(Elaborado a partir de un posteo publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de abril del 2023.)
Desenredar los innumerables hilos con que se entreteje una crónica, cualquiera sea su naturaleza, siempre va a ser empresa ardua -por no decir intrincada. Si lo es teniendo todo a favor, imagínate lo que es con varios hándicaps encima: relato coral, desinterés de uno/a o más de los/as protagonistas, legado a auscultar escaso o nulo, acceso parcial/restringido a documentos de época... Multiplica el factor de dificultad por la cifra correspondiente a quince biografías, aunque no todas completen la cartilla, y vas a tener que hacer frente a un proyecto in-men-so. Sin otro apoyo que el de los/as compas que se compran el pleito. Sin más fondos que los tuyos propios.
La segunda particularidad a resaltar se vincula al campo específico de acción -los circuitos independientes nacionales. Hace casi cuarenta años se pretendió consolidar una movida mainstream que, instantáneamente, quedó fosilizada. Con el tiempo, se incorporó uno que otro nombre, pero aún hoy esa entelequia sigue siendo propiedad de los mismos sospechosos de siempre. Para verificar esta afirmación, basta con escuchar por espacio de media hora la “radio-rock” de tu preferencia, o chequear ese bodrio fílmico que responde al nombre de Avenida Larco: al risible Pedro Suárez-Vértiz, los cochambrosos Río, el veintiúnico hit de Jas o los vendidos NoseQuién Y NoseCuántos; sólo se les deja de lado para poner canciones de conjuntos pusilánimes como Libido o Mar De Copas.
Con pros y contras, el underground peruano sobrevive como la suma de territorios todavía vírgenes para audiencias masivas, donde las ideas se vuelven más avezadas; sin importar la densidad o liviandad de las variopintas propuestas que dentro de sus linderos grupos y solistas concretan. De todas ellas, Villanueva ha escogido reivindicar el espectro hardcore punk, salvo algunas excepciones evidentes ni bien se interroga el índice -Insumisión (industrial y gabber), Perú No Existe (post punk), Atrofia Cerebral (grindcore) y Dios Hastío (crustcore). Por sus páginas, en efecto, desfilan gentes como Paroximia, Autonomía, D(estruye)H(uye y)K(rea), Irreverentes, Morbo, Generación Perdida, Deskontento y P(ateando)T(u)K(ara). Combos todos ellos comprometidos con el punk y el hardcore en sus diferentes encarnaciones -destroy, fastcore, d-beat, punk español, power violence, etc. Por qué asumir la rehabilitación de estas asociaciones y no la de otras, es algo tan subjetivo como válido -total, bandas extraviadas en los anales de la historia de la música pop perucha hay para regalar a manos llenas.
Entonces, ...Las Bandas Olvidadas Del Underground Peruano 1990 - 2010 merecería una salva unánime de aplausos por el esfuerzo, profundo y serísimo, puesto en reconstruir lo más objetivamente posible los caminos -todos ellos accidentados- de quince formaciones que desempeñaran roles importantes, según criterio del escritor, desde las trincheras de resistencia que cada una ocupó de cara al mainstream. Lo merecería aún más, si la intención original de Villanueva se hubiese realizado, ya que el primigenio esquema contemplaba además a Nada Tuyo, Contracorriente, Muerta Humanidad, Carnaval Patético y Kaos Endémico. Esto es, ya sentado el músico a planificar en serio el libro -porque cuando éste era apenas una idea sin contornos precisos, se pensó asimismo en SFC y en Manganzoides (estos últimos descartados de plano porque, si bien geniales, fueron todo en su tiempo menos olvidados).
La loable iniciativa de Juan Pablo parece no contar
en absoluto, sin embargo, para un sector de la movida independiente nativa; que
más de un mes antes de colocar la editorial Entes Anómicos en venta el texto vilipendió
a éste y a su padre, enumerando otros tantos alias perdidos con el propósito de
minimizarles. Más grave -de cara a los incitadores, claro- ha sido esgrimir alegatos
relativos a la cuestión de la equidad de género. Sobre lo primero, habría que recordar
que cualquier libro puede escribirse a partir de la idea más pequeña, sin otra justificación
previa que la del gusto. Como es evidente, puedes estar de acuerdo o no con el
criterio de selección del autor -por qué resarcir géneros que en el fondo no
ofrecen ya nada nuevo, o por qué revalorar bandas deplorables como Irreverentes
o Anfo. Lo que no puede hacerse es condenar casi 250 páginas en ese momento inéditas,
de impecable investigación testimonial, sólo por el hecho de colgarles el “sambenito”
del hardcore punk -o porque no ha sido considerado tal o cual grupo.
Y sobre lo segundo, igualmente habría que recordar que, cuando eliges un tema de tesis; el punto focal sobre el que deben converger los esfuerzos de documentación y argumentación es precisamente ese tema -o el jurado que evalúa la tesis comenzará a hacerla añicos. Personaje histórico de la movida (Atrofia Cerebral, Descarga Nociva, Espirales, Matus, TRIBU), Richard Nossar ha señalado que la proporción entre hombres y mujeres al interior de los line-ups surgidos durante los 80s y los 90s era cualquier cosa menos proporcionada. Es cierto. No menos relevante que esa aseveración es preguntarse por qué, pero ésa es una interrogante que absolutamente nada tiene que ver con el corazón de Saldando Cuentas Pendientes... Villanueva seleccionó una veintena de grupos que considera fueron excelentes y a la vez ninguneados, de veinte pasaron a ser quince porque cinco lo huevearon hasta que se cansó de esperarles/de arranque no quisieron saber nada del asunto/estaban completamente desaparecidos, y de los quince restantes él le dio tribuna a todos/as quienes quisieron relatar su versión de la historia grupal que estelarizaron. En esa selección, nada tuvo que ver el género. Allí están, para ejemplo, los testimonios de las mujeres que participaron en Generación Perdida (Aracelli), en Ratas Rabiosas (Sandra) y en Perú No Existe (Katty). Incluso es menester considerar la decisión de no declarar de Rochi (Irreverentes), a pesar de las muchas veces que Villanueva insistió en ello. Por qué el resto de alineaciones no incluyó féminas, es una cuestión que los demás integrantes y las propias mujeres que pululaban en las escenas independientes deben responder, poniéndose así la cuestión sobre la mesa en otra oportunidad -y que el texto de Villanueva, que lo que está haciendo es historiar el devenir de esos combos, no tiene por qué absolver.
Con relación a la segunda, durante una de las presentaciones de Saldando Cuentas Pendientes... la ponente Teresa Cabrera advirtió que en algunos pasajes de la obra, la única voz agresiva es la del autor. Observación pertinente. A despecho de sus años en Kill The ‘Zine, a la pluma de Juan Pablo todavía le falta curtirse y crecer -entender que, así como todo no es puro academicismo, tampoco todo es pura calle. En la aún corta tradición de crítica de música pop elaborada en el Perú -escrita, narrada, audiovisual-, los exponentes más visiblemente reconocidos han demostrado que la ruta a seguir es la del aristotélico justo medio. Un repaso a los artículos de Pedro Cornejo correspondientes a la primera mitad de los 90s, al legado de Caleta, a la primera etapa del hoy inexistente Sigfrido Letal, o a la incansable chamba del mejor crítico de pop/rock que ha tenido el país, Fidel Gutiérrez (quien prologa SCP...); es suficiente para caer en la cuenta de ello.
Ambos reparos pueden corregirse en una
segunda edición. Ello, por supuesto, depende de factores ajenos a la (buena) voluntad
de los involucrados en la confección y producción del libro -del que, de otro
modo, bien ya podría hablarse como de paradigma para futuras investigaciones. Cabe
preguntarse cuánto tiempo habrá que esperar para que esfuerzos similares hagan
lo propio con agrupaciones de sesgo dark-gothic (Azules Moros, Danza Rota, La
Devoción, Espergesia, Flagelo Clériga, Terminar, Feudales, Aura, Pompeya,
Ilusión Marchita), indie (La Molicie, Persépolis, Rojos Calientes, Callahan,
Rayobac, Golden Chameleons, Cabezas Descalzas, Mi Jardín Secreto, Cocaína, Moon
Over Soho), avant-garde (Lunik, Yume Station, Tica, Jardín, M.A.R.U.J.A.,
Colores En Espiral, Ozono, Rapapay, L- Ror, StereoKultivoX). Eso, por mencionar
sólo tres estilos en los que nuestros circuitos independientes han sido
generosos en cuanto a producción -y cuya repercusión ha sido magra en lo
concerniente a prensa (incluyendo la independiente, de hecho) y a público.
Hákim de Merv
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