(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 9 de julio de 2025.)
Vanas conjeturas. El extended, valgan verdades, dista mucho de las composiciones más recientes que publicase el autor oroíno. El golpe de timón que propina es más bien un martillazo, en modo alguno ubicable próximo a su último largo Wichq’ana Ch’askancha (‘21) o a su tumultuosamente ruidosa colaboración en Paradigmas Frecuenciales II (‘23). Tampoco “Tesla”, cedida para el lado B de Philodina (‘25) y donde Alcaloidë se acerca tangencialmente al shoegazing, guarda mucho en común con el EP subido a inicios de mayo pasado.
Mientras empieza a declinar “Frecuencias...”, fantaseo con un Brian Eno que hubiese empezado carrera solista en este siglo en vez del anterior. La quimera se evapora al arrancar “XTO” acentuando ritmo y melodía, transformándose de a pocos en una jungla simétrica de pulsos. Aunque proliferan los autechrismos, sus reverberaciones y un sublimado exotismo étnico me hacen sentirle más a gusto en los predios de The Future Sound Of London que en los de la dupla formada por Sean Booth y Rob Brown. No acontece otro tanto con “Godwave V_1.1”, que subraya la multiplicación de secuencias pero no la tonalidad eurítmica. Pese a que “Godwave...” se ceba en los límites del drum’n’bass, su impronta digital está lo suficientemente borroneada para impedirle cruzar esas lindes.
Sorprendente giro el de ∞ EP, entonces, con sólo tres canales y menos de un cuarto de hora. Como se usa decir en estos bytes, queda la incógnita sobre si es una transformación pasajera o si será algo más permanente, que modificará por completo la naturaleza misma de Alcaloidë.
Nada más lejos de la realidad. Luego de una buena cantidad de singles y algunos EPs, el tercer volumen de Contusión Cerebral aparece a fines de febrero. Con Pensamiento Programado, Heinz finalmente se decide por géneros más delineados que el nebuloso esteticismo post punk del debut. El darkwave, la coldwave, el synth punk e incluso la electronic body music trashuman este disco de melodías inmutables y oscuras, de ritmos cortantes y angulares, de febriles arrebatos y vocales tan escasas como lúgubres -que esconden de este modo sus limitaciones, todo sea dicho.
Angustia nihilista envasada en alienantes programaciones de hierática gelidez. Sí. El problema es que, salvo “Suicidio Moral”, que arriesga un poco más empujando a Harold hacia maquinaciones filo-EBM; no encuentro muchos intentos por trascender o superar el manual de estilo, y sí bastante complacencia genérica. Aún cuando no tengo ningún reparo en torno a las etiquetas utilizadas, no me he sentido especialmente movido por Contusión Cerebral. Su agitación synth, su quejumbrosa calígine a lo Seventeen Seconds circa “At Night” o “In Your House”, su paso correlón y rabioso; todo ello me gusta y entretiene, sin lograr calarme de veras.
Todavía se le siente crudo, pues, al acto altoandino. Paciencia, me digo, que el muchacho no ha hecho sino empezar. Mi espíritu se serena ante esa perspectiva.
Hákim de Merv
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