jueves, 18 de noviembre de 2021

Silvania: Las Naves Vuelven A Dejar Atrás Los Puertos (II)

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 10 de noviembre del 2021.)

(BREVE) INTRO: UN SOLO DESEO (O UN DESEO SOLO)

Mientras reviso a vuelo de pájaro los resultados que arroja Google sobre textos publicados a raíz del segundo debut de Silvania -aunque no aparece nada, que se ha redactado ya por lo menos uno-, observo que algunos enlaces fechan en el último tercio del 2018. Que consignen el nombre no es ninguna sorpresa, porque ya es cosa sabida desde hace tiempo, pero acaso sí que adelanten ciertos aspectos de su temática y ciertas torsiones en su sonido. Ambas instancias, no está de más recordarlo, han sido convalidadas por las canciones que la renovada agrupación colgase en Internet desde noviembre del ’18.

LA CAMINATA MÁS ARDUA...

(...es la que antecede a la meta.)

El último de esos avances procurados, subido el 7/1/21, exalta desde el título -“The Farewell (Dedicado A Harold Budd)”- la vida y obra del insigne compositor y pianista estadounidense. Colaborador de John Foxx, de los hermanos Eno, de Andy Patridge, de Cocteau Twins; Budd murió el pasado 8 de diciembre debido a complicaciones relacionadas al COVID-19. “The Farewell...” se despoja de todo atisbo de distorsión para homenajear el minimalismo ambient con que el talentoso usamericano se identificase desde los tiempos del estreno en la arena del pop contemporáneo, The Pavilion Of Dreams (1978). Los sucesivos reflujos ribereños que formula la guitarra por encima de las siseantes líneas del sintetizador crean el escenario auditivo idóneo para emular la experiencia nocturna de vagabundear a orillas del mar. Una experiencia en la que más de una vez te sumerges cuando reproduces los trabajos del desaparecido músico.

Por suerte, “The Farewell (Dedicado a Harold Budd)” todavía puede escucharse en el BandCamp oficial de Silvania, algo que ya no puede decirse de D 7’’ (histórico single de regreso, 2018) y sólo parcialmente de los EPs Y El Satélite Se Fue y The Colors Of The Sunset (2019 ambos). Volveré a referirme a estas omisiones en un momento.

DÉJAME CAER SUAVEMENTE

Los procesos de concepción y producción que Silvania invirtiera en Todos Los Astronautas Dicen Que Pasaron Por La Luna se han prolongado tanto como la espera que hemos debido afrontar los fans. El plástico ya llevaba unas cuantas rotaciones de retraso respecto de la fecha inicialmente planteada para el lanzamiento -2 de julio, día en que el finado Cocó Revilla cumplía años-, cuando apareció Y El Satélite Se Fue EP (15/7/19). Para la veintena de abril del año siguiente, instaurada la emergencia sanitaria en el país, Mario libera un corto video de adelanto. Ésa fue prácticamente la última nueva relativa al regreso in extenso del combo, al punto que se empezaba a dudar si aparecería o no en lo que queda de este 2021.

El grupo, por otro lado, parece haberse estirado hasta alcanzar status de quinteto. Hace dos calendarios, Mario Silvania acoplaba a la reflotada banda a Rolando Serra y Antonio Ballester. Tras la salida de Serra, ahora ésta se halla formada por Mario, Ballester, Andrés Pérez Crespo, y el tándem FEM/BOT al completo -es decir, Oman Morí y Silvana Tello. Si se trata de una alineación estable o no, eso se verá con el tiempo. Lo que sí queda claro es que Mario sigue siendo el rostro visible y principal motor de Silvania -firma ocho de los diez episodios que dan vida al recién estrenado Todos Los Astronautas..., mientras que el repescado “Mozart” es un 50/50 con Ballester, y parte del crédito restante se le concede al sexteto chileno Los Ángeles Negros (versión proto-shoegazing de “Y Volveré”).

Acabo de referirme a “Mozart” y su condición de recuperado. En efecto, originalmente se listó en Y El Satélite Se Fue EP. Sucede lo mismo con “Los Amantes De La Luna”, que es liberado por vez primera en The Colors Of The Sunset EP. Si bien estos extendeds figuran aún en BandCamp, lo hacen prescindiendo de esos cortes. El estricto cerco de silencio y de inflexible celo que Silvania ha erigido alrededor de TLADQPPLL es la causa de esta censura parcial. También lo es de la negativa de la nueva formación a realizar el teaser promocional de rigor en estas eras, así como de la total ausencia del nuevo material en plataformas públicas y/o privadas de Internet (similar régimen se aplicó a ¿Cuánta Distancia Hay Entre Tu Alma Y El Sol? Un Tributo A Silvania, artefacto preparado por Trilce Discos en el 2018). Concurro en lo tocante a esto último, mientras que lo del teaser parece algo exagerado, pese a ser exclusiva prerrogativa de Mario y compañía. En cuanto al desbanque de “Los Amantes...” y “Mozart”, considerando que ya eran de conocimiento común, retirarlos me sabe a medida bastante desproporcionada.

DIE KOSMISCHEN KURIERE

Los tres lustros que separan a Campos De Espirales, Árboles Y Secuencias Posibles (2006) de Todos Los Astronautas Dicen Que Pasaron Por La Luna se van al archivo sin aspavientos, cual si hubiese transcurrido apenas un cuarto de hora entre uno y otro, con una canción abrumadoramente emotiva como “El Cosmonauta Que Se Fue”. En su primera mitad, la apertura del nuevo opus de Silvania nimba de una impresionante aura de fulgor cósmico al cálido flujo de melancolía que mana apacible desde las teclas del Roland Jupiter 4. Inevitable imaginar al espíritu de Cocó reencarnado en el cosmonauta Joseph de la letra entonada por la voz filtrada/procesada de Mario, starman que decide quedarse en el éter interestelar. A medida que este primer segmento se apaga, el miembro fundador de Silvania inicia un conteo -progresivo antes que regresivo, contraviniendo el uso impuesto por Fritz Lang tras su lejana Frau Im Mond (1929)- que da lugar a una segunda mitad cuya cadencia entre-jazz-y-trip-hop le hace volver la nariz hacia la Tierra, sin caer presa de la gravedad. Un inicio vítreo y límpido, como en las mejores épocas del legendario tándem...

¿Y el resto? Con muchas de cal y en-la-práctica ninguna de arena, restalla y evoluciona a partir del electrogaze de inflexiones sesenteras que Silvania exhibió en los sencillos y EPs del intervalo ‘18-‘21, mixtura que adquiere ahora más visiblemente la capacidad de transfigurarse para enfilar baterías hacia determinado componente diferenciado y en consecuencia ponderado; según sea el caso. Un primer ejemplo: “Canción De Amor En La Era Lunar” favorece el entramado de paños que tejen los theremines de Tello y Ballester, tapicería sobre la que planea a ratos el vaporoso acompañamiento de una lozana guitarra quebradiza. Sofocado el menor indicio de síncopa, la impresión final que reditúa el track es oceánica, digna de ese The Tired Sounds... que alumbrase The Stars Of The Lid en el 2001, con dosis extra de estamina.

Otros ejemplos de la proteicidad que asiste al antedicho electrogaze son “Alguna Vez” y “Stasia 14”, elegíacas pistas que decora el transmutado/contenido feedback de Morí a lomo del viento solar. La primera, suerte de vals espacial ejecutado durante un perenne atardecer en el borde del planeta, es una carta de amor a esa Marlene de las galaxias a cuya protección siempre han de haberse encomendado Cocó y Mario en su etapa “española”. La segunda emula la pedestre melodía de una cajita de música, ahogada en ecos celestes y sutiles reverberaciones, leitmotivs que no resienten el ingreso de una adusta programación synth. Y a propósito de esta última, manifestación del maduro componente electrónico presente en el redivivo sonido Silvania, momentos para lucirse -e incluso descollar- no le faltan...

Uno de ellos es “Los Amantes De La Luna”, cuyo electrogaze se levanta sobre loopeos incesantes que pavimentan el camino que surcan las vocales de Mario. La suave/trotona/naif secuencia que va emergiendo y después difuminándose conforme acaece la reproducción redondea/sella la bolsa amniótica diseñada para el nuevo ser humano, aquel sucesor nuestro que podrá integrarse a plenitud en la vieja ecuación ‘Hombre+Máquina’ soñada por Kraftwerk. Otro crisol de idéntica naturaleza -y mayor dinámica- es “Danzante Espacial”: o los irrecuperables matices del Ciëlo con que replicantes de un hipotético futuro inmediato son apachidos por catervas seráficas que se alimentan de arte sonoro en perfecto equilibrio psico-espiritual. Incluso “Mozart”, que defenestré en un primer artículo dedicado al reentré del conjunto hace un bienio, encaja con mayor propiedad en el marco de este lienzo de dimensiones mayúsculas.

NEGATIVLAND

Párrafos atrás, aludía a los numerosos aciertos de Todos Los Astronautas Dicen Que Pasaron Por La Luna gracias a la expresión “con muchas de cal”. También a ciertos pasos en falso, diciendo “en-la-práctica ninguna de arena”. En realidad, el disco carece de puntos flacos como tales. No me refería, pues, a ninguna canción en concreto de la rodaja que se ha puesto a la venta el último 2 de noviembre. Menos a los instrumentales “Tú Eres El Cosmos” y “Big Star” (¿homenaje al cuarteto de Alex Chilton?), delicado y precioso el primero, subacuático y conciso el segundo.

A lo que me refería es a un rasgo que antes no lograba vislumbrar/diferenciar/separar, y que se halla en relación directa con la performance canora del acto. Segunda voz en modalidad dual, ahora le toca a Mario ponerse al frente del micrófono. Incluso cuando se le parangona al registro andrógino de Cocó, es justo reconocer que cumple como voz central. Tampoco desentona al susurrar. El escollo aún por sortear aflora cuando Mario modula sus vocales para recitar. Eso es lo que me quemaba a “Mozart”, y lo que también juega en contra de “Danzante Espacial” -una especie de impostación afectada cuya génesis todavía estoy desentrañando. Aunque, por supuesto, tal vez sólo sea una percepción mía. Es un problema menor, en todo caso, que no empaña el retorno de la célebre banda ni la fantástica habilidad de Mario para fabular las historias de los personajes -reales, ficticios- que pueblan el largo.

PARA SIEMPRE Y DE NUEVO

Silvania lleva Todos Los Astronautas... al inevitable desenlace a través de la suite integrada por “Big Star” y el doble guiño de “Y Volveré”. La tesitura líquida de “Big Star” empata perfectamente con el dream pop de la pieza epigónica, que tributa en su letra -recitada por una grácil voz femenina- a la poesía de Blanca Varela (“Naces Como Una Mancha Voraz En Mi Pecho/Como Un Trino En El Cielo/Como Un Camino Desconocido/Mas Luego Retrocedes, Te Agazapas/Y Saltas Al Vacío/Y Me Dejas Al Filo Del Océano/Sin Sirenas En Torno/Nada Más Que El Inmundo, El Bellísimo Azul/El Inclemente Azul/El Deseo”). Más notorio es su tributo a Los Ángeles Negros -ahí está el antecedente de “Gene”, lado A del D 7”, levemente influenciado en el modo de cantar por “Non Si Può Morire Dentro” del italiano Gianni Bella (1976), que popularizase en Latinoamérica el puertorriqueño Germán Wilkins al año siguiente-. Empleando estos referentes, Mario dibuja una/otra playa infinita que el fan de The Durutti Column y de Klaus Schulze, de Jarre y de Duncan Browne, de Felt y de The Byrds; recorrerá como preámbulo hacia el iluminado Valhalla del avant pop.

El futuro, ergo, queda abierto ante las posibilidades que prometen los recursos estéticos con que ahora cuenta Silvania, y ante el renovado fuego que corre por las venas de grupo y frontman. En torno a lo primero, amén de Tello, Pérez Crespo, Morí y Ballester (los dos últimos han oficiado de ingenieros de sonido); la masterización del CD ha sido cosa de José Gallo (Theremyn_4), del catalán Migue Carrizan y de Juancho Esquivel (Catervas, Juan Nolag). Finalmente, Todos Los Astronautas Dicen Que Pasaron Por La Luna -cuya portada se arma a partir de una fotografía de Yuri Gagarin, intervenida por el propio Mario- sale bajo las enseñas de la discográfica Estación Aerostática (razón social fundada por Mario y Cocó hace más de tres décadas).

En torno a lo segundo, suficiente combustible proporciona la promesa bidireccional al amigo que ya no está, hecha hace tantos años atrás. “Mario, si algún día yo falto o si tú faltas, esto tiene que seguir”.

Compromiso honrado.

Hákim de Merv

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