(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 16 de julio de 2025.)
Cronenberg, Fulci, Argento... No sé si las compilaciones temáticas de Eighth Tower Records consagradas a tamaños cineastas constituyan una línea de lanzamientos como tal. De no ser ésa la situación, sí se han convertido en una saludable costumbre, que espero la independiente napolitana especialista en sonoridades opacas y similares mantenga durante luengos años. Por lo pronto, ya se amplió el radio de acción hacia la literatura, dedicando sendos capítulos a la novela Drácula de Bram Stoker (‘22) y a los cuentos góticos de Edgar Allan Poe (‘23).
Acorde con el aliento denso e introspectivo del film, la rodaja se fundamenta en esa aleación que el sello peninsular ha convertido en distintiva piedra de toque -un acrisolamiento de dark ambient y de drone music. Sean electroacústicas o digitales, las performances producen sonidos mistéricos, sombríos, por momentos elefantiásicos (cf. “Everywhere Is A Prison” de Mario Lino Stancati). Músicas mesmerizantes que se debaten entre la homeostasis y la transistasis, como evocando transmisiones al azar de ondas hertzianas, gestando suites ambientales adornadas las menos de las veces por grabaciones que perennizan ruidos naturales abundantes en espacios inertes; sean éstos silvestres o levantados por la mano del Hombre.
La excepción de rigor, que rompe los estrictos parámetros del minimalismo al que es afecto Eighth Tower, es doble. Por un lado, el cierre “Anomaly In The Cell” de Glacial Anatomy no renuncia al silencio pero sí a la ausencia de melodía, generando vasos comunicantes con discursos menos agrestes como el bliss out. Por otro lado, “Ominous Hazards” de Mombi Yuleman se descarrila al aproximarse a sus tres minutos hacia programaciones electrónicas embrionarias, dando de lleno en atmósferas consuetudinariamente tenidas por futuristas. Nunca pensé que oiría algo así en la nómina de la label azzurri.
Nada más comenzar, ya en este 2025 la subsidiaria de Unexplained Sounds edita el volumen Music For Alien Temples. Calza también su concepto subyacente dentro de los límites estilísticos de la escudería, proponiendo escenarios que la ficción especulativa se encarga de apuntalar y/o diversificar hasta superlativos grados inimaginables.
Efectivamente, la noción de templos extraterrestres implica civilizaciones -existentes, más probablemente extintas- que han germinado en otros rincones del Universo. Comporta, además, una función concreta que el fenómeno religioso debiera cumplir dentro del tejido social desarrollado por esas entidades inteligentes. Todo ello, en el marco de especies substancialmente distintas a la nuestra, tanto desde el punto de vista biológico como desde el cognitivo. Las posibilidades, por ende, son infinitas -vg. formas de vida basadas en el silicio, no en el carbono.
Complejos urbanos avejentados por el hollín y el paso inexorable del Tiempo, erigidos en parajes de una majestad cósmica que causa vértigo. Solemnes megaestructuras atiborradas de la caleidoscópica gradación del color del óxido. Extraños entramados arquitectónicos que constituyen un enigma en sí mismos, al no disponer de mayor información acerca de sus constructor¿es?/¿as? Y en ese hipotético porvenir en el que conseguimos explorar estos sacros lugares desolados, estas olvidadas edificaciones rituales, estos mudos testigos de las cumbres que alcanzaron quienes vivieron mucho antes que nosotros/as; se acopla de maravillas la banda sonora que supone este desmesurado Music For Alien Temples, que sobrepasa con facilidad los 90 minutos.
Ambient que huele a oquedad y antigüedad (“Ashen Icons” de The Black Monolith), armónicos masivos de carácter reverberante (“Observation Of Ceremonial Or Ritual Occurrence” de Insectarium), tonos antinaturalmente deformados (“Dormant Atmosphere” de Kokum retuerce con saña el simplón sonsonete de Close Encounters Of The Third Kind), drone megalítico (“Space Temples Caving” de Bjørn Jenkins), atribulado(r) dark ambient de ribetes titánicos (“The Syvronesis Temple” de Plamen Večnosti). Música perfecta con que explorar reliquias de mundos olvidados, la de Music For Alien Temples deviene en un trabajo sólido, que no claudica en su intención de aventurarse a través de las ventanas espacio-temporales que provee el Sonido hacia esas lejanas huellas pétreas. Sin embargo, sí cede en su visión sombría de estas zonas en “Extraterrestrial Superiority” de Taphephobia, y más aún en los casi 15 minutos de “Dark Spire” de Joe Mathews -melancólicos, deprimentes, tristes. Humanos.
Hákim de Merv
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