesgo, cero actitud, cero crudeza. Al menos aquí, la dupla integrada por Daniel Casave -voz y coros, guitarra, teclado- y Julio -teba, teclado, guitarra, voz y coros-, secundada por Rolando Del Carpio en bajo y eléctrica (el “Rula” de Los Resortes); no muestra ni el instinto ni mucho el alma que cabría esperar de una agrupación devota a esas coordenadas.
En cuanto a letras, releo la nota de prensa y no sé si soy yo el que no ha podido sintonizar (por viejo), o si es que esta gente vive en una realidad alterna. De líneas muy discretas como las de “Estoy Jodido” y “Ninguna Por Ti”, Pay pasa a estrellarse contra el piso garrapateando textos que me retrotraen a los disfuerzos noventeros de los sobrevivientes mainstream del decenio anterior (“Apariencias”). Un nivel francamente pobre.
No soy muy partidario de demoler una banda hasta los cimientos, pero aquí no veo/escucho por dónde salvar lo mostrado. Zancada en recontrafalso, la de Pay, en el mejor de los casos -ahora mismo me allano a devorar sus referencias precedentes, para confirmar o desechar mis dudas.
Corroboro la veracidad de lo anotado por Málaga en cuanto a la vetustez de algunas partes de este mosaico. “Gloomy Sunday”, uno de los dos temas no firmados por el mistiano (el otro es “Canción De Cuna Para Abortos”, de los mexicanos La Función De Repulsa), me fue enviado por el músico hará cosa de una década atrás. Lo he conservado en mi PC hasta que verifiqué que era el mismo número incluido en Thanatology For Young Ladies, tras de lo cual acabó en la papelera de reciclaje. Rubrico aquí constancia, por ende, de la exactitud del intervalo señalado en lo tocante a su límite más lejano.
Me remito a Tales In Deep Noise Saturation (‘20, editado también en Norteamérica), último Fiorella16 que escuché (no sabía del Inertrice EP sino hasta el preciso minuto en que tipeo estas palabras), para confrontar Thanatology For Young Ladies. Un plástico bastante más corto que el de hace cuatro años (apenas 40 minutos vs. los más de 80 de Tales...). Es, asimismo, más copioso (16 canales contra los 6 del ...Noise Saturation). De ello se infiere que muchos de los cortes de Thanatology... son, si cabe, algo más que fracciones/pedazos/cachos: tres de ellos no superan el minuto de extensión, y sólo dos se arriesgan más allá de los cuatro.
En cuanto a su metafísica, el acento se ha recargado en las cualidades ungidas por las últimas vanguardias del siglo XX. A despecho de un Ruido que tiende a transfigurarse/exhibirse poliédrico (“Calle Panteón”), éste es esencialmente monocorde, duro, sólido. Pese a que algunos ecos resultantes de los espacios cerrados dibujados por la música de TFYL hablan de oscuridad no fúnebre (“Bardo”), ejemplos de lo contrario pululan a todo lo ancho del volumen, llegando a ratos a estratos macabros y bastante creepies (“El Boohoo”). No necesariamente un defecto, la tosquedad en el acabado acústico de las viñetas refuerza la percepción y la sensación de iteración (“I Shall Be Late”), de un primitivismo aplastantemente dionisíaco (“Las Willis”), si acaso dos o tres veces apolíneo (“...Y Todo Para No Encontrarte”, “Última Letanía”). En resumen, experiencia poco recomendable si nunca te has atrevido a merodear los auténticos extramuros de la música pop contemporánea.
A propósito de Ch’usay (2018), cerraba un corto comentario mío indicando que quizá Novalima se encontraba en una encrucijada: “...enrielarse definitivamente hacia el afro, acometiendo para ello un importante salto evolutivo que le(s) transforme, o hacerlo mutar a través del componente electrónico”. Luego de un lustro, se verifica lo segundo. Si en ambas secciones de La Danza se han encartado sampleos de música afroperuana tradicional, éstos son infinitesimales, y por ende accesorios del todo. El repertorio de once piezas asoma completamente nuevo, aupado por colaboraciones como las de La Dame Blanche, Pablo Watusi o Hit La Rosa.
La primera escucha de “El Tiempo”, verbigracia, casi me produce un soponcio. La segunda, en cambio, reveló que se trataba de un brioso y grácil dancehall antes que de un funesto reggaetón. La sección conformada por “Palenque”, “Canto Del Agua”, “Amanecer” y “Aquí Y Ahora” es todavía más reveladora; con exquisitos indicios de un mestizaje abierto: “Palenque” y su notable ejercicio de percusión afrocaribeña, “Canto Del Agua” y su roots reggae estilizado, “Amanecer” y su tenue coqueteo con el sandunguero candombe, “Aquí Y Ahora” y su potente crisol lleno de color.
Otros paradigmas igual de remarcables son el sutil afrobeat de “Pura” -muy en la onda de “Coba Guarango”- o la intersección entre estoque jamaiquino y sublimados bronces centroandinos de “Nación”. Ninguno de ellos, o de los anteriormente aludidos, oblitera las muestras de ¿”purismo”? que válidamente se permiten todavía insertar Pérez Prieto/Del Solar/Morales/Montesinos/Guerrero/Álvarez, como “Hatajo” y “La Danza”. Todos, eso sí, ponen de relieve el tino con que el sendero a transitar fue escogido. El otro, el de centrarse en la afroperuanidad, queda para exponentes como los Ballumbrosio o los tremendos Perkutao.
Hákim de Merv
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