jueves, 27 de agosto de 2020

Rip Off Records

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 19 de agosto del 2020.)

Meses atrás, comentaba en este mismo espacio la llamada 1era Maqueta de Carlos García a.k.a. Alienígena. No es ésa la referencia más antigua que acredita el padrón de Rip Off Records, pero acaso sí la más accesible. Como para añadir sabor a la sopa de piedra, un fragmento de ese demo queda inmortalizado en Isolation (Compilado De Música Electrónica Y Ruidismo) (2020), pantagruélico doble que funge como carta de presentación en sociedad de la escudería trujillana.

Además de ser pareja, Mila Celis y Javier Panter mueven los hilos de Rip Off desde hace algunos años. En principio fanzine (2018), luego le transformaron en activa plataforma para el lanzamiento de documentos sonoros, la mayoría de los cuales ha visto la luz en modalidad cassette. El formato pega muy bien con la línea editorial y con la ética/mística que abraza la dupla -el Ruido. No cualquier clase de ruido, evidentemente: aunque las publicaciones del sello no le niegan sitio a la arisca electrónica experimental de artesonado noventero -“Sesión En Cuarentena (2020.03.24)” de los chilenos Bullet138, por ejemplo-, el grueso de su material corresponde a subversivas unidades de iracunda estética post industrial, a propuestas que fagocitan el grindcore demencial de los orígenes, a bandas que se posicionan entre ambos géneros y se sirven de ellos -re-creando la secreta asonada de vil noise inhumano urdida en Lima durante la primera mitad de los 90s (fugaz escena documentada por la recopilación de Buh Records Visiones De La Catástrofe: Documentos Del Noise Industrial En El Perú (1990-1995), 2016).

Posteriores a Isolation..., la discográfica de La Libertad ha preparado dos muestrarios con que expandir y reafirmar el alcance de su accionar, Escenario Post Apocalíptico y su ...Vol. 2, también en este año. Esa tríada de recopilaciones define (sin agotar) los parámetros estéticos de Rip Off: expresiones cacofónicas dotadas de un arrastre imparable en su ciego embiste (“Defiling The Abysmal Gates Of Isthar” de los ecuatorianos Old Punx Must Die), sitas millas por debajo de la Baja Fidelidad (“Martín Vizcarra” de Mauricio Moquillaza), que se disparan a velocidades speed y grindcore (“Lo Peor De La Humanidad” de Buitre) cuando las acicatea la Rapidez -y cuando no, sólo toleran ser descritas como bulla sin orden ni concierto (“RAF (Raw Autonomic Fire)” de los alemanes Dirty Harry). (Des)Composiciones preñadas de un odio visceral hecho ruido (“Verdades Politica É Utopia” de los brasileros God Pussy), que habitan atmósferas industriales de espanto (“Destroy Everything You Love” de los mexicanos Fabrikmutter), desgarrados sus contornos por un noise crepitante (“World Collapse” de los filipinos SHOCK STICK TERROR) y traspasadas por roncos berridos guturales (“Revolution” de los nepalí-estadounidenses Bulha Morta).


El plus adicional de estos artefactos es doble. Por una parte, su calibre internacional. Por la otra, la constatación fáctica de la obsesiva usanza grind al bautizar su extremista terrorismo aural recurriendo a excéntricas construcciones lingüísticas tan dilatadas como fulminantes son sus latigazos. De Bali a Alicante, de Querétaro a Utrecht, de Manila a Viena, de Salvador Do Bahia a Vancouver; ruidistas de todo el orbe han respondido al llamado de la escudería. Más que con las facilidades inherentes a un mundo globalizado, relaciono esta facultad de convocatoria con las vastas redes de contactos por correo que las músicas no comerciales alentaron y multiplicaron entre fines de los 80s y principios de los 90s -días en que esperabas ansiosamente la llegada del paquete tanto tiempo soñado, con los fanzines fotocopiados y las maquetas caseras de portada hecha a mano. Toda una movida liberadora que reafirmase la consigna punk del “hazlo tú mismo(/a)”.

En cuanto a la afición por sacarle el jugo al diccionario hasta la última gota, ciertamente es una cualidad que trasciende más allá de los panorámicos de Rip Off, tal cual su concertación con grupos foráneos. De las antedichas compilaciones -“Muerte Por Desangramiento Por Lesión De La Arteria Femoral A Causa De Una Sobrecarga De Estridencia Sonora” de Pucta, “En La Soledad Absoluta Y En La Decadencia Más Obscena” de Hien/Mao-, esta manía irrefrenable se extiende al Placer Visceral EP de Buitre (“Ritual Pagano De Momificación”, “Prácticas Sagradas De Canibalismo”), a sus splits respectivamente junto a los históricos Atrofia Cerebral (“Mi Casetera Está Poseída Por El Demonio Del Noise”) y a Philip Butters Prolapse (“Eméticas Confesiones De Un Drogadicto Asesino”), al three-way tape con Demonio Tallán y los santiaguinos Grinder Flesh (“Improvisación Libre De Violencia Sonora”)...


Hasta el momento, 2020 ha sido un año muy intenso para la label del norte. La polución sonora que le alimenta ha cuajado en criminales cortocircuitos escatológicos como el emputado grind noise de Pucta en Trepanación Craneal, sobresaturado extended de coloquialismo políticamente incorrecto. Entre los demás frutos pútridos acogidos en el regazo de la nómina, está el alias piurano Demonio Tallán y sus dantescos accesos de crustcore. También, admirables abortos malignos como Ruidosa Inconformidad (Chile) o Noise Conspiracy Project (Filipinas), que practican una suerte de harsh punk; y mutantes de serie Z como Corpse Autopsy, A Ghostly Vacuum Trapped In A Confinated Space e Ewok Noise, (ir)responsables de un pernicioso ruido electrónico altamente nocivo para el oído. Ya en la periferia, se agitan el hardcore drum’n’bass de Tetsuo Punk Terror, el semblante más racional de Buitre (su “Improvisación...” se queda a muy poco de llegar a los tres minutos, todo un record para estos turbios e insidiosos parámetros).

Notoriamente, pues, mucho hay que destacar de esta iniciativa liberteña. La infame brutalidad del output sónico que abroquela comporta una saludable/urgente bocanada de vehemente y aguda antipatía hacia ese lado apolíneo de la existencia que cae quaker de tanto que le oímos ser voceado/prescrito desde la cultura oficial y la mass media. Un coro de alaridos ácratas, horribles, monstruosos; surcando los titánicos ríos de lava noisica con que abrazar las sombras que todos llevamos dentro (bajo la inmortal consigna “piratea y difunde”).


Hákim de Merv

jueves, 20 de agosto de 2020

Fantaxma: Fantaxma EP // NRA Ruido: Crugita // Stonearth: Micelio EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de agosto del 2020.)

¿Te acuerdas de Aura, quinteto del colectivo UnderPop que plantease con su epónimo debut la cuestión sobre si es posible hablar de indie dark, del mismo modo que se habla de indie punk o indiegaze o...? Sucede que a otro grupo peruano le parece más que pertinente hacerlo. Se trata de Fantaxma, cuarteto arequipeño cuya génesis se remonta al 2018 e incluso un tanto más atrás -si se tiene en cuenta que algunas de sus letras comenzaron a desarrollarse en el 2017.

David Blas (bajo), José Willington (batería, coros), Lenin Herrera (voz, segunda guitarra) y el ex Perros De Presa Miguel Málaga (primera guitarra y acústica) son quienes actualmente animan a Fantaxma (el hermano de Miguel, José María, integró la alineación en algún momento de su prehistoria). Es con esta formación que el combo graba y publica para descarga gratuita su extended de estreno al promediar mayo último. Nada más empezar la reproducción, queda en evidencia la filia dark (por encima de la fijación post punk que otras plumas han entrevisto). Es “Tantas Veces”, efectivamente, una melodía esmerilada de versos opiáceos; cuya eléctrica toma notas taquigráficas de las lecciones impartidas por Manuela Rickers y John McGeoch en los primeros 80s.

Sin embargo, escuchar reiteradamente estos casi veinte minutos pone la mirada un poco más en perspectiva -ya que el rock oscurón de aquella década no impregna todo el ADN de los mistianos. En números como “Ella” y “Extraviado”, por debajo del manto darkie sobresalen guitarras pulsadas con generosos brochazos de desparpajo. De otro lado, los coqueteos con el slacker pop tampoco escasean, si bien se hacen más patentes en la cálida y extraña balada “Silvana” o en la testimonialmente luctuosa “Ya No Puedes”. Es, pues, el indie de cambio de siglo el que aporta la otra mitad del genoma del cual emerge Fantaxma EP; extendiéndose su perentoria influencia hacia la prosa -vivencial, emotiva, nostálgica- de cinco de las seis estaciones del repertorio. A éste lo completa una relectura punk de “Tu Rostro Metálico”, original de los también rojinegros K.Wi.D, incluido en su primerísimo Utajaru Irpita (2000).

Como le pasaba a Aura, la propuesta de Fantaxma todavía requiere de tiempo y rodaje para fermentar en una mixtura de mayores vuelos. Entiendo que todos los músicos involucrados son veteranos experimentados del circuito independiente en AQP, por lo que talento y background no faltan. Así, urge imponerse un nivel más fuerte de autoexigencia: siendo la idea descartar un sonido estático en favor de un movimiento constante, un riguroso ajuste general de clavijas se hace imperativo para el siguiente paso.


Manejo una muy vaga idea de lo que ha debido ser el camino de Félix Pineda Méndez hasta aquí. Sus primeras incursiones artísticas están ligadas a la performance y al uso de la palabra, primero escrita, luego oral. Inmediatamente después, fue ganado por el Ruido: Hongoz En El Zerebro (2010-2013) grabó inacabadas sesiones de las que no pudo sacarse nada en limpio para publicar, sesiones repescadas póstumamente por Pineda Méndez. Esta recuperación proyecta un ponzoñoso perfil post punk, más cerca de Chrome y de Mars que de P.I.L. o del Massacre de Bill Laswell, virulento habitante de simas de horrífica abyección y primo en tercer grado de Liquidarlo Celuloide.

Una vez instalado en la Ciudad Blanca, hacia el 2016 el limeño concibe NRA Ruido como individual desarrollo posterior de HEEZ, debutando en vivo al año siguiente en el marco del festival Espora. Desde entonces, su presencia se ha hecho gradualmente constante en los directos. Lo primero que le conozco es un par de tracks cedido a la compilación Nueva Música Experimental Arequipeña (2019), junto a Yume Station, THylacinus y Sintonía Muerta; pero su BandCamp abunda en copioso material colgado desde agosto del 2018. Huelga decir que lo de Pineda Méndez -un torvo rompeolas megalítico de noise inexpugnable e inmisericorde- es lo más insano del conjunto. Tamaño antecedente ya alertaba sobre lo que sería su puesta de largo.

Editado por la flamante escudería de Miguel Málaga (Uku Records), Crugita es lanzado en abril para free download. El “método en su locura” es el de la improvisación fundamentada en el Error y encaminada por una suerte de “escritura automática” -para la cual sirve cualquier cosa, orgánica o artificial, susceptible de generar sonido; y cuyo palio es cualquier medio ambiente. Aquello que fuera incapacidad para adaptar lo creado bajo patrones de tema y/o canción durante Hongoz En El Zerebro, se convierte en motor de una experimentación que -prescindiendo de toda estructura/gramática- acaece en tiempo real, combinando aleatoriamente significantes de diversa procedencia y generando de esta manera nuevas nomenclaturas con que el receptor pueda interactuar.

El procedimiento sistemático/asistemático descrito es consonante con la tradición que ha forjado la comunidad avant garde en el Perú. Es el caso, empero, que NRA Ruido enfatiza la segunda parte de su nombre como nunca nadie lo ha hecho aquí antes -el opus que hubiera firmado Distorsión Desequilibrada en anfetas. He paladeado discos de la fase final de Evamuss, antes de su ‘resurrección’ en las postrimerías de la década pasada. He audicionado rodajas de Paruro que, por contraste, convierten en poético el sonido del trueno. Me he expuesto a raids parapetados tras el Volumen, como La Confitería Es La Mejor De Las Religiones (2002) o Cono Norte. Ninguno de estos lances me preparó para vérmelas con la criminal sobresaturación armónica de frecuencias sonoras que demencial ejecuta Félix. Con mucho esfuerzo, en medio del diafónico vendaval que atraviesa la onda sónica puedes discernir un casi invisible soporte rítmico. El resto es caos hecho estruendo, bulla, estrépito -lo que más se le acerca es el desaparecido unipersonal K.I.L.L. en vivo.

No faltará quien despotrique del Crugita aduciendo que es la radiografía del calamitoso estado al que ha arribado el arte contemporáneo bla-bla-bla (sí, todavía quedan). Aunque mi opinión es diametralmente opuesta, al respecto habría que recordar lo que dijo Brian Eno acerca de los no wavers neoyorkinos, cuando llegó a los Estados Unidos para producir el mítico No New York: “suena realmente desastroso, pero es un desastre que nunca antes había visto”. De todas formas, si vas a escucharle sin audífonos, conseguirse unas orejeras Optime™ 105 con que modular el NRR (nivel de reducción de ruido) para nada sale sobrando -te evitas chistes desagradables como la mastoiditis o la presbiacusia. Si vas a hacerlo con audífonos, reduce el volumen a la mitad de lo que normalmente lo pones -el disco, que replica el efecto del sonido de un taladro dental rebotando sin pausa dentro de la caja craneana, es materialmente INAGUANTABLE.


Cuando apareció el homónimo extended de Stonearth, allá por el 2016, no lo comenté por dos razones. La primera, me hallaba ad portas de viajar a Chile, y no contaba con el tiempo necesario. La segunda, en realidad el registro no era sino un demo bastante discreto. En principio, ello no tiene nada de malo: al revisar la info de BandCamp, el propio grupo lo presentaba como tal. No obstante, Stonearth EP venía a ser lo primero que editaba un trío que para entonces llevaba ya... ¡¡¡un septenio!!! ...tocando covers de Kyuss, Hendrix y Black Sabbath.

Han pasado cuatro años y Stonearth vuelve a la carga con nuevo breviario. Micelio EP rescata surcos compuestos y/o grabados entre el 2016 y el 2019. En éstos, encuentro avances significativos respecto del episodio anterior. El stoner rock del terceto se percibe más maduro/concentrado, no se diluye en autoindulgentes explosiones de testosterónico pseudo-virtuosismo -como pasaba antes. El ingrediente lisérgico de su música es liberado en movimientos rápidos y en cantidades exactas, dejando que sea el heavy blues el basamento sobre el que se construye el armazón de los canales recopilados. Quizá por eso el nombre de este artefacto -conjunto de filamentos microscópicos que vertebran una especie de esqueleto en los hongos, que además asimila las sustancias nutrientes y que le permite al hongo establecer simbiosis con otras plantas.

Apertrechada de efectos varios, la eléctrica de Ricardo Rodríguez ahora maniobra afilada, entendiéndose a la perfección con las baquetas de Jorge Infantas y Sebastián Gómez (quien sólo participa en “Orate”, codificado en una toma). Por otro lado, el kilometraje que ha ido cosechando el mástil de Hugo Velásquez le permite abrirse paso en el fragor de la batalla, marcando segura y pesadamente el ritmo. Este contrapunto da lugar a piezas que, en su ominoso discurrir, acreditan mayor solvencia que las de antaño. En ese sentido, su tema mejor vertido es justamente “Micelio” -y una mención aparte se gana el hermoso “Cúpula Solar”, delicado instrumental acústico que merece a futuro una producción más esmerada.

A despecho de este progreso, le resta a Stonearth mucho terreno por cubrir. La terna sigue mostrándose cachazuda como un oso siberiano: no le preocupa moverse cansinamente, menos pisar el acelerador en contadas ocasiones -parece que lo fuera a hacer de un momento a otro en “Torcido Pero Erguido”, recién lo hace en “Orate”. Eso le impide cortar los ganchos que todavía le circunscriben a un stoner genérico. Stonearth necesita soltar amarras y echarse sin miedo a navegar el tempestuoso mar que se le extiende delante. Tiene con qué.


Hákim de Merv

jueves, 13 de agosto de 2020

Transmisores

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 5 de agosto del 2020.)

En los más de cuatro meses que llevamos los peruanos bajo emergencia sanitaria, nuestros circuitos independientes han visto realizarse muchos lanzamientos, afectados moderadamente éstos por las nuevas condiciones en que hemos de vivir quién sabe hasta cuándo. Contados, sin embargo, son por ahora los trabajos desde su mismísimo inicio concebidos en tiempos pandémicos. Transmisores (fines de mayo), última referencia en el catálogo de Chip Musik Records, figura entre aquellos pioneros -si no es el primero entre ésos.

Dedicado a Florian Schneider, histórico miembro de Kraftwerk fallecido en la veintena de abril, Transmisores se vocea como split. No estoy de acuerdo con la denominación: esa chapa se reserva para discos cuyas mitades son ocupadas por sendos grupos. Si los involucrados son tres o más, se les adjudica el rótulo según la cantidad: “three-way”, “four-way”, “five-way”... El caso es que este esfuerzo colectivo tampoco calza en esa clasificación, pues el aporte de cada proyecto no es unitario -sino que se ha pauteado en dos momentos equidistantes. Su estructura, entonces, va más en la línea de la Compilación I (1997) de Crisálida Sónica y del Nueva Música Experimental Arequipeña (2019).

El regimiento se halla conformado por cinco actos, cuatro de ellos enrolados muchos años ya en las filas de la casa discográfica, y el restante en vías de debutar luciendo las mismas sedas: Siam Liam, Xtredan, El Otro Infinito, Ionaxs y Mongo No Stars. Es este último uno de los alias más enigmáticos de la escena off-mainstream nacional: no tiene site, ni página en Facebook, ni cuenta en plataformas de streaming. Virtualmente, no hay medio byte de información online, fuera de colaboraciones cedidas para los capítulos octavo (LACASAZUL) y decimotercero (Trece (El Final De Una Década)) de la serie Lego que impulsa la disquera de marras.

Ya que las piezas de esa doble hélice que configura Transmisores son idénticas en forma, contenido y emplazamiento; es notorio que el álbum dispone de un orden que transforma en ciclo. Ambos -que iré describiendo en paralelo- arrancan justamente con Mongo No Stars. En los Legos en que aparece, el unipersonal ya había exhibido una sorprendente habilidad para acrisolar techno, acid house y algo de la tosquedad EBM ochentera; sorteando siempre la eventual densidad que puede acarrear semejante menjunje. “Early Morning Rain & The Wolf” y “Love Reberveration” agregan a la mescolanza el rotundo intelligent pertinazmente anti-bleep de los primeros Orbital, tiñéndola de bullente colorismo lúdico y aceitando vital su isócrono engranaje. La síntesis catapulta a MNS a un estado espiritual por decir lo menos hipnotizante, que se encumbra sobre los descubrimientos de los estetas de Chicago y Detroit. Curiosamente, Siam Liam -una de las tantas identidades que maneja Alexander Fabián- aterriza aquí en similares coordenadas. El ruidoso IDM de lustre latino que poblaba su primogénito Sul Da Pradaira (2019) prescinde en cierta medida del noise y de las riendas que utiliza para dosificar la velocidad de bpms. Así, las breves “Visión Áurea” y “Dream On” ven volcada su pictórica hacia el vibrante muralismo de una electrónica post rave de juguetona onda expansiva, cuya artesanía es direccionada empero por una sobriedad casi nipona.


El Otro Infinito orienta la proa del barco hacia mares más profundos, inmutables, sombríos. Alfonso Noriega persevera en la ruta que trazase su último opus, el acrónimo EOI (2019) -es decir, vastos itinerarios en los que la estética ambient ocupa completa la bóveda celeste, sumiendo el paisaje entero en un crepúsculo de pálidos grises que agonizan infinitamente. Lo interesante radica en la maña con que el músico elude entregar tracks inanes y anodinos: una secuencia abisal de ascendencia glitch agita las corrientes que surca “Ella Gustaba De Gritar A Las Nubes”, impeliéndole hacia cielos más benignos, mientras que los maquinales beats IDM otrora numerosos en el pasado de El Otro Infinito toman el control de la ennegrecida y resonante “Ligotti” -donde participa un invitado de lujo, el gran José Javier Castro. En la misma abstracta dirección, si bien mucho más decidido en su aproximación aislacionista, toma la posta Xtredan. El individualista Dante Izaguirre dirige su mirada hacia los años dorados de la Warp -el post rock coloidal de Seefeel, el Aphex Twin del abrasador Selected Ambient Works II (1994). Ergo, “Seres De Cristal” e “Inframundo” se adentran en la escuezante aridez que disemina el ambient de beats domeñados y funcionales a texturas construidas por capas tras capas de atmósferas -con seguridad, “Inframundo” es el tema más oscuro y mucilaginoso de Transmisores. Álgebra transnumérico hecho sonido para visitar planetas errantes, como también acontecía en su propio Conspiración (2017).

Ionaxs es el encargado de finiquitar ciclo y disco, de maniobrar el timón para concretar una cerrada vuelta en U, de zambullirse hasta tocar lecho marino en proximidades costeras. Aunque se han quemado varios calendarios desde su último largo, Descomposiciones (2016), Jorge Rivas se ha ejercitado publicando cortes nuevos a través de las compilaciones preparadas por la label. Tanto “Melange (Mix)” como “No Mortal” revalidan el maridaje de tamiz oceánico que practica el también Philkophillips desde que ingresara a la nómina ChM -un bálsamo de bliss pop, ruido repujado, efluvios de shoegazing e IDM a punto de desbocarse. Ambos canales comparten esa perlada sensibilidad acuática que siempre ha labrado el limeño, pero es el punchero “No Mortal” el que mejor la aprovecha, compendiando en sus cuatro minutos y medio muchas de las particularidades que le confieren a Chip Musik sus facciones identitarias. Rivas ya ha anunciado no sólo la pronta salida de un nuevo disco de Ionaxs, sino además una segunda entrega de Transmisores en ciernes. ¿Nueva serie a la vista?


Hákim de Merv

jueves, 6 de agosto de 2020

Javier Moraga: Perdiendo Contacto // Parasomnia: Parasomnia EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 29 de julio del 2020.)

#AguanteChile.

Pese al frecuente contacto vía Internet, Valpo siempre se las arregla para dejarme en offside. Supongo que con ese hándicap lidian quienes viven lejos de aquellas escenas independientes por las que sienten debilidad y/o admiración. El hecho concreto es que, habiendo trabado más amistades en Gran Valparaíso -...Valpo, Limache, Villa Alemana, Viña Del Mar, Reñaca, Concón...- desde mi país que cuando fatigué sus calles, la prolijidad y la mística de la movida valpeña continúan deparándome sorpresas.

Gracias a mi querida amiga Claudia Trejos, tomé conocimiento de Javier Moraga hace pocas semanas atrás. Recomponer su azarosa trayectoria fue ardua tarea, pues el originario de Viña ha desperdigado harta prole sónica a través de distintas escuderías, y ningún site la consigna toda. Para Discogs, por ejemplo, el músico inicia carrera con Toma Distancia (Amplified Music Pollution, 2007). La netlabel Modismo y la cuenta BandCamp de Moraga sindican a Autodidáctico (2006) como el debut. Y mientras el sello continúa enumerando el split junto a Los 5000 (proyecto paralelo de Carlos Reinoso, de Mostro), 666,777,888 (Horrible Registros, 2007), Lunáptico (Epa Sonidos, 2008), Sofismo (Pueblo Nuevo, 2008), A Suelo (Horrible Registros, 2009), Los Nauseabundos Circuitos Del Miedo (Pueblo Nuevo, 2009) y Años Luz (Música Para Antología) (2011, Epa Sonidos); en BandCamp la info salta hasta el single “Callar” (2017) y el Pensado EP (2019). Allí aparece además Recóndito (2020), que no figura en Discogs, y brilla por su ausencia Rasgos Particulares (Pueblo Nuevo, 2018) -que sí detalla la hoy famosa página de coleccionismo completista.

Lo que está verificado es que Moraga se desenvuelve en paralelo como sonidista y programador -Caja De Pandora, Sala De Máquinas- de la célebre radio Valentín Letelier, que sus antecedentes sonoros le sitúan militando en Olor A La Banda, y que en este 2020 ha editado una trilogía -Recóndito en marzo, Violence Is In The Air en abril- rematada en mayo por Perdiendo Contacto (Modismo). Si este último es o no el décimo título solista, es algo que no me corresponde establecer, dadas las circunstancias.


Ok, obviemos la largada en falso de “Luxury”. El viñamarino reformula en plan dialéctico/científico el abstract techno viajero de nombres como Ladies On Mars y Rhythm Box: el programático magma digital rebosante de ambientaciones filo-industriales, que fuera despojado de la furia/sordidez con la que éstas iban normalmente aparejadas, se ve irradiado por desacostumbradas síncopas de posología minimalista. La circularidad de los beats se afina/acentúa conforme avanza el lector sobre “Chulk” y “Sick Sick Sicario”, mientras va haciendo su paulatina entrada un swing delicioso, suerte de update al ralentí de aquello que durante la última década del siglo pasado se conoció como “Miami bass”. Este tramo de Perdiendo... cierra con “Mal En Sí”, cuyos bpms quitan el pie del acelerador para permitir la introducción de minúsculas cuñas downtempo.

A despecho de la floritura estilística, el principal encanto de Perdiendo Contacto radica en la fidelidad al libreto. La mayoría de sus pistas participa del peso, la consistencia, la textura y el moderado extremismo aural de ese Birmingham techno que levanta un puente entre la electrónica de clubes y el aputamadrado ambient de largos alcance y aliento degustado bajo el alias de IDM. Quizá en ese compromiso ético radica la libertad con que el chileno asimila atavíos a millas de distancia, como el insólito matiz free jazz de “Gatopardo”.

El burbujeante sonido líquido de ciencia-ficción de “Gramaláctico” le unge como la pieza definitiva de la jornada -partitura futurista que condensa todos los aciertos del disco, empacándoles en una titánica suite de 17 minutos y pico, llena de desequilibrantes frecuencias tridimensionales, ruido dislocado de complexión glitch, arrítmico breakbeat de dúctil plasticidad... Memoria RAM en perpetuo flujo. Inquieto ensayo sonoro sobre las actuales posibilidades de la electrónica sensitiva para crear/descubrir/describir nuevos universos en la comodidad de tu living o al interior de tu dormitorio.


Interesante el impulso que vienen tomando en Chile el post punk y el dark en sus variantes wave o gothic. Sobre todo porque, que yo sepa -y esto ya lo dije anteriormente-, ni en los 80s ni en los 90s hubo frentes consagrados a tales géneros. En efecto, sólo a algunas canciones podía colgárseles esos marbetes: recién al despuntar la década pasada sale el que debe ser el primer plástico chileno tributario del vacío negro y la noche oscura del alma. Me refiero al epónimo debut (y despedida) del dueto La Fría Lógica (2011), versión de Joy Division incluida. Tras él, se nuclean grupos como Dosis Dionisios, Patio Solar, Intimate Stranger, Gemidos Necrofílicos o BrendanJordan; algunos de ellos antologados en Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile (2019).

Parasomnia -no confundir con el trío cubano de gothem, ni con el dúo argentino de indie post garage- pertenece a esa camada. Se trata de una alineación novel cuyo primerizo single (“Rasguños”) se edita en junio del año pasado. Después de cederlo a la compilación antedicha, el terceto santiaguino entra al Necrotic Estudio a registrar los temas que cuajan su ópera prima en formato extended. Grabación, mezcla y masterizado culminan en noviembre; y en junio de este 2020 los mapochos firman contrato con la discográfica inca InClub Records -subsidiaria de InfraVox Records- para la manufactura de CDs y cassettes en octubre próximo.

La adelantada “Rasguños” -que se adicionará como bonus track en las ediciones físicas peruanas- retrataba a una terna dark purista, devota de los primeros The Cure y del cuarteto de Ian Curtis. Parasomnia EP abre el espectro hacia otros tótems como And Also The Trees o el imprescindible cuarteto sueco-español Décima Víctima. Ofrece evidencia suficiente, asimismo, para entender que el purismo de estos muchachos no es inflexible; ya que algunas composiciones enfilan hacia un hipotético fuego cruzado entre P.I.L. y Gang Of Four (lo que habrá debido padecer Francisco Cerda en las baquetas para estar a la altura del reto). Tal es el caso de los instrumentales “Huir” y “Perros Imaginarios”, así como el de la “ritual” apertura -la sección rítmica agita los pistones hasta que la eléctrica de Franco Reyes se cuela en fase darkwave, sin impedir que el hercúleo bajo de Mauro Rojas siga mugiendo hasta finalizada la canción.

Es por contraste en “10 De Julio” o “Nada Existe” donde las tinieblas hunden irrefrenables los colmillos. Las escarchadas brasas de los Joy, las agudas atmósferas espinosas de la trilogía Seventeen Seconds-Faith-Pornography, la poesía macabra del combo de los hermanos Havas y Jones; se enmarañan en ambos cortes. Éstos rubrican, de paso, la semejanza con las bandas peruchas en cuanto a arquetipos a emular -pero no en cuanto al modo de abordar aquellos modelos: mientras que mis connacionales se mueven del post punk al dark en un mismo número, los sureños efectúan ese movimiento pendular de un surco a otro.

Simpático EP, sugestivo sin ganar la orilla de la sutileza. Parasomnia resiste la tentación de mirarse en The Sisters Of Mercy y Bauhaus, sorteando así la grandilocuencia cliché en que cayó casi toda la escena noventera. Todavía falta, sin embargo, mayor austeridad para alcanzar las calcinantes cotas que exhiben hoy los herederos más avispados del viejo dark ochentero -Antiguo Régimen, verbigracia.


Hákim de Merv