jueves, 9 de noviembre de 2017

Lluvia Ácida: Ciencia Sur

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 1ero de noviembre del 2017.)

Usualmente, te acomodas a escuchar un disco nunca antes degustado teniendo entre ceja y ceja dos perspectivas. Por un lado, la de las habilidades, logística y técnica que el músico/los músicos ha/n puesto allí en juego. Por el otro lado, la concerniente a la capacidad del artefacto para remecerte el mundo: desde sacudirte con un tremendo cachetadón hasta arrancarte de la Realidad. Las permutaciones de instancias que estos dos considerandos ofrecen, posibilitan discos marcianazos, tiernos, malditos y pedestremente pop; incluyendo las distintas combinaciones entre todos ellos -bueno, salvo quizá la de un disco marcianazo que a la vez sea pop (y viceversa). Aunque nunca se sabe.

Usualmente, también, te dispones a escribir sobre un disco teniendo en mente dos criterios: originalidad y autenticidad. La primera se asocia más al potencial creativo de la música, a la renovación de su lenguaje mismo -mientras que la segunda conecta espontáneamente con la interpretación, con la fuerza, con la pasión. Las permutaciones de instancias que estos dos considerandos ofrecen, posibilitan discos históricos, cerebrales, urgentes e inanes; incluyendo las distintas combinaciones entre todos ellos -bueno, salvo quizá la de un disco histórico que a la vez sea inane (y viceversa). Aunque nunca se sabe.

A partir de Insula In Albis, Lluvia Ácida ha tratado de reacomodar/reordenar/¿sortear? tanto criterios como perspectivas, instancias y considerandos alegados en los párrafos precedentes de este comentario. Su lanzamiento del 2013 inauguró, en efecto, la plausible costumbre de ilustrar un concepto específico trabajando a la par disco y mediometraje llamémosle “documental” -el entrecomillado tiene razón de ser, pues muchos pasajes del film no están exentos de cierto hálito poético, lo cual pone en entredicho cualquier categorización reduccionista. Jugada por demás interesante: hubiera sido mostrísimo saber qué podrían haber hecho las bandas de la época de oro del “álbum-concepto”, de haber contado con idénticas posibilidades tecnológicas en sus días.

Esta dicotomía de formatos funcionó a la perfección en Insula In Albis. La diferencia con Zonas De Silencio (2015) radicó en que la película de este último título integraba segmentos varios en los que Héctor Aguilar y Rafael Cheuquelaf tomaban la palabra para esclarecer diversos aspectos de aquello que veríamos a continuación. Así, en tanto IIA exponía con fluidez al oyente/espectador al puro estímulo audiovisual, ZDS introducía una oralidad tal vez necesaria pero que no calzaba del todo en el método propuesto por el disco-film del 2013.

(Aclaro que, al mencionar el ZDS, me estoy refiriendo al mediometraje y no al disco. Queda hecha y explícita la salvedad.)


Hace poco más de una semana, Lluvia Ácida liberó para descarga gratuita su más reciente obra, Ciencia Sur. Nuevamente disco y película, esta última retoma el aliento narrativo de Insula In Albis. Desde las primeras imágenes, una sucesión de gráficos que arranca con la maravillosa Pangea para explicar la evolución geológica y climática que han padecido tanto la Antártida como el extremo meridional de Sudamérica, otrora conectados por una cadena de islas e islotes; la música sonoriza armoniosamente el mediometraje. Tras la breve introducción, la pantalla nos deja librados al diáfano goce estético que los fieros landscapes de las zonas magallánica y antártica proporcionan al foráneo. Inevitablemente, la música cede el primer plano. Esta “suerte de fin del mundo”, de “última tierra”, de la que hablaban los también chilenos Arteknnia; aparece ante los ojos del extranjero en todo su majestuoso y terrible esplendor -otra vez despojada de todo verbalismo mediato. Es un viaje distinto, sin duda, al de ZDS (circunscrito a Magallanes) y al de IIA (que mostraba el antes-durante-y-después de la presentación del dúo en la Isla Rey Jorge, una de varias que el tándem ha concretado en el Continente Helado).


“¿Y la música? Mejor dicho, ¿y Ciencia Sur, el disco?”. Pues verás, en ZDS, ésta tendía a una sobriedad bastante rigurosa; y también -o precisamente por ello- a los márgenes de la experimentación, toda vez que las sesiones para el plástico se grabaron en espacios urbanos y rurales magallánicos solitarios o abandonados. En Ciencia Sur, el sonido recupera esa activa corporeidad que se echaba de menos en el esfuerzo anterior. La electrónica va en el mismo camino que transita el naturalismo abrazado por el grupo hace ya varios años (Kuluana en el 2009, Arte Y Shamanismo Paleoindio en el 2011 -banda sonora para el documental homónimo de Carlos Vega Cacabelos, sobre la mística de la etnia Selk’ nam-, El Saqueo en el 2012).

No hablo de mero decorado, sin embargo. Hablo de arte sonoro electrónico vivo, que interactúa con su propio medio ambiente, modificándolo y siendo modificado por éste, en el Tiempo y en el Espacio. Si quieres un símil en cuanto a pathos, podrías emparejar a la dupla con Nigel Stanford (curioso que ambos nombres pertenezcan al hemisferio austral), con la diferencia de que el neozelandés es más pretencioso, ligeramente volcado a la ampulosidad. Lo de Lluvia Ácida es, por lejos, mucho más austero que lo del “kiwi”. No hay track de este Ciencia Sur que discurra plácidamente. Acre (“Antropoceno”, “Cretácico”), marcial (“Búsqueda De Fósiles”), alienígena (“Ciencia Sur”, “Bentos”); CS jamás incita el menor bostezo -un largo sorprendentemente dinámico en su ¿ensimismamiento?/¿cavilación?/contemplación.

Muy de acuerdo con el ¿single? escogido por Rafael y Héctor, “Expedición Científica Antártica”: minimal synthwave, con ese efecto vintage que guiña a los 80s de eternos mutantes futuristas e inmaculados paraísos glaciales.


PD: "¿Y entre Zonas De Silencio y este Ciencia Sur, Lluvia Ácida no publicó nada?". Clickea aquí para saberlo.

Hákim de Merv

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