miércoles, 7 de mayo de 2025

Oksana Linde: Travesías // El Jardín De Las Matemáticas: El Jardín De Las Matemáticas

(Publicado originalmente en mi cuenta Facebook el 30 de abril de 2025.)

Segundo volumen que recupera porciones del trabajo registrado entre inicios de los 80s y mediados de los 90s, con Travesías la ucraniana-venezolana Oksana Linde se ha visto -felizmente- libre de la reventadera de cohetes que supuso el precedente Aquatic And Other Worlds, así como de una polémica en la que ella no tomó parte alguna. Esto último, a raíz de ciertos comentarios que menudearon desde la prensa independiente especializada, que desatinadamente la parangonaron a figuras de la talla de Ursula Bogner o White Noise. Al menos ahora, por ende, podemos centrarnos sin más en el contenido del acetato y en su específico contexto.

El período concreto en que se grabaron los números seleccionados para este testimonial Travesías va de 1986 a 1994. Tres de ellos fueron creados por la artista para su participación en el Tercer Encuentro De La Nueva Música Electrónica, realizado en 1991: “Arrecifes Del Espacio”, “Mundos Flotantes” y “Horizontes Lejanos” (nombres todos que apuntan a un imaginario muy Roger Dean). Otros cuatro fechan su forja en los 80s, pensados para sesiones reiki de curación alternativa, a las que Linde se aficionó entonces: “Estrellas I”, “Kerepakupai Vena”, “Luciérnagas En Los Manglares” y “Estrellas II”. “Sahara”, que igualmente debe inscribirse en el intervalo señalado, completa el repertorio de una rodaja más pareja y armoniosa que su diligente antecesora.

Esto porque Luis Alvarado de Buh Records, sello nuevamente encargado de la edición, ha aplicado un criterio compilador más uniforme y cohesionado. De la escuela berlinesa que también cultivase la autora en las pistas de Aquatic..., muy poco sobrevive en Travesías (denominación parcialmente reciclada de la que recibiera su presentación en el evento mentado, ‘Travesía Acuastral’). Menos aún del prog electrónico. Aquí el énfasis ha sido puesto en las líneas de teclado de fisionomías serena, dramática y algo nostálgica. Los colores se revelan de idéntica variedad: vivaces, apagados, encendidos, solemnes. Lo interesante es que pese al notorio grosor de algunos de estos trazos (“Mundos Flotantes”), ellos siempre se muestran quebradizos, como para no olvidar su cristalina morfología.

Guían manos y mente de la compositora una new age de sesgo electrónico analógico, lo bastante volátil como para transformarse en dungeon synth cuando aborda ambientes tenues en iluminación (“Horizontes Lejanos”, la breve “Arrecifes Del Espacio”). Súmese a lo enumerado el hecho evidente de haber sido estos temas cocidos a fuego lento, característica perceptible desde la performance distendida y relajada (la apolínea “Sahara” es casi una melodía de cuna), producto del sobrio equilibrio anímico y espiritual de quien ejecuta -sólo se desborda en la melodramática “Luciérnagas En Los Manglares”, así y todo bonita. Ídem desde la vibrante y florida decoración (“Estrellas I”).

Masterizado por Alberto Cendra en Garden Lab Audio, toda vez que sea mesuradamente, por donde se le juzgue es Travesías un artefacto que ilustra con más justicia talento y talante de la joven Oksana. La foto que adorna la carátula está firmada por Elisa Ochoa Linde, y diseño y arte son de Gonzalo De Montreuil.

¿Has escuchado ese viejo adagio según el cual todos/as los/as weirdos y weirdas/frikis/outsiders/locos y locas de una ciudad acaban tarde o temprano conociéndose y compartiendo bando (cuando no banda)? Pues lo mismo vale para las regiones y aún los continentes. Si ello era ya una perogrullada en el siglo pasado, en éste se ha vuelto casi una ley inmutable universal, con redes sociales, plataformas, videochats y salas virtuales.

Hace semanas, el músico chileno Tomás Salvatierra compartió en su muro de Facebook el link hacia el epónimo debut en largo del colectivo El Jardín De Las Matemáticas. He preferido atenerme a la palabra “colectivo” porque, dadas sus peculiaridades en la alineación, no sé si obtenga la continuidad que me facultaría a hablar de “grupo”. Si lo es, EJDLM tiene el insólito mérito de haber juntado en un mismo tiempo y/o espacio (virtual) a descastados que trashuman el espectro de extrañas frecuencias circundantes a lo que alguna vez se definiera como “pop de vanguardia”. Para comprobarlo, basta con una revisión a vuelo de pájaro de los antecedentes con que cuenta cada conjurado.

Salvatierra y su coterráneo Álvaro Daguer vienen de Glorias Navales, asociación oriunda de Viña Del Mar que se mantuvo activa durante el segundo lustro de la década pasada, tocando en vivo una muy particular aleación de polifonías devocionales y algo así como el lado B del pellejo de la música de cámara. Daguer, además, ha estado/está en la celebrada mancha avant psicodélica A Full Cosmic Sound y forma parte de ETCS Records. El tercer integrante es el argentino Pablo Picco. Natural de Córdoba, el salsipuedino acredita ya decenas de lanzamientos pese a haber empezado en el ‘16, utilizando nombre civil, el de Valle De Galgos y el de Bardo Todol. Sus improvisaciones se derivan de una estética fundada sobre el drone, grabaciones de campo, la tape music y un folk de código abierto. Cuarto pero no por ello último, el londinense Mark Harwood también es relativamente nuevo en esto de componer y editar, aunque acaso sea el más avezado de los cuatro. En Offering (‘22), siembra los mismos campos que sus compañeros, con el añadido de recurrir mucho a una técnica cut and paste que genera desarrollos inquietantes.

¿Qué podría resultar, entonces, de la unión de estos cuatro investigadores del Sonido? Pues un disco extrañísimo como El Jardín De Las Matemáticas (‘24), que recorre terrenos de música concreta, parajes dibujados por la psicodelia más minimal que puedas alucinar, soundscapes donde se vulnera a cada paso el concepto contemporáneo de lo que entendemos por “música”, atmósferas de inspiración pretérita, geografías fagocitadas por el zumbido del drone... Todo envuelto en una magnética aura de exotismo pagano, de ritualismo que no sería del todo descaminado calificar de prehispánico, si no fuera porque de aquello raramente posee uno que otro vestigio.

De ”Las Palabras Fueron Sonido” a “Pastoreo De Cabras”, asistimos a una jornada que cualquier fenomenología no vacilaría en tipificar como extraterrestre. Empleando instrumentación poco convencional como el tambor chino, la ocarina o la flauta de búho; pero también gongs, sonajas, cintas y un Korg MS-20; el cuarteto esculpe episodios de un agostamiento abrasivo, donde pululan ruidos eyectados al azar, a veces sobre una tribal percusión embrionaria -y a veces ni eso. En el corte homónimo la percusión aparece cuando su mitad ha quedado bien atrás, por ejemplo, sosteniéndose éste desde el principio gracias a un bajo que tampoco es fácil de etiquetar. Hay canales que comienzan como una mera adición de sonoridades (“Luces De Montaña”), para sólo bastante después perfilarse como música.

El trino monocorde de los pájaros (“El Golem Gordo”), el canto inconfundible del agua (“Pastoreo De Cabras”), incluso una solitaria y tímida voz casi inaudible (“El Problema De Suslin”); reciben tratamientos distintos a los que se acostumbra dárseles, de la misma manera en que instrumentos de cuerda son usados como si lo fueran de percusión, y herramientas como silbatos y cornetillas parecen acabar libradas al azote del viento. Es gracias a esta insular fusión de albur premeditado y metodología improvisacional que El Jardín... se devela como asomándose desde los albores de la civilización humana. Pocos documentos sonoros de reciente data pueden jactarse de ello -cf. la fantástica labor conjunta de nuestros paisanos Ronald Sánchez y Fred Clarke. Se porta Penultimate Press.

Hákim de Merv

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