LOS DISCOS PERUANOS
DEL 2019 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (I)
(Repaso dedicado a
Dorog Records.)
Sin contabilizar iniciativas
aisladas, que por lo demás son cada vez más espaciadas, organizar en la escena
independiente peruana una compilación se ha vuelto cosa de esencialmente tres
plataformas: el colectivo UnderPop, la label Chip Musik y la escudería Dorog Records. Esta última es también la que más desenrolla su abanico estilístico,
pues mientras el frente de Josué Vásquez y compañía apunta en exclusiva al pop de
potencial accesible y esmerada calidad técnica, la especialidad de Chip son las
variantes del shoegazing y del IDM.
Y es justamente con
una compilación, que Dorog Records arrancó su 2019. El instintivo post prog
folkie que Cola De Zorro, estupendo trío de la movida valpeña, ha convertido en
su marca; rompe los fuegos de Música Sin Tiempo. Así, Dorog nos recuerda que, si bien sus esfuerzos están dirigidos
a difundir nuevas bandas nacionales que van emergiendo; desde hace un tiempo
viene asimismo aperturándose al resto de Hispanoamérica.
Computable en 70%,
una primera parte de la antología se destina a sonidos pop. A algunas personas
esto les puede predisponer en contra, pero es el caso que a DR no le interesa
que sus apuestas queden restringidas a ghettos de corto alcance. Mientras mayor
llegada se tenga, mejor, y el género que más se acomoda a ese objetivo es el
pop. Distendido (“Hello Again” de Fabeiro), lo fi (“Ego Te Requiret” de Adrián
Vacío), equilibrado entre el trip hop y un registro a lo crooner
(“Posibilidades Universales” de Mitad Humana, muy bien facturado), letárgico y
algo teatral (“Dicen” de Miquela), vitalista (“Rumbo B” de Pléyade), noventoso
(“Oscura Tranquilidad” de Holik), psicotrópico (“Bodhicitta”, nuevo track de La Vie), o tributario de la estética bedroom (“Tan Morado” de Rü): todos los
envoltorios son bienvenidos.
La segunda parte de
MST se reserva a grupos y proyectos
de rodaje considerable, cada uno en lo suyo -viraje que ya habían anunciado Aloysius Acker y Gelatina Magma (con la inclusión de sus respectivos “Entrepétalos” y
“Caminante Nocturno”). Contándoles, llegan a siete los paraderos de este tramo
divergente, pero son sólo cuatro los que se suceden consecutivamente: el
vaporwave de “Situazione Spiacevole” (27 U H F, samplea el segmento ‘Intriga
Familiar’ del film nacional Cuentos
Inmorales, 1978), el ingrávido ambient-gaze de “Substancia” (por entonces
single de adelanto de Sukha, de Puna,
tercer mejor álbum peruano del último calendario), el arisco e insólito IDM de
“Space Bass” (DJ Locopro, individualista más identificado con el post house), y
“Después De La Tribulación” de Polvos Azules.
Aunque la pista de
PA no finaliza el muestrario, he dejado para este párrafo su comentario por
tratarse del alias personal de Giancarlo Samamé, factótum de la discográfica. Cuando
se disuelve El Paso, el increíble dúo que formase junto a Eduardo Otaiza (Tech Vibes), Samamé empezó a publicar bajo este nombre. Sus dos primeras referencias
me deslumbraron (Instrumentales y Acuática), lo que no sucedió con la del
2017. Movimientos fue un cambio
drástico respecto del ambient pop de anteriores jornadas. De allí es que el
autor ha repescado “Después...”, que ahora sí me engancha -y además me
intimida.
A tono con el
endemoniadamente caluroso mes en que sale (febrero), Doctor Skabio lanzó ya hace
casi un año el esférico Naçao Verde,
en la práctica un extended que no consigue acreditar ni diez minutos de duración.
No recuerdo otro acto similar dentro de la nómina Dorog, a excepción de Dios La
Siembra, que ya no está disponible en su cuenta de BandCamp o de Archive. El
unipersonal de Rodrigo Aurelio -identidad civil de DS-, cuyas fuerzas se
consagran a la música popular caribeña lo mismo que al rock mestizo (todo junto
y revuelto), se convierte de este modo en el lunar de la actual planilla del
sello.
Naçao Verde EP se compone de siete pequeñas acometidas
donde convergen el ska, el reggae, la fusión latina y el raggamuflin -que el
músico, me parece, confunde con el inservible reggaetón. Algunas de estas
razzias, como “Oea!”, “Carimbou” y “Post-Barrio”; arrancan saltando de un lado
a otro, sin saber muy bien dónde asentarse. Después de unos instantes, se
decantan (“Oea!”, en insospechado hardcore/punk/ska) o se sosiegan
(“Carimbou”).
Otras maniobras,
por el contrario, la tienen clara desde el principio. Sin abstenerse de incorporar
fugazmente a los demás sabores, Doctor Skabio homenajea al rock mestizo
(“Salaverry’ ”), evoca a Papá Marley (“Lucumi”), o se suelta las rastas con el
dancehall (“Melocotón”, “La Cabeza De Los Pies”). El diletantismo que disemina
el EP es atractivo, aunque demasiado efímero para mi gusto -me trae a la mente
esos view masters de mi infancia, cuya entusiasta novedad se apagaba más bien
pronto, debido al limitado número de “discos de diapositivas”.
DS tiene un extended
anterior (Lucumi, 2018), que ha sido
íntegramente repescado en Naçao Verde
EP. Ignoro si por decisión de Aurelio o de Giancarlo...
...lo que cuenta es
que trae a colación otra saludable actividad en la que se adiestra Dorog
Records: el repackaging.
Memorias Invernales
es la segunda vida de Invernal, cuarteto limeño que editase los EPs Invernal (2016) y Universo (2018) antes de clausurar esa primera etapa para pasar a
la siguiente. Con nuevo chaplín pero la misma formación -Marco Malpartida, Marcos
Atencio, Milagros Quiñones y Gabriel Paredes-, la banda ha consentido en que la
disquera capitalina le edite un primer largo autotitulado recopilando todo el contenido
de los extendeds e incluyendo material fresco.
No alcanzo a
comprender del todo este segundo aliento, empero. Si es que, en realidad, es
tal. Invernal practicaba un pop/rock de corte noventero y extracción college.
En canciones como “Infinito”, “Solar” y “Antihéroes”; se percibe una filia
bastante fuerte por el shoegazing. Tan es así que, si bien en ningún caso el cuarteto
se acerca a orillas baggy, hay momentos interesantes, como “Detrás”, “Por La
Senda” o las dos partes de “Virialand”; cuyas vibraciones coquetean con el
dream sin dejar de ser pop.
De ahí mi extrañeza
al escuchar los surcos que el grupo ha firmado ya como Memorias Invernales, que
son los cinco primeros. Temas como “La Espera”, “Si Tú No Estás” u “Orquídea”
retratan un pop desencantado y de trote cansino, cuyas lecturas de dopamina han
experimentado un consistente bajón con respecto al punche entrador exhibido en
los días de Invernal. Hay ratos en que ese punche resucita, como cuando
“Desafío” experimenta una sobrecarga eléctrica o “Memorias Invernales”
súbitamente despierta y sacude la modorra. No es suficiente, así y todo, para que
los números de MI queden en azul por sí mismos.
Si lo consiguen, es
más que nada debido al repertorio como Invernal. Se agradece el rescate, en
este caso impulsado por Samamé.
A fines de
noviembre pasado, DR experimentó un irreprimible rush de ediciones físicas,
correspondientes tanto a obras antiguas (las de Vrianch, por ejemplo, que
merecen un texto aparte) como a nuevas. Entre las primeras, llamó mi atención
el repackage dedicado a Adrián Vacío, músico al que acababa de escuchar merced
a la compilación cuzqueña de lo fi Qué Bueno Que Ya Nada Es Igual. Consideraba a AV un músico debutante, y la
recopilación de la discográfica limeña me demostró lo contrario.
Adrián Chacón
empieza a publicar en febrero del 2018, lo que indica que tampoco tiene una
carrera tan dilatada, mas sí prolífica. A la fecha, ha editado tres EPs y un
larga duración. Todos ellos, además de tres cortes inéditos, han sido dispuestos
en la recopilación Gracias No Estás Solo
Naufragio Inconcluso (2019). Este repackage permite pasar revista, pues, a
la obra completa del cuzqueño -si bien no cronológicamente: primero se sitúan
las piezas del Gracias (diciembre del
2018), seguidas por las inéditas “Sombras”, “Mal” y una nueva versión de
“Juntos”; luego vienen el No Estás Solo EP (octubre del 2019) y las cuatro estaciones del Naufragio Inconcluso EP (febrero del 2018). Los canales que
conformaban el Trisagio EP (noviembre
del 2018) han sido reciclados en el LP.
La conclusión es
inequívoca. Adrián Vacío pertenece a la estirpe todoterreno de Rü, Peatón,
Dormir En Luces, Los Niños Vudú y demás cultores del bedroom pop: compone,
ejecuta todos los instrumentos, produce y edita. Su stock de recursos de estilo
le ayuda a concebir/plasmar gradaciones con tiznes de darkwave (“Mutatio”), de
shoegazing (“Ser”), del pop de baja fidelidad (“Sombras”, “Rock”, “Sssssshhhh”,
“Miku”), del vaporwave (“Valhalla”, “Bakemonogatari”) e incluso de la space age
batchelor pad music de los fantasistas de los 50s (efímera “Jazzy”).
Las texturas en las
composiciones de Vacío pueden resplandecer o devenir en no fi, según precise el
género al que Chacón elija acercarse, o también si desea darles un cariz
alegrón (la nueva versión de “Juntos”) o enfermo de saudade (“Agosto”). Lo que
nunca se ausenta de su output es ese saborcillo de cotidianeidad casera que
emana del método propio de la “poética” bedroom (controladores MiDi, el
micrófono de un celular, una PC equipada con software básico para hacer
música), ese feeling indie, ese amor por el pop que puede tomar mil y una
formas.
Chacón anunció la
muerte de su alter ego en marzo del 2019, con motivo de un viaje a Argentina
por estudios. Habida cuenta de que el No
Estás Solo EP se grabó allá, se ve que Adrián no pudo con su genio. Para
nuestra suerte.
Cierro estos bytes escribiendo
sobre el segundo y último registro colectivo orquestado por el buen Giancarlo
para el ejercicio 2019. De todas las compilaciones simples que Dorog Records ha
lanzado en sus ¿quince?/¿dieciséis? años de existencia, Panoramas: Una Visión A Los Horizontes De La Nueva Música Limeña debe
ser la más elongada, superando la barrera de los 78 minutos. Probablemente también
sea la más variopinta, siempre excluyendo dípticos como Dos Más (2008), Música Para Gimnasios (2009) o Música Para La Ruta (2010).
Aparecen figuras
añejas del catálogo de la discográfica, como Reo Nerva (“Subterráneo”),
Cashiari (“Criatura Sin Control”) o DJ Locopro (su “En El Espacio”, en las coordenadas
en que mejor se acomoda, samplea el “Ya Lo Pasado, Pasado” del dipsómano de
José José). También acuden a la convocatoria ilustres invitados, como Zetangas
(“Mar De Marte”), 27 U H F (versión instrumental de “R▲DIO F▲NT△SM▲”) o Afrosky MF
(“Trasher Experimental”). Y, cómo no, se cuela una atractiva porción de
debutantes: Les Replicants (“Huamanga Secret (Garden Ov Lights)”), Harry DJ (“Indian”),
Última (Despedida) (“Len Strada”), Ino Moxo (“Retinal Circus”)...
Entre todos ellos,
y muchos más, se condensa un haz de luz que atraviesa parte del espectro que
ofrece el pop de todas las épocas. Está, por ejemplo, el synth pop de El Enano
Siniestro (“La Venganza Del Destino”). También el indie rock de Rayo Cósmico
(“Susset”), el post punk de Extraño Silencio (“La Distancia”), y el pop
electrónico de Vrianch (“Niños Salvajes”).
Neopsicodelia,
folk, lounge, cuasi-industrial, lo fi... Mucho por ponderar de este fenomenal
artefacto. Más allá de si coincidimos o no en la apreciación de los menús que
siempre han ofrecido las abundantes compilaciones preparadas, la encomiable
chamba de Giancarlo Samamé merece ser elogiada, en el contexto de un país que
casi siempre vive de espaldas a lo que sus verdaderos creadores artísticos tienen
para ofrecer.
Hákim de Merv
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