miércoles, 29 de diciembre de 2021

Evamuss: Despierta, Remedio, Cuenta // Escenario Post Apocalíptico Vol. 3 // Wilder Gonzales Agreda: Rojo // Fukuyama: Fukuyama

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 22 de diciembre del 2021.)

Responde por fin Christian Galarreta una pregunta que este escriba formulase durante la primera mitad del 2018. Acababa entonces de salir Ajq’ij, artefacto que resucitaba a Evamuss tras tres lustros de permanecer archivado, y la interrogante se refería a si el otrora músico rimense continuaría publicando bajo esa denominación -o si sólo la había reflotado para esa puntual edición a colar en el catálogo de la lusa Favela Discos. Por supuesto, de lo que no cabía duda era de que eso que sonaba en Ajq’ij -y en Antitekno, marzo del 2019- no era DiosMeHaViolado ni Sajjra, sino Evamuss.

Ahora a través de Schematic Records, la recordada label del dueto Phoenecia (Joshua Kay y nuestro connacional Rómulo Del Castillo), el peruano despacha Despierta, Remedio, Cuenta adjudicando el título nuevamente a Evamuss. Media docena de tracks compuestos/ejecutados entre el 2018 y el 2020, elaborados dos de ellos a partir de grabaciones de campo que el mismo Galarreta realizase en Yurimaguas (Loreto), allá por el 2002. Queda explícita, en consecuencia, la intención de seguir utilizando cada tanto el reflotado seudónimo a la par de su obra como Sajjra.

Antitekno y Ajq’ij dirigían la mirada hacia las épocas en que la electrónica instintiva y huraña de Galarreta se cebaba en las paradojas que implosionaban su estética -contemplación versus febrilidad, proteicidad contra iteración, fluidez frente a corrosión-. Despierta... retrocede dos pasos respecto de ese período y se encuentra con el Evamuss que virase bruscamente para adentrarse de lleno en la electrónica, dejando atrás el post rock y el bliss pop de sus primeros lances. Episodios como “Shitanero” y “Qapaq Inti Raymi”, por ejemplo, sugieren una dramática racionalización y una tonificación de los hallazgos del doble Noika Koita (1999): medularmente rítmicos, poco o nada tienen del Galarreta que en el Año del Milenio polucionaba ruido en tres funciones diarias. Por otro lado, números como “Orgía De Bordados” y el gigantesco “Baila Laikja Jaguar” proponen una emulación similar, sólo que tomando al Arritmia (1999) como modelo. Aunque no prescinden de secuenciaciones sincopadas, las aguas aquí discurren dentro de sus cauces, de rato en rato agitadas por entrecortadas corrientes metronómicas e incómodas variaciones espectrales de ruido.

La oveja negra del repertorio es “En Aguas De Yurimaguas”. Como si la bandeja eyectase violentamente el CD para reemplazarlo por otro, Evamuss desaparece de escena y su lugar lo ocupa Sajjra. Las grabaciones de campo que documentan los sonidos vernaculares de la mentada localidad selvática colisionan con mucha violencia contra los filtros y la distorsión que Christian les aplica durante los procesos creativo y de mezcla. Concluidos sus cuatro minutos y medio, Despierta, Remedio, Cuenta te devuelve a la orilla de los océanos estelares que prometía desde las primeras de sus notas.

Estrenó la airada Rip Off Records en marzo el tercer volumen de su serie de compilaciones Escenario Post Apocalíptico, con seguridad el más logrado a la fecha. Esa sólida certeza es respaldada por empeñarse ...Vol. 3 en ampliar sustancialmente la oferta de sus antecesores. Lo logra de sobra, si bien por poco tiempo -el cassette se queda a segundos de la media hora de extensión.

A diferencia de los que le precedieron, ...Vol. 3 determina colores muy marcados para cada cara de la cinta. Se han designado para la primera aquellos géneros que más asociados están al perfil del sello trujillano. Aquí la hegemonía es, por ende, mayoritariamente hardcore punk y noise/grindcore/grind noise. Tales son los arrebatados brochazos que descargan los quiteños Disbrigade (“Prisión”), los medellinenses Ley Sucia (“Sin Reacción”), los binacionales Terrore (“Sociedad Secreta”) y los santiaguinos Chakay (aún cuando “La Paradoja De La Jaula” es algo dilatada para encajar en estos formatos). El quinto ‘malo’ es otro alias santiaguino, Peorhumano & Detestables, que descerraja en “De Cirrosis Y Sobredosis” un iracundo drum’n’bass asesino, injertado de grindcore. Con bastante naturalidad, se puede afirmar que este lado A del panorámico lo es también de la nómina de la escudería.

Es el lado B, sin embargo, el más interesante. Encuentran allí cobijo el santiaguino Thanatoloop, el valpeño Bilisnegra, el arequipeño Fiorella16 y el trujillano Desorden Auditivo. En esta segunda cara la apuesta es por sonidos muchísimo menos convencionales que los de la otra. “(Sobreviviendo Al) Nihilismo Liberal” de Thanatoloop debe ser de lo más quemado que ha aparecido en el BandCamp de Rip Off: un cavernoso output mutante de anarcodark, post punk psicodélico, punk industrial, dubcore y dronecore que ruge dantesco. Igualmente ominosas son las colaboraciones de Desorden Auditivo (“Obedece Y Muere”) y Bilisnegra (la orwelliana “Guerra Es Paz, Libertad Es Esclavitud, Ignorancia Es Fuerza”), si bien la primera suena a emisión inalámbrica de dubcore mántrico y la segunda a estallido de sampladelia creepy. En semejante compañía, los trallazos  de  ambient  noise  digital  que expele Fiorella16  con  “Calle  Panteón”  asoman  bastante  más accesibles -sólo en comparación, nótese.

Debido a su cortedad, los placeres viscerales que prodiga Escenario Post Apocalíptico Vol. 3 no fueron suficientes para satisfacer la angurria que genera su escucha. A ver si para la próxima Javier Panter, responsable de la plataforma, persiste en esa senda e incrementa la dosis.

Al momento de colgar online la reseña de Patrocinado Por El Gobierno (abril), desconocía que el beneficio de la línea de subvención económica estatal para el sector cultural obtenido por Wilder Gonzales Agreda comprometía tanto a ese plástico como a su sucesor. Tiempo después (agosto), aparece Rojo, que desde nombre y portada tiene la pinta de ser una provocadora declaración de principios políticos en un país en el que todavía la derecha se resiste a abandonar posiciones de privilegio.

Pese a que el surco de apertura guiña a priori a Labradford, honestamente “Mi Media Naranja” poco o nada tiene que ver con el post rock del trío virginiano. De hecho, no encuentro en Rojo el menor indicio que me haga sospechar que Gonzales trate de acercarse a esa música. Más bien, Rojo concentra su atención exclusivamente en la electrónica de vanguardia. “Mi Media...” se asemeja al ejercicio lúdico de una inteligencia artificial crackeada que compone y ejecuta, ambas cosas en tiempo real. Por desgracia, el efecto va diluyéndose de a pocos. “Ritornelo” sigue el mismo sino, con menos colorido y acierto.

El batintín virtual con que arranca “Serapio 7 Balas” -ya sé que no es tal, sólo me estoy tomando esa ‘licencia poética’- parece ungirle de segundo y verdadero despegue de la jornada. La “percusión” va desapareciendo paulatinamente, internándose en las espesuras de un mar de los sargazos binario al pasar de los minutos. Sita en territorio ambient ruidista, esa masa acuosa va desvaneciéndose al acercarse a su final, una llanura árida y desértica donde ni siquiera florece el cactus. También en clave ambient, pero con mayores (r)evoluciones y una naturaleza esencialmente hídrica, ha sido concebida “Butes”, de registro devocional.

“Gracias Spacetime Continuum” es un homenaje no muy logrado al legendario proyecto noventero de Jonah Sharp, un crisol de IDM y sonoridades ambientales que no consigue integrar con prestancia los patrones vocales de Wilder. Esto puede deberse a que el músico/no-músico no ha estado lo suficientemente fino para hilvanarles a la odisea que gesta la música del tema, o a que su voz carece de las cualidades para convertirse en una herramienta expresiva más a sumar a las permitidas por este discurso de vanguardia. Me inclino por esto último, algo que ya le había comentado al norconeño cuando comenzó a soltar referencias bajo nombre civil (Cantos Electrónicos Para Mamá EP, 2006).

Finaliza Rojo la pieza epónima, que parece recuperada de otras eras. Brillante prodigio asistólico, las pulsaciones de “Rojo” delinean una suerte de IDM hemipléjico lleno de vibraciones transgalácticas que le permiten atravesar las barreras entre dimensiones. Junto con “Gracias Spacetime Continuum”, lo mejor de uno de los esfuerzos más modestos en la discográfica de Gonzales Agreda como tal, al lado de Terrorista! (2019).

Ahora que ya es una realidad y que incluso ha sido destacado por el sitio Tesoros Mundanos como uno de los más prominentes lanzamientos del 2021, la paciente espera con que se aguardó el primer larga duración de Fukuyama va convirtiéndose en anecdótico recuerdo. Pero cómo jodió el parto de más de un año, que ya se anunciaba a inicios del 2020, y que finalmente aconteció en la veintena de octubre último.

Había quedado Fukuyama reducido a dúo desde los tiempos de Los Días Son Aterradoramente Calmos EP. El 33 refrenda esa condición: son, pues, Gonzalo Pichihua (teclados, batería) y Juan Pablo Villanueva (guitarra, voz, metales ocasionales) los responsables de los siete cortes que incluye la nueva incursión de Fukuyama -apoyados por Martín Coaguila (bajo) y el gran José Javier Castro (piano). También corrobora el esférico, epónimo como su primer extended, que la influencia capital del binomio es el noise rock -y que, si hay que decidirse por alguna cepa, ésta es usamericana; pero de ninguna manera cual corsé. Siempre se las ha arreglado el tándem para sortear etiquetas que los vinculen a referencias específicas. Lo suyo es el ruido y punto.

O casi, porque en este disco prueban otros sabores. Desconcertantes algunos de ellos, chocantes otros. En el primer rubro se ubica “Preludio”, un sorprendente y fugaz instrumental que coquetea con la electrónica. En el segundo rubro, “Flor De Mayo”, que también tiene su apertura marcada por elementos identitarios digitales; pero que se metamorfosea sin descanso durante diez minutos y medio, uno de cuyos estadios es el hip hop (gusto declarado del grupo, que no necesariamente se traduce siempre en influencia), y otro una melodía pop de abotagados plomos (donde más se lucen las cuerdas de JJ). Curioso que ambas piezas se constituyan respectivamente en prólogo y epílogo de Fukuyama.

En el trayecto entre los extremos, predominan los medios tiempos, eventualmente atacados por el punk y por el hardcore de viejísima escuela. Ahí están para ilustrarles el incendiario grito remiso de “4 De Noviembre” y el significativamente bautizado “Panki”. La semilla ’77 también puede rastrearse en la actitud y en la vocalización gritona del cantante, como en “La Tragedia De Yattah” (de fragoroso intro). Pero son cortes del tipo de “Tierra Baldía”, de “Aura” (para la que Coaguila empuña la primera guitarra) y del propio “La Tragedia...” donde la potencia del macizo basamento noise queda en evidencia: los estruendosos riffs del primero, la corrosiva distorsión del segundo (que, sin embargo, no ahoga su melódica columna vertebral) y la rabiosa acometida decibélica del tercero dan cuenta de ello.

Consejo de pata: una composición tan larga, pero sobre todo tan cambiante como “Flor De Mayo”, da para dos e incluso tres tracks. Consideren esa opción antes de mandarse otras jugadas similares. Una vez, vaya y pase. Dos o más...

Hákim de Merv

jueves, 23 de diciembre de 2021

El Otro Infinito: El Axioma De La Incertidumbre // Carlos Mancha: Flat Fill //Dios Hastío: Girel/Disfilia EP // Habø: //Textura//Difusa//

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 15 de diciembre del 2021.)

Muy poco después de que El Axioma De La Incertidumbre se colgara (7/11/21), me crucé con Alfonso Noriega en un evento donde se presentaban varios proyectos de Chip Musik. No era la primera vez que nos veíamos desde que se iniciase la emergencia sanitaria, pero sí de las pocas que pude hablar en persona con él transcurridos estos inacabables meses. Y es que, de los músicos/no-músicos identificados con la discográfica oroíno-limeña, Noriega es el que ha observado más rigurosamente las normas de aislamiento debido a complicadas circunstancias familiares.

Tampoco es El Axioma... el primer material del que el capitalino participa durante estos cerca de dos años de asoladora pandemia. Como parte de Puna, su nombre figura inscrito en Rare Tracks II: Oikeiosis (2021) y en Transmisores II (2021), y usando su alias solista colaboró con dos temas en Transmisores (2020). Pero sí es, exceptuando el pobremente bautizado Recopilatorio, su primer esfuerzo post-pandémico registrado a título individual -ocho canales que nacen al avanzar las primeras semanas de confinamiento obligatorio, y que recién adquieren forma definitiva en este 2021. EADLI, entonces, hace las veces de atestado artístico-sonoro que ilustra los duros tiempos a los que la Humanidad todavía hará frente por algunos calendarios más.

Arguye el autor que este artefacto exhibe, por momentos, un rango de sonoridades distintas a las que El Otro Infinito ha interrogado en sus 7/8 años de vida. Tiene razón en parte. Estas sonoridades aludidas se han extraído de instrumentos como la guitarra, el teclado y el casiotón. Su fuente de origen no es digital, pero sí el proceso al que se les ha sometido después, filtrándoles utilizando software a discreción.

Así y todo, el resultado no tendría por qué sonar minimal y/o desasosegado. Ése es, sin embargo, el caso. Muy pocos son los pasajes en El Axioma... que puedo tildar de recargados. Tal vez “ELUV”, que luego de dos minutos comienza a burbujear, bombardeado por poderosos crescendos. Ojo, he escrito “recargados”, no “abigarrados”. Si bien EOI rarísima vez ha sido esto último, en muchas ocasiones sí ha sido lo anterior, en el buen sentido de la palabra. No aquí. El Axioma... es Alfonso Noriega abandonado/entregado a impulsos primarios que le conminan a la sencillez y a la urgencia. O a la sencillez en la urgencia. Una máxima que subrayan las programaciones elementales e insistentes de “Al Margen De Los Hechos”, el trepidante ímpetu de éstas y el epilogal repique synth de “DLC/LEX”, la progresiva/ineluctable declinación de toda secuencia en el ambient grisáceo de “Las Sombras De La Tarde”...

No sólo es la naturaleza de las sonoridades, entonces, sino asimismo su causalidad. En la cansina rítmica de “XXI”, en el intermezzo asfixiado de ruido de “Cíclopes, Cisnes”, en los latidos con que “Sesión5” apresura el cierre de la placa; se subleva un espíritu abrumado por la intranquilidad que le rodea, golpeado por la angustia que le ciega, sobresaltado por la duda que le tortura. Ese espíritu reacciona entregando una versión de El Otro Infinito que tal vez no existe en ningún otro mundo posible. Notable testimonio, digno par de otros que han visto la luz en la región -cf. Antiviral de Lluvia Ácida, verbigracia.

Grata sorpresa/revelación la del músico ayacuchano Carlos Mancha, que llega vía SuperSpace Records. Guitarrista de Cholopower (fusión peruano-mexicana) y de Bluestuta (blues), grupos ambos creados en el 2013 y también oriundos de Ayacucho, el man se aventura como solista muchas millas más allá de los feudos visitados por cualquiera de las formaciones en que se desenvuelve. En un año en que la producción sónica allende Lima sufrió un bajón cuando menos brutal, Flat Fill asoma como claro vencedor en la categoría “mejor disco del interior del país”. Argumentos, puede acreditar de sobra.

Lo primero que salta a la vista, o a la oreja, es la absoluta falta de prejuicios del altoandino para tomar por los cuernos géneros disímiles entre sí. El que tiene más a la mano, correspondiente a la sublimación del folklor andino, está lo bastante estilizado como para sortear con comodidad la etiqueta del mestizaje -funciona, eso sí, mejor en “Percutivo” que en “Intriga”. Los más ajenos podrían ser el difuminado ambient synth de “Formación” (que a partir del minuto cuatro se enciende multicolor), el melodioso round Hi-NRG de “La Pikota”, la erosiva estética de avant garde digital que se adueña de “Fraccionado”, o el tempo ‘trip pop’ que sostiene a “Manifiesto” y a “Chan Chan” (insólita relectura del clásico de Buena Vista Social Club).

El segundo rasgo que de este Flat Fill puede resaltarse es la homogeneidad que le cohesiona. La disparidad de códigos sonoros que sus nueve episodios abordan se reduce a una mínima expresión. No hay saltos súbitos, continuidades amañadas o vacíos imprevistos. Ayuda, ciertamente, que el plástico sea abundante en arreglos de ejecución impecable, generoso en delicados acordes, paciente con la densidad agridulce que esconden algunos de sus tramos más oscuros...

Pero el principal catalizador que utiliza Mancha para absolver esta infrecuente alquimia, y he ahí la tercera particularidad del disco, es el pop de tintes jazzy y lounge. Escudado en segundos y discretos planos tras la evidencia de las influencias más notorias, ese pop es el trasfondo que hermana de cabo a rabo FF, y que sólo se hace visible al promediar su mitad -en la cadencia diapasónica de “Ascenso Funky” y en el perfecto pop electrónico de la radiante “Luz”. Extraña artesanía la de esta exquisita travesía post pop -que con lo justo trasciende el límite de la media hora, ratificando una vez más aquello de “lo bueno, si poco, dos veces bueno”.

Hacía casi dos decenios que no escuchaba a Dios Hastío. Lo último que había degustado de la célebre alineación crustcore liderada por el vocalista José Morón y el guitarrista Óscar Reátegui, que instantáneamente se convirtió en referente latinoamericano del género gracias al furibundo escupitajo de su estreno Raza De Gusanos EP (1996), era la compilación de splits varios Cérvix Inferno (2003). Un acto consciente, por cierto: a propósito de ese título, me preguntaba si el trío que completa el batero Óscar Antúnez De Mayolo -no fue reemplazado el bajista original Eduardo Nova, asumiendo Reátegui sus funciones- podía sostenerse indefinidamente sin evolucionar más allá de los coercitivos límites estilísticos abrazados por esa variante feroz y virulenta del sonido hardcore. O si, por el contrario, abandonaría aquella tormenta de Júpiter en busca de firmamentos más clementes.

Un buen día, no hace mucho, el guitarrista me hizo llegar el más reciente extended del combo en formato 45. En su infinita sabiduría, quiso el Destino que añadiera a ese obsequio un ejemplar de Historias Ficticias Para Carybdis Vol. I (2019), recopilación de cortes extraídos de sesiones grabadas entre el 2006 y el 2015, todos ellos inéditos. Historias Ficticias... no es una muestra representativa de lo que DH ha venido publicando tras Cérvix Inferno, pero sí un indicador de los estados que la música del cuarteto/terceto ha atravesado en el curso de una década, y la constatación -como postulase en aquella reseña a propósito de Cérvix...- del techo al que llegase demasiado pronto (apenas algo más de un lustro).

¿Vale la pena, pues, insistir en un camino que se ha hecho innumerables veces tanto de ida como de vuelta? Aunque la respuesta de facto es no, la pena lo vale cuando se trata de estos experimentados limeños. El tóxico audio de herencia subte que anega Girel/Disfilia EP proporciona el marco idóneo para los vertiginosos tempos inhumanos a que Dios Hastío se somete de continuo, para las guitarras aniquiladas/acribilladas/rostizadas por esa demencial distorsión que copa cada traste con amorfas masas de ruido, para la apocalípticamente gutural voz rasposa y sangrante que identifica a la banda -vocales a las que los almanaques ya comienzan a pasarles factura, empero-, para la incesante energía que impele la apisonadora de Morón/Antúnez/Reátegui, para la inapelable pertinencia de unas letras nunca más vigentes que hoy -oscilando entre el horror material y la despiadada arcada de denuncia social: “La Confusión Reina/Y Es El Orden Natural” (“Girel”), “Necesito Una Nueva Decepción” (“Disfilia”), “Es Tu Perdición/Lo Que Empieza Como Un Inocente Juego” (“Out”)...

Hace muchísimo tiempo, un amigo usaba el vocablo “monorritmia” para hablar de los peligros a los que se exponían Dios Hastío y nombres similares, peligros que podían terminar siéndoles mortales. Girel/Disfilia EP plantea para mí exactamente el mismo dilema... dieciocho años después, y en el contexto de una carrera ininterrumpida que ya rebasa el cuarto de siglo.

(AVISO DE SERVICIO PÚBLICO: Amén de “Disfilia”, el lado B de este 45 incluye “¿Qué Es Lo Que En Verdad Importa?” y “El Ataque De Los Cuásares”, recuperados respectivamente de Historias Ficticias... y de A Medio Camino De Ur EP, 2001. Una mala costumbre -adicionar tracks sin acreditarlos- de la que DH no se ha desembarazado.)

Vuelve Alberto Carbajal (a) Habø, ahora por partida doble. Primero, presentando flamante plataforma propia, in.mundo (sic). Y segundo, con nuevo trabajo acreditado a su inspirado a.k.a. artístico.

//Textura//Difusa// es un decidido paso hacia adelante para Habø. El Aviador Dro Y Sus Obreros Especializados y Grauzone son las improntas que han quedado varadas en la ruta, mientras que las huellas que Suicide y la Berlin school imprimiesen en el epónimo mini-álbum debut del unipersonal persisten. Reformuladas las primeras, potenciadas las segundas. En cuanto a Suicide, ya no es el de “Ghost Rider” o “Rocket USA”, sino el de “Cheere”. Cierto, sus arreglos de teclado son ahora más accesibles, pero no más complacientes. No si el registro sigue irradiado con el mismo lo fi que revoloteaba en Habø (2020).

En cuanto a la escuela berlinesa, al acercarte al nuevo esférico debes tomar en consideración más a sus herederos y supervivientes que a sus fundadores. El norconeño se la juega arriesgando el despegue de //Textura... con “GRIETA_”, once minutos y medio que revisitan la pertinaz simplicidad del proto-synth nacido al  amparo  de  los  Suicide  menos  intratables. Parte el proyecto desde esa basal remembranza -una suerte de alucinada reconversión sci fi de “Cheere”- para dotar a la síncopa de mayor vitalidad y a los teclados de un paulatino avivamiento ante la inminencia de la ascensión. Puede discutirse la duración, pero no el intento de Habø por desligarse de su pasado más inmediato, intento que califico de exitoso.

No hay que pensar, ergo, en Ash Ra Temple o Tangerine Dream; sino en la andadura a solas de Manuel Göttsching, en el legado que Klaus Schulze dejó bajo el chaplín de Richard Wahnfried, en la obra de Harald Grosskopf. Las cuatro piezas restantes del CD canalizan las consecuencias de la metamorfosis en modos consonantes. Mientras que “Viral​[Tape]” y “Voo_Doo” cuajan un synth más pulido y vistoso que a toda hora evita dejar de sonar minimal, “GRIETA_X” y “OleajesDeSer” son ejemplos glaciales e inconmovibles de melodías sintéticas que consiguen un débil balance entre la austeridad y la evocación. En otras palabras, con //Textura//Difusa// Alberto resigna la comodidad de su nave espacial, desmagnetiza sus botas de astronauta y se adentra en la cósmica negrura que le rodea. Apenas si está empezando.

Hákim de Merv

jueves, 16 de diciembre de 2021

Diego Hernández: Radiofonía // Mesetas: Materiales Y Minerales // The Slow Voyage: Soul's Whisper // Esqueleto · Decálogo De Errores: Selección De 2007 A 2021

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 8 de diciembre del 2021.)

#AguanteChile.

Diego Hernández, líder del ¿colectivo? ¿quinteto? La Banda’s -Discogs consigna además a Martín Kaulen, Álvaro Daguer, Rodrigo Astaburuaga y Francisco Cabala; pero la foto de su apartado en esa página incluye a más de diez-, ha optado por iniciar su carrera solista en este 2021 que ya fenece. Lo hace a través de la plataforma coquimbana Nonlocal Research, utilizando un lenguaje harto divergente del que frecuentasen La Banda’s o cualquiera de sus encarnaciones/emanaciones -el de la electrónica estrapada por un ambient que mora en los límites del convencionalismo y de la condescendencia.

No cabe esperar de su mano, entonces, armoniosos colores y/o cálidas texturas. No ahora, al menos. Desde “Brevedad Y Sencillez”, Radiofonía proclama su devota entrega a cacofonías articuladas en torno a reluctantes y siniestros soundscapes. Con la discutible excepción de “Limbo Electromagnético”, que pinta para certero ajuste de clavijas, la artillería de espectrales estructuras disonantes arropadas por un aura sórdidamente nocturnal hinca el diente en todos los canales de la cinta. Ejemplos de esa supremacía: los ecos pantanosos de Ruido en la chapoteante “La Orquesta Fantasma”, el irrespirable score de crispantes variaciones electrostáticas que responde al significativo nombre de “La Marcha Termoiónica” (a lo largo de cuyos siete minutos vagabundea una voz femenina como alma en pena), la chirriante manipulación de frecuencias azules en “Apagón Analógico”, las retorcidas vibraciones de las cuerdas tratadas/intervenidas -violín, piano- en “Caja Faraday” (que guiña al fenómeno de nulificación del campo electromagnético de un conductor)...

No deja de sorprender que Radiofonía sea resultado del avezado procesamiento (¿hertziano?) de cintas analógicas, de videos colgados en YouTube, de transmisiones am/fm y de reproducciones en servicios de streaming. Un tratamiento de todas estas muestras que hace pensar en una locomoción circulatoria antes que en dinámicas asaz menos flexibles. Ésta y las demás peculiaridades antes descritas confluyen en “Modulación De Frecuencia”, la suite final de casi doce minutos, suerte de inevitable escalada que Hernández encara hacia la abstracción total -y conspicua evidencia de la posibilidades que ofrece el Ruido para liberar zonas/espacios aún en un contexto caníbal como el del urbanismo contemporáneo.

Otrosí, el confuso inicio de la historia del ¿quinteto? ¿colectivo? La Banda’s ubica a un grupo de chilenos en el Valle del Cauca -Popayán (Colombia)-, hacia 1995. Su epónimo primer paso, sin embargo, se difiere hasta el 2007. Desde entonces y utilizando diversos seudónimos (Los Knock Knock's y Jesus Freaks, entre ellos), esta asociación ha tenido un andar lo bastante nutrido como para que una sola discográfica le tome el pulso. Bajo diversas identidades, en efecto, sus referencias se hayan esparcidas entre Hueso Records (Procrastinación de Los Knock Knock's, 2017), Pastabase (el estreno del ’07), ETC Records (los dos trabajos de Jesus Freaks y el Digital Garage Days de Los Knock Knock’s, 2015), el sello propio (Las Band's Records) y Cosmovisión Registros Andinos (La Libertad Guiando Al Pueblo? y MySpace Virtual Days de La Banda’s, respectivamente en el 2017 y el 2019). Precisamente es MySpace..., recopilación de jams fechados entre el 2009 y el 2011, el único de sus títulos al que he podido acceder hasta hoy. Paulatinamente, La Banda’s se ha ido desgajando en otras pieles más, como The Psychedelic Schafferson, La Hell Gang, Non Local Society y A Full Cosmic Sound -ente este último que llegó a presentarse en el Perú durante la tercera edición del Festival Integraciones (cf. el Live In Perú 2013 publicado en enero del 2017).

Menos escarpado descuella el mini-álbum con que Mesetas se ha presentado en sociedad en octubre último. Se trata del tándem integrado por Rodrigo Mardones, de Música Casual, y Luis Venegas, de Argades. De Música Casual, he escrito lo suficiente como para que no sea un seudónimo ajeno a los lectores que me siguen. A Argades lo he mencionado alguna vez, pero la verdad es que se halla lejos de ir a la saga de Mardones. Su ópera prima, Vía (2018), corre al albur de transfigurarse constantemente -de la IDM de enfoque étnico al avant garde de rugosidades mil, y viceversa.

Seleccionados en primera instancia de un fecundo archivo de grabaciones, los siete tracks finalistas de Materiales Y Minerales fueron escogidos por Venegas, Mardones y Manuel Knwell. Colaborador estrecho de Venegas desde las jornadas de Vía, que masterizó y co-editó, Knwell repite el plato aquí -ya que también edita y masteriza el debut motivo de estas líneas. Un debut que verifica lo que ya gritaba a voz en cuello el background de los santiaguinos: la adscripción de Mesetas en el circuito de escenas electrónicas independientes de Chile.

Los movimientos iniciales del primerísimo “Levantando El Vuelo” ya hablan de poéticas catarsis que oscilan entre la demencia y la ingenuidad. Esa esquizofrenia evita que el magma eyectado e intervenido/moldeado por Mardones-Venegas avance con parsimonia, aunque su timing rítmico esté dominado por la inconstancia -desaparece a ratos- y la irregularidad -muta de un tiempo a otro-. Pese a que esta descripción permite amparar una filiación intelligent techno, la verdad es que el dúo se acomoda mejor bajo la etiqueta del ambient, que así y todo tampoco le describe a plenitud.

Porque en números como “Estratósfera”, “Montes Australes” o “Exploración”, se percibe una cierta tensión que desintegra la predictibilidad de patrones meramente ornamentales; tensión que favorece el surgimiento de un sonido cáustico y urente, tormentoso y desestructurado, chirriante y borrascoso. Es, pues, un impulso en continuo angst el que parece empujar a Mesetas entre el ambient, la IDM y una versión minimal/descarnada del illbient neoyorkino. El fragmentario/oblicuo registro que resulta de esta presurizada rigidez se propaga a veces hacia coordenadas distantes, como cuando absorbe la cósmica iteración de los primeros Experimental Audio Research -presente en “Micro Universo” y “Procesión”. Acaso sea este último el lunar de Materiales Y Minerales, pieza que parte de una melodía introspectiva para cabalgar hacia las habituales viñetas de sideralismo no-narrativo abundantes durante los 24 minutos del disco. Sólido y conciso.

No ha sido un año especialmente fértil para los riffs duros, sean éstos de ascendencia hard, heavy, psicodélica, metal, prog, space o stoner. De modo que un retorno como el del cuarteto biobiense The Slow Voyage, tras cuatro años de mutis en lo tocante a lanzamientos, es más que bienvenido. Diferenciar entre una sustancial evolución con respecto de Time Lapse (2017) y el entusiasmo que genera el robusto reentré que supone Soul’s Whisper, no obstante, tomará algo más de tiempo.

En realidad, hay un poco de esto y otro poco de aquello. Por un lado, lo dicho: ni los géneros aludidos ni otros convergentes -como el blues, el grunge, el sludge o el garage-, ni tampoco sus descendientes -el heavy psych, el hard prog, la neopsicodelia o el stoner doom-, han visto reverdecer demasiados laureles en este 2021. Por otro lado, es innegable el progreso que ha logrado el combo desde las épocas de la puesta de largo. Dos circunstancias a tomar en cuenta. Una: el cambio de baterista en la alineación -al abrigo de la bifronte entidad formada por los guitarristas vocalistas Rodrigo Salamanca y Freddy Lepe, Demian Soto ha reemplazado a Mauricio Pinilla, mientras que Camila “Milila” Muñoz sigue inamovible en el bajo.

Dos: si bien podría especularse sobre si el material encapsulado en Soul’s Whisper es de la misma procedencia que el de su antecesor, es decir un gigantesco cúmulo de disipados ejercicios improvisatorios, lo que pone de relieve el nuevo opus es que TSV ha decidido darle protagonismo apabullante a un discurso enteogénico no por duro menos caleidoscópico. A pesar de todavía poder distinguirse matices -el vigoroso asalto stoner que se abre paso entre la tupida mixtura psicodélica de “Explosion”, la vibrante intensidad de “Recover” (cuya genial acometida hard/stoner/space nace y muere en la dosis precisa y el tiempo justo)-, es una corpulenta psicodelia de sofocante lisergia la que toma las riendas del largo.

El uso a discreción que de los arabescos hacen las eléctricas en pistas como la oriental “Exotic Mirror” o la desértica “The Conquest” abrillanta algunos de los imponentes medios tiempos que enhebra el conjunto. Éste es el formato que más dominan los angelinos -el single de adelanto “Sunset”, “Primavera De Octubre”-, el que más retumba mientras la aguja recorre el acetato, consagrando así a éste como un delectable trip pletórico en placidez sensorial y asimismo trascendental. Rédito final: una perdurable sensación similar a la que en la India llaman “amsara”.

El insólito dub-reggae psicotrópico de “Slow Down”, que con su isócrono deambular devuelve a la normalidad las pulsaciones del/de la escucha, es el encargado de dar por concluido el excelente vuelo al que Soul’s Whisper invita. De su producción física se ha encargado la independiente penquista SurPop Records, tanto en vinilo amarillo de 180 gramos y formato gatefold como en CD (100 ejemplares para cada tirada).

En medio de la avalancha de referencias que me llegan diariamente en forma de notificaciones, en una oportunidad me topé con algunas que remitían a Infinito Audio, label mapocha orientada hacia las distintas encarnaciones que la música electrónica adoptase de mediados de los 90s en adelante. Los descubrimientos que me reservó aquella ocasión fueron Bipolar y Esqueleto, primeras publicaciones de una nómina que hoy supera las 70 entradas.

Entonces no sabía que Esqueleto era el a.k.a. individual de Ottavio Berbacow, miembro fundador del seminal dueto LEM. Sin salir de mi ignorancia, escuché la recopilación que la escudería había colgado en su BandCamp: bajo la reveladora denominación de Mini Album + Microsaurio EP (2017), el cassette recogía en el lado A el fugaz LP del 2001, así como el extended del 2004 en el lado B. Masterizados ambos por Christian Heyne (Shogún, Tormenta), la propuesta del Berbacow solista frisaba esa microscópica digital de rigurosa observancia abstracta, que aún así se las arreglaba para disponer ígneas parcelas donde cada quien podía volcar los propios pensamientos y/o las propias emociones. A despecho de la excluyente frialdad que con proverbial mala leche se le atribuye a la electrónica, Esqueleto es un otro ejemplo de las atmosféricas armonías etereosónicas susceptibles de ser conjuradas incluso al amparo de hielos imperecederos.

Lanzada en septiembre a través de EMA Records, discográfica impulsada por LEM, Decálogo De Errores: Selección De 2007 A 2021 es una nueva recopilación de Esqueleto. El repertorio se compone de temas inéditos facturados a lo largo de casi tres lustros -y, contrariamente a lo que señala el texto en BandCamp, se trata de composiciones lo bastante homogéneas como para inducir excéntricas alucinaciones localizadas en fascinantes lugares abiertos (reales o imaginarios). El apolíneo ambient digital se diluye para mejor asumir/adoptar diversos rostros según cada corte: el del glitch en “El Ambient Del Gásfiter” y en “Espeleología De La Memoria”, el del bliss pop en “Sin Nada Que Ofrecer”, el de la IDM en “Contra Todo Evento”, el del post rock en el pareado “E1”-“E2” (concebidos como profilaxis propedéutica contra las dañinas madrugadas insomnes)...

Incluso el rostro harsh noise paladeado en “Fuego Amigo” participa de la metafísica que postula Berbacow a la base de su input sonoro -una que convierte a toda estética en efusiva, resplandeciente, eufónica, distendida, acuosa, llena de litio y de saudade. Colabora en la guitarra, que aparece de cuando en vez, Óscar Burotto (su partner en LEM).

Hákim de Merv

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Visoki Napon: Huitlacoche // Das Leiden: Chapter I, Dies Irae // Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 - 1993) // The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de noviembre del 2021.)

Llegan buenas nuevas desde Bilbao, España, a través de Kiko Monzón. Radicado desde hace muchos almanaques en la ciudad, el peruano ex Nudo De Espejos se ha unido al vizcaíno Jon Fernández bajo el alias artístico de Visoki Napon (¿guiño a la película croata de 1981?). Grabado de una toma a mediados del 2019 y mezclado un año después, su debut acaece en septiembre pasado, tras haber sido masterizado en Dublin. La rodaja recibe el extraño nombre de Huitlacoche, hongo del maíz que se consideraba alimento para pobres en los días del imperio azteca, y que hoy ha pasado a formar parte de la educación culinaria más exquisita.

Apoyada por el baterista mexicano Esau Nava, la mancuerna ha ensamblado un cohetazo al que alimentan tres tipos de combustible. Distintos, sí, pero no incompatibles: el de la psicodelia en su acepción más clásica, el del noise rock en su vertiente más áspera, el del post rock en su origen americano. Este último dato cobra relevancia al postularse la tesis del grupo como semi-instrumental: aunque Kiko (bajo) lleva la voz cantante y Jon (guitarra) le asiste en los coros, sólo a dos tracks de Huitlacoche se les puede considerar “canciones”. Un rasgo que comparte con la tropa comandada por Slint y June Of 44.

Dicha peculiaridad induce a pensar espontáneamente en Huitlacoche como fruto de dilatadas e intensas sesiones de improvisación -conciliábulos durante los cuales esos tres carburantes aludidos han interactuado hasta alcanzar un notable grado de miscibilidad. Contrariamente a lo que podría esperarse, esa característica dúctil no entra en conflicto con la compacta osamenta entre pétrea y diamantina del sonido VN, sino que le aligera. Tal vez ésa sea la paradoja paradigmática que sostiene a todo power trio, formato cuya piel más de una vez se calza el ¿dueto?/¿terceto?

Los volátiles acordes que aperturan “Desprendimiento” anuncian una filia space rock que sólo se manifestará cuando el maremágnum de la banda ingrese a periodos de relativa calma -esto es, de vez en cuando. Son norma para los indesmayables segmentos instrumentales, pues, el fragor imponente, la dureza inflexible, la tormenta estruendosa, el crescendo granítico. En medio de semejante agitación, la vital solución líquida permanece balanceada.

“Vuelvan Las Horas” y “Espacio” conceden margen para probar fortuna con otros formatos, sin exceder los límites que establece el binomio. Una intro de percusión mixta prologa -y determina- la ruta de “Vuelvan...”, mientras que en “Espacio” conviven dos tempos que se devoran al intercalarse. Lejos de esa implícita esquizofrenia insinuada, “Obstrucción” modela las sedas hard rock de principios de los 70s, en tanto “Yawar”, la pieza más larga del álbum, ofrece no pocas secciones de distensión -del prog más enérgico y sumarial a los límites del meta-stoner. Suculento entremés el de Visoki Napon, repleto de memorables pasajes para sacudir las carnes en medio de un pogo desenfrenado/para rolear esa yerba divina en compañía de la familia que elegiste -la amical.

Incierta evolución la que propone Das Leiden con Chapter I, Dies Irae, su estreno en 33 -comenzando por el concepto mismo de “evolución”. Lo que hacía del ¿EP? ¿mini-LP? Wounds una placa interesante era el denodado tesón del cuate Daniel Rossier por sortear los lugares comunes del gothic noventero, ofreciendo así una versión de éste en-gran-medida libre de afectaciones, melifluidades y empalagamientos. En ese sentido, al nuevo plástico le cuesta varios pasos en falso mantener la vara en alto.

Colgado en Internet hacia la quincena de junio, Chapter I... empieza reeditando virtudes y cualidades a través de “La Maledizione Di Amare” y principalmente “Dies Irae”, minimal goth a prueba de balas. Es a partir de “Cenizas” que al proyecto mexicano se le hace un mundo lidiar con la enfática pomposidad teatrera de la descaminada prole heredera de Andrew Eldritch y compañía. Incluso se puede aventurar un cierto paralelismo sutil entre cortes como “Cotard, Ich Werde Für Dich Beten” o “Forgiveness”, y el aura macabra de las obras de Goblin confeccionadas para los films del maestro del giallo Dario Argento (Profondo Rosso y Suspiria, respectivamente). Ojo, no estoy diciendo que suene terrible. De hecho hará las delicias de los amantes del género. Su concentración ferrosa, no obstante, sabe a salida fácil teniendo en cuenta lo avanzado por Wounds.

Afortunadamente, con “Sombras” -donde Rossier sostiene un duelo vocal junto a Suzi Sabotage, cultora finlandesa de coldwave- los afanes y pugnas del unipersonal por retomar el camino de la austeridad se hacen bastante evidentes. Pese a eventuales resbalones -“Weariness” y su llorón alegato de dark sintético, el excesivo tremendismo de “Alquimista”-, Das Leiden logra salir airoso gracias a “Blood”, “Sentir” y los magistrales 4.25 de “My Pale Face Weeps”. Un misterio por qué precisamente estos tres llevan el paréntesis de ‘Vinyl Version’. Coincidencia reveladora, también los tres sueltan los frenos para testear tiempos más acelerados, lo que les constriñe a un andar ligero.

Mención especial para “Curse”, que rescata el diálogo final de The Witch (2015) entre Thomasin y Black Phillip. Su estructura y asfixiante atmósfera testimonian la lucha entre el exceso y la templanza librada a través de los casi 58 minutos de Chapter I, Dies Irae; próximo a ser editado en físico por la peruana InClub Records (2022).

Desde hace algunos días en “pre-order”, acaba de editarse el muestrario Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 – 1993), concebido por At At Records. La tijuanense discográfica independiente del nuevo siglo, que fundaran los históricos Ford Proco, publicita a este título como medio hermano de ese célebre Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989) que ella misma editase en el 2005. Queda colmado, de este modo, otro de los muchos espacios vacíos que todavía descontinúan el mosaico biográfico de la música electrónica pop mexicana.

(Un mosaico igual de incompleto que aquellos pertenecientes a los demás países de la región. Lo dijo en algún momento el desaparecido Leonardo Bacteria -Insumisión, Pestaña-, al afirmar que la historia de la música electrónica en Latinoamérica todavía estaba por escribirse. Muchos años después, la frase del músico sigue plenamente vigente.)

Si Backup... apuesta por el legado de las formaciones primigenias adscritas al synth pop que se hizo en ‘Technotitlan’ durante los 80s, de ocasionales y por ende insólitos arrestos coldwave (Casino Shanghai, Vandada, Década 2) y minimal synth (el trío Avant Garde), Irradiador... otorga prioridad a las huestes que caminan decididamente hacia la coldwave y se adentran sin reservas en la EBM y el techno industrial. No importa si avanzan hacia estos territorios desplazándose aún desde el synth pop, como sucede con María Bonita (“Rezo El Rosario”), LLT (“Ficción”) y los oscuros Figuras Abstractas (“Proclamación Al Futuro”); o incluso si se resisten a abandonar ese estrato (“Se, Soy” de Duda Mata, que repite el plato de “Masticándote” en Backup...). El reto es no desentonar, y por suerte no lo hace casi nadie.

¿Ponderaciones? Varias. En primer lugar, la EBM de Ford Proco (“Militermia”), La Función De Repulsa (“Amor Es”) y Vortex (“Visión Oculta”). En segundo lugar, el techno industrial de LLT y Bostich (“Pieza Para Dos Radios”). En tercero, la cenagosa coldwave de Figuras Abstractas, El Escuadrón Del Ritmo (“Hierro Congelado”) y Artefakto (el otro nombre que ya consignaba Backup... con “Mundo Sin Viento”, aquí con “Omóplato”). ¿Defenestraciones? Sólo una: la deplorable “Dinámica” de Gestalt, demasiado cerca del techno pacharacón que asaltó las radios de todo el mundo a principios de los 90s.

Si el lanzamiento de Irradiador: Expediente Post-Industrial (1982 - 1993) te mueve a acercarte por primera vez a la historia de ‘Technotitlan’, te recomiendo que escuches antes a su directo antecesor Backup: Expediente Tecno Pop (1980 - 1989). En paralelo, consulta a From Trance To Cyber: An Electro Mexican Compilation (1994) y al subsiguiente Trance Formation (A Techno/Trance Compilation) (1995), registros de cariz arqueológico preparados por la escudería angelina Opción Sónica. Para darle una mirada a los antecedentes, consigue -ya sabes cómo, ya sabes dónde- el box set de siete vinilos Mexican Cassette Culture: Recordings 1977-1982 (2016), diseñado por la extraordinaria label alemana Vinyl-On-Demand: Hilozoizmo, Voldarepet, Vía Láctea, Oxomaxoma, el pionero Carlos Alvarado... Finalmente, dale un par de vueltas a Film (1985) de Casino Shanghai, a Odio Bajo El Alma (1997) y El Día De La Ira EP (1998) de Hocico, a la compilación homónima (1991) de los fundacionales Size, a todo lo que encuentres de Jorge Reyes (el otro tótem junto a Alvarado) y de Bostich (la semilla de la que nacería el sincretismo audio-cultural de Nortec Collective). Provecho.

Mira lo que son las cosas. Hace un rato mencioné al capo Argento y ahora es el turno de otro grande del giallo italiano -Lucio Fulci. Eighth Tower Records, subsidiaria de Unexplained Sounds, dio luz verde en las postrimerías de agosto a un volumen bautizado The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy. Sabiendo que disquera napolitana y subsede se han especializado en drone music, dark ambient y post industrial diríase pagano, a priori el homenaje al extinto cineasta romano parece tenerlas todas consigo en una confluencia soñada de sonido e imaginario/imágenes.

No sé si antes alguien haya dicho que Fulci es el Quentin Tarantino de la Santísima Trinidad del giallo, entente que completan Argento y Mario Bava. No es difícil llegar a esa afirmación, dada la mesmerizante fascinación del peninsular por las circunstancias surrealistas de ribetes desaforados y las escenas de ultraviolencia escatológica -a tal punto, que el propio realizador de Pulp Fiction y The Hateful Eight considera a E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà como su largometraje favorito. Una entre varias -spaghetti westerns, comedias, parodias, documentales e incluso musicales (puajjjj)-, fue justamente la etapa giallo de su carrera la que elevó a Fulci a figura de talla mundial. De entre todas las películas rodadas bajo ese molde estético, sin duda sobresalen las que se agrupan bajo el rótulo de ‘Trilogía De La Muerte’: Paura Nella Città Dei Morti Viventi (1980), E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà (1981, estrenada en USA como The Beyond) y Quella Villa Accanto Al Cimitero (1981).

Son catorce los capítulos de los que The Beyond... consta. Doce de ellos, prorrateados entre cuatro participantes, y el par restante firmado por un colaborador adicional. Nàresh Ran iza el telón con “Enoch”, que me transmitió muy poco. Sus otros dos surcos, “Eibon” y Freudstein”, tampoco son especialmente recordables. A “Enoch” le sigue “Rotta Dal Pianto”, de Mario Lino Stancati. El rollo es esencialmente el mismo: música iterativa, de ecos turbios y ambientaciones tenebrosas, que luce razonablemente convencional en comparación con otras producciones de la plataforma. Ídem las demás pistas de Stancati, “Se Parla Il Mostro” y “Perdono Sangue I Tuoi Ocche”. Y si bien podría entusiasmarte diciendo que es recién con “The Blind Woman” de Kloob que comienza en serio el vuelo, advierto que ya he mencionado de pasada la mitad de un compacto cuya locomoción es bastante díscola. Queda, sin embargo, la posibilidad de que el track list salve la situación distribuyendo con tino sus componentes; algo a lo que contribuye Kloob en la fúnebre “Hotel’s Blueprint” y sobre todo la sombría “Seven Doors Of Death” (el subtítulo que recibió The Beyond en la Unión Americana).

Es el turno de Bad Girl y el rumbo parece encaminarse para bien, porque este acto cumple pundonorosamente, en la línea opresiva y ominosa de Kloob (“City Of Death” y “He Opened The Gates Of Hell”). Pero, ay, el llamado a voltear el marcador tiene desiguales resultados. Aunque Progetto No Name + DuoSerpe se anota un acierto con la terrorífica “A Cuore Aperto”, su “Late Night Black News” y su “Ending Nightmares Of Beauty” fallan clamorosamente, dejando a este The Beyond - Music Inspired By The Lucio Fulci Death Trilogy como la primera referencia de los catálogos de Unexplained Sounds con la estadística igualada -mismo número de goles y de autogoles.

Y es que los grupos y proyectos de la disquera parecieran haberse planteado manufacturar los temas en una clave más accesible de la que usualmente enmarca sus trabajos, cuando debieron hacer exactamente lo contrario -con más ahínco, si pertenecen a Eighth Tower-. Es verdad que medio CD trata de estar a la altura del desafío que implica tributar a Fulci, y aún cuando los réditos no son malos, de ningún modo transmiten el horror de una toma como la de las tarántulas carnívoras de E Tu Vivrai Nel Terrore! L'Aldilà o la del fulminante cuchillazo transcraneal al inicio de Quella Villa Accanto Al Cimitero. Algo que los mejores esféricos del sello pueden re-crear sobradamente.

Hákim de Merv