(Publicado
originalmente en mi cuenta Facebook el 17 de julio del 2019.)
INTRO: EL SUEÑO AEROSTÁTICO QUE SE HACE
REALIDAD
"Veinte años
después de Naves Sin Puertos, su
último álbum en estudio, la música que Mario y Cocó firmasen como Silvania
sigue siendo fuente de unánimes asombro y admiración; reclutando nuevos adeptos
en distintas partes del mundo. A ello contribuyó ciertamente su residencia fija
en España, pero también el prodigioso talento que con generosidad la dupla
desplegó en cada entrega, vertebrando una trayectoria signada por proteicas
habilidades para evolucionar y mantenerse en las primeras filas de la
vanguardia sonora durante casi una década”.
Parte del texto que
redacté para la excelente compilación ¿Cuánta Distancia Hay Entre Tu Alma Y El Sol? Un Tributo A Silvania (Trilce Discos,
diciembre pasado), el párrafo anterior sintetiza -nunca lo suficientemente bien
y sólo de manera parcial- todo lo que representa para propios y extraños la
obra del binomio peruano más extraordinario en la historia del pop
contemporáneo. Una obra que, abandonado el célebre alias, se consideraba suspendida
indefinidamente debido a las andanzas de los queridos Ciëlo y de otras
interesantes identidades simultáneas en que ambos personajes se involucraron
antes y a la par: Ysabel Telegram, DJ Galax, Girls On Film, el disco Radio al alimón con el español Prozac, Antártica
-suspensión fracturada en dos por el breve paréntesis que comportó Campos De Espirales, Árboles Y Secuencias Posibles (2006), cuyo output fue concebido para la instalación con que la
artista Virginia Calvo se enrolase en una exposición colectiva del proyecto
Land-Art (1999).
Una obra que se
pensó cerrada, como asimismo la de Ciëlo y compañía, cuando Cocó fue asesinado en
Madrid, el 28 de septiembre del 2008.
Esta década que ya vive
sus últimos meses ha sido propicia, no obstante, para la resurrección de
algunas de las alineaciones más visionarias de la música pop. Seefeel volvió
del Otro Lado con un esférico epónimo en el 2010 (Warp Records), y lo mismo
hicieron tanto Slowdive (Dead Oceans, 2017) como My Bloody Valentine (MBV Records, 2013, aunque aquí el título se ciñó a las siglas). Al margen del
nombre que llevará el nuevo álbum (Todos
Los Astronautas Dicen Que Pasaron Por La Luna), el retorno de Silvania
venía craneándose desde mediados del 2018, confirmándose con la aparición de no
poco material de estreno. Mario, quien regresó al Perú por primera vez en el
2010 y que a partir del 2017 vive ininterrumpidamente en Lima, manifestó su
decisión de continuar con la trayectoria del dueto dorado luego de superar agudos
cuadros de depresión. Además, él y Cocó se hicieron una promesa respecto de su
pasión por la Música, que el también fotógrafo desea honrar (“Mario, si algún
día yo falto o si tú faltas, esto tiene que seguir”). Su faceta artística y
creativa, para más señas, ha entrado en ebullición después de algún tiempo: previo
a los surcos lanzado a modo de anticipo, durante el 2018 produjo dos magníficos
trabajos -Persōna de Laikamorí e In Event Of Moon Disaster de Blue Velvet
(disco nacional del año para mí)-, y se encuentra haciendo otro tanto con el
segundo larga duración de los pasqueños Felyno.
El segundo hálito
de Silvania le transformó en trío. Mario convocó a Antonio Ballester (Blue
Velvet) y a Rolando Serra. La formación, que complementó temporalmente Tatiana
Beaumont, lanzó en noviembre el sencillo D.
En la fecunda discografía de la otrora dupla, no es inédito que el nombre de la
entrega se abstenga de aludir a las pistas que ésta cobija -ahí está Aero 7” (Stereophonic Elefant Dance
Recordings, 1996), y “M Flux” e “I Ambal”. Así, D 7” nos regala “Gene” y “A Coco”, las primeras composiciones que
ven la luz en doce años...
Más que precisar una
influencia en concreto -recordemos que la edición completa del Miel Nube Hiel EP (2010) ponía de
relieve cierta predilección por Los Belking’s en los bonus tracks-, la
encantadora “Gene” se ve empapada de una añoranza dirigida justamente al sonido
de la escena peruana que existió en los 60s. Ocupando la guitarra coordenadas
entre los grupos instro-garage-surf y los músicos comparativamente más
accesibles de lo que hasta ahora se conoce como “nueva ola”, “Gene” evoca con
mucho romanticismo una playa de vívidos colores que laten hasta convertir a
todo el lienzo en irreal, mientras que gracias a ese colateral efecto de
onirismo la límpida voz de Mario parece querer convertirse en impalpable.
En lo tocante a “A Coco”, podría aventurar que su letra debe ser por extensión silábica el haiku definitivo
de Silvania, superando en ese sentido a “Maldoror” y a “Hélice”. Con dos líneas
repetidas en tres puntos distintos (“El
Sol Saltó En Un Árbol/Y Después Todo
Fue Pájaros”), el efecto iterativo repleta el esmerado entramado de pulsaciones
rítmicas y de cuerdas reverberantes en modo pincel, dibujando e igualmente
entintando una viñeta que bien podría haber rubricado el último This Mortal
Coil premunido de ligero aumento distorsivo. No será la única ocasión en que
Mario aludirá al insigne colectivo, como podrá verse más adelante.
BREVE INTERLUDIO A MODO DE HOMENAJE
Sin proponérselo y
en conjunto, ya que cada “lado” tuvo distinta fecha de lanzamiento, D 7” apareció días antes de la rodaja
que orquestase Trilce Discos para honrar merecidamente al tándem maravilla. En
loable esfuerzo, ¿Cuánta Distancia Hay Entre Tu Alma Y El Sol?... reúne a 15 combos que asumen el
compromiso/desafío de dar vuelta a los grandes clásicos de nuestros coterráneos.
Dos de ellos son españoles (Uke y Linda Guilala), uno es argentino (Rol Lux) y
el otro es ecuatoriano (Sexores); compartiendo los demás no sólo la misma
nacionalidad que Cocó y Mario, sino también el pertenecer en abrumadora mayoría
a este milenio -los más antiguos son Catervas (nacidos en 1991) y Theremyn_4
(fundado en el 2000).
¿Cuánta Distancia... se manufacturó en formato CD, con
el empaque a escala 45 rpm. A que arte exterior e interior sean de una calidad “rotoscópica”
delectable (las fotografías pintadas apuntan a la técnica de films como Waking Life y A Scanner Darkly), debe sumarse el que cada banda venga
(re)presentada con una tarjeta que consigna los créditos de rigor, y el que se adicione
una postal del mismo tamaño que el empaque donde figuran agradecimientos y unas
roñosas palabras que jamás le harán justicia a las dimensiones épicas alcanzadas
por los limeños luengos años residentes en España.
Salvo Rol Lux, DJ
rioplatense cuyo aporte a “Raymi I” es asaz discreto, multitud de escuchas
pueden encontrar/develar tal o cual matiz en cada remake/remodel inserto en el
compacto. Circunstancia feliz que va convirtiéndose de a pocos en marca de la
casa, pues sucedió lo mismo con Hasta El Fin: Tributo A Voz Propia (2016). El fan de Silvania notará, eso sí, la
casi exclusiva incidencia de las relecturas en el extended Miel Nube Hiel (Experience Records, 1992) y los discos En Cielo De Océano (Elefant Records, 1993)
y Paisaje III (Elefant Records, 1994).
Dejemos que éste y otros detalles, positivos y negativos, sean objeto de descubrimiento
por parte del público.
ESTACIÓN TRANSATLÁNTICO
The Colors Of The Sunset EP se libera el 20
de marzo del calendario en curso. La sensación que causa es la de haberse
decidido por efectuar algunos cambios con respecto al D 7”. La ¿caja de ritmos? que se agita en la apertura “She Rises” no
señala en sí misma ninguna novedad. Los seguidores del duette sabemos que éste empezó a transformarse a partir del Paisaje III, cuando obtiene un sonido personal
hibridando el susurro ensordecedor del shoegazing y el integrismo sintético/sincrético
de la vanguardia electrónica noventera. Después del Paisaje III, nada sería igual, pues el grupo se adentró en las
espesuras ambient a punta de post house y de IDM.
Pero algo es
distinto. Quizá sea esa arista sobrenaturalmente cargada de tenue androginia de
la que Cocó era responsable, y que ahora ya no está. Su ausencia metamorfosea
los brochazos de este nuevo Silvania, al que ahora se le siente más cerca de
Ciëlo. El acariciante ruido que mana en “She Rises” se enrosca sobre lo que parecen
ser ritmos seteados que invocan tangencialmente a la Vieja Guardia del synth
pop, específicamente a aquellos de sus avezados que se arriesgaron a ir un poco
más allá y sentaron las bases para lo que después sería otro punto de partida
en la génesis del techno. Sorpresa y admiración nos golpean cuando averiguamos
que son capas de guitarras tratadas, un poco a la manera de Lovesliescrushing y
del Spectrum del Soul Kiss (Glide Divine)
(Silvertone Records, 1992).
De otro lado, “La
Playa Del Olvido” se balancea sin miedo sobre una red sonora impregnada de
saudade, cuya eléctrica tributa en más de un movimiento a Los Belking’s -esos cuatro
muchachos de Lince que hoy son considerados a nivel mundial como la segunda
mejor banda pop instrumental de todos los tiempos. El surrealismo estelar de
sus texturas combustiona a “La Playa...” meciéndole entre el post punk y el
shoegazing de principio a fin -sin embargo, no le bastan los casi tres minutos
y medio del track, y salta sin descanso a “Los Amantes De La Luna”. Es ésta una
canción más afín a lo mostrado en el single, llena de ornamentaciones sidéreas
loopeadas hasta la epopeya -el licuefacto audioplasma de atmósferas que invitan
a la sensual inmersión en serenas masas acuosas, que predisponen a la lúdica meditación
de las cosas que son/que una vez han sido/que en el futuro serán...
CONCLUSIÓN PROVISIONAL
A día de hoy, el
último episodio en la historia de este reentré se escribió hace once jornadas, al
anunciar el BandCamp oficial de la agrupación el que tal vez sea el postrer
adelanto de la nueva placa: Y El Satélite Se Fue, voceado como extended play, si bien podría considerársele sencillo
-consta de dos números muy distintos entre sí, lo que se traduce proporcionalmente
en el saldo artístico que cosecha cada uno.
Llego aquí al
pasaje más difícil de este testimonio. Miro hacia atrás, en dirección a todo lo
que se ha editado bajo el nombre del primer seudónimo que adoptasen Mario y
Cocó, y no veo nada que pueda reprochársele desde un enfoque artístico. Nada,
salvo quizá “Avalovara”, incluido en el single homónimo (Elefant Records, 1995).
El resto de su producción sónica, varios lustros después, perdura maciza e
impecable. Por eso me trastorna admitir que “Mozart” podría convertirse en el
único paso verdaderamente en falso en el historial inmaculado del
cuarteto-dúo-terceto. En mi modesta opinión, la idea central de “Mozart” no ha
logrado desplegar todo su potencial: a diferencia de Ciëlo, su filia a partes
iguales electropop y synth ha encarnado en una melodía simple pero no efectiva,
sino efectista. No sé si tenga que ver el hecho de que, de todo el nuevo
repertorio de Silvania, “Mozart” es la única composición en que Mario comparte
créditos. Creo que le faltan unos grados más de producción, y es todo lo que
diré al respecto.
En la otra esquina,
“Caroline Estación Transatlántico” es de una exquisitez narcótica, de una
placidez sensorial como la que puede degustarse en los volúmenes clásicos de Mario
y Cocó. Desde el detalle inicial de vinílico scratch, hasta el sampleo epilogal
de “The Lacemaker” de This Mortal Coil (he ahí un nuevo guiño al metagrupo de
las mejores épocas de 4AD), asistimos al desarrollo de una pieza arropada de
paisajes tan hermosos como frágiles y quebradizos. Tranquilamente pasable como
track perdido del glorioso Paisaje III,
la interacción entre diferentes capas de guitarra genera el efecto de unos oleajes
de fantasía, el marco idóneo para que un Mario en estado de gracia invoque a
través de su letra a Caroline Crawley. No en vano, el genial músico dedica tema
y portada a quien protagonizase con su diáfana y cálida voz delicados óleos
como “Mr. Somewhere”, “Late Night”, “Help Me Lift You Up” y “The Lacemaker”; todos
del Blood (4AD, 1991). La cantante
británica, no es ocioso acotarlo, falleció joven aún tras larga y penosa
enfermedad (octubre del 2016).
Así van las cosas
en el universo Silvania, con la perspectiva de que mejoren todavía más. Al
decir de “Mozart” que “...podría convertirse en el único paso verdaderamente en
falso...”, expreso una posibilidad, no un hecho. El que aún se continúe
trabajando con miras a finiquitar las tomas definitivas para el álbum (falta la
masterización final, por ejemplo), así como el retraso en la fecha inicial de
salida (2 de julio, cumpleaños de Cocó), son signos reconfortantes de lo alto
que se están poniendo la vara los músicos -no se podía esperar menos de quienes
ahora tiene la misión de mantener un prestigio que difícilmente alguien puede atreverse
a cuestionar.
La segunda parte de esta nota, cuando por fin sea de dominio común el nuevo plástico de Silvania.
Hákim de Merv