miércoles, 29 de diciembre de 2021

Evamuss: Despierta, Remedio, Cuenta // Escenario Post Apocalíptico Vol. 3 // Wilder Gonzales Agreda: Rojo // Fukuyama: Fukuyama

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 22 de diciembre del 2021.)

Responde por fin Christian Galarreta una pregunta que este escriba formulase durante la primera mitad del 2018. Acababa entonces de salir Ajq’ij, artefacto que resucitaba a Evamuss tras tres lustros de permanecer archivado, y la interrogante se refería a si el otrora músico rimense continuaría publicando bajo esa denominación -o si sólo la había reflotado para esa puntual edición a colar en el catálogo de la lusa Favela Discos. Por supuesto, de lo que no cabía duda era de que eso que sonaba en Ajq’ij -y en Antitekno, marzo del 2019- no era DiosMeHaViolado ni Sajjra, sino Evamuss.

Ahora a través de Schematic Records, la recordada label del dueto Phoenecia (Joshua Kay y nuestro connacional Rómulo Del Castillo), el peruano despacha Despierta, Remedio, Cuenta adjudicando el título nuevamente a Evamuss. Media docena de tracks compuestos/ejecutados entre el 2018 y el 2020, elaborados dos de ellos a partir de grabaciones de campo que el mismo Galarreta realizase en Yurimaguas (Loreto), allá por el 2002. Queda explícita, en consecuencia, la intención de seguir utilizando cada tanto el reflotado seudónimo a la par de su obra como Sajjra.

Antitekno y Ajq’ij dirigían la mirada hacia las épocas en que la electrónica instintiva y huraña de Galarreta se cebaba en las paradojas que implosionaban su estética -contemplación versus febrilidad, proteicidad contra iteración, fluidez frente a corrosión-. Despierta... retrocede dos pasos respecto de ese período y se encuentra con el Evamuss que virase bruscamente para adentrarse de lleno en la electrónica, dejando atrás el post rock y el bliss pop de sus primeros lances. Episodios como “Shitanero” y “Qapaq Inti Raymi”, por ejemplo, sugieren una dramática racionalización y una tonificación de los hallazgos del doble Noika Koita (1999): medularmente rítmicos, poco o nada tienen del Galarreta que en el Año del Milenio polucionaba ruido en tres funciones diarias. Por otro lado, números como “Orgía De Bordados” y el gigantesco “Baila Laikja Jaguar” proponen una emulación similar, sólo que tomando al Arritmia (1999) como modelo. Aunque no prescinden de secuenciaciones sincopadas, las aguas aquí discurren dentro de sus cauces, de rato en rato agitadas por entrecortadas corrientes metronómicas e incómodas variaciones espectrales de ruido.

La oveja negra del repertorio es “En Aguas De Yurimaguas”. Como si la bandeja eyectase violentamente el CD para reemplazarlo por otro, Evamuss desaparece de escena y su lugar lo ocupa Sajjra. Las grabaciones de campo que documentan los sonidos vernaculares de la mentada localidad selvática colisionan con mucha violencia contra los filtros y la distorsión que Christian les aplica durante los procesos creativo y de mezcla. Concluidos sus cuatro minutos y medio, Despierta, Remedio, Cuenta te devuelve a la orilla de los océanos estelares que prometía desde las primeras de sus notas.

Estrenó la airada Rip Off Records en marzo el tercer volumen de su serie de compilaciones Escenario Post Apocalíptico, con seguridad el más logrado a la fecha. Esa sólida certeza es respaldada por empeñarse ...Vol. 3 en ampliar sustancialmente la oferta de sus antecesores. Lo logra de sobra, si bien por poco tiempo -el cassette se queda a segundos de la media hora de extensión.

A diferencia de los que le precedieron, ...Vol. 3 determina colores muy marcados para cada cara de la cinta. Se han designado para la primera aquellos géneros que más asociados están al perfil del sello trujillano. Aquí la hegemonía es, por ende, mayoritariamente hardcore punk y noise/grindcore/grind noise. Tales son los arrebatados brochazos que descargan los quiteños Disbrigade (“Prisión”), los medellinenses Ley Sucia (“Sin Reacción”), los binacionales Terrore (“Sociedad Secreta”) y los santiaguinos Chakay (aún cuando “La Paradoja De La Jaula” es algo dilatada para encajar en estos formatos). El quinto ‘malo’ es otro alias santiaguino, Peorhumano & Detestables, que descerraja en “De Cirrosis Y Sobredosis” un iracundo drum’n’bass asesino, injertado de grindcore. Con bastante naturalidad, se puede afirmar que este lado A del panorámico lo es también de la nómina de la escudería.

Es el lado B, sin embargo, el más interesante. Encuentran allí cobijo el santiaguino Thanatoloop, el valpeño Bilisnegra, el arequipeño Fiorella16 y el trujillano Desorden Auditivo. En esta segunda cara la apuesta es por sonidos muchísimo menos convencionales que los de la otra. “(Sobreviviendo Al) Nihilismo Liberal” de Thanatoloop debe ser de lo más quemado que ha aparecido en el BandCamp de Rip Off: un cavernoso output mutante de anarcodark, post punk psicodélico, punk industrial, dubcore y dronecore que ruge dantesco. Igualmente ominosas son las colaboraciones de Desorden Auditivo (“Obedece Y Muere”) y Bilisnegra (la orwelliana “Guerra Es Paz, Libertad Es Esclavitud, Ignorancia Es Fuerza”), si bien la primera suena a emisión inalámbrica de dubcore mántrico y la segunda a estallido de sampladelia creepy. En semejante compañía, los trallazos  de  ambient  noise  digital  que expele Fiorella16  con  “Calle  Panteón”  asoman  bastante  más accesibles -sólo en comparación, nótese.

Debido a su cortedad, los placeres viscerales que prodiga Escenario Post Apocalíptico Vol. 3 no fueron suficientes para satisfacer la angurria que genera su escucha. A ver si para la próxima Javier Panter, responsable de la plataforma, persiste en esa senda e incrementa la dosis.

Al momento de colgar online la reseña de Patrocinado Por El Gobierno (abril), desconocía que el beneficio de la línea de subvención económica estatal para el sector cultural obtenido por Wilder Gonzales Agreda comprometía tanto a ese plástico como a su sucesor. Tiempo después (agosto), aparece Rojo, que desde nombre y portada tiene la pinta de ser una provocadora declaración de principios políticos en un país en el que todavía la derecha se resiste a abandonar posiciones de privilegio.

Pese a que el surco de apertura guiña a priori a Labradford, honestamente “Mi Media Naranja” poco o nada tiene que ver con el post rock del trío virginiano. De hecho, no encuentro en Rojo el menor indicio que me haga sospechar que Gonzales trate de acercarse a esa música. Más bien, Rojo concentra su atención exclusivamente en la electrónica de vanguardia. “Mi Media...” se asemeja al ejercicio lúdico de una inteligencia artificial crackeada que compone y ejecuta, ambas cosas en tiempo real. Por desgracia, el efecto va diluyéndose de a pocos. “Ritornelo” sigue el mismo sino, con menos colorido y acierto.

El batintín virtual con que arranca “Serapio 7 Balas” -ya sé que no es tal, sólo me estoy tomando esa ‘licencia poética’- parece ungirle de segundo y verdadero despegue de la jornada. La “percusión” va desapareciendo paulatinamente, internándose en las espesuras de un mar de los sargazos binario al pasar de los minutos. Sita en territorio ambient ruidista, esa masa acuosa va desvaneciéndose al acercarse a su final, una llanura árida y desértica donde ni siquiera florece el cactus. También en clave ambient, pero con mayores (r)evoluciones y una naturaleza esencialmente hídrica, ha sido concebida “Butes”, de registro devocional.

“Gracias Spacetime Continuum” es un homenaje no muy logrado al legendario proyecto noventero de Jonah Sharp, un crisol de IDM y sonoridades ambientales que no consigue integrar con prestancia los patrones vocales de Wilder. Esto puede deberse a que el músico/no-músico no ha estado lo suficientemente fino para hilvanarles a la odisea que gesta la música del tema, o a que su voz carece de las cualidades para convertirse en una herramienta expresiva más a sumar a las permitidas por este discurso de vanguardia. Me inclino por esto último, algo que ya le había comentado al norconeño cuando comenzó a soltar referencias bajo nombre civil (Cantos Electrónicos Para Mamá EP, 2006).

Finaliza Rojo la pieza epónima, que parece recuperada de otras eras. Brillante prodigio asistólico, las pulsaciones de “Rojo” delinean una suerte de IDM hemipléjico lleno de vibraciones transgalácticas que le permiten atravesar las barreras entre dimensiones. Junto con “Gracias Spacetime Continuum”, lo mejor de uno de los esfuerzos más modestos en la discográfica de Gonzales Agreda como tal, al lado de Terrorista! (2019).

Ahora que ya es una realidad y que incluso ha sido destacado por el sitio Tesoros Mundanos como uno de los más prominentes lanzamientos del 2021, la paciente espera con que se aguardó el primer larga duración de Fukuyama va convirtiéndose en anecdótico recuerdo. Pero cómo jodió el parto de más de un año, que ya se anunciaba a inicios del 2020, y que finalmente aconteció en la veintena de octubre último.

Había quedado Fukuyama reducido a dúo desde los tiempos de Los Días Son Aterradoramente Calmos EP. El 33 refrenda esa condición: son, pues, Gonzalo Pichihua (teclados, batería) y Juan Pablo Villanueva (guitarra, voz, metales ocasionales) los responsables de los siete cortes que incluye la nueva incursión de Fukuyama -apoyados por Martín Coaguila (bajo) y el gran José Javier Castro (piano). También corrobora el esférico, epónimo como su primer extended, que la influencia capital del binomio es el noise rock -y que, si hay que decidirse por alguna cepa, ésta es usamericana; pero de ninguna manera cual corsé. Siempre se las ha arreglado el tándem para sortear etiquetas que los vinculen a referencias específicas. Lo suyo es el ruido y punto.

O casi, porque en este disco prueban otros sabores. Desconcertantes algunos de ellos, chocantes otros. En el primer rubro se ubica “Preludio”, un sorprendente y fugaz instrumental que coquetea con la electrónica. En el segundo rubro, “Flor De Mayo”, que también tiene su apertura marcada por elementos identitarios digitales; pero que se metamorfosea sin descanso durante diez minutos y medio, uno de cuyos estadios es el hip hop (gusto declarado del grupo, que no necesariamente se traduce siempre en influencia), y otro una melodía pop de abotagados plomos (donde más se lucen las cuerdas de JJ). Curioso que ambas piezas se constituyan respectivamente en prólogo y epílogo de Fukuyama.

En el trayecto entre los extremos, predominan los medios tiempos, eventualmente atacados por el punk y por el hardcore de viejísima escuela. Ahí están para ilustrarles el incendiario grito remiso de “4 De Noviembre” y el significativamente bautizado “Panki”. La semilla ’77 también puede rastrearse en la actitud y en la vocalización gritona del cantante, como en “La Tragedia De Yattah” (de fragoroso intro). Pero son cortes del tipo de “Tierra Baldía”, de “Aura” (para la que Coaguila empuña la primera guitarra) y del propio “La Tragedia...” donde la potencia del macizo basamento noise queda en evidencia: los estruendosos riffs del primero, la corrosiva distorsión del segundo (que, sin embargo, no ahoga su melódica columna vertebral) y la rabiosa acometida decibélica del tercero dan cuenta de ello.

Consejo de pata: una composición tan larga, pero sobre todo tan cambiante como “Flor De Mayo”, da para dos e incluso tres tracks. Consideren esa opción antes de mandarse otras jugadas similares. Una vez, vaya y pase. Dos o más...

Hákim de Merv

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