jueves, 7 de agosto de 2025

Bondage: Homoplaxmosis EP // Rifle: Beyond Paranoia

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de julio de 2025.) 

Eyectado en mayo último, Homoplaxmosis EP da cuerpo a una interesante trasmutación en la travesía del acto liberteño Bondage -travesía que ya alcanza 13 largos años de vida. Cierto, una no muy prolífica, puesto que con el extended apenas llega a los cuatro capítulos discográficos. Instancia por lo demás comprensible, dados el talante arisco y los crujidos harto inasequibles del unipersonal de Juan Carlos Paredes Jara. Ello, sin detenernos en las “obscenas” connotaciones de su denominación, que todavía interpela falsos recatos de una sociedad como la nuestra. 

Luego de darse a conocer con la reedición (‘13) de su epónimo estreno (‘12), Bondage ha vagabundeado husmeando insistente en esas zonas francas en que se enyuntan la electrónica analógica y el Ruido en su acepción más cruda e intensa. Con números que van del synth punk menos aquiescente al industrial a un paso de la hipérbole absoluta, el peruano siempre ha batido campanas llamando a la hecatombe de las convenciones, al Armagedón del establishment, a la demolición de las apariencias. Sus trabajos coadyuvan esa cruzada, asimismo, faltos de requisitos “formales” como la alta fidelidad y los modos recurrentes en aquello que todavía entendemos por “canción”. 

No es que Homoplaxmosis EP desande el camino. Lo que hace es mitigar las turbulencias y desbastar las salientes de que se apertrecha de continuo la música de Bondage. ¿Con qué propósito? Con el de permitir la inserción de otros códigos, en frecuencias similares éstos a los que viene empleando desde hace más de una década el individualista norteño. En “Pesadilla”, por ejemplo, la machacona batería y el constante regodeo del bajo me hacen pensar en Chrome. La banda de Damon Edge y Helios Creed es conjurada también en la pista homónima, junto a otras referencias convergentes como la no wave y el primer Neubauten.

El extended, entonces, incorpora tímbricas propias del after punk anglosajón y del post industrial. Esta mixtura cuaja en incendiarios pasajes de un post punk garagero atravesado de dub escabroso y de reverb maligno (“Sacrificios”), en tensos accesos de noisica entropía industrial/post industrial (“M.CV.E”), en fárragos dignos del pandemónium más lacerante que puedas concebir (“Harto Del Reptil” o Public Image Ltd. en mal viaje de merca adulterada). El calicanto que cohesiona y da homogeneidad al EP sin pasteurizarle, como no podía ser de otra manera, lo proporciona el bombeo permanente de una correntada de ruido turbio y perturbador -el mismo del que Paredes Jara ha dado generosas muestras en jornadas anteriores.

Difícil ser aún más ilustrativo acerca de Homoplaxmosis EP, artefacto que logra desafiar incluso las taxonomías más flexibles -a mí me ha hecho reconsiderar el lugar que ocupa en la vasta Meloteca de Babel.

La nueva entrega de Rifle viene antecedida de una historia de desavenencias, pero también de pergaminos en las mezcla y masterización. En cuanto a lo segundo, al mando de la consola estuvo el chileno Ignacio Rodríguez (a) Nes, baterista de ese grupazo que ¿fue?/¿es? La Hell Gang. No creo necesario abundar más acerca de uno de los combos puntales de la movida stoner al sur de Tacna, distinguido por enarbolar el fuzz cosecha psicodelia sesentera como piedra basal de su accionar sónico.

Y en cuanto a los intrilingüis del trío, refiere éste que en el ‘23 el bajista y vocalista Alejandro Suni-Álvarez se mandó mudar a Canadá. Volvería más adelante, sólo para ver cómo el baterista Julio César Araujo (Kurandera, Brujo Mayor) zafaba. Suni-Álvarez y el guitarrista Magno Mendoza consiguieron moldear una versión demo del disco. A punto de ingresar al estudio a darle forma definitiva, regresó Araujo para ocupar su justa posición en el line-up. Completos, grabaron las sesiones de Beyond Paranoia en el estudio Dragón Verde. La crónica se consigna en el BandCamp de Rifle.

Me deja un poco confundido este Beyond Paranoia. Posee un sonido mucho más clásico que el debut Repossessed (‘22), al punto de no quedarme claro si lo suyo ahora es un stoner rock estofado -del verbo estofar, por siaca, cf. la RAE- en heavy psych y blues, o si actualmente optan por abrazar un heavy psych stoneado y bluesero. En ambos escenarios, nótese, el blues es un ingrediente con visos de imprescindible -pero no por ello protagónico, como atestiguan “She Got A Spirit” o la senescente “Inner Whisper”, de pudorosa ascendencia hendrixiana las dos.

Por otro lado, y a tono con este cambio de registro, la voz de Alejandro se decanta hacia el susurro. En Repossessed se echaba de menos algo de fuerza y/o vehemencia, que le hiciera estar acorde con la robusta convicción stoner y la avasallante rapidez cuasi metalera exhibidas por sus hermanos de armas. Ahora que la terna templa bríos y atempera ferocidad, la performance de Suni-Álvarez se acomoda mucho mejor (“Beyond Paranoia”), en coincidencia con las enteogénicas composiciones de ácido desert rock susceptibles de prolongarse indefinidamente. Hay excepciones, sí, como el tanque blindado que supone “She Got...”; pero en ningún momento los decibeles suben tanto como para dejar al también bajista en off-side.

Falta agregar unas cuantas palabras acerca de las baquetas. Casi ninguno de los canales arranca desmarcándose de los medios tiempos, circunstancia que nos permite apreciar la pródiga contención a que se aplica Araujo desde la teba (“Break The Voodoo”). Cuando debe soltar amarras, empero, no tiene empacho en redoblar esfuerzos a fin de elevar el pulso (“Gipsy Spell”, “Inner Whisper”). Se le siente concentrado, en armonía con los otros dos tercios de Rifle. Si Repossessed es un sonoro cachetadón de bienvenida que recomendar, Beyond Paranoia no se merece menos -muestra un reverso más mesurado de pesado rock lisérgico, cuyo potencial está en condiciones de difuminar horizontes.

Hákim de Merv