jueves, 26 de septiembre de 2019

Wilder Gonzales Agreda: Terrorista!/Music For Dreamers

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 18 de septiembre del 2019.)

Necesitaría una dilatada conversa-entrevista a fin de determinar si estos últimos nueve meses han sido de cambios decisivos e inexorables para el universo/tiempo paralelo que habita el no-músico Wilder Gonzales Agreda. De internarme en tal escenario, llegue a la respuesta que llegue, lo que sí puedo asegurar es que han sido meses inusualmente prolíficos y de profundas y muy marcadas contraposiciones.

Desde el Lima Norte Metamúsica (2014), el avezado norconeño ha venido mostrando una laudable regularidad en la edición autogestionada de material, tanto a niveles cuantitativos como cualitativos. Cuatro discos en cinco años, sin contar EPs, dieron cuenta del sustancial período productivo que el ¿ex? Fractal ha protagonizado durante su historia reciente -consiguiendo reinventarse y de paso vivificar, en coincidencia con otros pocos pares (Sajjra, Paruro), la escena capitalina más fiel a la electrónica experimental ruidista. A la sazón, la más ferozmente intransigente al mainstream, valgan verdades.

Para el sexto año de este ciclo, Gonzales Agreda equipara esa cifra a la de sus lanzamientos largos con dos nuevos títulos. En ambos, se percibe un interés por respirar otros aires redimensionando el empleo de la Distorsión -domeñándola en vez de dejarse arrastrar por ella-, aplicando a su obra samples por primera vez reconocibles a simple escucha -ruidos provenientes de la cotidianeidad- y tratando de borrar la más mínima huella de hipsterismo -aunque cabría preguntarse aquí si un músico/no-músico de avant garde puede calificar como hipster, dado el inflexible sesgo de su colección de discos-. Más allá de cualquier juicio que puedas adelantar, debes admitir que es un giro extraño y bastante sorprendente, tanto como la desigual suerte con que ha corrido cada CD.

A fines de marzo se publicó Terrorista!, y apenas la semana pasada aconteció lo propio con Music For Dreamers. La cronología dicta que se le pase revista antes al más antiguo, pero también lo hace la estructura que abraza esta nota. Porque, en su momento, Terrorista! dio la sensación de bajarle el telón al quinquenio aludido de la manera más insospechada posible. Abre el álbum la proclama de “¡Me Llegas Al Pincho!”, decisión -la de ubicarle a la cabeza del listado- que será decisiva para los pareceres que aflorarán durante la primera mitad de esta rodaja -decepcionantes, la verdad.

Hasta “Huamanga 3001”, se faja cierto minimalismo que diverge de aquello que usualmente ofrecía el mundo interior de un creador vanguardista con más de dos décadas en la brega. Este minimalismo busca ser válvula de escape del pasado inmediato, en que el Ruido imponía su naturaleza estremecedora, cuando no escarapelante. No obstante, dicho recurso sólo en contadas ocasiones se hace acreedor del calificativo de “naif”, y aún así éste le queda grande. Las falencias son evidentes en “La Nueva Atlántida” -lo cual es una pena, porque el texto de sir Francis Bacon se desdibuja al interior de este marco- y sobre todo en la nada afortunada “¡Me Llegas Al Pincho!”. Quisiera extenderme sobre esta última pista, cuyas peculiaridades también son patentes en “La Nueva Atlántida”, si bien en menor grado.


No discuto la justicia de la denuncia diseminada en “¡Me Llegas...”. Lo que discuto es esa encarnación tan facilista, espetada desde lo que parece ser un IDM caricaturizado de punta a punta. Tampoco ayuda la robotización a la que WGA ha sometido su voz: en vez de vocoderizarla, debió optar por vaporizarla como lo hiciera en “Supermenta” (LNM), o en todo caso recargarla al extremo para dotarla del rango ominoso que exigía la ocasión tanto en uno como en otro corte. Por otra parte, la técnica de sampleo no es prefijada por el talante de la muestra sampleada, sino por el contexto en que ésta queda inserta. Ese cepillarse los dientes, ese mover muebles de madera, no funcionan no por su naturaleza (cf. “Alberto Balsam” de Aphex Twin), sino por el contexto al que se adhieren. Tristemente, esta apreciación se extiende a “Mil Mesetas”, e incluso afecta parcialmente a “Huamanga 3001”.

“Los Olivos”, pieza recuperada del extended homónimo editado en enero y rara avis en el repertorio del coneño (bien Warp en status libre), hace las veces de corte de mangas para que Terrorista! empiece de nuevo desde casi cero. Quizá sean las percusiones minimales de “Utopía” y “Transgresión Y Revolución”, quizá sus oscilaciones asincrónicas precipitadas desde sintetizadores inmersos en éter, que he echado en falta desde que empezó el plástico; lo cierto es que aquí sí escucho algo logrado, sentido, que va más allá del ingenuo amago, del solo simulacro. El daño, empero, ya está hecho: si coincidiera con el autor en que es Freedom (2006) y no Cantos Electrónicos Para Mamá EP (2006) el inicio de la andadura con nombre civil, Terrorista! debe ser señalado como su trabajo más flojo. Un indefendible traspié...


...del que el olivense se ha levantado con el recientísimo Music For Dreamers. Toda la lucidez, todo el ludismo, que brillaban por su ausencia en Terrorista!; los encuentro a manos llenas en la nueva entrega. Estas virtudes no han de verse como menores. Por el contrario: si bien han sido abandonados algunos elementos del desastre de marzo, el resto regresa recargado debido justamente a un cambio de actitud resumible en esas dos exactas palabras: “lucidez” y “ludismo”. La Intuición, cualidad acrisolada por/que acrisolase las lecciones que impartiesen decenas de referencias de pop vanguardista, asimiladas por generaciones de músicos/no-músicos autodidactas; es, pienso, la principal responsable de esta metamorfosis espírita.

Pese a que algunos no trascienden la mera fase de deconstrucción, los temas del MFD ganan intimismo y personalidad, cimentando una visión del Error no ya como patrón que direcciona el devenir de los surcos, sino como fuente burbujeante de masa sonora propiamente dicha. Habiendo sido ya la estética glitch codificada en software, éste es usado para generar los loops que por sumatoria confieren nueva identidad futurista a lo que antes era sólo ruido. “All The Times Lost Between Normies”, “Kromosapiens”, “When Music Was Hotter Than Girls”... Music For Dreamers es la banda sonora para una sociedad humana cuyo modus vivendi está presidido por la creación artística exenta de cualquier otra intencionalidad, el viaje metafísico de sonoridades intraplanetarias que también son post-capitalistas (lo sé, lo sé, pero déjame soñar un poco).

De otro lado, la rítmica excéntrica de algunas composiciones -“Men Are Only Children”, una pitagórica “Música De Las Esferas”- las convierte en explosiones astral-sónicas que reconstruyen desde perspectivas distintas los paisajes imaginarios de John Cage. A este respecto, destaco el magnífico “Pasión 33”, el ejercicio de psicodélico IDM y sensibilidad acuática que faltaba adosar a la obra del capitalino.

Es posible, cómo no, que la sinusoide presupuesta en estos párrafos sólo sea fruto de una impresión equivocada y harto discutible. Puede que no se haya tratado más que de movimientos y emociones que flotaran simultáneamente, y sea sólo su edición la que difiere en el Tiempo, con lo que hablar de un “antes” y un “después” está fuera de lugar. Si estuviese en lo correcto, entonces debo decir que felizmente Gonzales Agreda ¿cierra? el 2019 con un artefacto a la altura de lo que siempre se aguarda saque. También, que la ha costado mucho reconducir todo el esfuerzo invertido en Terrorista! para completar exitosamente la transmutación en Music For Dreamers. En dilucidar si es una situación o la otra, por supuesto, la última palabra es suya.


Hákim de Merv

jueves, 19 de septiembre de 2019

Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 11 de septiembre del 2019.)

Hace casi tres meses, apareció en la Red un compendio independiente de referencias actuales que recibió el título de Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile. El upload es relevante por algunas razones que vale la pena revisar.

La primera de ellas atañe al devenir y anales de la movida en el hermano país del sur. Que Chile no gozó de una camada de combos emparentados con el post punk ni el darkwave originales, es afirmación que roza el axioma. Durante los 80s y hasta mediados de los 90s existió variedad de nombres mapochos asociados a la new wave (Aparato Raro), al synth pop (Viena, Electrodomésticos), incluso a la no wave (TV Star, Dadá, Pinochet Boys); estilos germinados tras la explosión del punk. Pero la Historia posiciona a la escena sureña de aquel entonces tradicionalmente más cerca de este último (del mismo modo en que, antaño, el Perú fue laaaaaargo tiempo feudo del dark y del gothic): Anarkía, Los KK’s, 8 Bolas, Caos... De todos los protagonistas chilenos de esos días, quizá los únicos tributarios directos del provocador paroxismo y de la severa estética “anti-solos” del post punk fueron Emociones Clandestinas -sólo en algunas canciones-, 24 Ancianos y Upa!

Una segunda razón se relaciona a las crisis cíclicas de-innovación-y-no-tanto-de-creación que atraviesa el pop contemporáneo. Que en este siglo cada género del anterior tiene asegurados sus quince minutos de notoriedad gracias al correspondiente revival, también es verdad de perogrullo. Y no existe razón para avergonzarse de ello: si ha sucedido en New York o en Madrid, mucho más justificado está que pase en las periferias del mundo (in)civilizado. Lo curioso de que suceda en Chile, en todo caso, es que se trata de la primera movida generacional relativamente articulada adscrita al post punk.

Adherida al post punk, pero no excluyentemente tal, faltaba agregar. En Geometría Subterránea: Compilado Post - Punk Chile, toma posiciones gente que además le entra al darkwave, al shoegazing y hasta al pop punk. Aunque ello puede interpretarse como efecto colateral de las cuatro décadas transcurridas entre el surgimiento del post punk original a ambos lados del Atlántico, también se explica ante la ausencia de pares chilenos de The Rapture, Erase Errata o The Organ. Una circunstancia que asimismo ha tenido lugar en el Perú -por causas distintas: insólita y torrejamente, decenas de nuevas bandas dark-gothic seguían saliendo en paralelo a Liars, Radio 4 o Clinic.

Pese a que algunos artistas implicados en Geometría Subterránea... no le encuentren mayor chiste a conformarse con un facsímil inane del post punk (¿para qué reproducirle tal cual, si se le puede mejorar añadiendo elementos de otros territorios sonoros?), terminan siendo mayoría los que optan por la reinterpretación fiel -no deja de ser admirable, con todo, la devoción que en ellos aún inspiran los pilares del período. De los estupendos ariqueños BrendanJordan (dos EPs) al terceto capitalino Dosis Dionisios (dos discos completos), los músicos que eligen la pureza con reguladas inflexiones de darkwave ocupan siete de las diez plazas en esta breve y urgente compilación. Ubicándose para más señas a escasos centímetros de sonar a lo Joy Division o The Cure, están Bicho Raro (“Resiste”), Parasomnia (“Rasguños”), Nostalgia Eléctrica (una instrumental “Tiempos Bellakos”), BrendanJordan (“Ciudad Gótica”), Dosis Dionisios (“El Túnel”). La excepción a la regla la constituye Eleterios, cuya vitalista “Droga Legal” me recordó bastante al pop punk de fines de los 90s.

Por el lado del post punk corregido-aumentado-y-abierto, los restantes salvo uno: Intimate Stranger (el dream pop acibarado de “Swear To Me”), los también ariqueños Saxaband (el vendaval de reverberante distorsión fantasmagórica en “Nebulosa”) y los únicos a quienes conocía en la previa, los coquimbanos Seatemples -que ceden el tema “Lanterns” de su muy recomendable debut Down Memory Lane (2017, jornada a medio andar entre el post punk, el dark y el shoegazing). Si bien debería igualmente incluir en este último rubro a Efecto Violeta, el alias constituye una excepción por donde se le considere.


Efecto Violeta se funda en Mérida, Venezuela, siendo su principal impulsor, Alan Violet, de Maracaibo. El grupo se ha mudado a Lima en el 2017, residiendo en la ciudad desde entonces. Hace unos días Camila Rodríguez, de Casa Tomada (Concepción), se les ha unido en el bajo -y ya tienen tocata programada para el próximo 5 de octubre en cancha de nuestros vecinos, junto a Dosis Dionisios y a Parasomnia, lo que apunta a una nueva mudanza hacia el sur. Geometría Subterránea... se ha publicado el 21 de junio, sin embargo, por lo que su inclusión no queda del todo clara. Coyunturas aparte, “Viéndome Caer” no cuaja del todo: parece ser un sucedáneo de lo que Simon Reynolds denomina “big music”, es decir, la unión del minimalismo post punk y de la ampulosidad de las formaciones pop de fines de los 60s -Echo And The Bunnymen, Blue Orchids, U2, siguen nombres. Esa extraña indefinición impide que la participación de EV trascienda, a diferencia de lo acontecido con sus mayores. Mejor suerte para la próxima.

Esta compilación, que sospecho tendrá continuidad y cuyo nombre es en sí mismo una tercera razón a subrayar, pues alude a la crispante angularidad esquemática del post punk 78-84; es de descarga gratuita. La puedes descargar haciendo click aquí.


Hákim de Merv

jueves, 12 de septiembre de 2019

Vago Sagrado: Vol. III

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 4 de septiembre del 2019.)

Y por fin, los chilenos de Vago Sagrado se han convertido en una superbandaza. Pensar que a estos gallos los vi en vivo cuando apenas si tenían publicado un prometedor disco epónimo, teloneando al acorazado Yajaira sin el menor indicio de sonrojos, cancherazos sobre la palestra, robustos parapetados tras su enérgica frescura, despercudidos en su alucinante dominio técnico...

Un bienio después del Vol. II, tiempo que ahora se convierte en la media a tomarse entre una y otra producción, sale a la luz el Vol. III. No consigo establecer si hay que entenderlo como el cierre de una trilogía conceptual a través de la que el grupo ha probado todas las sonoridades vinculadas a la emotividad química. Hipótesis con cierto asidero, en última instancia habría que esperar al siguiente capítulo para corroborarla o reprobarle. En última instancia, asimismo, buena parte de estas sonoridades calza dentro de lo que hoy se conoce/practica en la región como “meta-stoner”.

El power trío santiaguino resiste inalterable: Nick Vayolence a las baquetas, Carlos González Lihn en el mástil de cuatro cuerdas, Alberto Parra frente al micrófono guitarra en ristre. También permanece inamovible Pablo Giadach, en las perillas. La masterización del Vol. III ha sido realizada en Washington por Chris Hanszek, que tiene en su currículum haber hecho lo propio con gente como Soundgarden y los Melvins. Dato este último a tener en cuenta, pues en algunos momentos del disco se siente un aire no muy tenue al combo de Dale Crover y Buzz Osborne.

Lo primero a resaltar de este nuevo capítulo es que los muchachones, si bien mantienen el vigor de su quintaesencia lisérgica, se han apartado un poco de la dureza inflexible del stoner rock. La apertura con “K Is Kool” es, en pocas palabras, psicodelia blanca: se les siente distendidos, relajados, más volcados al space de lo que han estado nunca. Y aunque durante los próximos cuarenta y tantos minutos estos vagabundos cósmicos recuperan mucha de la fiereza stoner exhibida en esfuerzos anteriores, no logran equiparar esas exactas altitudes. Ello, no obstante, se convierte en punto a favor en lugar de demérito. Vago Sagrado se transfigura en una entidad nebulosa, sideral, atávicamente etérea.

Con la densidad en los tóxicos rangos de siempre, la banda deja de frecuentar la machacante repetitividad del Vol. II sin extraviar su exultante vitalismo (una oscura “Centinela”, una frenética “La Pieza Oscura”, una fantástica “Fire (In Your Head)” a dos voces). Premunida de cannábicas eléctricas, tempos licuados y reconstituidos, irresistible mística pagana; la terna salta suicida hacia los vacíos interestelares: “Sundown” (que sigue el camino de “Fire...” en dirección inversa), “Mekong” (tal vez lo más groovy que hasta ahora acredite VS), “Listen And Obey”... Del kraut rock y del post punk más ácido -éste extremadamente dosificado en los ritmos angulares, el primero en otrora considerables cantidades-, queda nada o muy poco.

Esta purga o depuración, sin embargo, pulimenta la identidad colectiva. Los arpegios de seis cuerdas de Vago Sagrado ahora transforman la vibración en toda una lección estética, que se despliega hasta convertirse en estado de ánimo omnipresente llegado el caso. La calígine opiácea de los riffs, el empuje de la bramante batería y la materia oscura expelida desde el bajo; pueden ahora pasar directamente del estado gaseoso al sólido, sin que las pieles con que se cubren los tracks den signos de ello. El mejor símil lo proporciona el trío en las ‘inner notes’ de su cuenta BandCamp: “un monumento en ruinas que no para de caer”.

Detalle conceptual de la portada: como ya es costumbre, cada largo de los mapochos incluye una frase o lema como improvisado subtítulo. Este Vol. III consigna la fórmula “УНИШТУВAHЪE KOE HE ПPECTAHYBA ДA ПAГA”. Tratándose del alfabeto cirílico, no alcanzo a discernir una traducción exacta -pero sospecho que debe ser algo como “Destruyendo lo que estaba esperando ser construido”.


Hákim de Merv