jueves, 13 de septiembre de 2018

Wilder Gonzales Agreda: Violahorizontes // Galactic Seed: Sonidos Del Sol

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 5 de septiembre del 2018.)

Si bien lleva unos 24 años en la brega, Wilder Gonzales Agreda apenas ha alcanzado la mitad de ese tiempo haciendo uso de su nombre civil para publicar referencias discográficas. Fue en el 2006, si la memoria no me falla, que salen con este crédito tanto el Cantos Electrónicos Para Mamá EP como el Freedom. En el pasado, reviviendo si acaso efímeramente, duermen Avalonia, Fractal, Azucena Kántrix, The Electric Butterflies, The Peruvian Red Rockets, Martelenor y otros actos que atestiguan su participación -o fueron fundados por él.

Sorprende por tal motivo que Violahorizontes (2018), primer artefacto de remezclas en este casi cuarto de siglo que el no-músico ha dedicado al pop de vanguardia, no sólo esté centrado en deconstruir las composiciones firmadas como WGA; sino también en emprenderla exclusivamente contra las que han aparecido desde el Lima Norte Metamúsica (2014) en adelante, lanzadas vía edición física u online. Detalle sintomático, pues explicita la coincidencia de percepciones entre emisor y receptores -a Lima Norte... se le considera la jornada a partir de la cual Wilder se reinventa, generándose ahora la impresión de que lo propio se inclina a pensar el autor.

Algunos atributos de Violahorizontes invitan a compararle, desde un estricto enfoque formal, con el Delay Tambor (1995) de Silvania. Primero, ambos son discos de remixes, pero a la vez incluyen números de estreno. Segundo, ambos escarban en las piezas originales hasta lograr sustraer rasgos recónditos sobre los que practicar masajeos transversales a éstas (no todo volumen de similar cariz cumple con este objetivo). Y tercero, aunque existe una pulsión marcial innegable en algunas reversiones del DT -sobre todo en la de Locust-, ésta planea más vigorosamente en Violahorizontes, aún en los temas nuevos. Empiezo por éstos últimos, ya que uno de ellos sube el telón.

¡Estoy Vivo CSM!” y “Mensajes Tántricos” comparten una espina dorsal rítmica cuya secuenciación, por contraste con las espirales matemático-caóticas que ofrece Gonzales Agreda cuando recurre a la programación digital, luce bastante orgánica. A pesar de ello, mientras que “¡Estoy Vivo CSM!” cuaja en un corte de dimensiones definidas, taxativas, reales; “Mensajes Tántricos” se convierte en un estupendo ejercicio de electrónica ensimismada, etérea, difusa hasta lo abisal -que al terminar se desdibuja un poco. Por otra parte, “Surrounded By Social Climbers/Feeling Much Better Alone” es el track que más se aplica a franquear los caminos recorridos por el norconeño desde el 2014 hasta el presente.

En cuanto a las remezclas, se ha echado mano de material listado en el LNM (“All I Want”), en el Scala Mega Hertz (2016, “Will Volador”) y en el Paraísos, Revoluciones Y Tú (2017, “Revolución Crisálida”, “Serendipity”); así como del single “Música Anticorrupción” (2015), motivo de dos remixes. Precisamente es uno de éstos, a cargo de Takeshi Muto (alias de Rómulo Del Castillo, peruano radicado en USA co-fundador de Schematic Records y responsable además de Phoenecia, Soul Oddity y Metic), el que se erige como la más marcial e intrépida de las relecturas. Otras menos osadas y más cercanas al ambient son, en ese orden, “All I Want” (a manos de Ian Masters, bajista y cantante de los legendarios Pale Saints), “Will Volador” (j̶o̶z̶e̶f̶a̶l̶e̶k̶s̶a̶n̶d̶e̶r̶p̶e̶dr̶o̶, peruano de nacimiento pero radicado en Bélgica, alumno del recientemente fallecido Glenn Branca) y “Serendipity” (por el neozelandés Sam Hamilton, chequea el “I Ching techno” de su Super Positions -2017-). Absenta decimonónica para los tímpanos.

Lo insólito no es que una obra promedio de WGA me haya dejado patitiesas las neuronas, sino que lo haya conseguido la otra reversión de “Música Anticorrupción”, subtitulada ‘Dj Miami’s Verdecito Remix’ y perpetrada por el gran José Javier Castro (El Aire). Llena de programaciones sabrosonas y ornamentación dubidélica, debe ser lo más cerca que alguien ha hecho sonar al buen Wilder del Laika tipo “Let Me Sleep” o “If You Miss”, o del Mouse On Mars del Idiology (2001) -exótica electropicalia de duermevela.


No suelo ser amigo de las sustituciones de nombre que sólo se limitan a optar por un idioma distinto. Asumo que las razones son las mismas por las que otros músicos/no-músicos mudan de seudónimo -a saber, inauguración de una nueva etapa, trastoque de integrantes, deceso de alguno/a de ellos/as. Pero qué quieres, no me cuadra... se me antoja indigerible.

Hacia la segunda mitad del 2015, fecha en que se sube al BandCamp de Chip Musik el extended Trascendental, Óscar Cirineo todavía llevaba adelante su proyecto unipersonal como Semilla Galáctica. Entre aquel upload y este exacto día en que me lees, ocurrieron dos hechos a subrayar. El primero es la salida (en buenos términos) de la nómina Chip, algo cantado toda vez que Trascendental EP no se colgara únicamente en la cuenta de la netlabel. El segundo es el abandono, en algún momento entre el 2017 y lo que va del 2018, del a.k.a. de “Semilla Galáctica” y la adopción del de “Galactic Seed”. Valiéndose de esta nueva denominación es que, tras más de dos años y medio, Cirineo reaparece con el larga duración Sonidos Del Sol.

El de la chapa es el más notorio de una serie de cambios que ha efectuado el individualista, a juzgar por los resultados exhibidos en el álbum. Es un disco extraño este SDS. Galactic Seed lo empieza muy lejos del IDM/post IDM que lo identificase en los tiempos del Tecnología Desconocida (2012). El ambient de surcos como “Levitacija” y “Meraki” se siente extático, abstraído, extasiado, absorto... De secuencias y compases marcados, ni medio beat. Nada. Por más que, súbitamente, “Glide Down” conjure el background de Semilla Galáctica y comienza a agitarle; la gracia dura lo que el tema mismo, y luego “Secret Nature” vuelve a las coordenadas de los primeros minutos.

Hasta el final, Galactic Seed será presa de la irresolución. No se decide a ser una cosa (ambient reconcentrado y soñador) o la otra (IDM/post IDM y braindance oscuros, de ritmos descoyuntados). O ambas. Intenta esto último, sí, como en “Infinite Energy”, que tiene la síncopa y la atmósfera divorciadas por más de 120 segundos; o como en “Aeropuerto Futuro”. Empero, le falta perseverancia y vuelve a hesitar en su performance para la placa.

La experiencia y las apariencias señalan que será muy determinante, y para mal, la sobrevivencia de ese cúmulo de dudas en el futuro. Pero, por raro que suene, Sonidos Del Sol no es tibio o malucón; sino bien cumplidor. Su estética díscola no le veda ser al mismo tiempo un disco apolíneo, exceptuando al dionisíaco, casi fúnebre “Sibilino”. Por asociación de ideas, me remite a la corona solar, ese campo de la atmósfera superior de nuestro sol cuyas distorsiones incuantificables aseguran los hombres de ciencia producen in situ severos desgarrones del continuum tiempo-espacio. Tal vez sea el efecto de garrapatear, usando sonidos y procesos de mezcla, la coloración acústica y luminosa que puede extractarse de instrumentación eminentemente electrónica. Tal vez sea un je ne sais quoi fruto de emular, como ha descrito el propio Óscar sin mencionarle, la vieja costumbre apache de poner la oreja en el suelo y alcanzar a escuchar ahora todas las músicas del mundo. O tal vez sea la consecuencia no prevista de esa indefinición sónica, bañada de cegadora fosforescencia solar. Litio en gotas oftálmicas, a lo Looper (2012) -cuántas lagunas le faltan todavía llenar al saber y a la técnica humanos.


Hákim de Merv

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