jueves, 8 de febrero de 2018

Distant Vol. 2 // Polar & Amokian: Signautica

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 31 de enero del 2018.)

Dos desde el remoto Sur -pa’ volver a coger ritmo al tiro, po’...

Vio la luz en octubre pasado el segundo volumen de Distant, serie de compilaciones que factura Meitrik Record Label. Se trata de una esquiva discográfica chilena especializada en música electrónica, fundada por Christian Ziehlmann y que está cumpliendo dos décadas de vida en junio de este 2018. Pocas referencias para tener ya casi cuatro lustros, pero debe tomarse en cuenta un hiato de 11 años entre el 2005 y el 2016, así como lo selecto de cada una de ellas. Revisando nombres en la Red -Metamann (el alias de Ziehlmann), Der Meister Geist, 100ML-, se evidencia la proclividad de la escudería hacia el house, el techno; y sobre todo el híbrido de ambos géneros que, evolucionando desde su simpleza y monotonía originales, lograse que pubs y discotecas electro se moviesen al son del tempo oscilante entre 120 y 128 bpms de mediados de los 90s en adelante. Una proclividad que la propia casa no oculta, ciertamente.

Para ser una compilación, Distant Vol. 1 (2016) cobijaba un track list más bien corto en minutaje y nómina. Su sucesor no sólo supera la barrera de los 70 minutos, sino que además conjura fuerzas confluyentes allende las fronteras de Chile. Dicen presente en el disco proyectos de México, Argentina y Perú; amén de los que juegan de local. Lo interesante es que Meitrik también ofrece espacio, si bien comparativamente reducido, a encarnaciones sonoro-electrónicas que no se ubican precisamente en sus coordenadas habituales. Difícilmente un número como “Pangea”, del crédito nacional Wilder Gonzales Agreda, puede describirse como cercano al dancefloor.

La batuta la llevan, previsiblemente, los participantes más afines al espíritu de la independiente. Tal es el caso de Quantum (“Mar”), Ergon (un post-tribal “Nisei”), Android (“Algorythm”), F600 de Miguel Conejeros (“Huincadead”), Le Championnat (“Can’t Love”), el acto IDM perucho Invisible Ambiente de Ives Ancieta (en el que debe haber sido su último estertor, “Volátil” se mueve preñado de esas texturas hi fi que eran moneda común en los 70s) o Polar (“Cometa”, bastante más abigarrado que sus pares).

No faltará quien prefiera contar a Polar entre los disidentes de turno, dada la complexión rítmica que luce su aporte. En todo caso, sí se le percibe muy diferente de TremoloAudio (la columna vertebral rítmica de “Monza” no pocas veces se asemeja al célebre y hoy vetusto motorik, provisto al vocabulario de la música pop contemporánea por el venerable kraut rock alemán setentero), del ya mencionado Gonzales Agreda (minimal “Pangea”, extraído del fantástico Lima Norte Metamúsica, 2014) y de Metamann (“Coisa Maloca” se relaja hasta convertirse en el equivalente a una pieza de jazz para viajes sub-espaciales).

En el balance, Distant Vol. 2 no sólo le sirve a MRL para recuperar la continuidad luego de un oncenio de inactividad. También revisa/revisita tanto lo que se dijese alguna vez sobre el house (“el house es la música del infinito, porque incluye pasado, presente y futuro”) como lo que se dijese alguna vez sobre el techno (“el techno es el ritmo que jamás será vencido”). Ambas cosas es el tech-house.


Exactamente un año antes del Distant Vol. 2, Polar y Amokian unían energías en el cassette split Signautica, perteneciente a Barbatruco Producciones (netlabel mapocha creada en el 2008). La cinta lleva el sello de Alpha Experimental Breaks, con que BP distingue sus lanzamientos asociados al colectivo homónimo, en el que milita Polar. Éste es un viejo conocido, y no porque aparezca en el Distant Vol. 2: es la identidad paralela de Héctor Aguilar, 50% del dúo magallánico Lluvia Ácida. El alias cuenta con una nutrida discografía, de la que apenas he escuchado unos cuantos episodios. Así y todo, títulos como Alpha State (2010), Sueño Blanco (En 8 Bits) (2003) o Sesión 2 EP (2012); confirman el interés de Aguilar por cultivar sonoridades muy distintas a las exploradas con su partner en LlA, Rafael Cheuquelaf. A saber: breakbeat, hip hop abstracto, sampladelia, downtempo...

En cuanto al usamericano Igor Amokian, no había tenido el gusto de escucharle anteriormente. Lo que he leído en Internet es que, a lo largo de su carrera, el angelino ha desarrollado conexiones telepáticas con todos los géneros electrónicos basados en la técnica del circuit bending; participando asimismo en instalaciones sonoras, exhibiciones y performances en directo. Un obrero de lo que hace-más-de-veinte-años-y-aún-ahora se conoce como “electrónica experimental”.

Conforme manda el libro de estilo, cada lado del split se ha asignado a uno de los involucrados. El lado A es el de Polar, quien con este registro ha hecho pleno honor a su pseudónimo: incluso si me he perdido demasiados movimientos, encuentro poco o nulo parecido con todo lo que antes le había oído a Aguilar bajo esta etiqueta. Polar se ha convertido en sinónimo de una electrónica abstracta, fragmentaria, futurista y muchas veces también interestelar. Prácticamente nada he podido hallar de sus escaramuzas con el hip hop y el breakbeat. Sus 9 temas, que son los que mejor calzan con la portada del cassette, suenan muy bien -aunque igual me dejan frío, por la sorpresa (o mi ignorancia) del cambio que ha experimentado Polar. Ahora, ¿qué es mayor? ¿La novedad o los nuevos réditos artísticos? Difícil decirlo. Prefiero manifestarme más adelante, esperando acostumbrarme al cambio con prontitud.



Si cabe, es hasta más extrema la cara asignada a Amokian. Durando algo más que la cara A, tiene ¡¡¡21 temas!!!, muchos de los cuales no superan los dos minutos de extensión. También Amokian hace honor, pero al lado de la cinta que le ha tocado ocupar: su output hace las veces de auténtico lado B de la gama de sonidos que debe haber soltado el Gran Colisionador de Hadrones en las pruebas preliminares a su encendido. En sus momentos más hip hop, que los tiene (“Beat Slices Live”), la percepción constante es la de estar audicionando el borrador/bosquejo de un experimento de harsh noise. Y si bien decir que Amokian es una suerte de Blixa Bargeld nacido en la era digital resulta exagerado por donde se lo mire, semejante aseveración guarda un resquicio de verdad, avalado por la suciedad/el talante entrecortado y desvencijado/la disonancia de la propuesta del músico. Habrá a quienes les guste y a quienes no. Lo imposible de soslayar es esa sensación residual, borrosa, imperfecta; de haber presenciado algo inquietante sin ser plenamente conscientes de ello.


Hákim de Merv

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