(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 8 de septiembre del 2021.)
No tener miramiento para con los sencillos virtuales -salvo contadas excepciones en el plano internacional, aún más contadas en el nacional- a veces juega muy malas pasadas. Confieso que una de ellas ha sido “Etérea”, single debut del tándem FEM/BOT, colgado hacia fines de febrero del ’20. De haberle prestado atención entonces, habría hecho estricto seguimiento de cada 7’’ sucedáneo de una banda que manifiestamente se las trae todas consigo. “Etérea” da cuenta de una entidad bicéfala exquisita en cuanto a los ingredientes que escoge acrisolar en su accionar compositivo: las austeras pulsaciones sublunares de sintes analógicos en plan Tangerine Dream o Ash Ra Tempel, la marciana oquedad arty de Red Transistor o Theoretical Girls, las atmósferas herederas del filón más arisco que el after punk erigiese a ambos lados del Atlántico...
Un sino similar seguirían tanto los subsiguientes uploads como los aportes cedidos a las compilaciones Aeon Wave: Neo Synth And Dance Tracks From Lima’s Underground (2021) y Telúrica (2020), esta última segundo tomo del díptico con que celebrase Trilce Discos sus diez primeros años de existencia. Justamente es la participación del dueto aquí, “Klon”, la que me lo da a conocer. Y justamente es Trilce la independiente que ha editado, a inicios de julio, el estreno formal del binomio en modalidad cassette.
Mitad repesca de los 45s digitales y mitad inédito, NN confirma las sospechas que se cernían sobre las virtudes acreditadas por Silvana Tello y Oman Morí. Su dialéctica propende al post punk ‘77-‘84 y al darkwave, invoca al fantasma que habitaba el Soho durante los días de la no wave neoyorkina, incorpora y absorbe el sonido de la escuela berlinesa del kraut rock tanto como el del synth pop y aún el de ese minimal synth que hoy goza de unas justas reivindicación y segunda vida. El fruto de semejante contubernio es una cruza desgarrada entre el feroz antirockismo alucinado de Chrome y el minimalista metal beat de D.A.F., cruza acunada por texturas regurgitadas desde el Abismo.
Esa disección y sus implicancias explican, sin racionalizar, el ominoso post punk de lisuriento automatismo surrealista que ostenta “Scorpio”, la crispada guitarra darkie cosida a un teclado de exigua armonía tonal en “Klon” y su voz salmodiante a lo Brendan Perry, el cárdeno escupitajo críptico de “Sumac”, y aún el insólito proto-psicodelismo marca 80s de “Sonno” -el episodio más relajado de la cinta, funciona como oblicua y límpida versión alternativa del “Just Like Honey” de The Jesus And Mary Chain (“duelo” vocal incluido).
Me quedo con “Etérea” y “MetaMorph”, así y todo. Del primero ya hablé, por lo que me prodigo ahora con el segundo. La fantasmal performance del theremin y la cortante precisión marcial de la drum machine, creciendo enredados ambos recursos alrededor de una programación iterativa y de una eléctrica de neón (que siega como la mejor espada Hanzo), hacen de esta canción un digno par de “Etérea”. Ambos canales resumen lo que acaso sea el mayor acierto de FEM/BOT (¿el chaplín guiña a Futurama?): profiláctico motorik punk para atemperar la esquizofrenia innata en el Hombre del siglo XXI.
Considerando la valía y extensión del output de Alfonso Noriega, de primera impresión pensé en un yerro épico cuando cotejo el menú seleccionado y el minutaje en Recopilatorio: escasos siete cortes que superan por los pelos la media hora de duración en conjunto. O lo que es lo mismo decir, casi cincuenta minutos desperdiciados y al menos otros siete cortes que pudieron figurar aquí. Debo reconocer, no obstante, que el track list escogido y su finitud hacen pensar más en una primera vez para quienes no conocen aún la música de El Otro Infinito.
Puesto así el escenario, Recopilatorio funciona bastante bien como primer lance. “Los Dioses De Arena” es una muestra in extenso -única en un registro de sugestiva electrónica a disfrutarse en horizontal, el mini-álbum 21 (2017)- de la rigurosa fluidez simétrica con que Noriega lidia al contrapesar la inclinación a las pistas de baile y la poliédrica ascesis ambient que intrínsecamente chocan sables en la retórica IDM. También corren en ese carril el oscuro mesmerismo de “Kali” (placa del mismo nombre, 2016), el inquieto y enérgico intelligent techno de alto octanaje que traspira “Saigón” (El Abismo En Cada Objeto EP, 2018), el hi-fi sepia de “Demons Dress In White” (rework, facturado hace dos años, del original que apareciese en el abigarrado To The Shadow’s Rhythm, 2015), y la desafiante vitalidad de “Say Hi, Say Bye” (del EP endosado a Bifronte). Ejemplos todos de lo bien que ha apre(he)ndido Noriega las lecciones de los estetas británicos noventeros: B12, los inevitables Autechre, Reload, Black Dog Productions...
Con peso sensiblemente menor en el total de la obra otroinfinita publicada a la fecha, temas como “Amanece(s)” (EOI, 2019) o “Las Mareas Traen Tu Nombre” (El Abismo En Cada Objeto EP) ilustran esa laxa estética hidropónica de ensimismamiento ambiental, de espirituosa búsqueda astral que cada tanto acometía la electrónica post-rave a través de sus avatares más misántropos -Global Communications, los momentos zen de Ken Ishii, Biosphere... Números en los que los bpms tienen rascuacha o nula presencia, abandonados a la deriva en un océano de ermitaña placidez, testimonios de inteligencias que parecen vivir sólo en el pensamiento y la especulación -y que condescienden a la manufactura artística para tratar de comunicar a través suyo aquello que los demás podemos admirar, mas nunca realmente entender...
Reformulo mi principal reserva sobre este Recopilatorio, para convertirla en una sugerencia crítica. Es altamente improbable que quien no esté familiarizado con la música que elabora El Otro Infinito, permanezca impasible ante esta recopilación. Pese a ello, si bien no era una exigencia capitalizar el espacio que proporcionan los 80 minutos de un CD, Recopilatorio pudo ser algo más generoso: siete piezas -remasterizadas- pueden bastar para ilustrar la proporción entre las dos facetas que escancia el músico surcano, no para agotar el catálogo de composiciones en que las secuencias fracturadas devienen en patrones rítmicos a fuerza de repetirse sin descanso, o en las que el noise digital se sublima en una envidiable belleza líquida. Mucho menos para recorrer todos los capítulos de este proyecto solista -Games For The Dead (2015), El Infierno En Tus Ojos EP (2016). A tomar en cuenta para un próximo panorámico -eso y buscar un nombre un pelín más ingenioso.
Hákim de Merv
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