(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 23 de abril de 2025.)
El extended play ha sido grabado en directo, emulando las arrabaleras condiciones lo fi de grabación en una 4-track, tal cual se hacía entre fines de los 60s y principios de los 70s. La idea era dotar de este acabado a M1 EP, objetivo logrado con creces gracias no sólo a ese proceso, sino también a las particularidades intrínsecas de la música que performa el trinomio. Sucio blues rock de tiempos farragosos/pesados, de guitarra psicodélica hasta la médula, de voz deliberadamente ininteligible. La impresión final es, por ende, la de estar escuchando algún combo perdido de época -y antepasado directo del stoner, a la vez.
Por supuesto, a ello suma asimismo que tres de los cuatro surcos que integran el EP sean versiones de clásicos en todo el sentido de la palabra. Abre la jornada “More Light”: único número firmado por Brujo Mayor, es un interminable jammeo que rebasa la barrera de los 14 minutos y medio, en el que la guitarra intercala trallazos inalterables con encendidos solos de efusión lisérgica, y que las baquetas rematan multiplicándose en el epílogo. De allí en más, desfilan las relecturas de gemas de la talla de “Fruit And Iceburgs” de los usamericanos Blue Cheer (sindicados como el primer line up heavy metal de la Historia), “Reberveration” de The 13th Floor Elevators (extraído de su brillante debut, 1966) y “A Storyless Junkie” de nuestros Pax (de su unigénito May God And Your Will Land You And Your Soul Miles Away From Evil, 1972).
Si lo tuyo es el blues de Eric Clapton o de Savoy Brown, la gruesa película de Baja Fidelidad que envuelve esta placa no tardará mucho en desanimarte. Por el contrario, si militas en la orilla opuesta, allí está.
No ha regresado al Perú Ruesta, ni Samamé le ha dado el encuentro, entonces. Lo que ha visto la luz entre el 10 y el 11 de marzo últimos es un mini-álbum que ¿compila? ¿recopila? primeras tomas, demos y ensayos de tracks que no me queda claro si han salido antes o no, salvo por “El Río”. Estuve repasando tanto lo publicado bajo los alias de Gelatina Magma y de Polvos Azules, como lo editado por El Paso y por Soma, sin encontrar pistas que se correspondan con lo liberado en Liminales. Debo deducir, pues, que se trata de una pequeña colección de canales inéditos (descontando la excepción antedicha).
Con repertorio de ese cariz, Liminales no podía llevar mejor nombre. El mismo hecho de describirle conformado por maquetas, rehearsals y primeras tomas indica que éstas son pasos conducentes a versiones definitivas que acaso todavía no se concretan. El “tránsito” sugerido en ese concepto, y además en la portada, es identificable con la función de aquellos espacios físicos que sólo sirven para movilizarse de un lugar a otro: pasillos, escaleras, zaguanes, halls, etc. Es decir, liminales. Ergo, es imperativo sopesar este puñado de temas como dibujos inacabados de canciones futuras, que quién sabe cuándo se harán realidad.
Del post pop en plan electrónica trippy de “El Río”, que utiliza patrones vocales de Ruesta remuestreados, no hay mucho más que decir. Para más señas, repasar Lisergias (‘24), opus de Polvos Azules donde se le incluye originalmente. Sí hay algo más de chicha en “A Puerta Cerrada”, nueva expresión de ese mestizaje del que Gelatina Magma daba señales en rounds como “Oda A Malanga” y “Caminante Nocturno”. “A Puerta...” apela a la fusión de percusión afroperuana y de jazz en el mástil del bajo, matizada por teclados lúdicos y una letra bastante sombría. Como para no guardar muchas expectativas sobre el rejunte de la sociedad Ruesta-Samamé en un futuro inmediato.
Hákim de Merv
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