jueves, 7 de junio de 2018

Fobya: El Signo Movimiento // Perros De Presa: Grito Primario EP // Ruidósfera: Ruidósfera

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de mayo del 2018.)

Hace poco más de diez años que no (re)escuchaba un disco de Fobya. A los arequipeños liderados por Abdel De La Cruz los conocí allá por el 2003 gracias a los buenos oficios de Erick Manchego, entonces factótum de Ericman Producciones, sello independiente con sede social en Lima consagrado a la edición física de material de bandas mistianas. No tengo muy presente la primera incursión del cuarteto (Destino, 2000), pero sí la segunda (Sentimental Vacío, 2003) -al punto de que aún conservan mis neuronas imagen sonora fidedigna de muchas de sus canciones: “Ella”, “Lloras Bajo El Agua”, “Saturados”, el necrofílico track homónimo, “Niebla”...

A partir de este punto, perdí la pista de Fobya. Aunque sabía, por noticias que rebotaban de vez en cuando, que seguía en activo y publicando trabajos -Sandey (2010), Secuenciacústica (2006), El Funeral Del Amor (2007)-; no tuve ocasión de oírles. Al hablar del reciente El Signo Movimiento (2017), pues, no cabe ninguna comparación que no remita al Sentimental Vacío. Difícil escollo: la distancia que les separa es de 14 años.

Lo primero que cabría decir es que Fobya sigue siendo un cuarteto, pese a que los integrantes no son los mismos. Si entonces estaban Abdel (voz y segunda guitarra), Raúl Begazo (primera guitarra, integra sendos dúos con Abdel -Orquídea- y Mauricio Miranda -Paisaje 3-), Fernando Berlanga (batería) y Kenyi Garrafa (bajo); hoy el puesto de este último lo ocupa Richard Chuquitaype (Irijua Yin, Lunes). No lo incluye, empero, la formación que grabó El Signo... entre marzo del 2016 y febrero del 2017: los créditos del CD mencionan a Pablo Pantigozo y Ángelo Núñez, hoy aparentemente fuera de la alineación titular.

En los días del Sentimental Vacío, se solía hablar de Fobya como “los Dolores Delirio de Arequipa”. ¿Qué tanto ha quedado en pie de ese parangón, tras cerca de tres quinquenios? En esencia, casi nada. Señalan algunas reseñas en la Red que por lo menos desde Sandey ya se venía gestando una transformación entre los ex Sueño Encadenado. Esta metamorfosis tenía como urgente norte actualizar el sonido oscuro y cumplidor, pero ciertamente derivativo, de Fobya. Escuchando El Signo Movimiento, puede afirmarse que ese objetivo ha sido notoriamente cumplido. No es que hayan encontrado la fórmula de un sonido original, al menos no aún. Ocurre que han abandonado influencias ya venerables por su antigüedad, para abrazar otras nuevas y más vigorosas, muchas de ellas pertenecientes al revival post punk de la década pasada. Interpol es la más evidente. Otras que califican son She Past Away, Beach Fossils, Soviet Soviet, Castlebeat y The Soft Moon.

Por contradictorio que resulte decirlo, el aroma de El Signo... no se halla absolutamente centrado en el antedicho revival. Todas las alusiones consignadas en las últimas líneas del párrafo previo llevan el indie codificado en el ADN. Este empalme genético los emparenta con los limeños de Aura, quienes exhiben en su homónimo primer LP un sonido entre indie y dark. Así, no son los climas de El Signo Movimiento fecundados por la filia darkie, aunque la melancolía reine soberana en muchos de sus temas: el bonus track oficial “Solaris”, “Aquel Lejano Camino A Casa”, el single de adelanto “Déjame Solo” (lanzado en el 2016), “Dejaré De Respirar”... Sintomáticamente, en todas ellas la presencia de la tecnología deja bastante más que migajas.

Para los que escuchamos a Fobya después de tantos años, ayuda horrores la ejecución plasmada por el cuarteto/quinteto durante la grabación. Programaciones synth muy bien secuenciadas, bajo potente y capaz de adaptarse en grado ergonómico a los requerimientos de cada composición, batería calibrada en no-ta-ble accionar, guitarras tristonas pero límpidas... Muchos puntos obtenidos gracias a esta performance, con qué afrontar los nuevos rumbos de la banda.

Punto criticable en el disco físico: éste ha corrido por cuenta de Tesoros Mundanos, probablemente la única publicación impresa de calidad que ha tenido el consumidor de rock local en el Sur -¿y también en el resto?- del país, dirigida por Guido Peláez (histórico miembro de la legendaria Caleta). Un yerro involuntario no detectado a tiempo dejó que el CD se imprimiese con los dos primeros temas, “Andes” y “Paraíso”, ligeramente defectuosos. El insistente droppeo, sorpresivamente, ha pasado piola como si se tratase de un efecto adrede; y así se ha difundido “Andes” en programas especializados de la capital. Lo que se dice prestarle involuntariamente orejas a Brian Eno -“honra tu error como secreta intención”.


Desconozco a la disquera Uku Records. No sé si aún funciona o si es parte del pasado inmediato. Si he sabido de ella, es gracias a Perros De Presa, combo arequipeño cuya existencia quedó testimoniada en un único registro, Grito Primario EP (2015). El esférico no parece haber gozado de buena difusión -lo que es una lástima, pues mereció mejor suerte.

Los cánidos partícipes de esta experiencia fueron Andrés Cano (bajo), Fabricio Febres (batería) y Miguel Málaga (guitarra, voz). A prima facie, la estructura de PDP remite a la figura del “power trio”, y de hecho que algo de eso hay en el extended -desde la funda, es evidente que los muchachones se juntaron bajo este alias con ganas de no dejar cabeza en su lugar.

Grunge/post grunge characato, tirado para el lado más anfetamínico y/o punk del asunto, tempestuoso y enérgico. Fogoso énfasis en los riffs, y la teba pesada como un miligramo de materia oscura. Voz gritante, cargada de furia y de angustia. Las melodías del EP no dejan de ser un tanto repetitivas, y es verdad que tras el fierrazo vehemente de la apertura “Cóseme La Piel”, las revoluciones bajan progresivamente -pero el subidón de adrenalina vuelve con el track no listado “Carne De Cañón”. ¿Cuándo, no obstante, hemos debido de esperar del grunge o de su post catedrales pop?

El paroxismo envolvente de Perros De Presa dio para no mucho más allá del lanzamiento del extended, acaso porque sus integrantes decidieran a la larga tomar rumbos distintos. Tras la disolución entre el 2016 y el 2017, del único que he tenido noticias ha sido Málaga, quien luego militase fugazmente en Los Death Monkeys; y que actualmente está enfocado en su propio proyecto, La Ciudad Negra. Él y su hermano José María (La Terminal, Fiorella 16) son los responsables del festival Espora, que ya va por su sexta edición.


En la Lima de inicios de la década pasada, que apenas comenzaba a dejar los refritos íconos rockistas a un lado, salir a tocar la guitarra con un polo estampado de Sonic Youth era toda una declaración de principios. Recuerdo haber pensado en ello cuando vi a un pata encaramarse al tabladillo de La Noche (Barranco), allá por el 2003, como parte de la primera presentación del achuchadazo acto electrónico mistiano Quilluya. Al año siguiente, me dijeron que un tal Víctor Miranda Ormachea se ofrecía a cubrir la conferencia de prensa de Babasónicos antes de su primera tocada en el país -en Arequipa, no en Lima-, y a ayudarnos a difundir la Freak Out! en la Ciudad Blanca. Como corresponde, quedé sumamente agradecido con él, pese a no conocerlo. Hace apenas algunos días, después de tantísimos años, me entero de que tanto el causa de La Noche como Miranda son la misma persona -además de tenerlo agregado como “Torvic Ruidósfera” en Facebook desde al menos dos años atrás.

Ruidósfera es un grupo formado a inicios de los 90s, en la ciudad cuna de Mariano Melgar y de Pedro Paulet. Al principio, no era Ruidósfera, sino Exilio. Con el tiempo, pasaría a ser The ExitOsos, antes de abrazar la denominación actual. Pero el camino hasta la concreción del primer disco ha sido, además de interminable, muy cambiante. Desde las primordiales condiciones precarias que la agrupación debió encarar, lo de Ruidósfera ha sido un testeo incansable de influencias y géneros. Con todo, hay algo que la mayoría de éstos y ésas tienen en común: el Ruido. Dinosaur Jr., Pixies, The Jesus And Mary Chain, Mercury Rev, Sonic Youth, The Flaming Lips, My Bloody Valentine, Narcosis... Electrónica, un poco de prog rock, metal, su otro poco de jazz, grunge...

En la contratapa de la placa se consigna el año 2013 como fecha de aparición, pero en realidad ésta se produce por fin en el año 2016 -es decir, más de dos décadas después de su nacimiento. 2013 alude al año en que ya se tenía todo listo para producir el CD en físico... excepto el vil metal. Casi todos los canales fueron registrados entre el 2005 y el 2006, independientemente de su fecha de concepción -en palabras de Víctor, hay temas cuya composición data de mediados de los 90s (“Sombras De Libertad”, clásico de los días de Exilio, es de 1997). Como fuere, Ruidósfera es una jornada extensa hasta el límite físico: 9 son los surcos listados, pero son en total 12 pistas, para un tiempo de casi ochenta minutos. La impresión que deja es la de ser un equivalente al debut de El Aire, obvio que en tono menor.

Para que te des una idea de cuán preciso es el símil con el pistoletazo de salida que firmase el ensamble de José Javier Castro, mientras temas como “Amadyz (Nadie Puede Alcanzarme Cuando Pronuncio Tu Nombre)” y “La Redención Del Ángel Imperfecto” son sendos guiños a The Cure, pesarosos números dark cuyas atmósferas se sostiene en esencia gracias a los teclados, canales como “Ocultándonos” y “El Lugar Infestado De Vida” se decantan por el ruido casi en clave metálica -aunque “El Lugar...” oscila hacia el punk tanto como “Ocultándonos” hacia la calma previa a la tormenta.

Y otro tanto podría decirse del resto del menú. “No Quiero” es un bazucazo pogueable de pendenciero proto-metal. “Huascarán” es una sorpresiva versión del pasacalle de Huaraz (Ancash). “Insana Lucidez Crónica” es un ejercicio de templado y lascivo after punk. “Perder” dispara tremenda salva de ascendente noise punk, convirtiéndose en otra invitación al pogo... Tal vez si este primer capítulo hubiese podido orquestarse como un tour de force, con los cortes entrelazados, disponiendo para ello de mayores y mejores recursos a la hora de entrar al estudio; se habría lucido todavía más.

Por cierto, Ruidósfera transita actualmente otras coordenadas, por lo que el disco realmente responde a la necesidad de testimoniar una parte importante de su historia y de la del rock arequipeño -y, en tal sentido, hasta podría tildarse al artefacto como “recopilatorio”. Alimentan esta idea los tres temas no acreditados en el arte de contratapa: “El Poder De La Densidad”, “Fallas De Origen” y una grabación sin título. Esta última es la recitación que Beatriz Torres hace de un poema de su autoría. A la poetisa, muy allegada al grupo, la Muerte la arrebató demasiado pronto; por lo que la grabación adquiere ribetes de tributo. “Fallas De Origen”, por su parte, es un largo pasaje concebido en 1998; majestuoso en su tosquedad.

Finalmente, “El Poder De La Densidad” fecha en 1995, convirtiéndose en la pieza más antigua del debut. Quién sabe también la más arriesgada, puesto que debe ser de los primeros intentos de músicos peruanos con el post rock. En paralelo, sólo el colectivo Crisálida Sónica venía haciendo lo mismo en Lima. Trip improvisacional de más de diez minutos, de colores psicodélicos y texturas surrealista-ruidosas, con la pedalera al tope y en plan recontra heterodoxo -el boceto de paisajes entrevistos más allá de la barrera del Ruido. Emociona comprobar que aquí, ganas de vomitar la papilla informativa-educacional-culturosa del mainstream para crear algo radicalmente distinto jamás han faltado, ni en la capital ni en el interior del país.


CODA: Ruidósfera fue grabado por Miranda (guitarra, voz, teclados), Víctor Fernández Morón (ídem), Beto Morón Fernández (batería, percusión) y Karen Huacasi (bajo). Karen ya no es parte de la banda, y hoy dedica sus fuerzas a un proyecto que he reseñado anteriormente: Yume Station.

Hákim de Merv

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