miércoles, 31 de mayo de 2017

Kusama: An Encounter With A Dark Flowering Season

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de febrero del 2017.)

(...ala mierda... ¡¡¡Ala mierda!!! ¡¡¡...ALA MIERDA...!!!)

Una regla -tal vez- no escrita en el mundo del Arte, relativa a la fenomenología de las nuevas vetas estilísticas, refiere que sólo el Tiempo decide si éstas terminan convirtiéndose en paradigmas a invocar/subvertir; o si, por el contrario, su nivel de artificialidad las condena a no ser recordadas sino como excéntricos pero estériles ejercicios de innovación.

¿Y es de veras el Tiempo la única instancia cuyo juicio tiene la autoridad de exaltar o denigrar? La pregunta todavía rebota dentro de mi cráneo, a la par que las impresiones dejadas allí por el estreno de Kusama. No es sencillo separar una cosa de la otra, puesto que An Encounter With A Dark Flowering Season le ha propinado un buen sacudón a mis conexiones neuronales. El grupo ya había publicado dos temas desde su cuenta BandCamp, “I Wonder” y “Let's Dance” (sí, versión del clásico del Duque Blanco), que alertaban sobre su excéntrico estilo (sí, ese preciso adjetivo de nuevo). La puesta de largo, sin embargo, llegó un poco de sorpresa; ni bien arrancó este año.

“Dance” y “dark” han sido etiquetas recurrentes para catalogar a Kusama. En modo alguno incorrectas, hoy, tras la aparición del An Encounter...; son insuficientes. Cuando escuché el disco por primera vez, encontré cierto parecido con The Danse Society, una banda inglesa anterior a Clan Of Xymox y con la que comparte el 95% de código genético. La diferencia entre ambos referentes radica en que los holandeses suenan más dark, mientras que los británicos abrazaron el gótico duro y lo derivaron hacia las pistas de baile.

Así pudiera considerársele su estructura ósea, que la huella de The Danse Society persista en An Encounter... luego de muchas escuchas no convierte a Kusama en una banda de techno gothic por default. Esa impronta no es la única que conjura el trío compuesto por la guitarrista Malena Malloy, el ¿percusionista? Alessandro Coluccelli y la tecladista/vocalista/bajista Noelia Cabrera. El cultivo de una variedad sónica iterativa, de raíces drone, libera a Kusama del molde electro-gótico; dándole a la vez una maleabilidad pocas veces vista en la escena nacional. Obvio: teniendo al drone y al gothic como dominio y rango (o viceversa), Kusama puede visitar un espectro donde conviven el post punk, el industrial, el nonsense, el ruido pogueable -y sonar a todo ello a la vez. De ahí que sea más correcto hablar de homogeneidad que de versatilidad, trátese de composiciones contemplativas o pasionales.

El bajo marcadazo, la guitarra austera, las secuencias invencibles, muchas de ellas armadas previamente por Romina San Martín, ahora retirada del proyecto... Grados de separación más/menos, son características que pueden extenderse a todo el panorama del actual pop independiente peruano. Pero si algo exonera a Kusama de caer en el vacuo experimentalismo frankensteiniano, es la voz de Cabrera. Su performance a la hora de registrar An Encounter... abunda en giros vocales a lo Liz Fraser circa Garlands (1982), la amalgama que pulveriza cualquier atisbo de mera “yuxtaposición estética”. Esas repeticiones incesantes de una misma nota, técnica muy usada en el coral barroco, calza perfectamente con temas como “Under Oath”, “Ródchenko” (tributo al polímata fundador del constructivismo ruso) y “Nébula”, más inclinados a impeler el cuerpo -y también con piezas como “Violet”, “I Wonder” y “Puke”, en una onda más sosegada (pero no por ello menos punzante).

Entiendo que An Encounter... fue mezclado y editado durante cinco arduos meses. La calidad del producto final resultaría, así, más que sorprendente -de no ser porque, revisando info al respecto, leo que el debut fue pulido por el aguerrido Miguel Ángel Burga, quien también se hace cargo aquí de la eléctrica (el detalle que faltaba). De este modo, An Encounter With A Dark Flowering Season arranca con mucha ventaja de cara a los balances de fin de año. El disco ha sido editado en formato físico y ya presentado en directo, como corresponde.


COMENTARIO CONTINGENTE

Ya llegamos a junio, y aún An Encounter... corre a la cabeza para los recuentos anuales.

Hákim de Merv

3AM: Transmissions

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 12 de enero del 2016.)

Como toda persona común y silvestre que ha escuchado el debut UFO Blues Tapes (2014), solía pensar a 3AM en términos de referentes proto punk, drone music y gravedad vocal de impostación en los hechos gótica. Cierto que también se colaba un barniz que pretendía acercarle a predios más salvajones (en el buen sentido de la palabra), pero el ingrediente extra no lograba el peso suficiente como para volcarle hacia aquellos.

A propósito de balances anuales, recordé que 2015 fue el año en que partieron hacia la Eternidad dos tótems mayores para quien impulsa 3AM, el experimentado Miguel Ángel Burga. Me refiero a Edgar Froese y a Lemmy Kilmister, principales gestores de Tangerine Dream y Motörhead, respectivamente. Es razonable suponer que Burga no ha compuesto los temas del hasta hoy último disco teniendo a estos dos colosos en la mitra. La muerte de Froese ocurrió en enero, pero la de Kilmister aconteció en los últimos días de diciembre, cuando el álbum ya había comenzado a difundirse. Sin embargo, sí encuentro interesante el repensar a 3AM como una danza -en el cuadrilátero, en la cama, en los tímpanos, en la materia gris... ¡¡¡en todas putas partes!!!- entre el estratosférico kraut rock de Tangerine Dream y el space/heavy/proto-stoner de Motörhead.

Transmissions (2015) opera bajo las mismas coordenadas que su predecesor -lo que motivaría el ejercicio de repensar el UFO Blues Tapes en términos de bla-bla-bla (quien sienta el espíritu dispuesto, adelante). Sonidos minimales y cósmicos, a veces con el acelerador/pedal hasta el fondo, a veces con un ritmo a medias hipnótico y sedante. Siempre todo enmarcado, eso sí, en una dinámica psych tributaria de los primeros 70s -tal cual parece confirmarlo el hecho de que todos los aparatos en portada son analógicos. Habrá en el disco artillería tecnológica de otro tipo, quizá, pero la época evocada es aquella a la que guiña la carátula.

A quienes estén interesados en rockear a la usanza de la vieja escuela, les recomendaría surcos como “You're Never Gonna Bring Me Down”, “UHF”, “Rock'N'Roll Radio” o “Rocks”. Para mí, lo mejor de este Transmissions lo he disfrutado al ralentí: “Condor” y su desert rock cargado de lisergia, “Joy” y su dilatada estructura rítmica loopdélica, el medio tempo de “Flying Low”, y sobre todo “A Minute” -trance total atiborrado de trémolos, lo más drone y alucinante que le escucho hasta ahora a Miguel Ángel como 3AM, uno de LOS temas del año 2016 a nivel local.

Otrosí, ¿para cuándo el debut de Ande, mi estimado, tu brutal proyecto neopagano?


ANOTACIÓN PERSONAL

Sigo esperando mi ejemplar del Transmissions. Con fe. Estoy convencido de que llegará en cualquier momento (LOL).

Hákim de Merv

Nocturno: La Noche De Los Tiempos

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 10 de mayo del 2016.)

(En principio, ésta no pretendía ser una reseña doble. O triple. Tampoco es que termine siéndolo, pero ha habido una alineación interesante de película y disco, e incluso de narrativa; que ha acabado por darle visos de crónica temática. Sin embargo el centro, esta vez, lo determina indudablemente el trabajo sonoro.)

Hace ya un año vi The Witch (Robert Eggers, 2015). A media tarde, en casa. Solo. A riesgo de que suene a spoiler -pero en realidad no lo es-, a fin de cuentas no te queda claro si lo que has visto efectivamente pasó, o si se trata de visiones inducidas por el pánico casi cerval que alentaba el puritanismo entre los colonos de la recién nacida Nueva Inglaterra. Tranquilamente, se pudo haber rodado una película idéntica sobre los juicios en masa por brujería de Salem. Tras el fade out y los créditos, te quedas pensando en cuánta ignorancia y miedo gratuito ha debido soportar el Hombre, antes de lograr que las supercherías y las creencias estériles carezcan de poder real sobre su vida.


Pero asimismo, no te toca sino reconocer que, por más que intentes racionalizarla; nunca podrás evitar del todo esa sensación de terror a lo desconocido, de horror a aquello que no puedes entender -una emoción propia de la especie, por lo demás. El film de Eggers tiene poquísima música (decorativa), apenas unos cuantos minutos corales que ni de lejos se comparan a los célebres ave satanis con que el maestro Jerry Goldsmith ornó The Omen (1976). Estás librado/a, entonces, al puro sonido ambiental, a las locaciones, a lo que vemos a través de los ojos de los protagonistas -una familia de puritanos desterrada a los lindes del bosque. El bosque de presencia incesante. El bosque de silencio ominoso. El bosque de parajes ocultos, a los que jamás llega la luz del sol, y que esconde quién sabe qué prodigios u horrores innominados.


Pensaba en todo esto mientras mi mente regresaba sin descanso a H.P. Lovecraft: no a sus pavorosos relatos vinculados a los Mitos de Cthulhu, sino a aquellos que el onirófago usamericano dedicase a la brujería, a las vetustas construcciones del siglo XVIII de buhardillas tapiadas y de áticos de negrura casi material, a los ritos sacrílegos que sobrevivirían entre los descendientes de las hechiceras -reales o no- ajusticiadas por la histeria colectiva que azuzó el feroz dogmatismo cristiano-británico:

“Ningún viajero ha visitado jamás esas gargantas sombrías sin una sensación de malestar, y los artistas se estremecen mientras pintan esos bosques espesos cuyo misterio inquieta tanto el espíritu como la mirada” (“El Color Que Cayó Del Cielo”).

En la inmensa mayoría de esos relatos -“Las Ratas En Las Paredes”, “Los Sueños En La Casa De La Bruja", “El Grabado En La Casa”, “La Hoya De Las Brujas”-, Lovecraft despacha minuciosas pero también macabras descripciones de estos viejos edificios fúnebres, de estos paisajes que encierran bajo de sí infinitas fuerzas malignas, de estas prácticas horras de cualquier consideración moral (aún de la moral atea, que la hay). Es, ciertamente, un Lovecraft que sólo los admiradores más acérrimos conocemos, el que se ve reflejado en el largometraje debut del director estadounidense.

Curiosamente, al día siguiente tenía pensado escribir a propósito del primer larga duración de Nocturno. No acostumbro reseñar discos o combos de metal porque mi empatía con el género es modesta, cuando no pobre, pero lo que me llamó la atención esta vez fue el nombre de la producción: La Noche De Los Tiempos (2016, grabado hace dos años). Es notoria la devoción que la banda profesa al menos aquí a Lovecraft, pero, contra lo que pudiera pensarse por el título -“En La Noche De Los Tiempos” es un cuento superlativo perteneciente a los Mitos de Cthulhu-; parece que a Nocturno le gusta más el Lovecraft “dieciochesco”. Con portada típica/tópica del género para nuestros días -a diferencia de, por ejemplo, el Non-Euclidean Spaces (2015) de los franceses Anthropia-, LNDLT repesca un primigenio EP que jamás vi editado en ningún lado y añade cinco tracks nuevos.

El trío lo componen Félix Dextre en el bajo, César Araujo a las baquetas y Heinz “Azazel” Wuttig al mando de la guitarra. De los tres, a quien reconozco es a Félix, otrora miembro del tremebundo acto psicodélico/space rock Serpentina Satélite. Pero es la guitarra de Wutting la que le da todo el color que puede a La Noche De Los Tiempos -porque el disco es monolítico hasta el más mínimo detalle. Por momentos hard rock, por momentos doom metal, por momentos stoner; esta placa enteramente instrumental recorre los mismos caminos que hubiera seguido un soundtrack mucho más comercial concebido para The Witch. La lobreguez de la jornada es de una densidad brutal, como arrancada de los rincones más negros del alma humana. Tempos medios tirando para lentos (una única excepción, la de “Anticosmos”), la eléctrica casi gutural de riffs invencibles en su solidez (creo que sólo una punta de adamantium podría atravesarlos), el bajo arrastrándose tenebrosamente en faceta casi maligna...

No ocultan los chicos de Nocturno, por lo demás, una filiación con el Lado Oscuro. No cantan ni media línea, pero reciclan la perorata final de Rosemary's Baby en “La Noche De Los Tiempos”. Sus temas llevan el sello de la noctívaga/nictálope Hécate desde los nombres mismos: “El Espíritu De La Serpiente”, “Belial”, “La Danza De Las Hijas Del Viento”... Si de por sí LNDLT es bien frikeante, imagínate lo que es escucharlo repasando las maléficas escenas que nos ha legado The Witch.

Después de una exhaustiva asimilación del disco, difícilmente el sol saldrá para tus ojos. O para tus oídos. O para tu conciencia. Caution: no apto para espíritus flácidos -ni Nocturno, ni The Witch, ni Lovecraft.


INFO ADICIONAL

Varios meses después, en el grupo face Unexplained Sounds, especializado en las vertientes más impenetrables del ambient y de la música electroacústica; encontré una hiperbólica compilación titulada Eudoxus (2016) -o cómo la bastarda prole maldita de Brian Eno logra mimetizarse a través del neopaganismo nórdico para esparcir el Mal hasta el Infinito (y más allá).

Este registro no es apto para personas con alto riesgo coronario. Son poco menos de cuatro horas de drones malformados, de atmósferas electrónicas sórdidas, de construcciones sonoras dantescas -por lo que se recomienda su escucha por partes, si no quiere uno/a dar con sus huesos en el manicomio más cercano. Ojo con el track 4, “Defiler”, de Inner Vision Laboratory: en lo más macabro del tema, estos polacos samplean la caprina voz de Black Phillip (The Witch)...

“What dost thou want?
Wouldst thou like the taste of butter?
A pretty dress?
Wouldst thou like to live delllllllllllliciously?”

Después, no quejarse del sustazo.


Hákim de Merv

José Vicente Asuar

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 24 de enero del 2017.)

“Un país que no tiene cine documental carece por completo de memoria e inteligencia”. Ni idea de quién es el autor de tan extraordinaria sentencia, pero en todo caso yo la conocí a través del amigo y crítico de cine Claudio Cordero. Siempre que las evoco, cada palabra de esa frase resuena rotunda e invencible en mi cabeza. Acaso ello se dé con más fuerza por el dramático contraste entre el ideal que enmarca dicha afirmación y la tristísima realidad nacional, donde poco o nada se hace por fomentar la concreción de filmografías documentales (La Espalda Del Mundo, de Javier Corcuera; Su Nombre Es Fujimori, de Fernando Vílchez). Las contadas películas que se han hecho, en su mayoría ni siquiera pueden engrosar el catálogo del cine peruano, pues su financiamiento proviene de capitales extranjeros y por lo mismo no cuentan -a pesar de estar dirigidas por peruanos. Es que a los “amos” bien poco les importa apoyar sistemáticamente cualquier expresión artística que sea verdaderamente asumida como tal -y por ende, que colisione contra el Orden Establecido. Así, mientras en otras latitudes títulos fantásticos como Cave Of The Forgotten Dreams (2010), Rip! A Remix Manifesto (2007), A Letter To Elia (2010), Copyright Criminals (2009); fomentan la discusión y el diálogo en niveles multidisciplinarios, en el contexto de una cultura contemporánea global, en Perusalém nos acercamos cada vez más a una nueva Edad de Piedra.


A unos cuantos miles de kilómetros hacia el Sur, la realidad es cuando menos un poco más alentadora. De un tiempo a esta parte, Chile ha empezado a producir excelentes documentales que proponen distintos acercamientos a referentes audiovisuales consagrados, reivindican su producción cultural contemporánea y escarban en la Historia para reescribir algunos de sus capítulos -desenmascarando de paso embustes de quienes pretendieron manipular la verdad ocultándola. Para muestra, tres botones: El Camino De La Memoria (2014, de Rafael Cheuquelaf), Nostalgia De La Luz (2010, de Patricio Guzmán) y Locaciones: Buscando A Rusty James (2013, del literato Alberto Fuget).

Hoy, Chile puede darse el lujo de hablar de una sólida documentación de su historia pop, pues existen films sobre artistas tan marcianos como Tobías Alcayota, fundacionales como Electrodomésticos y Emociones Clandestinas, e insulares como José Vicente Asuar. Fue este último el más destacado representante, de entre varios coetáneos suyos, de la escena electroacústica chilena surgida a fines de los 60s y principios de los 70s -escena que recogía las principales enseñanzas de músicos del Primer Mundo como Stockhausen, Schaeffer o Boulez; y que más o menos coexistió en el Tiempo con su similar peruana, representada por Edgard Valcárcel, Celso Garrido-Lecca y César Bolaños (entre otros).


Asuar, compositor electroacústico e investigador del Sonido y sus (infinitas) posibilidades expresivas, ha muerto el 11 de enero de este año. Había empezado a deglutir el mediometraje documental que lo rescataba del Olvido, Variaciones Espectrales (2013), cuando amigos chilenos me noticiaron su deceso. No dije nada al respecto en esos días, pero la espina me había quedado clavada. La película cuenta su increíble aventura artística e intelectual -porque Asuar fue más allá, experimentando en los 70s con la construcción misma de prototipos de máquinas electrónicas que pudieran usarse para crear música. Variaciones... captura para la posteridad el momento exacto en que el autor prácticamente ¿desentierra?/¿redescubre? el computador que él mismo construyese casi 30 años atrás literalmente a punta de latas y perillas recicladas: el COMDASUAR, que supongo debe estar ahora en un museo de arte (como mínimo).


Estuve bastante exaltado y emocionado tras, por fin, acabar el visionado del documental. Lamenté no sentarme inmediatamente a escribir al respecto, pero a veces es mejor dejar correr un poco el tiempo para mejor ordenar las ideas. De hecho, agrego ahora que también me sentí feliz, sí, pero a la vez apenado. ¿Cómo no, si descubro a Asuar casi en el momento mismo de su muerte? Por fortuna, el documental lo reivindicó en el ocaso de su vida. Conviene recordar aquí una anécdota acaecida en nuestro país, con motivo del doble Tensions At The Vanguard: New Music From Peru (1948-1979) (2012). Cuando los organizadores del díptico fueron a buscar al maestro Valcárcel, para pedirle permiso y acceso a fin de relanzar algunos de sus trabajos, e indagar por los demás testimonios de la escena electroacústica peruana; el compositor creía que estaba frente a una alucinación. Valcárcel no terminaba de asimilar que alguien en el Perú se acordase de lo que él y sus compañeros habían hecho entre fines de los 40s y mediados de los 70s. Algo similar debe haber sentido Asuar cuando los responsables de Variaciones... fueron a entrevistarle e incluso le acompañaron en su redescubrimiento del aludido computador. El maestro, pues, partió reconocido -por escaso margen de tiempo, pero reivindicado al fin. Después de conocer la noticia de su muerte, me enteré de que poco antes donó a la Biblioteca Nacional de Chile todas sus partituras.

Quisiera subrayar dos declaraciones incluidas en Variaciones Espectrales:

“El COMDASUAR es el representante (...) del estado de la investigación en Chile. Y es un alto resultado, aunque sea hecho por una persona individual. No tomar en cuenta eso es el problema: pensar que son investigaciones que no conducen, digamos, a una rentabilidad inmediata, que no se pueden masificar como productos... toda esa tontería que... bueno, para qué enfadarnos”.

“Resulta que Chile, para su desgracia, tuvo una dictadura que duró 17 años, que instaló un sistema a la fuerza, que ningún chileno planteó (...) y que ahora estamos sufriendo, que es el neoliberalismo (...); cuyo objetivo central es, desde el punto de vista de la Música, establecer que la Música es una mercancía. Y resulta que la Música no es una mercancía ni puede ser considerada como mercancía. Por consiguiente, en este momento, que a nadie le preocupe, le interese absolutamente nada de estas cuestiones; a mí me llama la atención, porque (la Música) tiene una tremenda importancia”.

Esta última declaración pertenece a Fernando García. La del párrafo anterior, no he conseguido recordar a quién. Ambas sirven para demostrar que el Arte puede y debe convertirse en un feroz crítico de cualquier sistema sacralizado; sea éste político, social, económico, religioso e incluso artístico. Un orden establecido puede funcionar como paradigma por algún tiempo, pero debe ser removido por otro con determinada celeridad. De lo contrario, se esquematiza, se fosiliza, inevitablemente oprime el pensamiento libre y estigmatiza a los creadores de nuevo conocimiento. No por las puras lo sintetiza nuestro César Moro en su incendiario lema casi bakuniano: “Por El Arte Quitasueño/Contra El Arte Adormidera”. La obra de José Vicente Asuar y de todos sus pares, más allá de nacionalidades ilusorias, es prueba fehaciente de ello.

Descanse en paz, maestro.

:'(


UPDATE COMPLEMENTARIO

Desde que publiqué el texto, he encontrado mucho material que avala más de una afirmación hecha en estos renglones.

Chile crece a pasos agigantados en lo que concierne a la memorabilia de su movida independiente: además de los documentos visuales citados, también existen otros como Malditos: La Historia De Fiskales Ad Hok (2004) y Hardcore: La Revolución Inconclusa (2011). Mejor aún, entre mediados de agosto y mediados de septiembre del 2016, se emitió a través de UCV TV -esto es, por señal abierta- la serie de seis episodios Cassette: Historia De La Música En Chile. Cada entrega estuvo consagrada a un género, y aunque pueden señalarse omisiones importantes (faltó una mirada panorámica al indie, por ejemplo), este esfuerzo es tremendamente valioso para historiar el devenir de la música pop al sur de Tacna. Como era de esperarse, José Vicente Asuar aparece en el episodio dedicado a la electrónica.



La reputada netlabel chilena de músicas digitales Pueblo Nuevo ha colgado para free download el triple recopilatorio Obra Electroacústica (2011), de Asuar. El tríptico se vale de un riguroso criterio cronológico para disponer el track list -la pieza más antigua data de 1959, mientras que la última se publica en 1989. Ya no hay excusa para no conocer la producción sonora de este pionero.


Hákim de Merv

Grito Al Vacío: Shoegaze En El Perú 1991-2013/Gritos Y Secuencias: Shoegaze En El Perú Parte II

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de abril del 2014.)

Al  promediar  marzo  del 2014, me enteré por  el  amigo  Abdel    De   La Cruz -frontman de los arequipeños Fobya e impulsor del proyecto shoegazing Orquídea, hoy felizmente resucitado tras diez años de hibernación- de la existencia de El Blog Del Bam, una melómana bitácora peruana en el sentido más amplio del término. La ocasión no podía ser más llamativa para el ojo avizor, pues se linkeaba allí un artefacto recopilatorio que llevaba por título Grito Al Vacío: Shoegaze En El Perú 1991-2013. En realidad, el registro estaba armado utilizando temas extraídos de una nutrida colección de discos nacionales que se acercaban al género concebido a partir del Loveless (1991) de My Bloody Valentine. Previsiblemente, dicho artefacto era obra de coleccionistas y melómanos (ya ves que no estoy muy descaminado cuando hablo de una edad de oro para las antologías de rock y electrónica peruanos). Antes de que acabase el mes, El Blog Del Bam sorprendió gratamente con una segunda entrega -Gritos Y Secuencias: Shoegaze En El Perú Parte II.

Debo decir que, formalmente, tuve algunos reparos con ambas recopilaciones. Bastaba chequear el menú, sobre todo el de la primera, para empezar a dudar de la pertinencia de la palabra “shoegaze” en el título: difícilmente Ionaxs, 3AM, Leche Plus, Ozono o Sajjra podían acomodarse bajo ese cartel. Nótese, además, que Orquídea cuela un tema de su entonces recién estrenado single promocional en cada rodaja, lo que entra en abierta contradicción con el arco de tiempo que busca ilustrar Grito Al Vacío... (de 1991 al 2013).


Sin embargo, no puede pasarse por alto el hecho de que TODOS los proyectos incluidos en una y otra carpeta tienen algo en común: la herencia del colectivo Crisálida Sónica. No es necesario aquí volver sobre esa historia, sólo acotar que fue el punto de partida (1996) para una escena independiente nacida de y para la experimentación sonora -quien aún no esté al tanto, puede revisar el siguiente enlace: http://hexagonocarmesi.blogspot.pe/2009/12/crisalida-sonica-recuerdos-del-futuro.html. En efecto, acompañando al enlace de descarga de Grito Al Vacío... en EBDB, puede leerse:

“...es un compilado que trata de reunir algunos actos peruanos que combinan el shoegaze, space-rock, neo-psicodelia, post-pop y electrónica como géneros predominantes. Muchos de estos actos salieron de la Crisálida Sónica, un colectivo que se dedicó a la música de vanguardia durante la década del noventa. (...) Así mismo, están aquellos actos de ex-integrantes de este colectivo, como Sajjra de Christian Galarreta y 3AM de Miguel Ángel Burga; grupos inspirados en la Crisálida como Leche Plus, Transparente y otros más. También se incluyó a Silvania, por estar conformado por dos excelentes músicos peruanos (...) y por servir de inspiración para toda esta movida”.

Esto último merece explicarse un poco más. Si has seguido la trayectoria de la primera escena shoegazing, o bien se hizo el trasvase hacia la música electrónica -como los propios Silvania o como Ecstasy Of Saint Theresa, por citar otro ejemplo-, o bien se dieron dos pasos atrás y se sacó lote en el indie pop. Que se haya preferido en la mayoría de los casos lo segundo, hace más destacable aquellas excepciones que optaron por lo primero. Y en esa coyuntura, abrazada por los grupos peruanos casi sin excepción (Resplandor, Puna), sin duda fueron los Silvania el modelo en que éstos se inspiraron. Excelente reflexión la de Bam, que también acompañó el enlace de descarga de Gritos Y Secuencias... con otro texto, del que extraigo la siguiente cita:

"...es la segunda parte de Grito Al Vacío..., compilado dedicado al shoegaze y a otros géneros de vanguardia que hice semanas atrás. Esta segunda entrega fue hecha con la idea de explorar aún más las propuestas de bandas peruanas no comerciales que se enfoquen en el shoegaze, ya sea como principal fuente de inspiración, o como complemento a su música. (...) Aquí encontrarán, al igual que el anterior, un total de quince bandas y actos cuyos estilos van desde el mencionado shoegaze, hasta ethereal noise, chillwave, neo-psicodelia, dreamgaze, nugaze, IDM, post-rock, etc. Entre las bandas encontrarán actos de culto como Avalonia y DiosMeHaViolado (injustamente olvidados en la primera parte), además de propuestas más modernas como Ozono, Puna, Dreamworks, Ban And Flap, Tica, The Electric Butterflies, entre otras. También encontrarán actos como Pastizal y Rayo Cósmico, cuya propuesta netamente psicodélica, se fusiona perfectamente con otros estilos de vanguardia para crear un interesante sonido".



Las recopilaciones son buenísimas. Sirven tranquilamente de radiografía de una escena que se ha mantenido viva y en activo hasta ahora, cultivando todos los estilos que, desde la vanguardia sónica; han visto la luz tras la irrupción del shoegazing. Las piezas han sido seleccionadas con buen criterio, dándole cabida a los temas más o menos difundidos -hablar de “greatest hits” sería un pecado, por supuesto-, pero también a cortes un poco más caletas (Dreamworks y una toma alterna de “Lost Track”, aparecido originalmente en la antología Lego 3: For Future Generations, del sello Chip Musik, 2012).

Buen provecho con la descarga.


NOTA PERSONAL

Algún tiempo después, Mauricio Miranda, responsable de EBDB; produjo en tiraje limitado ediciones físicas CD-R tanto de Grito Al Vacío... como de Gritos Y Secuencias... Según el propio Mauricio, sólo para amigos con gustos convergentes. Hasta ahora espero, cómodamente sentado, mis ejemplares (XD).


Hákim de Merv

lunes, 29 de mayo de 2017

In Through The Outdoor: Rezongona Editorial

En noviembre del 2014, comenzó, en la periodicidad del blog El Hexágono Carmesí; la para temporal que poco más de un año después pasaría a ser definitiva. El puntual acontecimiento que ocasionó el frenazo, hace cerca de tres años, no merece más palabras que las que ya se han gastado en lo que llevo escrito. No vale ni medio centavo adicional. Lo importante es que la amistad entre quienes sosteníamos dicha bitácora ha permanecido incólume. Agradezco aquí tanto a Cristhian Manzanares como a Jorge Buckingham por el esfuerzo y la dedicación desplegados durante cinco estupendos años. Valga la aclaración, todos los artículos publicados en EHC (2009-2014) siguen disponibles en línea, pues el cese de actividades del blog no implicó su eliminación. Algunos links de descarga, eso sí, ya no funcionan -por insalubres/espinosos reclamos de copyright.

Desde entonces, me he concentrado en mi muro personal de Facebook, cubriendo allí algunos de los discos a que iba llegando por cuenta propia, y también algunos otros discos que amigos muy ligados a la escena independiente nacional -y luego camaradas del exterior- me facilitaban generosamente. Sean peruanos o extranjeros, sean nuevos o viejos pero caletas, los bytes de mi muro siempre han estado abiertos a todos ellos. Facebook suele ser considerado una enajenante forma de perder por completo el tiempo. Aunque algo de razón tiene ese dictamen, no es mi caso. Si bien a veces opino de política, apoyo causas como la de los animalistas y la de los derechos de las minorías, o me permito distenderme un poco; mi cuenta está dedicada a la difusión del humanismo expresado en manifestaciones culturales pop como el cine y la literatura, con marcado énfasis en la Música -el arte que define la esencia de lo que soy. Superfluosidades y fruslerías que le ganan a uno, pues.

Empiezo este blog para que todo lo que he escrito en Facebook no se pierda. Hasta el momento, he recuperado más de 100 publicaciones, que seguramente no son todas. Durante un tiempo, creí que con marcar los posteos como “Saved” era suficiente. Los recordatorios de “On This Day” harían el resto. Comprobé después que sólo puedes preservar un número determinado de posteos: alcanzado ese número, Facebook chotea los que marcaste primero en favor de los últimos. Y como todo texto es perfectible -a ello contribuyen la distancia, el Tiempo, las miradas de nuevas inteligencias y el subsecuente feedback...-, cada entrada aquí irá pauteada tras una revisión preliminar, tanto para pulirle como para actualizarle. No obstante la mayoría de artículos se centrará en el arte que mi pluma más ha defendido, sin duda habrá otros que también recupere por su valor intrínseco (espero que el profeta Herbert Marcuse se haya equivocado cuando publicó El Hombre Unidimensional). Este blog es, pues, una suerte de back up para aquello que seguiré colgando en mi muro de Facebook: como tal, no tengo el menor interés en hacerlo visualmente llamativo. Cubro un mínimo de cuota estética y punto -siempre pesará más el contenido.

Al “desaparecer” El Hexágono Carmesí, estaba camino a cumplir cuarenta años. Hoy estoy próximo a sumar cuarenta y dos calendarios. Si se quiere, estoy a la mitad del camino de la vida, como decía Dante Alighieri. Hoy se suele afirmar que los cuarentas son los nuevos veintes, consecuencia directa del efecto Clooney (“los cincuentas son los nuevos treintas”). Subjetivismos a un lado, puedo enumerar algunas cosas que a esta edad ya no admiten discusión. La primera de ellas es que, físicamente, no seré joven nunca más. Lástima, hubiera sido bonito morir antes de dejar de serlo.

La segunda de ellas es que, pese a la adultez, la flama sigue viva y furiosa. No tiene nada de malo mirar hacia el pasado: lo malo es quedarse allí todos los días que te queden de existencia. Ya sobrepasé con creces la edad en que el imperativo biológico dicta una ralentización en los procesos de interiorización de referentes culturales. Y sigo aquí. Leo nuevos libros. Visiono nuevos films. Aprendo nuevo conocimiento. Mejor aún, escucho nuevos discos -definitivamente, el principal don con que me favoreció un Destino que las más de las veces me ha tratado como punching ball. No sé cuánto tiempo más seguiré avanzando, pero a la fecha no percibo ningún síntoma de cansancio. Mi angurria de información permanece inalterable.

La tercera: con 22 años publicando (y 23 escribiendo), supuse que al menos en los circuitos independientes nacionales no era más un desconocido. De continuo, asumo que ya todo el mundo sabe -sottovoce- cuál es mi verdadero nombre, pues dejó de ser secreto hace tanto que ni siquiera recuerdo el momento exacto. Una descomunal bronca virtual a propósito del delirante/senil Charly García, en la página face peruana Rock Achorao’, ha probado lo contrario. Bien por un lado: carne fresca que rebanar y cerebros adolescentes que zarandear. No me oxido, y de paso refrendo galones.

Mi intención es que este blog se conduzca según los principios del copyleft. Puedes reproducir cualquier texto que aparezca aquí, siempre y cuando me acredites, me notifiques acerca del uso que vas a darle, y reproduzcas el texto tal cual (negritas y cursivas incluidas). Observa estos requerimientos y no te daré el menor problema. Queda TERMINANTEMENTE PROHIBIDA, por otra parte, la libre reproducción de cualquier texto en formato físico. Lo estoy diciendo con todas sus letras y bien en serio.

Seguir pensando en términos de fronteras, cuando éstas han desaparecido en la era de Internet, es un absurdo de campeonato. Podría dedicarme exclusivamente a ilustrar las bondades de la movida independiente peruana, que goza de salud envidiable desde hace cuatro años, pero ello sería una necedad de parte mía. El mundo en el que vivimos actualmente se ha echado abajo muchas de las barreras con las que crecimos, a excepción de las más resistentes -las mentales. No aquí. En este blog, siempre que sean respetuosos/as, todos/as son bienvenidos/as. Para muestra, un botón: gracias a mis amigos del sur, a quienes tengo constantemente presentes, Chile siempre ocupará un espacio en mi corazón. En estos bytes. Ninguna bronquita-berrinchosa-de-nivel-escolar-orquestada-desde-cualquier-esfera-de-poder va a convencerme de actuar en sentido opuesto.

Puede que sea un lugar común generacional, aunque no lo creo. Buscando nombre para estos bytes, uno que resumiese experiencia y beligerancia, caigo en la cuenta de que muchas iniciativas más o menos similares reflejan desde el título un balance similar entre sus términos: Recuerdos De Un Cíclope, Memorias Del Subsuelo, el sorprendente canal de audiolibros Anotaciones De Madrugada (en YouTube, también blog), Extramuros... testeando sinónimos, me acordé del libro Apostillas Al Nombre De La Rosa, de mi maestro Umberto Eco. Descartados por recurrentes vocablos como “periferia”, “márgenes” y “extramuros”; me acordé asimismo de Disidentes, una de las primeras bandas industriales/post-industriales de la escena paralela peruana y que surgiera en los 80s. Sin ser fan terminal de un proyecto que me parece muy interesante en cuanto a postulados, me identifico con su nombre. Después de todo, en retrospectiva y no siempre explícitamente, siempre he sido un disidente -agnóstico, melómano de alfanje y capote, lector empedernido, cinéfilo omnívoro; por convicción, siempre al otro lado del dominio y rango que favorecen (a) las mayorías.

Hákim de Merv