jueves, 21 de marzo de 2019

Wilder Gonzales Agreda: Los Olivos EP // Los Niños Vudú: Ultravioleta EP

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 13 de marzo del 2019.)

Como calentando el ambiente para la próxima salida de su nuevo largo, Wilder Gonzales Agreda no sólo ha puesto en modo descarga gratuita Paraísos, Revoluciones Y Tú (2017), sino que de igual modo ha liberado un brevísimo EP que encuentro razonablemente accesible al oyente promedio. En mi opinión, pinta más para single dados sus dos únicos surcos y su cortedad, pero la denominación oficial es la de extended y a ella me atengo.

Pese a que el título podría resultar ambiguo, la referencia es inequívoca. Los Olivos EP (2019) guiña a aquella zona de la ciudad donde Gonzales ha vivido gran parte de su vida, si no es que toda. ¿En plan admirativo o en plan desencantado? Aunque suene contradictorio, una intención no necesariamente se anula al lado de la otra, así que quizás pudiera ser ambas cosas. Sospecho que es más lo primero, o al menos así parece indicarlo el track homónimo, que visita parcelas no muy frecuentadas en la trayectoria del norconeño.

En efecto, la peculiarísima síncopa que puede mapearse en “Los Olivos” evoca bien a lo lejos el hip/trip hop instrumental de un universo paralelo -o, en última instancia, el sonido transmutado de los proyectos afines que firmasen por Warp durante el cambio de siglo/milenio. Esta especie de rítmica a la que aludo es discontinua: se desvanece para que el tema se metamorfosee en un ejercicio de ruido digital, que algunos minutos después tolera bien la reaparición del elemento extraño a la habitual estética WGA gracias a su reentré más bien tímido. Una composición casi insular en el repertorio del olivense.

Los réditos de este extended son desiguales, sin embargo. “Volviendo A Casa” es una suerte de lado B que cumple con el canon del no-músico surgido en la era binaria: el artista como cracker, la PC como mellotrón de los días post-rave, el minimalismo como enfoque clave para devenir en hacedor de sonidos antes que en escritor de canciones. Sólo que, a diferencia de “Los Olivos”, de “Volviendo...” no se puede escribir mucho más que eso: habida cuenta del cuarto de siglo que lleva Wilder en carrera, el surco en cuestión suena ya genérico.

Crédito intacto.


De Los Olivos a Pueblo Libre, un viaje puede llegar a sobrepasar la hora de duración. Décadas atrás era igual, porque forzosamente debías tomar dos e incluso tres conexiones antes de arribar al distrito colindante con Magdalena y Jesús María. Hoy, la inversión de tiempo es equivalente “gracias” a la excesiva oferta de transporte y el subsecuente tráfico endemoniado que copa calles y avenidas principales de la capital.

Aunque el debut de Los Niños Vudú, Pueblo Libre EP (2017), pertenezca al pasado y no al presente; mencionarle viene a propósito no sólo de dedicatorias dirigidas a espacios limenses con semejanzas y diferencias consonantes, que convergen en este texto. Vale, asimismo, para contrastar el nuevo trabajo de los “pueblerinos”.

Pueblo Libre EP dejaba clarísima desde el vamos la filiación bedroom del quinteto que,  cursando el último grado de secundaria, formasen Andoni Granda (guitarra), Inti Arteaga (voz, guitarra), Adrián Muñoz (bajo), César Horruitiner (batería) y Rodrigo Urbiola (voz, teclados). Rasgo curioso, ya que la banda toma su alias del icónico “Voodoo Child” de Jimi Hendrix, y el Señor Guitarra es lo menos bedroom que se me puede ocurrir mientras tipeo estas palabras.

Muchas veces, la estética bedroom tiene de casual como de voluntaria. Es la alternativa a seguir cuando el bolsillo no puede costear un estudio profesional de grabación, y también la elección más empática con el indie. En el caso de LNV, cuya producción entera ha sido grabada en la habitación de Granda, confluyen ambas coyunturas.

Ultravioleta EP (2019) apenas se distingue de Pueblo Libre EP en lenguaje y matices. Ambos respiran las mismas variables, ambos revisan los mismos cajones. Sea indie pop (“La Apuesta”, “Multicolor”) o su par rock (“Índigos”, “Por Las Azoteas”), el grupo ensalza a toda hora la sencillez de la cotidianeidad y de la cercanía. Yo La Tengo es un nombre que me viene a los labios al escucharles, más por forma de encarar el proceso compositivo que por indicios reales de influencia en el sonido.

Las principales diferencias radican en piezas como “Infrarrojo”, “Ultravioleta” o “Índigos”; en las que brota una tesitura synth digital. También en los espíritus que han iluminado sendos alumbramientos. Si en el debut primó el color, el candor, el entusiasmo de quienes sabiendo que no inventan la Coca Cola pisan la arena sin mirar atrás; este segundo paso ha sido copado por la ironía indulgente y la nostalgia, nacidas cuando un amor llega a su fin. Si en la jornada previa esos estados de ánimo sólo habían aparecido en “Por Las Azoteas”, aquí hacen presa de casi todas las canciones con una destreza para el gancho melódico de sorprendente y agradable madurez.

Pulcro acabado instrumental de un esfuerzo que promete de cara al futuro, y les posiciona al lado de poppers de dormitorio como Gente Cangrejo, Somontano y Peatón. El EP sirve además para el estreno de Colores Perfectos, su propio sello discográfico.


Hákim de Merv

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