(Publicado originalmente en mi cuenta
Facebook el 24 de noviembre del 2021.)
Llegan buenas nuevas desde Bilbao, España, a
través de Kiko Monzón. Radicado desde hace muchos almanaques en la ciudad, el
peruano ex Nudo De Espejos se ha unido al vizcaíno Jon Fernández bajo el alias
artístico de Visoki Napon (¿guiño a
la película croata de 1981?). Grabado de una
toma a mediados del 2019 y mezclado un año después, su debut acaece en
septiembre pasado, tras haber sido masterizado en Dublin. La rodaja recibe el extraño
nombre de
Huitlacoche, hongo del maíz que se consideraba alimento para
pobres en los días del imperio azteca, y que hoy ha pasado a formar parte de la
educación culinaria más exquisita.
Apoyada por el baterista mexicano Esau Nava,
la mancuerna ha ensamblado un cohetazo al que alimentan tres tipos de
combustible. Distintos, sí, pero no incompatibles: el de la psicodelia en su
acepción más clásica, el del noise rock en su vertiente más áspera, el del post
rock en su origen americano. Este último dato cobra relevancia al postularse la
tesis del grupo como semi-instrumental: aunque Kiko (bajo) lleva la voz cantante
y Jon (guitarra) le asiste en los coros, sólo a dos tracks de Huitlacoche
se les puede considerar “canciones”. Un rasgo que comparte con la tropa
comandada por Slint y June Of 44.
Dicha peculiaridad induce a pensar espontáneamente
en Huitlacoche como fruto de dilatadas e intensas sesiones de
improvisación -conciliábulos durante los cuales esos tres carburantes aludidos han
interactuado hasta alcanzar un notable grado de miscibilidad. Contrariamente a
lo que podría esperarse, esa característica dúctil no entra en conflicto con la
compacta osamenta entre pétrea y diamantina del sonido VN, sino que le aligera.
Tal vez ésa sea la paradoja paradigmática que sostiene a todo power trio,
formato cuya piel más de una vez se calza el ¿dueto?/¿terceto?
Los volátiles acordes que aperturan “Desprendimiento”
anuncian una filia space rock que sólo se manifestará cuando el maremágnum de la
banda ingrese a periodos de relativa calma -esto es, de vez en cuando. Son
norma para los indesmayables segmentos instrumentales, pues, el fragor
imponente, la dureza inflexible, la tormenta estruendosa, el crescendo granítico.
En medio de semejante agitación, la vital solución líquida permanece balanceada.
“Vuelvan Las Horas” y “Espacio” conceden
margen para probar fortuna con otros formatos, sin exceder los límites que
establece el binomio. Una intro de percusión mixta prologa -y determina- la
ruta de “Vuelvan...”, mientras que en “Espacio” conviven dos tempos que se
devoran al intercalarse. Lejos de esa implícita esquizofrenia insinuada, “Obstrucción”
modela las sedas hard rock de principios de los 70s, en tanto “Yawar”, la pieza
más larga del álbum, ofrece no pocas secciones de distensión -del prog más
enérgico y sumarial a los límites del meta-stoner. Suculento entremés el de
Visoki Napon, repleto de memorables pasajes para sacudir las carnes en medio de
un pogo desenfrenado/para rolear esa yerba divina en compañía de la familia que
elegiste -la amical.
Incierta evolución la que propone
Das Leiden
con
Chapter I, Dies Irae, su estreno en 33 -comenzando por el concepto
mismo de “evolución”. Lo que hacía del ¿EP? ¿mini-LP?
Wounds una placa
interesante era el denodado tesón del cuate Daniel Rossier por sortear los
lugares comunes del gothic noventero, ofreciendo así una versión de éste en-gran-medida
libre de afectaciones, melifluidades y empalagamientos. En ese sentido, al
nuevo plástico le cuesta varios pasos en falso mantener la vara en alto.
Colgado en Internet hacia la quincena de
junio, Chapter I... empieza reeditando virtudes y cualidades a través de
“La Maledizione Di Amare” y principalmente “Dies Irae”, minimal goth a prueba
de balas. Es a partir de “Cenizas” que al proyecto mexicano se le hace un mundo
lidiar con la enfática pomposidad teatrera de la descaminada prole heredera de
Andrew Eldritch y compañía. Incluso se puede aventurar un cierto paralelismo
sutil entre cortes como “Cotard, Ich Werde Für Dich Beten” o “Forgiveness”, y el
aura macabra de las obras de Goblin confeccionadas para los films del maestro
del giallo Dario Argento (Profondo Rosso y Suspiria,
respectivamente). Ojo, no estoy diciendo que suene terrible. De hecho hará las
delicias de los amantes del género. Su concentración ferrosa, no obstante, sabe
a salida fácil teniendo en cuenta lo avanzado por Wounds.
Afortunadamente, con “Sombras” -donde Rossier
sostiene un duelo vocal junto a Suzi Sabotage, cultora finlandesa de coldwave- los
afanes y pugnas del unipersonal por retomar el camino de la austeridad se hacen
bastante evidentes. Pese a eventuales resbalones -“Weariness” y su llorón
alegato de dark sintético, el excesivo tremendismo de “Alquimista”-, Das Leiden
logra salir airoso gracias a “Blood”, “Sentir” y los magistrales 4.25 de “My
Pale Face Weeps”. Un misterio por qué precisamente estos tres llevan el paréntesis
de ‘Vinyl Version’. Coincidencia reveladora, también los tres sueltan los
frenos para testear tiempos más acelerados, lo que les constriñe a un andar ligero.
Mención especial para “Curse”, que rescata el
diálogo final de The Witch (2015) entre Thomasin y Black Phillip. Su estructura
y asfixiante atmósfera testimonian la lucha entre el exceso y la templanza librada
a través de los casi 58 minutos de Chapter I, Dies Irae; próximo a ser
editado en físico por la peruana InClub Records (2022).
Desde hace algunos días en “pre-order”, acaba
de editarse el muestrario
Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 –
1993),
concebido por
At At Records. La tijuanense discográfica independiente del nuevo
siglo, que fundaran los históricos Ford Proco, publicita a este título como
medio hermano de ese célebre
Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989) que
ella misma editase en el 2005. Queda colmado, de este modo, otro de los muchos espacios
vacíos que todavía descontinúan el mosaico biográfico de la música electrónica
pop mexicana.
(Un mosaico igual de incompleto que aquellos
pertenecientes a los demás países de la región. Lo dijo en algún momento el
desaparecido Leonardo Bacteria -Insumisión, Pestaña-, al afirmar que la
historia de la música electrónica en Latinoamérica todavía estaba por
escribirse. Muchos años después, la frase del músico sigue plenamente vigente.)
Si Backup... apuesta por el legado de
las formaciones primigenias adscritas al synth pop que se hizo en ‘Technotitlan’
durante los 80s, de ocasionales y por ende insólitos arrestos coldwave (Casino
Shanghai, Vandada, Década 2) y minimal synth (el trío Avant Garde), Irradiador...
otorga prioridad a las huestes que caminan decididamente hacia la coldwave y se
adentran sin reservas en la EBM y el techno industrial. No importa si avanzan
hacia estos territorios desplazándose aún desde el synth pop, como sucede con
María Bonita (“Rezo El Rosario”), LLT (“Ficción”) y los oscuros Figuras
Abstractas (“Proclamación Al Futuro”); o incluso si se resisten a abandonar ese
estrato (“Se, Soy” de Duda Mata, que repite el plato de “Masticándote” en Backup...).
El reto es no desentonar, y por suerte no lo hace casi nadie.
¿Ponderaciones? Varias. En primer lugar, la
EBM de Ford Proco (“Militermia”), La Función De Repulsa (“Amor Es”) y Vortex (“Visión
Oculta”). En segundo lugar, el techno industrial de LLT y Bostich (“Pieza Para
Dos Radios”). En tercero, la cenagosa coldwave de Figuras Abstractas, El
Escuadrón Del Ritmo (“Hierro Congelado”) y Artefakto (el otro nombre que ya
consignaba Backup... con “Mundo Sin Viento”, aquí con “Omóplato”). ¿Defenestraciones?
Sólo una: la deplorable “Dinámica” de Gestalt, demasiado cerca del techno
pacharacón que asaltó las radios de todo el mundo a principios de los 90s.
Si el lanzamiento de Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 - 1993) te mueve a acercarte por primera vez
a la historia de ‘Technotitlan’, te recomiendo que escuches antes a su directo
antecesor Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989). En paralelo, consulta
a From Trance To Cyber: An Electro Mexican Compilation (1994) y al
subsiguiente Trance Formation (A Techno/Trance Compilation) (1995), registros
de cariz arqueológico preparados por la escudería angelina Opción Sónica. Para darle
una mirada a los antecedentes, consigue -ya sabes cómo, ya sabes dónde- el box
set de siete vinilos Mexican Cassette Culture: Recordings 1977-1982 (2016),
diseñado por la extraordinaria label alemana Vinyl-On-Demand: Hilozoizmo, Voldarepet,
Vía Láctea, Oxomaxoma, el pionero Carlos Alvarado... Finalmente, dale un par de
vueltas a Film (1985) de Casino Shanghai, a Odio Bajo El Alma
(1997) y El Día De La Ira EP (1998) de Hocico, a la compilación homónima
(1991) de los fundacionales Size, a todo lo que encuentres de Jorge Reyes (el
otro tótem junto a Alvarado) y de Bostich (la semilla de la que nacería el
sincretismo audio-cultural de Nortec Collective). Provecho.
Mira lo que son las cosas. Hace un rato
mencioné al capo Argento y ahora es el turno de otro grande del giallo italiano
-Lucio Fulci.
Eighth Tower Records, subsidiaria de Unexplained Sounds, dio luz
verde en las postrimerías de agosto a un volumen bautizado
The Beyond - Music
Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy. Sabiendo que disquera napolitana
y subsede se han especializado en drone music, dark ambient y post industrial diríase
pagano, a priori el homenaje al extinto cineasta romano parece tenerlas todas
consigo en una confluencia soñada de sonido e imaginario/imágenes.
No sé si antes alguien haya dicho que Fulci es
el Quentin Tarantino de la Santísima Trinidad del giallo, entente que completan
Argento y Mario Bava. No es difícil llegar a esa afirmación, dada la mesmerizante
fascinación del peninsular por las circunstancias surrealistas de ribetes desaforados
y las escenas de ultraviolencia escatológica -a tal punto, que el propio realizador
de Pulp Fiction y The Hateful Eight considera a E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà como su largometraje
favorito. Una entre varias -spaghetti westerns, comedias, parodias, documentales
e incluso musicales (puajjjj)-, fue justamente la etapa giallo de su carrera la
que elevó a Fulci a figura de talla mundial. De entre todas las películas rodadas
bajo ese molde estético, sin duda sobresalen las que se agrupan bajo el rótulo
de ‘Trilogía De La Muerte’: Paura Nella Città Dei Morti Viventi (1980), E
Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà (1981, estrenada en USA como The Beyond)
y Quella Villa Accanto Al Cimitero (1981).
Son catorce los capítulos de los que The
Beyond... consta. Doce de ellos, prorrateados entre cuatro participantes, y
el par restante firmado por un colaborador adicional. Nàresh Ran iza el telón
con “Enoch”, que me transmitió muy poco. Sus otros dos surcos, “Eibon” y
Freudstein”, tampoco son especialmente recordables. A “Enoch” le sigue “Rotta
Dal Pianto”, de Mario Lino Stancati. El rollo es esencialmente el mismo: música
iterativa, de ecos turbios y ambientaciones tenebrosas, que luce razonablemente
convencional en comparación con otras producciones de la plataforma. Ídem las
demás pistas de Stancati, “Se Parla Il Mostro” y “Perdono Sangue I Tuoi Ocche”.
Y si bien podría entusiasmarte diciendo que es recién con “The Blind Woman” de Kloob
que comienza en serio el vuelo, advierto que ya he mencionado de pasada la mitad
de un compacto cuya locomoción es bastante díscola. Queda, sin embargo, la
posibilidad de que el track list salve la situación distribuyendo con tino sus
componentes; algo a lo que contribuye Kloob en la fúnebre “Hotel’s Blueprint” y
sobre todo la sombría “Seven Doors Of Death” (el subtítulo que recibió The
Beyond en la Unión Americana).
Es el turno de Bad Girl y el rumbo parece encaminarse
para bien, porque este acto cumple pundonorosamente, en la línea opresiva y
ominosa de Kloob (“City Of Death” y “He Opened The Gates Of Hell”). Pero, ay,
el llamado a voltear el marcador tiene desiguales resultados. Aunque Progetto
No Name + DuoSerpe se anota un acierto con la terrorífica “A Cuore Aperto”, su “Late
Night Black News” y su “Ending Nightmares Of Beauty” fallan clamorosamente, dejando
a este
The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy como
la primera referencia de los catálogos de
Unexplained Sounds con la estadística
igualada -mismo número de goles y de autogoles.
Y es que los grupos y proyectos de la
disquera parecieran haberse planteado manufacturar los temas en una clave más
accesible de la que usualmente enmarca sus trabajos, cuando debieron hacer
exactamente lo contrario -con más ahínco, si pertenecen a Eighth Tower-. Es
verdad que medio CD trata de estar a la altura del desafío que implica tributar
a Fulci, y aún cuando los réditos no son malos, de ningún modo transmiten el
horror de una toma como la de las tarántulas carnívoras de E Tu Vivrai Nel
Terrore! L'Aldilà
o la del fulminante cuchillazo transcraneal al inicio de Quella Villa
Accanto Al Cimitero. Algo que los mejores esféricos del sello pueden re-crear sobradamente.
Hákim de Merv