jueves, 8 de julio de 2021

SoDPM: Hechizera EP // Poncho Negro: Poncho Negro

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de junio del 2021.)

Ramón Pérez-Prieto ha decidido aprovechar estos meses en que Novalima está tomándose un receso en cuanto a lanzamientos -lo último fue el remix de “Rumbo Libre”, en 2019, al año siguiente de su largo Ch’usay- para dar curso a un proyecto paralelo denominado SoDPM. Paralelo y grupal: aúna fuerzas aquí con Coqui De Tramontana (M.A.S.A.C.R.E.) e Israel Vich (DJ peruano internacionalmente reconocido).

El alias SoDPM ya tenía publicado un extended play vía la label mexicana Cosmic Awakenings, especializada en lo que podría sintetizarse como música electrónica con pretensiones de espiritualidad trascendental. En su nómina, nutrida por actos de todos los rincones de la Tierra, se inscribe Coming Home EP (noviembre del ’20). La terna se exhibe en el artefacto millas alejada de la electrónica mestiza que se deleita en facturar Novalima, yendo más por el lado de una suerte de (in)fusión de downtempo con aristas lounge como las que sobresalían en el epónimo debut del célebre combo de raíces negras (2003, cf. “Nueve Dragones”).

Para Hechizera EP (sic), se han implementado algunos cambios. El primero se relaciona al grado de fisión que ha alcanzado la mezcla, fluyendo ahora de modo perfectamente natural. El segundo, quizás el más importante, tiene que ver con el groove: si en Coming Home EP lucía orgánico pero algo rígido, en Hechizera EP se le percibe mucho más cadencioso y sensual. Un tercer cambio se halla reflejado en la instrumentación: la guitarra es completamente funcional a las composiciones del extended, acompañada ahora por un sigiloso cajón afroperuano.

Tanto “Hechizera” (colabora Juan “Cotito” Medrano) como “Munra Ka Ya Te” (al alimón con Novalima y el artista del oriente peruano Rawa Muñoz) son tracks guiados por una filia inspirada en estéticas étnico-tribales, que complementa/potencia las blueseras secuencias downtempo del trío antes que repelerlas. Un EP agradable al oído, con que relajarse antes de afrontar trips de mayor calado. Edita la alemana Kindisch, donde también ha publicado Vich por cuenta propia (Ayahuasca EP, 2019).

El año pasado tuve la oportunidad de escuchar y comentar el epónimo debut de Dom Dimadoom, joven promesa de la renovada asonada grindcore/fastcore/thrashcore que viene estragando las escenas underground limeñas adscritas a esos géneros. Hoy es el turno de Poncho Negro, grupo que acaso no sea tan zagal como DD, pero que fatiga direcciones bastante similares.

Dúo formado por José Casalino (guitarra, voz) y David Núñez (batería, voz), este último además co-fundador de la interesante escudería LaFlor Records, Poncho Negro cuenta ya con una estela discográfica de tres títulos. Que los dos primeros lleven respectivamente los nombres de Demo (I) (2014) y Demo II (2016) es algo que todavía no logro entender bien: no me parecen susceptibles de ser etiquetados como “demos” o “maquetas”, y tampoco encuentro diferencias significativas entre éstos y lo que podría considerarse su homónimo estreno oficial. En cualquier caso, difícilmente esta uniformidad se transforma en hándicap cuando hablamos del grindcore, del crustcore y afines.

Dada, pues, la extrema concisión de Poncho Negro (apenas 372 segundos); se hace un tanto inútil analizar las canciones por separado. Más apropiado es señalar que, para su entrega de cosecha 2021, la dupla afianza un estilo atiborrado de mugre, velocidad y distorsión magnificadas. Las ansias de despedazar lo que ose ponerse enfrente de su desparpajado terrorismo sonoro se ven frenadas únicamente por la brevedad de los surcos -los más cortos de los cuales frisan los 17 segundos, mientras que los más largos no superan los dos minutos. Difícil prodigarse en más palabras ante semejante huayco de ruido furioso y demencial, que empuja un muro de infame sonido irrespirable sólo para dejártelo caer encima.

Irrespirable y brutal, sí, aunque rara vez denso y/o pesado -tal vez el segundo movimiento de “NN” pueda calificar como stoner-. Por lo demás, el tándem manda al carajo sus eventuales limitaciones técnicas, convirtiéndolas en rasgos distintivos de género y output: las apagadas atmósferas de powerviolence noise, los riff bestiales/rudos/viciosos, la ensangrentada garganta desde la que escapan las vocales, los huracanados blast beats de Núñez a las baquetas... Atronadora “puesta de largo” del binomio, que en directo es asistido por correligionarios de movida como Víctor (LÖRI), Tarik (los desaparecidos Un Viejo Arcoíris) y Frank (Sistemas De Aniquilación).

Hákim de Merv

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