jueves, 14 de febrero de 2019

MF1914: Todo Es Parte De Todo Y Todo Se Desvanece En El Aire // 16 Bits: El Mundo Acaba Contigo // Lego 12: Yoru No Tori // Miguel Uza: Miguel Uza

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 6 de febrero del 2019.)

LOS DISCOS PERUANOS DEL 2018 QUE NO ALCANCÉ A RESEÑAR (II)

En una realidad divergente, con un país bastante más civilizado, que honrase la corajuda y talentosa escena independiente que abriga; el esquivo alias de Jean Bastian estaría protagonizando una polémica de sesgo taxonómico a raíz de su segunda entrega, Todo Es Parte De Todo Y Todo Se Desvanece En El Aire (2018). ¿Es vaporwave? ¿Ambient synth? ¿Vaporsynth? ¿Vaporpunk -nunca lo mismo que steampunk-? ¿Qué es?

A Propósito De Flores, ¿Y Dónde Están Los Poetas? (2016), que anunciaba un giro hacia la estética creada por Macintosh Plus en su crucial Floral Shoppe (2011), no (me) bastó para calificar a MF1914 como abanderado nacional del vaporwave. Todavía se validaba allí mucho de lo que el limeño articulase en los días synth de su entré absoluto, Canciones Cortas Para El Próximo Verano EP (2015). A Propósito..., además, fisuraba ocasionalmente esas hegemonías injertando implosivas digresiones de drum’n’bass y house trap (¡...!).

Aunque los tiros parecían dirigidos a profundizar la novedad del album del ’16, avalados por la participación de Bastian en el Lego 11: Vaporwave (2018) de Chip Musik, lo concreto es que MF1914 ha perseverado en sostener la equidad de su primer round -depurada y radicalizada, por cierto. Todo Es Parte De Todo... viene antecedido por una declaración de intenciones de la que no gozó su antecesor. Escribe el capitalino: “...es un disco conceptual inspirado en la cultura cyberpunk (Blade Runner, Ghost In The Shell, Animatrix, Akira, Lain, etc). Disco donde trato de encontrar mi propio significado de lo que llamo VIDA. Un viaje sonoro con diferentes caminos pero con un solo final. Fundirme con todos los que son y han sido”.

Tal cual dos años antes, el vaporwave y el synth siguen dividiéndose el protagonismo en la música de MF1914. Canales como “72826”, “Segundo Acto”, “Actualización” o el breve “Sólo Después Será Lo Que Es” desencajan su ensamblaje synth para asimilar fogonazos vaporwave. El reverso de esta mecánica adviene en cortes como “Sint-Ética”, “Todo Es Parte De Todo”, “Materia En Movimiento”, “Todo Se Desvanece En El Aire” o “Cierre”; prologada esta última por el diálogo entre Eldon Tyrell y Roy Batty, personajes de la inmortal Blade Runner. Ya que el film de Ridley Scott es aludido nuevamente, conviene precisar que casi todos los referentes citados en el párrafo anterior cuentan con al menos dos décadas de antigüedad. El cyberpunk está, por ende, lo suficientemente integrado a la cultura pop contemporánea como para permearse a nuevas invenciones de la misma laya que la del vaporwave. Menos mal.

“Vaporsynth” es el término que mejor resume a MF1914. A ello suma una circunstancia que aún no subrayo. Tú, que ya has escuchado el disco, ¿te has dado cuenta de lo vaporwave que suena Bastian sin recurrir a los samples marca 80s de rigor, salvo por el que acabo de acotar?


Las diversas coyunturas de fin de año, que comienzan a erupcionar desde fines de octubre, tienden a jugar contra algunos lanzamientos independientes invisibilizándoles. Así sucedió en noviembre del 2018 con El Mundo Acaba Contigo, estreno formal de los trujillanos de 16 Bits. Digo “formal” porque los norteños tienen un split single virtual con Kill Amigo, lanzado en febrero del 2017, en el que acomodan “Rebecca Sugar” (nada disimulado tributo a la creadora de la serie animada Steven Universe) y “Gameboy RIP”.

16 Bits es un nombre que confunde. Apenas lo escuchas mentar, piensas en un proyecto electrónico. Nada más falso. El quinteto compuesto por Kevin Pantoja (guitarra), Mateo Novoa (guitarra), Giancarlo Díaz (voz), Alonso Castillo (batería) y André “Y Punto” (bajo); se ha condensado bajo los mismos parámetros de nombres como Mundaka y Almirante Ackbar. En el imposible árbol genealógico de la movida peruana, esa afinidad les sitúa al interior del pop/rock de dominio indie.

Las canciones de El Mundo Acaba Contigo se sienten cómodas pisando el acelerador (“Ónix”) o prescindiendo de hacerlo (“Súpermariosunshine”). Sobre todo las primeras son alegadas por el grupo para hablar de una ascendencia pop punk, pero honestamente poco o nada me suena 16 Bits a Billy Talent y similares. Sí devienen en flagrantes, en cambio, las influencias del manga/anime y de la gamer culture; tanto en las letras de las canciones como en la mayoría de sus títulos. A los ejemplos indirectamente dados, pueden agregarse “Perdóname Yoshi”, “Toriel” (“Contemplar Cómo Caes, Te Encuentro En El Momento/Se Siente Que Esto Va A Ser Eterno”), “Nueva Partida”, “Rebecca Sugar” (“Estuve En Una Guerra Mucho Tiempo/Ya No Quiero Estar Acá”), “Multiplayer”, “Cadena De Memorias” (“Me Despierto Con Fantasmas En Mi Mente/Son Los Recuerdos De Un Pasado Diferente”) o “Starfox”.

Tres estrellas de cinco posibles para este esfuerzo adecuadamente balanceado, salvo y para bien por el rush final, ése que arranca con “DK Bajo La Lluvia”.


Pese a haber sido significativa porción constitutiva de su identidad desde un inicio, es cierto que de un tiempo a esta parte Chip Musik había dejado un tanto de lado la publicación de material en la senda del shoegazing (y de su estado larval, el dream pop). La discográfica salda esa deuda con un díptico del que selecciono para la disección su segunda mitad, en el marco de su ya célebre serie de compilaciones.

La norma en Lego 12: Yoru No Tori (2018) es, pues, el shoegazing. Como estila hacer ChM, la prioridad la tienen los tracks nuevos, o en todo caso inéditos -criterio no excluyente: los hermanos chilenos de Seatemples colaboran con “Seaweed”, pauteado en su puesta de largo Down Memory Lane (2017). Lego 12..., ergo, tampoco redunda en la autarquía. Hay gente de Japón (In Another North y Collapse), de Inglaterra (Light That Change), de Rusia (Shoe Shine Six). Incluso hay agrupaciones binacionales, como los greco-canadienses The Pink Elephants y los suizo-usamericanos The Churchhill Garden. Antaño inconcebibles, gracias a que Internet empequeñeció las distancias las colaboraciones entre antípodas hoy son cosa común.

Peculiaridad a remarcar: los créditos peruanos, que sólo participan con pistas inéditas/nuevas, en más de una oportunidad se asocian entre ellos para tal fin. Soma es el caso más notorio, estampando su rúbrica en “Despertar”, “Tus Sombras” y “Desde La Lluvia”; al lado de Norvasc, Absi y Ionaxs, respectivamente. Ionaxs, por otro lado, no figura en solitario -pero su impulsor, Jorge Rivas, lo hace como Puna a través de “Abies Alba” y de la infinita “Labriegos De Ensueños”.

Es el de ...Yoru No Tori un registro muy bonito y ensoñador, de cabo a rabo. Hasta no habituales del género, como el individual ambient pop Polvos Azules de Giancarlo Samamé (fugaz “Hinku”), no desentonan con el espíritu del plástico. Esto, porque el shoegazing de ...YNT, tributario de Airiel, Fleeting Joys, Air Formation y sucedáneos; no excluye tenues coloraciones digitales. Si este verano no fuese tan lacra, el díptico, y más aún su segunda mitad; sería el soundtrack a escuchar mientras el sol termina de zambullirse en el océano (lástima que el gringo esté tan ladilla).

No veo la hora de reproducir a renglón seguido el Lego 13: Tsuitachi No Tori.



Con el debut homónimo de Miguel Uza (octubre del 2018), por fin puede afirmarse que todos los integrantes de la formación clásica de Rayobac al menos tuvieron un episodio ligado a la Música tras el deceso del recordado combo. El de Valentín Yoshimoto fue su perdido Mañana EP (2010). Carlos García a.k.a. Carlangas a.k.a. Zetangas tiene ya cuatro trabajos editados, sin contar una recopilación de melodías fechadas entre el 2000 y el 2002 (disponible en SoundCloud), y se halla en preparación del quinto. Y Ernesto “Neto” Pérez ha sido por luengas temporadas el baterista más rankeado/solicitado del circuito underground perucho.

¿Y qué era exactamente Rayobac? Más allá de la discusión sobre si es válido o no considerarle seminal, fue una buena banda a la que aún hoy se echa de menos. Tomó forma a fines del 2000, siendo su primer line-up Zetangas (quien venía de Electro-Z, guitarra y osciladores)/Uza (guitarra)/Yoshimoto (guitarra)/Francisco Melgar Wong (batería y voz; nótese la ausencia escrupulosa del bajo). A mediados del 2001, Melgar es reemplazado por Neto Pérez en la teba y por Uza frente al micrófono, dando lugar a la alineación más perdurable.

Como también pasó con Las Vacas De Wisconsin, el Destino fue ingrato para Rayobac, que después de quedar reducido a trío por la partida de Uza a España a principios del 2004 se desintegra al finalizar ese mismo año. Su legado se reduce al EP casero de temas originalmente intitulados, que documenta una primera etapa con la voz de Melgar en que predominan tonadas a lo Mogwai (post rock) o Yo La Tengo (indie); al epónimo debut y despedida de resuelta semejanza con el Sonic Youth más osado (noise rock) y la malograda saga Pussy Galore; y a una gavilla de números cedidos a múltiples compilaciones. Increíblemente, éstos son los únicos que en vida difundiese el conjunto: tanto el Verano 2001 (Ensayo) EP como Rayobac fueron publicados de manera póstuma (2005 y 2007, sucesivamente).

Uza grabó en el Perú, en el 2017. El guitarrista contó con la complicidad de todos sus ex compinches (la eléctrica de Zetangas en la kilométrica divagación de “Soundcheck #2”, las secuencias de Neto en “La Teoría De La Omisión”, la labia de Yoshimoto en “Dan y Nancy”), y aún de habitantes del entorno de Rayobac (Pablo “Kaboogie” Gotto en bajo, guitarra acústica, guitarra eléctrica, mini moog y coros; Santiago Pillado-Matheu de El Hombre Misterioso en batería). Después de volver a España, a Barcelona para ser exactos, lanza el disco vía BandCamp -precediéndolo de los singles “Latidos En La Sien” y “Dan Y Nancy” (ambos recogidos en el estreno).

Miguel Uza se asemeja más a lo hecho en la segunda etapa de su banda máter, pero de un modo bastante más accesible. Es como si lo que de caótico e impredecible se había traído consigo la experiencia Rayobac de su estadía en los abismos profundos del Ruido, se hubiera sedimentado del todo. Las ondas sonoras que rebotan en el disco lucen sobrias, como enfatizando casi sangrantemente la falta de ese ingrediente/elemento/componente que enciende la pradera. Quizá sea que no se trata de una composición work in progress, como pasaba en Rayobac.

No me malentiendas. Éste es un correcto pitazo inicial. Tiene minutos que te levantan al menos una ceja, como “Lo Más Cerca De La Paz”, la intensa “Todo Sigue Igual”, “CI-7499” (pinta de out-take de la primera etapa de Rayobac) o las gemelares “Latidos En La Sien” y “Días De Radio”. El músico ha conjurado el espíritu, pero en el proceso y quizá debido a la prolongada para ha extraviado el sentimiento, ése que convertía a la música de Rayobac siempre en la pesadilla de otros -y que consiguiese estabilizar/contrapesar cosmos, caos, creación, destrucción, belleza y horror feísta en el CD del 2007. Muy probablemente, será cosa de esperar a que los motores largo tiempo apagados alcancen otra vez temperatura de fundición.


Hákim de Merv

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