miércoles, 11 de junio de 2025

Cigarettes After Sex: X's

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 4 de junio de 2025.)

Arriba a su cuarto episodio vinílico de largo aliento Cigarettes After Sex, banda texana que sin despeinarse se encuentra ya a tiro de piedra de cumplir dos décadas de existencia (lo hará en el ‘28). Con debut de enfervorizada ascendencia   shoegazing   y   de  vivaz  espíritu   indie   en modalidad “promocional” -Cigarettes After Sex (Romans 13:9)-, laqueado de Baja Fidelidad in extremis, en los subsiguientes Cigarettes After Sex (‘17) y Cry (‘19) condujeron su propuesta hacia uno de los dialectos más agrestes e imponentes del rock independiente usamericano -el slowcore. Reorientación apuntalada por magníficos EPs como I. (‘12) y Affection (‘15), que les ha granjeado la reputación de line up renovador de ese viejo género noventero, al parecer hoy pintando canas de una segunda madurez (que lo diga Duster, si no).

Aparecido hacia la quincena de julio del ‘24, en X’s el grupo ha optado por seguir depurando su laxo sonido característico, navegando para ello hacia aguas comparativamente algo menos turbulentas. No sería correcto afirmar que CAS se ha reblandecido o que ha liado bártulos y dejado atrás la meditativa calma minimal del slowcore, pero sí que éste luce parcialmente menos adusto/lánguido/añorante a través suyo. La mitad del menú que postula el CD cobija esa animosidad de mayor calidez y menor abatimiento, entremezclada a una otra mitad que prioriza las ambientaciones introspectivas y el folk estadounidense de instintivas emociones francas e incontenidas, como para dejar en claro que los músicos de El Paso ya han hecho su elección de por vida y morirán abrazados a ella.

Se ha escrito mucho en estos meses sobre el escaso riesgo que ha asumido en X’s el trío formado por Greg Gonzalez (voz y guitarra), Jacob Tomsky (batería) y Randall Miller (bajo). Es cierto. Ni por asomo, el combo abandona la ruta trazada desde los días de su epónimo episodio, hace ya un ochenio. A cambio, ha entregado un álbum de belleza tan elemental como desarmante, que no se marchita ninguna de las veces que es reproducido (y van...). Desde la tenue delicadeza de la trilogía de apertura “X’s”-“Tejano Blue”-“Silver Sable”, generosa en una melancolía tan dulce como cansina, hasta la de cierre “Hot”-“Dreams From Bunker Hill”-“Ambien Slide”, profusa en visos imperturbables y tonalidades apagadas que penetran y abrasan al estilo del mejor slowcore; X’s es la placa que saca lustre a todo lo ofrecido por la alineación durante sus primeros quince años de flemática actividad.

En el interín, es notorio, canciones que basculan entre el anónimo confort que dispensa la impasibilidad gregaria y el implacable desaliento emocional. Cerca de lo primero, la síncopa briosa de “Baby Blue Movie” y el pop aquiescente de “Holding You, Holding Me”. Próximo a lo segundo, la lacerante sobriedad de “Dark Vacay” y el susurrante minimalismo de “Hideaway”, hundiéndose ambas dolorosamente cual verduguillos en el corazón -mientras la voz de Gonzalez tiende a angostarse hasta rozar el silencio, provista de letras en la más pura tradición de Bluetile Lounge o los históricos Low. Para muestra, un par de ellas: “Right Now It’s Only The Light From The Closet/And The Radio’s Just Playing Soft Hits/Need That Atmosphere/I Need That Sweet Life With Its Decadent Ways” (“Silver Sable”), “Do You Wanna Make It Forever?/Do You Wanna Be My Only One?/Because Now I Really Miss The Way It Was/When Everything Was Beautiful With Us” (“Dreams From Bunker Hill”).

“...When Everything Was Beautiful With Us”... Maldito Gonzales. Extrañamente, he llegado a estimar más X’s en lo que va del ‘25 que cuando alcanzó mis tímpanos. Suele pasar que determinado tipo de música es más adecuadamente apreciado cuando el espíritu está en el mood exacto que permite la sincronía absoluta, como me sucedió con Elisa Tokeshi (tuve que irme un poco/bastante a la mierda para conectar con Mi Peor Accidente, su EP de este año). Celebro que Cigarettes After Sex haya editado sus extraordinarias rodajas antes de ser casi una persona normal, y que sólo a punto de finalizar este período haya entregado otro de sus enternecedoramente abrumadores breviarios.

Hákim de Merv

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