(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de septiembre del 2021.)
Tanto marcó la tragedia de República Cromañón un antes y un después al interior de la movida argentina, que poquísimas cosas permanecieron inmutables en ella tras el luctuoso suceso. Como apunta el crítico porteño Norberto Cambiasso (Esculpiendo Milagros) en su texto para ¡Salgan Al Sol!: Avant-Rock En La Argentina Del Siglo XXI (Buh Records, 2014), los vasos comunicantes entre el mainstream gaucho y los circuitos underground se cortaron, impidiendo que el primero reciclase los descubrimientos de los segundos para renovarse; y que éstos continuasen avanzando a la vez que lograran acceder a audiencias masivas.
De ahí el drástico agostamiento de nombres que superasen las barreras rioplatenses para alcanzar esa internacionalización que otrora se les daba natural. Contadas son, en efecto, las nuevas sangres argentinas que han llegado en los últimos lustros a los demás países de la región -y ello, nunca a escala Soda Stereo o Babasónicos. Por el lado más pop, gente como Las Ligas Menores, Lxs Rusxs Hijxs De Putx, Las Ruinas Circulares o Él Mató A Un Policía Motorizado. Por el lado más experimental, combos como Sales De Baño, Aguas Tónicas, los cordobeses Fonez, Entidad Animada o Para Establecer Un Río. Es este último el ejemplo perfecto para contrastar el debut de Slavia, una dupla rosarina que se inspira en los días del post rock original, a diferencia de la acepción contemporánea -no por ello menos válida- que de la etiqueta esgrime PEUR.
Manejada por Germán (a secas) y Fernando (a secas), la artillería de Slavia consta de sintes, software para el (re)procesamiento de frecuencias, una ocasional guitarra (empuñada por Germán) y la puntual participación de una trompeta en “Austria”, a cargo de Juan Lemos (frontman del también rosarino cuarteto Los Lanzallamas). Nada más comenzar a reproducir “Sustrato”, apertura de La Potencia Infinita Del Vacío, los trallazos de la eléctrica dejan en evidencia la convicción depositada en el credo del drone -uno que no se empecina en copar/ahogar todos los tañidos ejecutados para cada tema. El laconismo armónico del tándem tiene la misma vibración psicotrópica/firma cuántica que gigantes como June Of 44, Labradford, los primeros Gastr Del Sol e incluso Main estampasen en los documentos esenciales del género durante su época de esplendor.
Ello no significa que Slavia suene igual a las agrupaciones citadas, sino que su proceder artístico deviene en consonante con los que éstas pusieron en práctica. El binomio se siente cómodo en medio de la carestía de melodiosidad, sobre todo cuando esa escasez se ve favorecida por el discurso electrónico, lo que acaece de “Fes” en adelante. La improvisación sonora tanteada en “EXP I”, “Hiperbola” o “Praxis” moldea el leitmotiv de números tipo “El Devenir Del Tiempo”, la dilatada “Roto”, “Austria” -Esquivel tronando desde la am de un mundo paralelo- o “EXP II”. Como si fuera poco, dicho modus operandi se ve acicateado por el patógeno del dub, que lo impele hacia altitudes de un ambient desecado y yermo, de estrías psicóticas hasta niveles martirizantes.
Álbum de arisco, doloroso ruido corrugado, que observa los intuitivos dictados de la mente; La Potencia Infinita Del Vacío ha visto la luz, para nuestra sorpresa, a través de una escudería del coloso lusohablante de nuestra región -The Church Of Noisy Goat, con sede social en la ciudad de Porto Alegre (Rio Grande Do Sul).
Paisano del trío shoegazer ACTY (Tepeji Del Río, en el estado de Hidalgo, México), la andadura solista de Lejarza Abelleyra se remonta a noviembre del año 2016, cuando cuelga en BandCamp el extended Paraíso Abierto. Desde aquella fecha, su labor ha sido incansable, reflejándose en nada menos que 81 referencias entre sencillos y EPs. Tamaña fertilidad no se ha limitado al arte sonoro: en paralelo viene desarrollando sendas trayectorias literaria y cinematográfica, en el marco de un esfuerzo -digamos “trifásico”- impulsado por la Editorial Objectum (criatura del mexicano, sospecho).
Tratándose de obra tan fecunda, centro mi comentario en el esférico más “largo” que el azteca ha lanzado en lo que va de este 2021: Albedrío EP. Diez viñetas que empujan la estética del bedroom pop hacia rincones insospechados -como el coral (insólitamente “gregoriano” en “Los Resucitadores”, femenino en “Hallazgo En El Barrio De Whitechapel”), el neoclásico (que se prende de las esquinas a partir de “Perdido En La Fiesta De Máscaras”) e incluso el juglaresco feudal. Esta última dirección, que utiliza el hidalguense con mayor propiedad, es la que más aciertos le ha reportado: lo puedes verificar en la recitación de ultratumba que se desliza a través del track epónimo, en los macabros teclados de “El Baile De Los Espíritus”, en la hierática gravedad de “Hallazgo...” y de “La Niebla Regresó A Los Perdidos Que Hubo En Ella” (preciosos strings sintéticos).
El piano, otra sonoridad protagónica en muchos de los surcos de Albedrío EP, se desenvuelve con un registro entre el neoclásico y ese gótico de imaginario oscuro/medieval que he subrayado. Más de una vez, su solemnidad me hizo recordar a los Cranes del siniestro Wings Of Joy (1991), realzando el acabado final de un proceso creativo que se mira en el espejo de la música rock para construirse, pero que termina siendo predominantemente electrónico, nazca de inciertos apuntes sin acabar para la base melódica o la rítmica, o de experiencias y lugares que dejan su huella en el individualista -el azar juega también papel importante en la metodología compositiva del autor.
Hákim de Merv